Antología del XXXII Concurso nacional de creación literaria del Tecnológico de Monterrey
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Antología del XXXII Concurso nacional de creación literaria del Tecnológico de Monterrey
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A través del catálogo de obras se busca divulgar el conocimiento y la experiencia didáctica de la institución, al mismo tiempo que se apunta a contribuir a la creación de un modelo de publicación que integre las múltiples posibilidades que ofrecen las tecnologías.
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Lucía Yépez Villafuerte
Es doctora en artes y humanidades. Ha recibido premios como Celedonio Junco de la Vega y Alicia de Nayarit. Ponente e invitada en diversos encuentros literarios tanto nacionales como internacionales. Autora de publicaciones como Con cicatrices pero a salvo y Nosotros los malditos. Su poesía ha sido traducida al inglés y antologada en España, Argentina, Perú y México.
Bernardo Hinojosa
Es arquitecto por el Tecnológico de Monterrey y maestro en planificación arquitectónica por la Universidad de California en Berkley. Es autor del libro Del amor y otros asuntos extraños. Publica semanalmente en el blog Poesía en el mundo.
Cuento corto
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Es licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad de Monterrey y maestro en Ciencias de la Comunicación y Cambio Social por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ha trabajado como redactor en las revistas TuVerde, Comunicación Estratégica y TNE Media, como editor en B3NAHUI y de coordinador en la revista Verbum. Autor del libro Historias para despertar antes de dormir.
María Gabriela Garza González
Es licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Nuevo León y doctora en Artes y Humanidades por el Centro de Investigación en Ciencias, Artes y Humanidades de Monterrey. Ha participado en diversos congresos y coloquios como el VIII Coloquio Internacional de Literatura Fantástica y el XXI Congreso de Literatura Mexicana Contemporánea, entre otros. Tiene diferentes publicaciones académicas como Arte, ciencia y técnica
y Delirio y alucinación: ensayos de literatura y arte
, entre otros. Ha impartido clases de danza, artes y literatura.
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Ángeles Favela
Es licenciada en Ciencias de la Comunicación y con estudios literarios y de psicología. Ha colaborado en el periódico El Norte y revistas como BCM y Woman. Fundadora de Literálika, editorial, agencia literaria y escuela de escritores. Ha impartido clases de Filosofía y Lógica, así como asesorías literarias a diferentes autores.
Luciano Pérez Savoy
Es licenciado en Producción Cinematográfica Digital por la Universidad de Monterrey. Participó en el programa Film Factory de la Escuela de Ciencia y Tecnología de Sarajevo. Ha dirigido y producido diversos documentales, cortos y largometrajes. Su película M—1 se estrenó en el 35 Torino Film Festival y recibió el premio a mejor película.
Dramaturgia
Edui Tijerina Chapa
Licenciado en Comunicación Social y maestro en Educación Superior por la Universidad Regiomontana. Ha coordinado programas como Esta mañana y Siempre en domingo, así como las producciones Nuestra belleza México. Escritor de las obras teatrales Exorcismo y Mariposas enjauladas, así como otras obras breves que se han montado a nivel nacional e internacional. Fue guionista de la película Cantinflas, contendiente al Oscar en el 2015 en la categoría a mejor película extranjera.
Hernán Galindo
Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Regiomontana y miembro del Sistema Nacional de Creadores Artísticos del Conaculta. Ha obtenido el Premio Nacional de Dramaturgia UANL en tres ocasiones y dos veces el Premio Nacional de Teatro otorgado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Gobierno de Baja California por dramaturgia. Fundador de Casa MUSA Espacio Creativo, Teatro Odeón y Teatro Undergrown. Escritor de obras como Mármol en el cielo y Los niños de sal. Ha dirigido más de cien puestas en escena.
Categoría 1. Poesía
1.1 Preparatoria
1.1.1 El árbol de la muerte
José Carlos Briones Sánchez
Sobre un árbol olvidado
Cuando solo se vive en el pasado
grosero sería olvidar el nombre
de un árbol negro y olvidado
que optó por amar al hombre.
—Robert Hobbs
Maldición
Bendita sea la luna
que sonríe indiferente ante la demacrada máscara
oxidada y sin colores
aquella que solo mira con fortuna.
Bendito mundo
que gira y gira debajo de los pies
del jinete con un caballo perdido
y su discípulo enmudecido.
Benditas estrellas
ustedes burlonas
de la triste miseria
y de todas aquellas.
Terrible viento
tú, que cantas al pasado,
pero oscureces y llevas al desolado.
Terrible viento que recorres el mundo.
Ángel de fuego, hermano mío
acógeme en tus alas destructivas
pule mi cuerpo y hazle un río
termina con mis pasiones excesivas.
