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La frontera está en todas partes
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Libro electrónico305 páginas4 horas

La frontera está en todas partes

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Este texto es resultado de ser testigo de las condiciones sociales a las que se ven arrojados miles de personas en las fronteras de nuestro país. Muchos son migrantes, pero también están los que viven en la marginación y pobreza. Son personas que se han visto en la necesidad de dejar sus comunidades de origen en busca de una oportunidad. Son personas nacionales y extranjeras, porque la población local también vive estas experiencias de desplazamiento, exclusión, vulnerabilidad y pobreza. En algunas zonas de las fronteras del país las diferencias entre los nacionales y extranjeros se diluyen. La visibilidad de los migrantes extranjeros, muchas veces, aparece sólo como efecto del discurso o la nota periodística que subraya la situación migratoria que frena su camino en los territorios del sur o del norte.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 abr 2023
ISBN9786073046374
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    La frontera está en todas partes - Mario Luis Fuentes

    Portada_digital.jpg

    Coordinación de Humanidades

    Programa Universitario de Estudios del Desarrollo

    La frontera está en todas partes

    Mario Luis Fuentes

    Universidad Nacional Autónoma de México

    2021

    Universidad Nacional Autónoma de México

    Enrique Luis Graue Wiechers

    Rector

    Leonardo Lomelí Vanegas

    Secretario General

    Luis Agustín Álvarez Icasa Longoria

    Secretario Administrativo

    Alberto Ken Oyama Nakagawa

    Secretario de Desarrollo Institucional

    Raúl Arcenio Aguilar Tamayo

    Secretario de Prevención, Atención y Seguridad Universitaria

    Alfredo Sánchez Castañeda

    Abogado General

    Guadalupe Valencia García

    Coordinadora de Humanidades

    Rolando Cordera Campos

    Coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo

    Vanessa Jannett Granados Casas

    Secretaria Académica del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo

    Contenido

    Agradecimientos

    Introducción

    Capítulo 1. Agenda Migratoria 2019

    1.1. Triángulo Norte Centroamericano: Factores de expulsión y movilidad

    1.2. Caravanas migrantes y giro de la política migratoria 2019

    Capítulo 2. Frontera Sur

    2.1. Tapachula, Chiapas

    2.2. Tenosique, Tabasco

    2.3. Laguna Larga - El Desengaño, Campeche

    2.4. La Ruta Centro: Carmen Xhan, Ciudad Cuauhtémoc, La Mesilla, Comitán Las Margaritas, Frontera Comalapa. Chiapas

    Capítulo 3. Frontera Norte

    3.1. Tijuana, Baja California

    3.2. Ciudad Juárez, Chihuahua

    3.3. Piedras Negras y Acuña, Coahuila

    3.4. Saltillo, Coahuila

    Capítulo 4. Las redes religiosas de apoyo en las fronteras

    Epílogo: el vacío frente a la pandemia de Covid-19

    Referencias

    Aviso legal

    Agradecimientos

    El libro que el lector tiene en sus manos no podría existir sin la enorme generosidad de todos aquellas y aquellos quienes compartieron conmigo su vivencia en las fronteras, no sólo en su sentido geográfico sino también como lugares en los que se hallaban en el límite de la existencia. Tampoco sin la apertura y la confianza con la que conversaron conmigo quienes con admirable vocación y compromiso de vida se dedican a proteger, ayudar y asistir a quienes transitan estas fronteras y a la defensa de sus derechos.

    Asimismo, fue fundamental el respaldo y apoyo que me brindó mi Casa, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como el Instituto Politécnico Nacional (IPN) a través de Canal Once. Específicamente agradezco a los equipos que me acompañaron en la planeación y desarrollo de mis visitas a las fronteras. En la UNAM: Alix Almendra (quien me ayudó además en el diálogo y la transcripción de este trabajo), Pilar de la Llata y Jessica Olmos. Y en Canal Once a Claudia Santos, productora de México Social, y su equipo. Agradezco también a Cristina Hernández por su apoyo en la lectura y revisión del borrador final.

