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Hacia otras economías para dignificar las condiciones de vida de las y los migrantes en México, Colombia, Argentina y Uruguay
Hacia otras economías para dignificar las condiciones de vida de las y los migrantes en México, Colombia, Argentina y Uruguay
Hacia otras economías para dignificar las condiciones de vida de las y los migrantes en México, Colombia, Argentina y Uruguay
Libro electrónico594 páginas8 horas

Hacia otras economías para dignificar las condiciones de vida de las y los migrantes en México, Colombia, Argentina y Uruguay

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El libro parte de un reconocimiento explícito de la crisis multidimensional del sistema capitalista y patriarcal, que se evidencia en las condiciones inhumanas de la migración forzada y en políticas migratorias que criminalizan a las y los migrantes.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 may 2024
ISBN9786074179958
Hacia otras economías para dignificar las condiciones de vida de las y los migrantes en México, Colombia, Argentina y Uruguay
Autor

Leïla Oulhaj, coord.

Leïla Oulhaj. Doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM (2017-2019), estudió previamente una licenciatura en Economía (Universidad Católica de Lovaina UCL, 1993), un posgrado en Estudios del Desarrollo (UCL, 1994) y una maestría en Estudios de la Población, del Medio Ambiente y del Desarrollo (UCL, 1995). Es especialista en el tema de la Economía Social y Solidaria (ESS) en México y en la coordinación, monitoreo y evaluación de proyectos sociales. Su experiencia laboral se ha desarrollado en el PNUD, John Snow INC y otras instituciones. También ha sido investigadora en la Universidad Católica de Lovaina. Actualmente es académica de tiempo completo en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y coordina el área de investigaciones del Centro Internacional de Investigación de la Economía Social y Solidaria. Sus principales líneas de investigación son: ESS y migración; ESS e igualdad de género; ESS y sostenibilidad; finanzas solidarias; e inclusión financiera.

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    Hacia otras economías para dignificar las condiciones de vida de las y los migrantes en México, Colombia, Argentina y Uruguay - Leïla Oulhaj, coord.

    Imagen de portada

    Hacia otras economías para dignificar las condiciones de vida de las y los migrantes en México, Colombia, Argentina y Uruguay

    MIGUEL GALLO REYNOSO | LEÏLA OULHAJ | ALEJANDRO OLAYO-MÉNDEZ, S.J., ISABEL GIL EVERAERT | EMILIO TRAVIESO, ALBERTO IREZABAL, MIGUEL A. TORRES | MARGARITA NÚÑEZ, CRISTÓBAL SÁNCHEZ | SOFÍA VITALI | LUIS M. LÓPEZ | JOSÉ ANDRÉS FUENTES GONZÁLEZ

    Hacia otras economías para dignificar las condiciones de vida de las y los migrantes en México, Colombia, Argentina y Uruguay

    LEÏLA OULHAJ (COORDINADORA)

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    D.R. © 2023 Universidad Iberoamericana, A. C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Versión electrónica: abril 2023

    ISBN: 978-607-417-995-8

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    Índice de contenido

    Portada

    Portadilla

    Legales

    Agradecimientos y explicación

    Prólogo

    Miguel Gallo Reynoso

    Introducción general

    Leïla Oulhaj

    En la búsqueda de alternativas ante nuevos patrones migratorios en México caracterizados por la pobreza: ¿de la ayuda humanitaria a la economía social y solidaria?

    Alejandro Olayo-Méndez, S.J.

    Dignificar la espera. La granja agroecológica Laudato Si’: Techo, Trabajo, Tierra y la inclusión integral de las personas refugiadas en Tabasco, México

    Isabel Gil Everaert

    Economía social y solidaria y el derecho a (no) migrar en México

    Emilio Travieso, Alberto Irezabal y Miguel A. Torres

    Migraciones colectivas en la región Centro y Norteamérica: México como destino forzado y las posibles alternativas de vida que se pueden generar

    Margarita Núñez y Cristóbal Sánchez

    Las cooperativas como una opción para dignificar las condiciones de vida de las personas migrantes en Montevideo (Uruguay)

    Leïla Oulhaj

    Mujeres migrantes y economía social y solidaria en la provincia de Buenos Aires en nuestros días: políticas públicas versus realidades de las personas excluidas del programa neoliberal

    Leïla Oulhaj

    Políticas de economía social y solidaria en contextos de pobreza urbana y diversidad sociocultural. Una aproximación a su implementación cotidiana en el Barrio Toba de la ciudad de Rosario (Santa Fe, Argentina)

    Sofía Vitali

    Coopsanjuanera: mujeres víctimas del conflicto armado colombiano que imaginan soluciones

    Luis M. López

    Hacia políticas públicas que dignifiquen las condiciones de vida de las mayorías

    Leïla Oulhaj e Isabel Gil Everaert

    A manera de epílogo

    José Andrés Fuentes González

    Acerca de las y los autores

    Para José Nieves Sebastián Pérez

    05/08/1949-01/02/2019 (QEPD)

    Por enseñarnos a mirar desde nuestros corazones

    No están solas

    No están solos

    No estamos tampoco solos

    La solidaridad no es un crimen

    Agradecimientos y explicación

    Este texto es el resultado de una investigación llevada a cabo en distintos países latinoamericanos, lo que tiene especial relevancia por las voces que se hacen escuchar y que permiten visibilizar realidades vividas por la gran mayoría de su población, durante los últimos cinco años por lo menos.

    Desde la Argentina se levantaron las primeras voces en 2015 para exigir ni una menos, y encontraron eco en toda América Latina hasta la fecha.