Existe un pastizal fuera de mi cueva
sus formas señalan mi pena
y mi pena es siempre la luna
la vida a esperar que llueva.
Yo, seguiré siendo
el mundo, girando,
porque, aunque el día termina y la luna ríe,
la máscara solo sonríe.
Venerable y temido espíritu
termina ya tu oración
deja tu cuerpo, tira tus penas
pues esa es tu maldición.
Ira
Irremediable condición de la naturaleza
cartel enorme y extendido sobre el lienzo
aquella que se le mira con pereza
y que hasta pierde su olor el incienso.
Irremediable imagen de los brazos
extendidos como ramas a la primavera
entre los hombres viejos, ellos ocasos
y sus pasos, que siguen al dondequiera.
Mundo sin principios, aquel sin tormentos
utopía inimaginable, donde converge poesía
hombre viejo y burdo, enamorado de sus versos
para el cual siempre es de noche y nunca de día.
Amable señora, madre del hombre
amamanta a tu hijo que el búho mira
no abandones al que tiene nombre
o en su dolor enfrentarás su ira.
Exhalación
Entraste a la alcoba
para mirar tus pies al espejo
seguiste a tus ojos y hallaste tu cuerpo
seguiste a tu alma y encontraste tu reflejo.
¿Qué has hecho de ti mismo?
¿Es acaso que el mundo que te dio cobijo
fue de nuevo traicionado y destruido?
¿Es acaso que has olvidado ser su hijo?
Muchas son las historias que de ti cuentan
pues muchos atributos has añadido a tu nombre
¿Es acaso que todo ese orgullo que solo rentas
te ha apartado de tu condición de ser hombre?
Es verdad, hijo mío,
en un intento por exponer tu afinidad
fue muy grande el caos que provocaste
y me mostraste nada más que debilidad
pues a toda la tierra lastimaste.
Hoy te postras ante mí, intentando reponerte
me suplicas y clamas, como cansado viajero
pero se te acaba la suerte
pues nada es tan duradero.
Qué mal momento tuviste
aquella noche en la que te fuiste
me traicionaste, dejaste en el olvido
cuando abandonaste a tu hermano, aquel pobre vendido.
Pobre de ti, hombre moribundo,
que no eres ninguna excepción.
Despide hoy a este mundo
y entrega ya tu exhalación.
Los amantes
Había entonces una bocanada de fuego
vestida entre pieles claras y de porcelana
un silencio que hacía vidente al ciego
y un jinete que le veía cercana.
Había entonces un viento congelante
que acariciaba al césped con indiferente descuido
pobre césped que respondía como amante
terrible, viento y conocido.
Y entonces avanzó el incendio
recorriendo con sus llamas las planicies
terrible y atroz compendio
envenenó entonces, todas las narices.
Se juntaron las palmas
y las brasas fueron el sustento
pero consumidas sus almas
partieron al firmamento.
En el cielo, junto a los astros,
permanecieron brillantes
y al fin, cuando la llama limpió sus rastros
se unieron los amantes.
La diosa muerta
De entre los escombros se levantó un hombre muerto
su espalda cubierta en llagas levantaba orgulloso
mediocre mortal que cegaba el huerto
terrible y crucial mirada de diosa.
Desde el infierno al mundo
con su espíritu orando
andaba ya el moribundo
y la diosa mirando.
Amable diosa
señora digna de realeza
su palabra es siempre engañosa
pero pone el pan sobre la mesa.
El poeta ilustrado
murió en la laguna
y el poeta engañado
perdió ante la luna.
Si el espíritu lamenta
que canten la canción
cuando llegue la tormenta
caerá la traición.
Los mundanos corren de la catedral
el cielo y el frío han cerrado la puerta
el lamento se ha tornado en cristal
pues la diosa terminó siendo muerta.
Los muertos tristes
La vida de trabajo siempre echa raíces
cuando salía el sol, los mortales se miraban
pero cuando el invierno invadía sus narices
entre vestimentas ellos se ocultaban.
La vida me dio trabajo
y el trabajo me dio familia
pero cuando uno empieza desde abajo
se pasan los años en vigilia.
Se dice que ser pobre es estar muerto
pues la pobreza es mente en decadencia
pero hoy que te hablo en este desierto
encuentro en ti cierta clemencia.
Los muertos no tenemos fortuna
en este mundo no existen las victorias
y aunque nuestra única luz sea la luna
nuestras manos narran las historias.
No extrañamos nuestros corazones
y nuestros ojos ya no tienen color
pero si tus ramas escuchan mis canciones
te prometo recordar el amor.