    Consciente de la acelerada transformación social que se vive en el país, mi deseo es que estas páginas sean un elemento más para comprender cómo esta dinámica profundiza las dimensiones de injusticia que enfrenta la población que camina en las fronteras.

    Introducción

    Este texto es resultado de ser testigo de las condiciones sociales a las que se ven arrojadas miles de personas en las fronteras de nuestro país. Muchos son migrantes, pero también están los mexicanos que viven en la marginación y la pobreza. Son personas que se han visto en la necesidad de dejar sus comunidades de origen en busca de una oportunidad. Son personas nacionales y extranjeras, porque la población local también vive estas experiencias de desplazamiento, exclusión y vulnerabilidad. En algunas zonas de las fronteras del país, las diferencias entre los nacionales y extranjeros se diluyen. La visibilidad de los migrantes extranjeros, muchas veces, aparece sólo como efecto del discurso o la nota periodística que subraya la situación migratoria y que frena su camino en los territorios del sur o del norte.

    Este libro es producto, también, de una profunda admiración hacia las tareas que realizan las organizaciones civiles que siempre han estado ahí, trabajando en esas rutas de los exiliados, de los que están en las fronteras. Si algo aprendí durante este recorrido es que la frontera es mucho más que sólo el espacio que delimita una región de otra, es haber constatado que una gran parte de la población se encuentra en la frontera de la vida, en los espacios vacíos del derecho, en los lugares a los que no llegan las instituciones.

    Ahí están las organizaciones de la sociedad civil, arriesgando su patrimonio y, muchas veces, su vida. Ellos son quienes arriesgan sus vidas en el compromiso de una labor humanitaria que no descansa. Ellos son quienes cuidan a los que más cuidados necesitan. Son las mismas organizaciones que, a inicios de 2019, fueron señaladas por el Gobierno federal como espacios de discrecionalidad, opacidad y corrupción, dejándoles sin los recursos que les correspondían. Como fue el caso del anuncio hecho por el Gobierno federal, el 14 de febrero de 2019, respecto a la suspensión de la convocatoria para que los refugios de mujeres víctimas de violencia pudieran acceder a financiamiento gubernamental (Ramos, 22 de febrero de 2019) lo que restringió aún más las pocas opciones de atención y protección a víctimas de violencia de género en todos los estados del país.

    Sin embargo, las organizaciones civiles no han dejado de trabajar a pesar de las carencias y falta de apoyo. Su trabajo, ha sido la diferencia entre la vida y la muerte para muchas personas locales y extranjeras. Pero, este gran esfuerzo es insuficiente para evitar el sufrimiento de cada una de las niñas, niños, mujeres y hombres que llegan o que ya están en nuestro país huyendo de violencias, pobreza y abusos, todos tratando de escapar de la desesperanza que viven en sus lugares de origen. Esa realidad se nos impone y mientras que los diferentes niveles de gobierno responsables no cumplan con la parte que les corresponde, la garantía de una vida digna, para quienes se encuentran en estas rutas, será una meta inalcanzable.

    Las historias que aquí presento fueron recogidas en viajes que realicé de mayo a diciembre de 2019. Las ciudades visitadas en la frontera sur fueron: Tapachula, Frontera Comalapa, La Mesilla, Ciudad Cuauhtémoc, Comitán de Domínguez y Las Margaritas en Chiapas; Tenosique en Tabasco, y Laguna Larga en Campeche. En la frontera norte visité las ciudades de Tijuana en Baja California; Ciudad Juárez en Chihuahua; Ciudad Acuña, Piedras Negras y Saltillo en Coahuila.

    Estos viajes respondieron a distintas agendas laborales que compartían un objetivo: conocer, de primera mano, la experiencia y el sentir social en las ciudades y localidades ubicadas en las fronteras en un momento inédito para el fenómeno migratorio de la región, como lo fue el año 2019. Estas agendas laborales fueron la grabación del programa México Social (MS) para Canal Once (C11)[1] (en adelante MS – C11), en donde se transmitieron 24 programas dedicados a diversas problemáticas encontradas en las ciudades visitadas. Así también, una investigación desarrollada entre 2018 y 2019 en el marco del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) acerca de la respuesta institucional en materia de trata de personas en la región del Soconusco. Por otro lado, la agenda relacionada con las acciones de la Coordinación de Proyectos Académicos Especiales (CPAE), de la que fui encargado -en su reactivación por la rectoría de la UNAM- de junio de 2019 a febrero de 2020[2].