    Un año antes, en México, otras voces exigieron, y siguen haciéndolo, la rea­­parición con vida de los 43 estudiantes normalistas, gritando por todo el país: Vivos se los llevaron, vivos los queremos al mismo tiempo que la sen­tencia: Fue el Estado.

    En octubre de 2019, al momento de entregar este manuscrito, en Chile los estudiantes estallaron por el aumento del precio en el boleto del metro y miles de personas salieron a la calle para exigir el fin de la de­sigualdad.

    En esta región del mundo, y en otras, cada vez más personas gritan a los migrantes y refugiados: No están solos, no estamos solos, así como: La s­o­­­­­lidaridad no es un crimen. Muchas voces para denunciar lo que los gobiernos hacen en contra de la vida de la mayoría.

    Son muchas voces, aunque no las escuchamos. En la semana del primero de octubre de 2019, centenas de jóvenes murieron en Bagdad por reclamar el fin de la corrupción. Sin olvidar las manifestaciones en Honk Kong para exigir la democracia o la de los jóvenes para exigir combatir el cambio climático. Valores que son la base de la economía social y solidaria, esta otra nueva economía emergente… Lo que nos hace recordar las voces que claman por otro mundo es posible.

    Nuestro esfuerzo como investigadores busca unirse a estas voces y que, de una forma u otra, sea posible contribuir a que se hagan visibles, así como a crear opciones diferentes a las que ofrece el sistema capitalista y patriarcal.

    Quiero agradecer a los coautores por su compromiso, confianza y sus aportes a esta investigación. Gracias Alejandro, Isabel, Emilio, Alberto, Miguel, Margarita, Cristóbal, Sofía, Luis Miguel y José Andrés. Gracias por aceptar los seminarios y los espacios para compartir y constituir un verdadero equipo de investigación.

    Gracias a Miguel por el prólogo y el apoyo cotidiano.

    Merci Sofía pour être là, pour me donner la force de lutter pour un monde meilleur.

    Leïla Oulhaj

    Explicación

    El texto que tienen entre sus manos fue redactado y compilado antes de octubre de 2019, antes de la pandemia de Covid-19. Ninguna de las personas involucradas en esta investigación hubiéramos podido imaginar lo que estaba por empezar ni que esto cambiaría nuestras vidas de manera tan drástica. Sin embargo, todos estábamos con la voluntad de visualizar una crisis multidimensional, sus consecuencias en la vida de la gente, y en particular de las que tienen que salir de sus países por no tener otra opción.

    Este libro está publicado en 2022. La pandemia exacerbó las desigualdades y las hizo más visibles. La crisis multidimensional ahora es más profunda y la cuestión sanitaria es la más evidente, tocando sobre todo a los más vulnerables.

    Las políticas migratorias discriminatorias y excluyentes tienen más fuerza: la frontera México-Estados Unidos ha estado cerrada desde marzo de 2020, bloqueando el derecho a solicitar asilo bajo el pretexto de la emergencia sanitaria. Así, la pandemia profundiza las desigualdades en esta frontera y en otras, mientras las personas migrantes conforman gran parte de los trabajadores esenciales, a quienes se les niegan los derechos fundamentales.

    Estamos convencidos de la fuerza de este libro más que nunca; esperamos que permita co-construir un mundo post-covid más justo, donde todos tengamos derecho a una vida digna.

    Prólogo

    Advierto al lector que para leer este libro es necesario o tener el corazón en la mano o haberlo convertido en piedra, porque los capítulos que lo conforman provocan el enfrentamiento de uno mismo, como en un espejo. Así, sépase el lector advertido.

    Por ello me parece necesario destacar dos sentimientos que afloran al leer las páginas y al fluir sobre lo colorido de las descripciones, la simpleza del lenguaje de los protagonistas y las historias que relatan los distintos migrantes que hacen oír su voz (que no leerla): dolor y esperanza.

    Dolor, porque una persona migrante, al desarraigarse desaparece, se ev­apora, sólo deja tras de sí su aliento y su memoria, ante la incertidumbre de un futuro quizá mejor, quizá peor, o quizá ni siquiera llegue a ser futuro. Debe de ser muy doloroso volverse aire. Dolor porque toda separación duele: dejar la familia, alejarse de la casa, desprenderse de recuerdos, desterrarse. Dolor porque al partir se desgajan también los sueños, las ilusiones, los deseos, la convivencia, los amigos.

    Pero de ese profundo dolor emocional, intelectual y afectivo nace la esperanza, el deseo de mejorar, de progresar, de sostener a las y los queridos. De ese profundo dolor nace también la creatividad y la posibilidad de, ante circunstancias nuevas y distintas, extraer del pozo de la propia necesidad agua clara, ideas luminosas, acciones colectivas y solidarias que conducen no a la solución de la propia situación, sino a la de los compañeros de viaje y aventuras.

    Este libro es un viaje peculiar por el continente americano, desde Argen­tina hasta Estados Unidos, que no transita por carreteras, pero las utiliza, que no se recorre en tren pero se monta sobre el techo de su vagones, que camina de la mano de madres, principalmente mujeres, por caminos plagados de peligros, de incertidumbre, de dolor y de personas que causan daño, mucho daño, desde los agentes de migración hasta presidentes de gobiernos y sus administradores.