Sé que mi mano siempre te asombra
hoy tu corteza acariciaré
después me sentaré a tu sombra
y en tus ramas descansaré.
Estoy seguro de tus intenciones.
aunque no sé si en verdad existes
te agradezco por tus atenciones
por escuchar a los muertos tristes.
Por amor al hombre
He seguido tu sombra y he visto tus ramas
escucho tu oído y siento tu dolor
escuchas al mundo, varones o damas
abrazas al hombre y le tratas con amor.
Tus ramas ya fueron despojadas de belleza
y tu sombra fue dejada en el olvido
pero en esta constante tristeza
vengo humilde a pedirte tu oído.
He tenido mucho renombre
seguramente te asuste mi presencia
te suplico que olvides al hombre
y escuches también de mi existencia.
Era el más grande entre los bellos
el más amado por el señor
pero fui rechazado por aquellos
que no comprendieron el amor.
Fui odiado por miles
los que siguieron la mentira
me compararon con viles
a mí, el que por ellos suspira.
Imaginé al hombre
con su espíritu de horror
más cuando el señor les dio nombre
cometí el mayor error.
Algunos me dicen demonio
ya nadie recuerda mi nombre
perdí todo mi patrimonio
solo por amor al hombre.
El árbol de la muerte
A la orilla de un río creció un roble
se le regaba y atendía con delicadeza
hasta que galopante llego el noble
y desenterró entonces su naturaleza.
Por la corriente perdió su belleza
cuando sus raíces le fueron arrancadas
pero cuando despidió la corteza
el sufrimiento se perdió entre miradas.
Siempre ignorado por los despiertos
aprendió a vivir sin nombre
y cuando pasó al mundo de los muertos
conoció al verdadero hombre.
Desde campesinos hasta caballeros
sus problemas le contaban
llegaban muy cansados los viajeros
pero en su sombra descansaban.
Amoroso el roble escuchaba
mirando la llegada de sus puertos
y su sombra siempre les prestaba
por amor a los hombres muertos.
Si usted pudiera sentir esas hojas
llenaría sus manos de historia
a veces son negras y a veces son rojas
pero todas cantan la memoria.
Cuando solo se vive en el pasado
grosero sería olvidar el nombre
de un árbol negro y olvidado
que optó por amar al hombre.
Desde campesinos hasta caballeros
compartimos la misma suerte
nosotros somos los viajeros
y él es nuestro árbol de la muerte.
1.1.2 Vacíos llenos de ti
Laura Sofía Ronquillo Silva
I
Llevaba mucho tiempo evitando escribir sobre ti,
negándome a plasmarte a través de palabras y hacerte infinito.
Me resistí durante
días,
semanas
y meses,
hasta que cedí.
Todo aquel que ha sido dueño de un poema
se ha quedado solo ahí como recuerdo y
se ha ido para no volver jamás.
Y yo no quiero que tú te marches
y me marchites con eso,
no quiero volver a verte, pero solo aquí,
hecho de letras que no valen nada.
Yo quiero
que te quedes,
que no te esfumes,
que signifiques algo que ningún diccionario sepa describir.
Te quiero
II
Hace 270 días que te quiero,
es ya casi un año desde que te vi por primera vez.
Algunos días te odio,
otros lloro desconsoladamente por ti
y en ocasiones quiero olvidarte por completo.
Pero de alguna manera, y sin importar lo que pase,
al final siempre te vuelvo a querer
con un pedazo más grande de mi corazón.
Puede que esté ligeramente cayendo por ti,
lanzándome en tus vacíos,
esperando encontrar las piezas que me faltan.
Sin darme cuenta que tan
solo somos
un deseo de la última estrella fugaz
que nos vio pasar.
III
Te grito eterno retorno,
nuestras raíces y nuestras alas no han logrado encontrar la forma de desprenderse y dejarse ir.
El arte de dar vueltas en círculos, tropezando con la misma piedra y cayendo en el mismo hoyo,
parece que ya lo dominamos y hasta le hemos encontrado gusto
Te respiro y me dueles, me hinchas, me haces querer explotar del ardor de tenerte cerca y no poder decirte que te quiero.
Me haces querer cantarle al cielo que deje de llover,
el único problema es que no son las nubes las que lloran sino mis ojos
Te necesito, pero te tengo. Estás a mi lado y aún así te extraño
Te quiero,
lo siento,
aún te sigo queriendo.
IV
Qué tristes las tardes de otoño
en las que ver a las hojas caer
me recuerda a cuánto te extraño.
Dicen que cuando uno está enamorado
nunca se aburre
pues siempre está pensando.
¿Estará con otra? ¿Ya me habrá olvidado?