    La CPAE de la UNAM tuvo la intención de fortalecer acciones, desde la Universidad, encaminadas a incidir en la compleja realidad de estas fronteras. Como se verá en el relato de cada uno de los viajes, mi presencia como miembro de la comunidad universitaria generaba altas expectativas, que se traducían en demandas puntuales que algunos actores locales hicieron a la UNAM. También fue evidente la enorme legitimidad que nuestra Casa de Estudios tiene, incluso, en territorios lejanos. La presencia de sus egresados es notable en cada localidad. Su nombre genera esperanza y un gran anhelo de que la universidad pueda ser gestora o proveedora de algunas de las acciones que tanto urgen. Muchas veces, incluso, la necesidad era sólo que la UNAM escuchara todo lo que se está viviendo en estos lugares, que fuera testigo y también narradora de estas experiencias.

    En ese sentido, este texto recupera una gran diversidad de voces. Está elaborado a partir de notas, conversaciones y observaciones recogidas en mis viajes, así como documentación de las condiciones sociográficas estructurales de las regiones, que puedan dar contexto de los testimonios recabados. Es un texto que, a manera de tejidos, fue hecho con distintos materiales, lo observado y escuchado en cada lugar, lo que las personas locales mostraban o necesitaban contar, lo evidente o lo que, de manera latente, podía experimentarse sólo por estar ahí y la información documental con la que se cuenta desde la academia y la prensa.

    Este relato intenta dar cuenta de múltiples recorridos. Los caminos entre líneas fronterizas, autopistas, ríos caudalosos, montes de selva, montañas o caminos polvorientos abandonados. Este es el recuento que busca transcribir las reflexiones, emociones y miradas de mucha gente que tuve la fortuna de escuchar y conocer en esos viajes.

    La intención de este relato es ofrecer una mirada personal de lo social que se vive diariamente en esos territorios. Recuperar fragmentos de historias, como signos de un momento singular en el escenario de estas regiones. Reproducir las voces y las memorias de sus protagonistas: personas migrantes, líderes de organizaciones civiles, voluntario/as, funcionario/as, ciudadano/as locales, etc. Todo esto no se presenta con un fin periodístico, ni académico, sino con la intención de narrar la complejidad de los fenómenos sociales que se superponen en estos espacios. Es también una manera de reconocer mi deuda y expresar mi agradecimiento con quienes compartieron su experiencia de vida y trabajo en cada uno de estos viajes. Mi intención es recuperar las experiencias y el testimonio de los que han estado y están ahí.

    Aquí se muestra un país irregular, con bordes que se expanden y se contraen. Se intensifican o se desdibujan. Son fronteras con puentes, pero también con muros físicos y simbólicos. Fronteras que aparecen en todos lados, incluso donde no se les espera. Un país que ha levantado diques invisibles para muchos, lo cual ha llevado a construir rutas clandestinas, a la vista de todos, para atravesarlos. Un país que, también, muestra la cara incansable de una sociedad civil que trabaja en la defensa de derechos y la dignidad de los que se les ha dado la espalda continuamente.

    Este es el recuento de esos ocho meses en los que pude presenciar la compleja realidad que se está configurando en los espacios fronterizos, así como las nuevas fronteras que aparecen en otros lugares. Esas fronteras que ahora están en todas partes y que, en cada viaje, aparecieron con un contorno particular. Cada semana de estos meses fue diferente a la otra. En estos espacios sociales hay una profunda transformación constante y es difícil comprender o describir lo que ahí sucede. La intención de estas páginas es describir para recordar y así poder comunicar la urgencia de hacer lo que estamos obligados como país: garantizar a todos quienes se encuentran en México el goce de sus derechos humanos.