    Existen numerosas señales que deben alertarnos tanto sobre la situación social tan polarizada como de la falta de funcionalidad de un sistema económico que lo único que ha demostrado es su capacidad para concentrar y excluir. Si bien, como en todos los modelos económicos, es posible encontrar aspectos positivos en el neoliberalismo, como en la economía centralmente planificada o el mismo anarquismo, al transformarse en un modelo sin contrapesos ni prácticas económicas alternas acaba convirtiéndose en el enemigo a vencer.

    Esta polarización social, en buena medida provocada por el modelo neo­liberal, es resultado también de la globalización, pero no sólo de la economía sino también de la guerra, de la precariedad social, de los gobiernos populistas y de una migración que funciona como vasos comunicantes pero que, a diferencia de estos, no tiene condiciones para el libre flujo de personas. Se permite el libre flujo de recursos económicos, de mercancías y de armamentos, pero no de personas. Las personas, sobre todo las pobres, están para servir a los primeros y los primeros para servirse de las personas.

    Pero, como dice Mateo en su Evangelio, Jesús hablaba en parábolas porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden (Mt 13, 13). Parece que ahora vivimos una enorme parábola evangélica. Vemos pero no queremos ver, oímos pero no nos interesa oir ni entender, es mas cómodo dejar las cosas como están… o como habían estado.

    ¿Qué vemos? Una enorme disparidad entre quienes tienen todo y a quienes les falta todo; entre quienes tiene la oportunidad de tener un empleo y gozar de ciertas prestaciones laborales, y entre quienes tienen que mendigar; entre quienes tienen la posibilidad de estudiar y mejorar sus condiciones sociales, y quienes no pasan de aprender a leer y escribir. Vemos violencia, mucha violencia, que crece y afecta brutalmente a los más indefensos. Vemos migrantes, refugiados y balseros de todos los continentes buscando abrigo, refugio y alguna oportunidad de trabajo e ingreso. Ahí están los problemas a menos que no queramos verlos.

    ¿Qué oímos? Los lamentos de quienes no caben en la sociedad porque, en la lógica de la economía actual no son productivos; las súplicas de quienes piden algo de comer para sus hijos; el dolor de quien no encuentra atención médica básica; el llanto de las madres por los hijos perdidos ante el narcotráfico, la violencia o el consumo de drogas; oímos a las mujeres víctimas de trata, de violencia o de muertes absurdas. Eso si es que tenemos la voluntad de oírlo.

    ¿Qué no entendemos? Que somos parte del problema y de la solución. Somos parte del problema porque los hábitos de consumo de la sociedad occidental han permeado en todas las capas sociales; porque es más fácil comprar que hacer. El papa Francisco toca la llaga en su carta encíclica Laudato Si´(1) (numerales 16, 22, 43, principalmente 123) al calificarnos como la generación del descarte. Todo es desechable, es descartable: las envolturas de golosinas, los aparatos electrodomésticos, las aplicaciones tecnológicas, los platos y los vasos, pero ahora hacemos descartables a las personas, sobre todo a los pobres, a los sin rostro, a los enfermos, a los mayores, a los migrantes, a los delincuentes, a los bebés en el vientre de sus madres.

    Pero somos parte de la solución si aprendemos a observar, a escuchar y a entender.

    No se trata de dejarnos guiar por estadísticas que pueden consultarse en muchas fuentes oficiales, académicas, industriales y encontrarse como datos del mercado. Se trata de humanizar la economía y de evitar que el dinero se reproduzca sólo a partir de sí mismo (creación de valor), sino que vuelva a ser una simple unidad de intercambio en la creación de riqueza. Es imprescindible que la economía deje de ser una ciencia a favor de la medición de cambios en la producción, el intercambio y la generación de valor. Se trata de que la economía surja desde quienes más alejados están de ella, como la conocemos ahora.

    Este libro hace mención a alternativas que propician una economía di­ferente, que proponen una nueva economía –aunque se trata de las primeras prácticas económicas del género humano– en la que el valor de los bienes no se mida por el intercambio que puedan alcanzar, sino por la riqueza que puedan crear. Crear riqueza no es crear dinero, ese finalmente se imprime.

    La riqueza tiene que ver no sólo con la producción y oferta de bienes y servicios, sino con la capacidad de crear en las personas dignidad, seguridad, capacidad de asociación, disponibilidad de sumarse a buscar un bien mayor como puede ser la alimentación, la salud, el esparcimiento y la seguridad. La riqueza tiene que ver con la proyección de dignidad en las personas, con la capacidad de aplicar sus capacidades intelectuales y físicas, además de incluir creatividad, disposición, aptitudes y, en general, todo lo que conforma la personalidad, en la ejecución de una idea que resulte en una remuneración, económica, afectiva y emocional. Que propicie en las personas la satisfacción de ser.

    Construir una economía distinta, alternativa para quienes la economía dominante sólo ha oprimido, mediante el consumismo y los privilegios del mercado, implica colocar a la persona, sujeto de su propio desarrollo, como centro de la misma y enfatizar los conceptos de oportunidad, capacidad y equidad, con todo lo que puede implicar sus distintas dimensiones y características. En esa economía alternativa la persona debe estar en el centro de manera independiente a su origen, género, religión, raza, cultura o cualquier otra característica que la distinga.

    Una economía alternativa debe permitir a las personas ocupar su tiempo y capacidad en actividades que les ofrezcan la posibilidad de aprovechar sus aptitudes intelectuales, físicas, afectivas, etcétera, para intercambiar, en una primera instancia, los bienes y servicios que pueden ofrecer simplemente a partir de esas aptitudes. Es decir, una economía que permita la integración de todas y todos en las actividades que resulten en la posibilidad de un intercambio.

