El galán fantasma
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La historia sigue a dos parejas de amantes: Lisardo y Marcela, y Tristán y Laura. Sin embargo, el galán del título, Fantasio, interviene en la trama con su capacidad de cambiar de apariencia y personalidad. Fantasio decide jugar con las pasiones y los celos de los amantes al hacerse pasar por diferentes personajes, creando una serie de enredos y confusiones cómicas.
La obra se desarrolla en medio de una atmósfera lúdica y de misterio, ya que los personajes a menudo no están seguros de quiénes son sus verdaderos amantes y cuáles son las verdaderas intenciones de Fantasio. La comedia se convierte en una reflexión sobre la naturaleza del deseo y la ilusión en el teatro y la vida.
"El galán fantasma" es un ejemplo del ingenio y la habilidad de Calderón de la Barca para explorar temas filosóficos y psicológicos a través del teatro. La obra es un entretenido juego de engaño y seducción que sigue siendo apreciado por su humor y su profundidad temática.
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El galán fantasma - Pedro Calderón de la Barca
JORNADA PRIMERA
Salen JULIA, dama, PORCIA, criada, con mantos, y detrás ASTOLFO.
ASTOLFO
De vuestras señas llamado,
de vuestra voz advertido,
hasta el campo os he seguido
ciego, confuso y turbado.
Sacad, pues, deste cuidado, 5
señora, el discurso mío:
si es por dicha desafío,
ya estamos en buen lugar;
bien podéis desenvainar
el garbo, el donaire, el brío, 10
que son las armas que vós
habéis contra mi desvelo
de esgrimir en este duelo.
Solos estamos los dos.
¡Descubríos ya, por Dios! 15
Sepa quién sois, que no es bien
matar con ventaja a quien
de vós se ha fiado hoy.
JULIA
Pues no dudéis más, yo soy.
ASTOLFO
Julia, señora, mi bien, 20
¿tú en este traje?, ¿tú aquí?
¿Qué dicha o desdicha es mía?
Que si una duda tenía
sin verte, cuando te vi
son infinitas. ¿Tú así 25
has salido de tu casa?
El corazón se me abrasa.
¡Dime, por Dios, lo que ha sido!
¿Qué es esto? ¿Qué ha sucedido?
JULIA
Oye y sabrás lo que pasa. 30
Astolfo, en quien la fortuna
y el amor vieron iguales,
por descubrirse uno a otro
los gustos y los pesares,
no la novedad te admire, 35
no la extrañeza te espante
de verme, siendo quien soy,
venir en aqueste traje;
porque importando a tu vida
el verte, ¡ay de mí!, el hablarte, 40
no hay respeto que no venza,
no hay decoro que no allane.
Tu vida importa, tu vida,
que hoy te vea y hoy te hable;
y así pasando al oído 45
la admiración del semblante,
oye el peligro en que vives,
aunque mezcle en un instante
las desventuras que miras,
con las venturas que sabes. 50
Dos años ha, Astolfo mío,
que firme y rendido amante
de mi hermosura que quiero
confesarla en esta parte,
fuiste de día y de noche 55
la estatua de mis umbrales,
el girasol de mis rayos
y la sombra de mi imagen,
tantos ha que agradecida
y que obligada a las partes 60
de lo sutil de tu ingenio,
de lo galán de tu talle,
de lo airoso de tu brío,
de lo ilustre de tu sangre,
respondí menos ingrata 65
que debiera aconsejarme
del decoro de mi amor,
el respeto de mi padre;
si bien decoro y respeto
no pudieron agraviarse 70
de que torpes sacrificios
sus sagradas aras manchen,
siendo yo tu esposa, pues
la causa de dilatarse
nuestra boda fue el rigor 75
de aquellas enemistades
que a mi padre le costaron
tanto, que largas edades
enterrado antes que muerto,
tuvo su casa por cárcel, 80
adonde preso murió.
Pero esto en silencio pase,
y volvamos a enlazar
discursos de amor; no hallen
digresiones mis desdichas 85
que su remedio embaracen.
Agradecida, en efeto,
de tus finezas constantes,
cómplice a la noche hice
de hurtos de amor agradables, 90
y cómplice hice un jardín,
que a los dos quise fïarme;
porque al jardín y a la noche,
que son el vistoso alarde,
ya de estrellas, ya de flores 95
hiciera mal en negarles
a las unas lo que influyen
y a las otras lo que saben.
Viento en popa nuestro amor
navegaba hermosos mares 100
de rayos y de matices,
quieto el golfo y manso el aire.
¿Quién duda, quién, que han de ser
los celos los huracanes
que la tormenta despierten, 105
que la mareta levanten?
El gran duque Federico
de Sajonia, que Dios guarde,
o que no le guarde Dios,
si ha de ser para quitarme 110
mi media vida en la tuya,
acaso me vio una tarde,
que al mar a verte salí:
barbarismo de amor grande,
salir a ver y ser vista, 115
pues mal gramático sabe
persona hacer que padece
de la persona que hace.
Viome, en fin, y desde entonces
firme, rendido y constante, 120
si de día me visita,
de noche ronda mi calle.
Hartos enojos te cuesta
su cuidado vigilante;
mas como querido, en fe 125
de mis disculpas, trocaste
tus celos a mis favores,
no es mucho, si otros galanes,
por llegar al desenojo,
pasaran por el desaire. 130
Viendo el Duque que mi pecho
a los continuos embates
de lágrimas y suspiros
era roca de diamante,
pasando de enamorados 135
a celosos sus pesares,
averiguó que te quiero.
No sé a quién la culpa darle:
a sus celos o a mi amor,
pues ellos dos fueron parte 140
a decirlo, que no hay
amor ni celos que hallen.
En fin, sabiendo, ¡ay de mí!,
que eres tú, ¡desdicha grande!,
la ocasión de sus desprecios, 145
la causa de mis desaires,
para vengarse de mí
en ti pretende vengarse,
matándome a mí en tu pecho.
¡Oh duelo de amor cobarde, 150
disponer que un hombre muera
porque una mujer agravie!
Poderoso y ofendido,
¿quién ignora, quién no sabe
que es rayo oprimido, que es 155
pólvora encerrada que hace
en la mayor resistencia
la batería más grande?
Los avisos destos días,
que tan confuso te traen, 160
diciéndote que te ausentes,
diciéndote que te guardes,
suyos son; pero sabiendo
que dellos desprecios haces,
esta misma noche, esta 165
te esperan para matarte.
Y así te ruego que no
vayas a verme, ni pases
cubierto ni descubierto
la esfera de mis umbrales. 170
Deja que