    Al final de estas visitas, reconociendo el privilegio de ser testigo de lo que ahí ocurría, considero que el gran desafío es describir y transmitir la experiencia más allá de las imágenes, los testimonios, las emociones y las miradas recogidas. Hay que volver a buscar las palabras. La realidad excede los conceptos para poder dar cuenta de esta transformación acelerada, múltiple y compleja que estamos presenciando en los territorios.

    En este libro, en un primer momento, se presenta un panorama general sobre la agenda migratoria 2019, incluyendo los factores de expulsión y condiciones de movilidad de las personas que llegan desde el «Triángulo Norte Centroamericano», así como la reconfiguración de la política migratoria con la llegada de las caravanas migrantes durante ese año. En los siguientes apartados se presenta el tejido narrativo hecho a partir de los relatos y testimonios de los viajes realizados a cada una de las ciudades fronterizas. Estos apartados están organizados por ciudades, primero los que corresponden a la frontera sur y después los de la frontera norte. Después, se incluyen dos apartados más, uno acerca de la llamativa configuración de las redes religiosas de apoyo para personas migrantes en las fronteras. Y un epílogo en el que creí necesario incluir algunas notas sobre el contexto actual de la pandemia de COVID-19, pues es innegable que esta realidad sumada al vacío de atención de las autoridades gubernamentales, produce nuevos desafíos y una indiscutible intensificación de las condiciones de vulnerabilidad para todos estos espacios sociales y para las vidas de las personas de las que este libro intenta dar cuenta.

    [1] México Social es un programa dedicado al análisis y diálogo en torno a la cuestión social en el país. Se transmite semanalmente, desde 2013, a través de Canal Once, canal nacional de la televisión pública mexicana. Todos los programas citados en este documento pueden encontrarse en: https://canalonce.mx/programas/mexico-social y en www.mexicosocial.org

    [2] El informe de las actividades llevadas por la CPAE (Fuentes, 2020) puede ser consultado en la página del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo en el enlace: http://www.pued.unam.mx/export/sites/default/archivos/Investigaciones/3/UNAM_Fronteras.pdf

    Capítulo 1. Agenda Migratoria 2019

    1.1. Triángulo Norte Centroamericano: Factores de expulsión y movilidad

    La situación de vulnerabilidad en los países de Centroamérica, en específico los del Triángulo Norte Centroamericano (

    Tnca

    ) conformado por Guatemala, Honduras y El Salvador es alarmante. La proporción de población que se encuentra en situación de pobreza en estos países ha aumentado durante las últimas décadas y llega a niveles más críticos entre quienes residen en zonas rurales.

    En 2014 el porcentaje de población rural en situación de pobreza fue de 77 % en Guatemala, 42 % en El Salvador y 82 % en Honduras. Esto se traduce en una gran vulnerabilidad, sobre todo, en los territorios donde se desarrolla la actividad agrícola, la principal fuente de actividad económica de la fuerza de trabajo en estos países. La crisis alimentaria debida a las sequías afecta directamente a esta población rural, lo que ha repercutido en el aumento de otros indicadores vinculados a la pobreza, como la prevalencia de la malnutrición crónica en niños menores de cinco años, cifra que en Guatemala alcanzó 59.6 % de la población rural y 65.9 % de la población indígena en el período de 2004 a 2012 (Comisión Económica para América Latina y el Caribe «

    Cepal

    », 2018).

    También están las situaciones contrarias a las sequías, es decir, las inundaciones y la destrucción de asentamientos rurales y urbanos derivadas de los huracanes que son también un alto factor de expulsión en la región. Como fue el caso más reciente de la tormenta tropical Iota y el ciclón Eta, que en sus pasos durante noviembre de 2020 (durante la pandemia) dejaron graves crisis humanitarias en países como Honduras y Nicaragua. Tan solo en Honduras, los daños alcanzaron cifras estremecedoras, con un cálculo de 94 muertos y cerca de 4 millones de damnificados, lo que anunció un aumento en los niveles de pobreza de, posiblemente, hasta 10 %, llevando a superar la cifra, ya de por sí muy alta, de la población viviendo en pobreza en ese país (Tucker & Pindado, 13 de diciembre de 2020).