    La economía social y solidaria, y que podemos llamar colaborativa, nace antes que nada del intercambio de ideas, que evolucionan a planes y de ahí a proyectos. Las ideas no tienen nacionalidad ni género, ni religión, ni raza. Socializar la economía no significa alienarse con ideología alguna, sino maximizar el beneficio entre los constructores de esa posibilidad a partir de la aportación de múltiples bienes, siempre y cuando se cumpla la condición de no acumulación de beneficios.

    Para la construcción de esa economía alternativa el principal enemigo a vencer es el tiempo que da poco margen y exige avances casi inmediatos. Es un enemigo porque al convertir las ideas en proyectos y en fuentes de ingresos y de empleos, puede devastar el ánimo y buscar la inmediatez.

    Una economía distinta debe distinguirse porque es capaz de dignificar, construir, potenciar e impulsar a las personas. Si no, ni pensarla.

    Miguel Gallo Reynoso

    Director de la Escuela de Emprendimiento Social e Innovación (Edesi),

    Universidad Iberoamericana Ciudad de México

    1. Papa Francisco, 2015, Carta Encíclica Laudato Si´ Sobre el Cuidado de la Casa Común, Ediciones Paulinas, S.A. de C.V. México, D.F.

    Introducción general

    Leïla Oulhaj

    Este libro parte del reconocimiento explícito de una crisis multidimensional del sistema capitalista y patriarcal, la cual se evidencia cada vez más en las condiciones inhumanas de la migración forzada, incluso en América Latina. Si durante unos años, cuando nos referíamos al lado sombrío de la migración internacional, las imágenes que nos llegaban para ilustrarlo eran principalmente mujeres, hombres, niñas, niños y adolescentes de países africanos y de Siria en barcos sobrepoblados en el Mediterráneo o de los naufragios de estos, desde octubre de 2018 las caravanas de migrantes centroamericanos cruzando México para intentar llegar a Estados Unidos permiten visibilizar que la migración forzada está presente de este lado del mundo y que afecta a miles de personas.

    Queremos subrayar que hablamos de migración forzada para enfatizar que las personas no tienen otra opción que la de irse del lugar en donde nacieron y aceptan muchas veces condiciones iguales o peores, pero con la ilusión de encontrarse en un entorno menos violento.

    Sin embargo, lejos de reconocer que estos movimientos de población no suceden por voluntad propia, las políticas migratorias de los últimos años han tenido la tendencia, también en el ámbito latinoamericano, a criminalizar a las personas migrantes llevando, en la práctica, a una violación sistemática de sus derechos humanos, y por lo tanto a condiciones de vida indignas para ellos.

    Las reflexiones que nos animaron como investigadores también se deben inscribir en el contexto actual de México. Hasta el momento no queda del todo claro qué pasará con la política migratoria del gobierno actual (2018-2024). Más bien parece que optó por apoyar al gobierno estaduniden­se para impedir que las caravanas provenientes de Centroamérica lleguen a la frontera, y si lo hacen, no dejar a la gente cruzar. La solidaridad parece manifestarse entre gobiernos. Tanto es así, que el presidente estadounidense agradeció al gobierno mexicano ante la ONU el 24 de septiembre de 2019 por su compromiso y colaboración en materia migratoria con su país.(2) Las últimas cifras publicadas por el Instituto Nacional de Migración (INM) refuerzan esta afirmación: entre enero y abril de 2019, el número de migrantes detenidos y presentados ante la autoridad migratoria pasó de 8 556 a 20 596. En comparación, el mismo informe menciona que para el mismo pe­rio­­­do en 2018, los números pasaron de 8 248 a 11 486 personas.(3)

    Esta directriz se aplica también en el caso de los ciudadanos que han buscado solidarizarse con los migrantes, como fue el caso de Cristóbal Sánchez en 2019 –co-autor del cuarto capítulo– detenido en México por acompañar y ayudar a los centroamericanos que se movilizaron para cruzar juntos el territorio mexicano; el de Cédric Herrou en Francia, acusado de ayudar a la entrada, circulación y estancia de personas en situación irregular; el de Scott Warren en Estados Unidos, enjuiciado por dejar agua en el desierto para migrantes; el de Carola Rackete, arrestada en Italia a finales de junio de 2019 por salvar vidas en el Mediterráneo. Estas personas demuestran que existen ciudadanos con voluntad para apoyar a personas excluidas del sistema en el que nos encontramos, la cual nace de un acto definitivamente político: buscar transformar las condiciones de vida de esos seres humanos, dignificarlas y humanizarlas durante su travesía. Y esto no debería ser catalogado como un acto criminal, como tampoco lo es el de migrar. Tan es así que siempre hay más voces que se alzan en el mundo para gritar: La solidaridad no es un crimen.