Y surge una y otra vez la idea de que no se
sabe si mañana al abrir tú tu boca dirás
te quiero o esto no va a funcionar.
Qué rápido se nos acaba el amor
¿Qué no fue justo ayer cuando cenabas en
mi mesa, respirabas mi aire y
sentías mi dolor?
¿Qué no hace minutos jurabas amarme
y me declarabas ladrona de tu corazón?
¿Qué les pasaron a nuestras promesas?
¿Dónde quedaron los sueños y abrazos
que compartimos?
Dime, Dios mío, ¿qué les pasó?
¿Acaso han salido corriendo por la puerta
al darse cuenta que todo siempre fue una
mentira?
Que nunca me quisiste,
que nunca te quise
que todo fue una ilusión.
V
No me importa que lo nuestro
exista solo en nuestras memorias,
pero si algo sé es que mis manos aún sienten tus manos
y mis labios aún recuerdan tus besos,
que mi cuerpo extraña tus abrazos
y mis ojos quieren verte volver.
Pero todo eso es ya pasado y aunque mi mente
no lo quiere aceptar ni olvidar, debe hacerlo.
Es ahí cuando me siento a pensar que tal vez
no me quisiste nunca
simplemente me repetiste tantas veces que lo hacías
que sin querer
comencé a pensar que era verdad.
VI
Me gustaría
ya no extrañarte,
ya no pensarte,
ya no tenerte en la punta de mis dedos
deseosos de que vuelvas a ser tú
el que toma mis manos y las abraza,
como si todo estuviera bien,
como si no existiera el infierno.
Me duele el corazón, ¿está mal eso?
que aun sabiendo que serías tormenta
me quedé
que aun sabiendo que serías derrumbe
no me fui.
No me duele
que te hayas ido,
que te hayas marchado
como si nunca hubiéramos reído
a carcajadas en el sillón.
Duele el tenerte cerca
y saber que solo tú
y yo conocemos las veces
que nos tomamos de la mano,
que nos abrazamos,
que nos miramos a los ojos y reímos,
que nos quisimos de verdad.
Duele el tenerte a mi lado y saber
que nunca más volverá a pasar,
que sin alguna explicación eso es ya solo
una historia,
un secreto,
algo de lo que nunca más volveremos a hablar.
Duele verte sonreír
y saber que te quiero con toda el alma,
duele ver que no me quieres lo suficiente
como para dejar todo por mí.
VII
Siento como comienzo a desvanecerme
lentamente a irme a la estrella a la que pertenezco.
Las fuerzas se me agotan y las sonrisas se acabaron,
ya solo me queda mi soledad.
Escucho a Dios, le escucho decirme al oído que
todo estará bien, que el dolor ya se acabó.
Pero,
¿es así?
De qué sirve deshacerse, si el ardor lo traigo dentro,
si sin importar a dónde vaya
me persigue.
Dime, de qué sirve rasgarme hasta las entrañas si eso
no hace que te vayas de mi mente,
si eso no hace que deje de pensar en ti.
VIII
Dijiste que nunca me harías daño
y lo cumpliste.
¿Quién dice que decir adiós
es lastimar?
Dijiste que todo iba a estar bien
y te fuiste.
Es verdad,
todo está mejor sin ti.
1.1.3 No es un poema de amor
Gizel Esmeralda Palestino Mendoza
No es un poema de amor
I
Antes de conocerte,
desde siempre,
ha estado un mundo conmigo;
triste confieso,
que nunca me ha entendido,
al igual que la noche
sola, volaba entre las calles
fingiendo pertenecer,
pero todo me queda fuera de lugar...
Los ríos,
las estrellas,
mi casa, mi casa...
II
Y llegaste tú
al igual que un suspiro,
de pronto y sin esperarlo,
llenándome los ojos de risas que no conocía.
cuando dices mi nombre
y me abrazas desde el silencio
qué bella es tu sonrisa
mi rostro se sonroja
y por un momento no estoy sola.
Tomas mi pasado,
tomas mis miedos,
tomas al mundo y lo haces a un lado
y somos nosotros,
acompañados.
En esos momentos
que estoy entre tus manos
me siento tan tuya
que el dolor
no me cabe en el cuerpo.
III
Que estúpida fui
al no leer los signos
que trajo tu calma,
la tormenta era aquello
que dentro de ti habitaba.
Yo, a tu merced,
me volví juguete de tu capricho.
Yo, yo...
Yo lloraba como nunca
lo habían hecho los mares,
y tú, cruel, degollabas mi cariño con silencios,
con burlas y humillaciones.
Bebes de mi llanto,
y más allá de las lágrimas,
disfrutas de mi necesidad por