    Otro rasgo común en los países del

    Tnca

    -aunque con particularidades entre ellos- han sido las guerras civiles, la inestabilidad política y las dificultades económicas ocurridas desde la década de 1980. Pese al fin de los conflictos políticos reconocidos a principios de 1990, la reunificación familiar y la volatilidad política y económica han seguido aumentando la migración de personas centroamericanas (Fundación Heinrich Böll México, Centroamérica y El Caribe, 2016).

    Existen, además, otros aspectos históricos que han resultado en la construcción de democracias muy frágiles. Estos países comparten indicadores con tasas de crecimiento que en el largo plazo padecen estancamiento y profundas desigualdades. Existe un escenario de ingobernabilidad, lo que ha imposibilitado la construcción de sociedades más equitativas (Solís Rivera, 21 de enero de 2019).

    El Triángulo Norte Centroamericano se ha colocado como la región más violenta del mundo, a pesar de que en ninguno de los países existe un conflicto armado declarado. El informe sobre Desarrollo Humano para América Central 2009-2010 indica que el promedio total de la región centroamericana es de 32 homicidios por cada 100 mil habitantes. Tres veces más alto que el promedio mundial (Villalobos, 19 de enero de 2017). Esta violencia se puede entender con un correlato de la corrupción, la falta de justicia, la baja calidad democrática y la violencia criminal perpetrada por los Estados a través de sus fuerzas de seguridad y otros funcionarios gubernamentales (Prado Pérez, 2018). Los sistemas políticos, a pesar de ser democráticos, siguen siendo dominados por la corrupción y las acciones del crimen organizado (Solís Rivera, 21 de enero de 2019).

    De manera general, un estudio realizado por la

    Cepal

    (2018) identifica que las principales causas de la emigración desde el

    Tnca

    son: violaciones de derechos, violencia e inseguridad, pobreza, falta de acceso a servicios básicos, factores familiares (82 % de las personas migrantes del

    Tnca

    tiene familiares en Estados Unidos de América «EUA») y factores ambientales o climáticos.

    En contextos tan adversos muchas personas han encontrado, de manera histórica, que su única posibilidad es la salida hacia el norte. Las personas de Honduras y El Salvador caminan hacia las rutas de Guatemala, en donde pueden atravesar de manera regular por acuerdos de tránsito libre entre los países del

    Tnca

    . La entrada a México la realizan, generalmente, por el estado de Chiapas ya sea en las rutas cercanas a la ciudad de Tapachula o la llamada ruta centro por el cruce de Ciudad Cuauhtémoc. También hay un flujo creciente de personas que se integran al territorio nacional por el estado de Tabasco, en las rutas que conducen al municipio de Tenosique, principalmente por el puerto fronterizo de El Ceibo.

    Las personas, generalmente, salen hacia estos caminos con la intención de cruzar México y llegar a EUA para encontrarse con sus familias ya instaladas allá. Otras buscan una oportunidad de trabajo o cualquier lugar donde puedan escapar de la persecución de las pandillas o de otras violencias de las que huyen. La heterogeneidad de las condiciones que acompañan estos cruces es también considerable. Hay quienes lo realizan en soledad o con su familia. Algunos cuentan con recursos económicos enviados por otras personas desde EUA para poder contratar el servicio de polleros. También hay quienes simplemente calzan un par de chanclas y una pequeña mochila con documentos de identidad, un teléfono y una botella de agua, y con ello deciden emprender el viaje, usando como mapa la información que los otros les comparten en la misma ruta.

