Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Transa poética
Transa poética
Transa poética
Libro electrónico132 páginas1 hora

Transa poética

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La obra de Efraín Huerta es una y variada: de la sombría pasión amorosa al explosivo –y mexicano– sentido del humor, esta extraordinaria escritura poética muestra una conmovedora capacidad para habitar el mundo de todos los días con una fuerza y una pureza únicas. Esta {Transa poética} es festiva, ceremonial, callejera, contemplativa, uno de esos l
IdiomaEspañol
EditorialEdiciones Era
Fecha de lanzamiento2 jun 2020
ISBN9786074453010
Transa poética
Autor

Efraín Huerta

Nació en Silao, Guanajuato, el 18 de junio de 1914; muere en la Ciudad de México el 3 de febrero de 1982. Poeta y ensayista; reconocido como el poeta de la Ciudad de México. Estudió Leyes en la UNAM. Fue reportero, reseñista, editorialista, dibujante, crítico de cine y de teatro; fundador de Taller(1938-1941); impulsor deCuadernos del Cocodrilo. Perteneció al Partido Mexicano Comunista del que fue expulsado en 1943. Presidió la agrupación Periodistas Cinematográficos de México. En 1977 el Gobierno del Estado de Guanajuato instituyó el Premio de Poesía Efraín Huerta. Colaboró en Así, Comunidad, Diario de México, Diario del Sureste, El Corno Emplumado, El Día, El Fígaro, El Heraldo de México, El Mundo Cinematográfico, El Nacional, El Popular, Esto, La Capital, Metáfora, Nivel, Novedades, Pájaro Cascabel, Revista de Bellas Artes, y Revista Universidad de México. Recibió la orden de las Palmas Académicas 1945 del Gobierno de Francia. Premio Xavier Villaurrutia 1975 por su obra en general. Premio Nacional de Poesía 1976. Premio Nacional de Periodismo 1978. Medalla de la Universidad Autónoma de Chiapas 1978. El Quetzalcóatl de Plata 1977 del DDF, el Premio Nacional de Periodismo 1978 y la Medalla de la Universidad Autónoma de Chiapas 1978.

Relacionado con Transa poética

Libros electrónicos relacionados

Poesía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Transa poética

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Transa poética - Efraín Huerta

    1979

    Transa poética

    LA POESÍA ENEMIGA

    Nubes y nubes no se sabe qué demonios terrestres aman o detestan

    con su comportamiento de árboles desgajados,

    ni cuándo pensarán ausentarse de nuestros ojos

    y de los flancos de las montañas.

    Árboles y amores vivirán abrazados por los bosques y los corazones,

    aunque señales turbias

    crecidas en gargantas amargas de madrugadas

    comiencen su labor descalza de perezosa rebelión.

    Fantasmas y fantasmas por las nubes

    sin grietas de pudor

    o por lo menos alguna lágrima en los ojos helados.

    Voces que nadie oye

    y que las buenas lenguas convierten en angustia,

    sabiendo que no son sino espectros de estertores

    lanzados allá en el dorso de otros tiempos

    por espinas ahogadas en los ríos,

    por espejos y rosas transformadas en prisa.

    Pero tú en los balcones del mundo,

    endureciendo los instantes,

    viendo caer silencios,

    silencios amarillos de virtud o de vicio,

    creando sobre la sombra la hierba agonizante.

    Ahora sé cómo llegaste,

    magnífica y serena,

    del sitio de los cisnes y las gladiolas,

    con el tacto de las cucharas en la nieve,

    soberana de las alamedas en que nos causa gusto

    escuchar el eco de una virginidad perdida

    en el tiempo preciso.

    Agua lenta como tumulto de caricias, te guiaba:

    sonaban crudos lloros de manzanas acuchilladas.

    La invitación fue clara:

    acércate a la niebla en que florecen los duraznos de bronce,

    la que ignora las auroras lechosas,

    los días en que se palpa el tedio

    y el deseo es como vaho de agonizante.

    Puedes cantar, aunque tu voz es lo de menos

    en esta selva donde viven ancianas cuerdas de guitarras

    junto a sonatas vírgenes.

    Aquí desconocemos las flautas y las máscaras,

    y se encuentra perdida entre limones muertos

    la burbuja plateada y sin sentido

    de lo que allá entre las prostitutas y los andróginos

    se llama adolescencia.

    Verás tiernos esqueletos de poetas

    conservados por milagros continuos

    o por eso de hielo que a veces se desprende de la niebla.

    Desnúdate si quieres

    de todo lo que arrastras de ciudad y jardín,

    porque aquí no hacen falta los pájaros

    ni las avenidas del brillo

    y de los senos sostenidos.

    Habían crecido en torno de tu ausencia

    las fiebres y los cabellos que salen de las raíces descubiertas

    y eternamente soportando nieves y sudores.

    Tú no sabías el peso de una carrera entre plumas de canarios,

    ni por qué las frentes húmedas

    huelen lo mismo que las estatuas despertadas

    por piquetes de mariposas,

    que amor es lo que silba en los relojes

    y esa red de silencios ahogando dedos

    y pétalos de violetas,

    que amor es la distancia entre los labios y los párpados

    y no saber cuáles hombros

    son tan perfectos

    como determinados senos temblorosos.

    Es inútil que suenen en los huecos del tacto

    mustios intentos de crueldad pura y absoluta,

    puesto que ignoras lunas y ruidos tímidos de estrellas

    sobre la grupa tierna y suntuosa de la madrugada,

    hacer florear escrúpulos

    o martillear furiosamente sobre azucenas tibias,

    tan ingenuamente canallas

    como purísimas hasta el suicidio.

    Ya sabes a pesar de todo

    que una penumbra es el vestido invernal de los deseos,

    que buscar en el alboroto de los destinos el que te pertenece

    sería deshacer nudos de corbatas plateadas

    o comparar un mediodía

    con la punta de un puñal virgen de asesinatos.

    Entre piedras y azares moriste

    de vivir atravesando jardines

    con tus piernas tan pálidas y duras,

    compactos ramos de alhelíes con tus senos temblorosos,

    lunas despiadadamente estúpidas

    con tus miradas entre tibias y secas

    como un golpe de remo en el vacío.

    Hoy,

    cuando mi cargamento de cinismo

    y lo que a mis amigos distraigo de aburrimiento

    divinizan la

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1