    No obstante, no se debe pensar que solamente hay acciones individuales para apoyar a los migrantes. Se lanzó, por ejemplo, en junio de 2018 una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) para mostrar que una Europa hospitalaria es posible, insistiendo que en todo el continente muchos ciudadanos se movilizan para apoyar a migrantes mientras la política migratoria de los gobiernos europeos tiende a olvidar que se trata de seres humanos.(4)

    La crisis migratoria está también atravesada por el género. En 2017 h­a­bía 257.7 millones de personas que vivían en un país diferente al de su nacimiento y se calcula que 48.4% eran mujeres (Fundación BBVA Bancomer y Conapo, 2018: 20). Esta característica de la migración nos interesa de manera particular, ya que también en estos ámbitos las mujeres han sido invisibilizadas. De hecho, es importante subrayar que no es nuevo:

    La migración de mujeres ha sido un fenómeno presente en todas las épocas de la historia aunque fue tradicionalmente invisibilizado hasta bien entrado el siglo XX, cuando los aportes de las investigaciones desde los enfoques de género y el fenómeno denominado feminización de las migraciones cuestionaron aquella invisibilidad. En la actualidad, el aumento real de la intervención femenina en los movimientos de población y la aper­­tura conceptual a la figura de la mujer migrante en el ámbito de las ciencias sociales permitieron recuperar a este sujeto del anonimato y redefinirlo como un actor central de los movimientos migratorios. En este marco, los estudios más recientes sobre género y migración subrayan que los pr­­ocesos migratorios son en sí fenómenos determinados por las relaciones de género y que el género es un principio estructurante de la migración (Magliano, 2009: 349).

    En otras palabras, y como lo precisa Goycoechea, […] durante mucho tiempo hubo ‘ceguera de género’ en el estudio académico de las migraciones. Se analizaba ‘con un sesgo androcéntrico y economicista que impedía ver los factores estructurales y sociosimbólicos responsables de las desigualdades de género en ese fenómeno’. En la década de los setenta se comenzaron a diferenciar sus componentes, dando cuenta de que ‘la mujer ya no era sólo una acompañante del migrante hombre’ .(5)

    Nuestro interés por estudiar y visibilizar a las mujeres migrantes se explica también porque nos remite al tema de los cuidados. Éste es fundamental y es un aporte que permite el enfoque de género a la hora de mirar a los movimientos de población, ya que muchas veces estas mujeres se dedican a trabajar en los hogares y a cuidar a otras personas:

    […] las mujeres migrantes, que en los países de destino encuentran empleo en sectores laborales feminizados, siendo el empleo de hogar uno de los nichos de inserción laboral más importantes. Esta migración tiene una repercusión innegable en las vidas de estas mujeres, aunque […] el efecto total no sea tan sencillo como decir bueno o malo. Tiene también implicaciones para la organización de los cuidados y la realidad de la desigualdad en los países de origen: ¿quién se queda a cargo de sus hijos/as cuando ellas se marchan?, ¿qué supone para sus madres el recibir las remesas que les envían? Y provoca cambios en destino: reformula la división sexual del trabajo, en la medida en que las migrantes se hacen cargo de trabajos que antes hacían otras mujeres. A nivel global, se crea un mercado laboral segmentado por sexo: la globalización económica está marcada por el género (Pérez, 2012: 69).

    De hecho, las cifras de los movimientos migratorios en el mundo y su aumento se explican por servir a este sistema capitalista y patriarcal en su eta­pa neoliberal, lo sostienen: permiten utilizar una mano de obra extremadamente barata y así asegurar una maximización de las ganancias financieras. A la vez, permiten que las mujeres se incorporen en el mercado laboral dejando el papel que le asigna el sistema patriarcal de cuidadora –por ser mujer– y contratando a otras personas –por lo general mujeres que vienen de otros lugares– para hacerlo muchas veces con bajos sueldos y reproduciendo los mecanismos de exclusión.

    En este sentido, la agudización de la crisis migratoria ha sido un motor a la hora de realizar esta investigación e impulsar este estudio desde México, país en el que cada vez son más visibles los diferentes rostros de los movimientos de población: de origen, tránsito, destino y retorno.

    La importancia de los movimientos de población es tal para México que en el mundo es el segundo país de origen de migrantes –con 5%–, después de India –6.4%– (Fundación BBVA Bancomer y Conapo, 2018: 22). Y esta realidad es un reflejo de que millones de mexicanos fueron excluidos del sistema hegemónico y tuvieron que salir de sus comunidades o barrios en busca de un trabajo remunerado, pero muchas veces en situación de explotación por las condiciones laborales en el lugar de destino.

    El primer país al que van las y los mexicanos es Estados Unidos de América (EUA): alrededor de 12.6 millones viven allá (Fundación BBVA Bancomer y Conapo, 2018: 39). Adicionalmente, el gobierno de Trump –y en particular su voluntad expresada desde su campaña y las medidas que ha tomado desde que asumió su cargo como presidente– podría ser una explicación al hecho de que en 2017 las remesas familiares llegaron por segundo año consecutivo a su máximo histórico: us$28,77 millones (Fundación BBVA Bancomer y Conapo, 2018: 126). Y si se teme un aumento de las deportaciones, estas remesas no seguirán con esos niveles de importancia para el país y sobre todo para las familias que las reciben y las utilizan muchas veces como un ingreso para responder a sus necesidades básicas.

    Además, México sigue siendo un país de tránsito para miles de personas, situación en la que se observan cambios significativos, como el de la migración de menores de edad y adolescentes: Guatemala, Honduras y El Salvador representan los principales países de origen de los menores asegurados en México. En 2017, 96% de los eventos de este tipo involucraban a menores procedentes de alguno de esos países. No obstante, así como para la tendencia general, esos eventos disminuyeron en 2017 en comparación al año previo (Fundación BBVA Bancomer y Conapo, 2018: 112).

    Vale la pena agregar que miles de personas se encuentran varadas en nues­tro país desde hace varios años; no sólo debido a las recientes caravanas centroamericanas. Lo que explica por qué México se ha convertido tam­bién en destino forzado: En 2017 se presentó un incremento con res­­­pecto al año anterior de 66% en los solicitantes de refugio, al pasar de 8,796 a 14,596 solicitantes (Fundación BBVA Bancomer y Conapo, 2018: 35).