    En este mapa imaginario, precario e improvisado que se va transmitiendo entre las personas, el tren tiene un protagonismo importante. Son las vías que sobreviven de la infraestructura ferroviaria de nuestro país, las que indican la ruta de muchas de estas personas. Las vías del tren se vuelven el camino, el transporte clandestino y las venas de un flujo incesante para llegar hasta la frontera norte. Muchas veces, también, estas vías pueden ser el camino que conduce a la muerte. Una muerte por las condiciones materiales del mismo viaje, por los accidentes que suceden como gajes de oficio por montar a La Bestia[3] o por la operación de las redes del crimen organizado en estos territorios.

    En estas condiciones uno se pregunta ¿Por qué realizar un viaje así? ¿vale la pena arriesgarse a situaciones tan duras? ¿de qué magnitud será todo aquello de lo que escapan? Muchas personas que vienen huyendo de condiciones de pobreza y abusos inimaginables, responden que vale la pena correr el riesgo antes de quedarse frente a una muerte segura o una vida sin ninguna oportunidad ¿De qué dimensiones serán esas fuerzas que expulsan? me pregunto. Pero, también, de qué tamaño es la esperanza que los sostiene para buscar una vida mejor. Son cuestiones que no tienen una respuesta sencilla.

    Ya sea caminando, en autobuses o montando el lomo del tren, cada año ha ido en aumento el flujo de personas centroamericanas que atraviesan el país de forma clandestina. Durante el primer trimestre de 2018, Guatemala y Honduras registraron un aumento en el número de sus nacionales que fueron identificados por las autoridades migratorias mexicanas, en comparación con el primer trimestre de 2017. Particularmente, en el caso de los guatemaltecos y hondureños se evidencia un significativo incremento de 67 % para los primeros y 82.3 % para el caso de los segundos. En relación con los registros de niños y niñas, provenientes de estos países, los niños y niñas de nacionalidad hondureña muestran el mayor incremento, respecto al mismo periodo en 2017, con 106.2 % de enero a marzo de 2018. En el caso de Guatemala se observa un aumento de 96 %. Los registros de niños y niñas salvadoreños, por el contrario, disminuyeron 38.6 % (Organización Internacional para las Migraciones «OIM», 2018).

    A esta dinámica migratoria se suma una intensa movilidad cotidiana de miles de personas que todos los días, inclusive varias veces al día, pagan alrededor de cuarenta pesos para cruzar el río Suchiate – el punto fronterizo que divide o conecta Chiapas y Guatemala – para ir a los lugares en los que trabajan, hacer compras a menor costo del lado mexicano, cruzar mercancías (legales e ilegales) o simplemente para visitar a sus familiares que viven a minutos de distancia, pero en países distintos.

    Esta movilidad se ha articulado históricamente en una región que el dr. Tonatiuh Guillén López[4] (Santos, 15 de enero de 2019) denomina transfronteriza, es decir, integrada social, económica, ambiental e incluso culturalmente a pesar –y en gran medida debido a– la frontera que separa ambos territorios. Todo esto, permitido por las autoridades fronterizas de ambos países que, por lo menos hasta antes de junio de 2019, asumían que esta intensa movilidad humana era parte de la normalidad.

    Hoy, en Centroamérica, la migración es más compleja que la de antaño. Aumenta el número de migrantes en tránsito, retornados, menores no acompañados y solicitantes de refugio, así como la cantidad de familias completas y de caravanas con alta visibilidad que transitan por México y por los países del

    Tnca

    . La migración es hoy un asunto de la más alta prioridad en las agendas políticas y de desarrollo en esta región (

    Cepal

    , 2018).

    Por supuesto soy consciente de que esta descripción de flujos migratorios ha sido trastocada por la pandemia causada por la enfermedad COVID-19 y las medidas sanitarias que se han tomado en todos los países, afectando principalmente los flujos y movimientos de todas las personas en general. Así como esta pandemia ha atravesado, erosionado y modificado la vida de todos los seres humanos, las personas migrantes no escapan a esto, ya que una de las condiciones de vida más significativas para esta población son las posibilidades de movilidad, que ahora se han transformado profundamente.

    1.2. Caravanas migrantes y giro de la política migratoria 2019

    El 12 de octubre de 2018 una caravana de aproximadamente 1600 personas salió desde Honduras rumbo a EUA. En

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