    También, como un fenómeno más reciente y menos estudiado, aparecen los desplazados por el efecto del cambio climático y la crisis medioambiental que afecta al planeta (Carranza, 2010: 12), lo cual reforzará las migraciones internas también en nuestro país. Así, se espera que los movimientos en México aumenten 2% de aquí a 2050, sólo por los migrantes climáticos internos, lo que representa uno de cada siete migrantes en el país (Pozzi y Fariza, 2018).

    Si agregamos a estas cifras que 1,055,000 mexicanos han sido repatriados por autoridades migratorias de Estados Unidos entre 2013 y 2016 (Fundación BBVA Bancomer y Conapo, 2018: 73), surgen varias interrogantes: ¿Qué ofrece México a todas esas personas? ¿Ha sido o será la economía social y solidaria (ESS) una opción?

    En esta investigación optamos por voltear hacia el sur de nuestro continente y analizar las políticas migratorias que han sido diseñadas en algunos países latinoamericanos.

    Los desplazamientos migratorios en América Latina y el Caribe han sido una constante sociohistórica que ha contribuido a la configuración de una base endógena plural para la innovación, la transformación y el desarrollo de nuestros territorios. En las últimas décadas, las transformaciones políticas y económicas han generado un aceleramiento de la movilidad de personas en la región sudamericana. […] Sin embargo, y a pesar de la evidente repercusión que el fenómeno migratorio ha tenido en las diferentes dimensiones de vida contemporánea, hay una brecha cada vez mayor entre el conocimiento de estas dinámicas y las decisiones expresadas en políticas públicas en el espacio geográfico continental (Zurbriggen, 2010: 15).

    Así, la importancia de la migración es un tema fundamental para 80% de los países de la región, y en particular los movimientos de población de mu­jeres: En América Latina, donde se verifica una fuerte migración interregio­nal, 16 de 20 países presentan una prevalencia mayor de mujeres migrantes […].(6)

    De hecho, para América del Sur también se requiere relacionar los flujos migratorios con las diferentes crisis del sistema hegemónico para entender los diferentes cambios de las últimas tres décadas y cómo las personas buscan ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de mejores condiciones de vida, o al menos una promesa de alcanzarlas en un sistema que busca maximizar las ganancias financieras y se caracteriza por la prevalencia de la dimensión economicista –versus los seres humanos y su trabajo–:

    […] los procesos migratorios obedecen fundamentalmente a desequilibrios y crisis económicas que han causado desempleo, bajos ingresos percibidos y la búsqueda de mejores condiciones de vida. De esta manera, contingentes de familias latinoamericanas se han dado a la tarea de buscar los mejores destinos posibles para vender su fuerza de trabajo. En este sentido, los flujos migratorios en la subregión del Cono Sur se han acelerado en correlación a la profundización de la crisis económica de inicios del presente siglo, siendo que la actual migración intrasubregional se basa mayoritariamente en dinámicas de atracción y expulsión de fuerza de trabajo caracterizada por una mayor proporción de personas con edad productiva y una acelerada incorporación de la mujer a estas dinámicas. Asimismo, en lo concerniente a aquellos países que comparten una misma agenda política de integración subregional con la denominada plataforma Mercosur, observamos una clara distinción entre aquellos países que en mayor medida son receptores de migración (Argentina, Brasil, Chile), y aquellos que son expulsores (Bolivia, Paraguay, Uruguay) (Mondol, 2010: 18).

    Al parecer, falta mucho por hacer desde esta mirada latinoamericana. A pesar de ello, el primer elemento que nos llama la atención a la hora de revisar algunas políticas migratorias de la región, en particular en el Mercado Común del Sur (Mercosur), tienen que ver con su fundamento en los derechos humanos y sociales: lograron aparentemente […] colocar en la agenda política subregional el tema de la migración, ya no sólo como un tema vinculado a la creación de capital, sino a la fundamentación de los derechos humanos y sociales (Mondol, 2010: 20). Y esta fundamentación se explica en gran medida por […] luchas ciudadanas y laborales por incluir mecanismos transnacionales para la vigencia de derechos fundamentales de los migrantes (Mondol, 2010: 20).

    Sin embargo, no se puede generalizar a todo el Cono Sur el contar con políticas migratorias basadas en los derechos humanos. Así, Chile en 2018, y apenas a un mes de haber iniciado el gobierno de Sebastián Piñera, inició una reforma migratoria –a la vigente desde 1975– con un decreto que entró en vigor en abril de este año y que no se basa en estos derechos.

    En este contexto, resulta muy interesante estudiar a Argentina y Uruguay frente a las políticas migratorias en las que los seres humanos o bien parece que desaparecieron o bien son criminalizados a la hora de migrar a otros países:

    […] algunos gobiernos han ido un poco más lejos y han impulsado la creación de nuevas leyes migratorias que subsanen las carencias de perspectiva de derechos que arrastraban en su entramado. Citamos como ejemplo las recientes leyes de Argentina y Uruguay, las cuales incluyen además mecanismos para la inclusión ciudadana, ya sea a través de programas de vinculación o retorno dirigidos hacia compatriotas que se encuentran en el exterior (Mondol, 2010: 19).

    Como lo precisa Novick: Mientras los países centrales cierran sus fronteras a los migrantes de la periferia, la Argentina implementa un modelo alternativo de inclusión en el cual la movilidad humana es reconocida como un derecho humano esencial. Un modelo que rompe con los límites que el sistema capitalista impone a las migraciones (Novick, s/f: 1). De manera precisa vale la pena mencionar que la ley de migración aprobada por el Congreso Nacional argentino en 2003 reconocía el derecho humano a migrar (2010: 35; 50).

    Ahora bien, ¿las y los migrantes consideran que se respetan sus derechos humanos en ambos países? ¿Encontraron en la ESS una opción para una vida mejor? ¿Tanto los hombres como las mujeres?

    Para la región, en varios países existe una migración interna por diversos motivos. El caso de Colombia es pertinente en esta investigación por la relación entre la migración y la violencia, además de la búsqueda del gobierno actual por impulsar el regreso a las comunidades de origen mediante el impulso de proyectos definidos como pertenecientes a la ESS.

    Además de la dimensión migratoria de la crisis, la exclusión de la mayoría de la población de este sistema hegemónico es otro rostro fundamental que se manifiesta por sus condiciones de vida caracaterizadas por la pobreza y la extrema pobreza. Si nos concentramos en México, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) menciona para 2018 que 41.9% de personas viven en condición de pobreza –es decir 52.4 millones–, 7.4% en pobreza extrema, 29.3% vive en vulnerabi­lidad por carencia social, y 6.9% en vulnerabilidad por ingreso. En total, son 107 millones de mexicanos que tienen algún grado de carencia y que no han sido beneficiados por el sistema capitalista en su etapa neoliberal. De hecho, en 2019 el Coneval publicó la evolución de estas cifras en los últimos 10 años y se observa cómo ninguna política social ha logrado modificar esta realidad: la mayoría de las personas siguen excluidas del programa neoliberal.(7)

    En Argentina, al segundo semestre de 2018, el Instituto Nacional de Estadística y Censos menciona que 32% de la población vive bajo la línea de pobreza, de la cual 6.7% en indigencia (2019: 3).

    Uruguay es el país latinoamericano que tiene menos de sus habitantes viviendo en condiciones de pobreza y extrema pobreza. Las cifras de 2018 indican que 8.1% de su población es considerada como pobre y 0.1% indigente (Instituto Nacional de Estadística, 2019: 1).

    En Colombia, en 2018, la pobreza monetaria afectó a 27% de la población total y la pobreza extrema a 7.2%.(8)

    Finalmente, las brechas de género aún existentes ilustran también una dimensión específica de la crisis: las condiciones de inequidad entre hombres y mujeres. Algunos indicadores de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)(9) las evidencian para los cuatro países estudiados, como los siguientes: 1) la proporción del tiempo dedicado a quehaceres domésticos y cuidados no remunerados y 2) la tasa de participación económica de la población de 15 años y más.

    En cuanto al primer indicador, observamos que en todos los países existen brechas entre el tiempo dedicado a quehaceres domésticos y a los cuidados no remunerados: las mujeres dedican más tiempo en las actividades no remuneradas, sean éstas domésticas o de cuidado. México es el país donde la brecha es la más grande (véase el anexo 1).

    En cuanto a la tasa de participación económica de la población de 15 años y más, se observa que es más elevada para los hombres en los cuatro países; México se encuentra nuevamente con una tasa de participación superior para los hombres. La tasa de participación de las mujeres es la más baja en Argentina (véase el anexo 2).

    Este contexto nos obliga tanto a visibilizar como a repensar, proponer y construir otros mundos posibles. Esta investigación, dado que se impulsa desde una universidad perteneciente al sistema jesuita, se inscribe en la búsqueda de vías para una transformación hacia sociedades con una mayor justicia social, al menos en tres estratos: primero, en cuanto a la necesidad de reivindicar el derecho a migrar o no; segundo, por el derecho a un trabajo digno; finalmente, por la urgencia de contribuir en la transformación de las desigualdades, en particular las de género, y cuestionar, a este nivel, toda relación de poder que no permita que sea la comunidad la que cuide y se responsabilice por todo lo que significa dar vida.

    Entonces, estamos convencidos de la necesidad de llevar a cabo investigaciones pertinentes en el sentido de que nuestra labor cotidiana debe contribuir a transformar las sociedades hacia más justicia social: Un cuerpo que ha hecho de la promoción de la justicia una de las dimensiones esenciales de su misión, debe preguntarse en qué medida su investigación está realizada desde la perspectiva de los pobres y buscando la mejora de sus vidas, pues es en su sufrimiento donde se muestra de modo prominente la inhumanidad de las estructuras injustas (Kolvenbach, 2000b: 306, en Secretariado para la Justicia Social y la Ecología, 2014: 29).

    Es desde esta perspectiva que se propone a la Economía Social y Solidaria (ESS) como una opción para los migrantes: se requiere evidenciar que otras economías existen, basadas en los seres humanos y en la solidaridad –como un valor que los une–; que no buscan maximizar la acumulación financiera de una minoría pero sí hacer dignas las condiciones de vida de las mayorías. Como lo dice David Fernández Dávalos: La esperanza no puede provenir de discursos, sino de compromisos concretos. Necesitamos que esa esperanza sea construida colectivamente en la acción solidaria y transformadora del mundo (Universidad Iberoamericana, Ciudad de México-Tijuana, 2019: 45).

    Reconocemos que necesitamos seguir avanzando en este camino para hablar de una ESS que sea motor de la transformación social y unir más esfuerzos para alcanzarla. Se requiere también de un reconocimiento de su importancia en estos contextos de crisis multidimensional para que se fomenten estas otras economías. Este es el tema específico de este libro: contribuir para que se entienda y sea visible otra concepción de la economía, en la que las necesidades de la mayoría de las personas excluidas sea el fundamento –y no la maximización financiera en las manos de una minoría–, con la finalidad de mejorar sus condiciones de vida en el lugar de origen o de destino y que, también y además, promueva mejores condiciones de equidad entre hombres y mujeres.

    La pregunta sustancial y que da origen a esta investigación, cuyos resultados están plasmados en este libro, es la siguiente: ¿Qué se requiere en México, Uruguay, Argentina y Colombia para que la ESS logre ser una opción para las personas migrantes de tener una vida mejor –en el país de origen y en el destino–, y en condiciones de equidad entre hombres y mujeres?

    Entonces el objetivo general y principal consiste en hacer visibles los retos que afrontan las organizaciones de la ESS para que puedan ser una opción ante los diferentes escenarios actuales de la migración y, a la vez, promover condiciones de equidad de género –en particular en cuanto a las oportunidades y el acceso a los recursos–.

    De manera específica, en un primer momento se consideró indispensable entender los contextos de cada país –México, Uruguay, Argentina y Colombia–, sus políticas migratorias y la situación en torno a la ESS.

    Otro objetivo específico es proponer acciones, desde nuestra postura de investigadores, para que se visibilicen los aportes de la ESS y su contribución en la transformación de la sociedad, con el propósito de que exista la libertad de decidir si migrar o no, el acceso a un trabajo digno y mejores condiciones para la equidad de género.

    Finalmente, quisimos retomar algunas contribuciones de las epistemologías del Sur para enriquecer esta investigación, dado que se identifica el vínculo entre las políticas migratorias y el tema de una vida mejor o una buena vida –propósito de las migraciones y de la ESS muchas veces–. Se considera necesario profundizar esta investigación con base en sus aportaciones, así como en las nuevas miradas de la ciencia posmoderna, y repensar los vínculos de las migraciones con la vida buena, la naturaleza y las necesidades de las personas, entre otros aspectos. De hecho, estas aportaciones son fundamentales ya que al parecer […] el tratamiento de la política migratoria pasa inexorablemente por la discusión sobre la estrategia de desarrollo a la cual se adscribe un país o un grupo de ellos. De tal manera que para la subregión es imprescindible considerar y poner sobre la mesa la discusión sobre el tipo de sociedades que queremos construir, con quiénes y con qué recursos podremos lograrlo (Mondol, 2010: 22). Es en este sentido que se busca contribuir a la reflexión con base en los estudios de caso realizados hasta la fecha, desde una perspectiva de género, a la hora de hablar de migración y de las opciones que ofrece la ESS.

    Nos parece importante precisar que estamos buscando otras prácticas económicas y sus retos. No pretendemos presentar opciones como recetas de éxito. Tampoco pretendemos dar respuestas ya hechas a los desafíos, sino reflexionar sobre posibles caminos alternativos, de manera crítica y constructiva.

    Se consideró un proceso cualitativo como el más adecuado para lograr el objetivo de esta investigación. Sin embargo, encontrarán en los capítulos también datos cuantitativos necesarios para entender las realidades de cada país. Optamos por realizar estudios de casos en México, Uruguay, Argentina y Colombia por permitir […] comprender en profundidad la realidad social […] (Barrio, s/f: 2). Como la migración tiene varias caras, consideramos que por medio de los estudios de caso se podrían evidenciar sus múltiples realidades.

    A continuación, se explica en forma sucinta el contenido de este libro.

    El primer capítulo presenta los resultados de investigación de Alejandro Olayo-Méndez. El autor parte de identificar que los patrones migratorios de México son una mezcla de migración irregular, de retorno, interna y solicitantes de asilo. Este fenómeno de movilidad humana surge en un contexto de pobreza, férreo control migratorio y violencia generalizada. Nos muestra cómo el análisis de estos movimientos migratorios es ambivalente. Por un lado, dada la evidencia periodística y videográfíca se asume la pobreza de los individuos que migran. Por el otro, la literatura académica insiste en que aquellos que se movilizan son los que tienen los recursos, contactos y el talante para hacerlo, creando así la percepción de que los pobres no migran.

    Este capítulo inicial, con base en un proyecto de investigación de 18 meses a lo largo de rutas migratorias en México, hace explícito el hecho de que las personas pobres sí migran. Sólo que lo hacen en circunstancias de alta vulnerabilidad y dependiendo de otros recursos para sus proyectos migratorios. Uno de estos recursos son las llamadas Casas de Migrantes –un movimiento de solidaridad generalmente vinculado a la Iglesia católica–, que buscan aminorar la vulnerabilidad con que se mueven las personas por México. A lo largo de tres décadas, las Casas de Migrantes en México surgieron para apoyar las trayectorias de migrantes irregulares, deportados y más recientemente para atender las necesidades de solicitantes de asilo. Este mo­vimiento, aunque caracterizado por su enfoque de ayuda humanitaria, ha comenzado a desarrollar pequeños proyectos en los que pueden verse vínculos con la ESS. Por el rol intermediario que desempeñan en la dinámica migratoria y por su capacidad de adaptación, las Casas de Migrantes tienen el potencial de ser un modelo de atención profundamente vinculado a la ESS.

    En el segundo capítulo, Isabel Gil Everaert nos muestra también el contexto migratorio nacional: México se encuentra en la segunda fase de una transición migratoria, transformándose de un espacio de tránsito a uno de asentamiento. Entre otros factores, el creciente deterioro de las condiciones en los países de Centroamérica

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