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Voces de la Amazonía: Entre la conservación ancestral y la explotación económica de los recursos naturales
Voces de la Amazonía: Entre la conservación ancestral y la explotación económica de los recursos naturales
Voces de la Amazonía: Entre la conservación ancestral y la explotación económica de los recursos naturales
Libro electrónico705 páginas9 horas

Voces de la Amazonía: Entre la conservación ancestral y la explotación económica de los recursos naturales

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En esta obra colectiva se destaca el papel de los pueblos indígenas en favor de la conservación y protección del territorio amazónico como un elemento vital de sus prácticas, conocimientos y saberes ancestrales, los cuales constituyen una fuente única de aprendizaje para "deconstruir" el paradigma de desarrollo económico que, históricamente, se fundamenta en las prácticas del modelo extractivista y agroindustrial a gran escala en cada uno de los países amazónicos, tanto en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam como en Venezuela. Así, esta investigación invita a repensar el llamado "desarrollo" que. hoy por hoy, no puede limitarse a aspectos económicos, ni mucho menos entender la importancia de la Amazonía como un espacio de explotación de recursos naturales, es decir, cambiar el valor de "explotación" por protección, conservación y reparación del medio ambiente, al tiempo que de manera sostenible se logra satisfacer necesidades económicas y sociales de la actual generación, sin poner en riesgo a las futuras.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 feb 2023
ISBN9789587909432
Voces de la Amazonía: Entre la conservación ancestral y la explotación económica de los recursos naturales

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    Voces de la Amazonía - Julián Tole Martínez

    Voces de La Amazonía: Entre La Conservación Ancestral y La Explotación Económica De Los Recursos NaturalesVoces de La Amazonía: Entre La Conservación Ancestral y La Explotación Económica De Los Recursos NaturalesVoces de La Amazonía: Entre La Conservación Ancestral y La Explotación Económica De Los Recursos NaturalesJulián and Tole Martínez – Voces de La Amazonía: Entre La Conservación Ancestral y La Explotación Económica De Los Recursos Naturales – Universidad Externado de Colombia

    Voces de la Amazonía : entre la conservación ancestral y la explotación económica de los recursos naturales. Tomo II / Julián Tole Martínez, editor ; Luisa Fernanda Arenas Hernández [y otros veinticuatro]. -- Bogotá : Universidad Externado de Colombia. 2022. -- Primera edición.

    503 páginas : ilustraciones, mapas, gráficas ; 24 cm.

    Incluye referencias bibliográficas.

    ISBN: 9789587909425

    1. Protección de los derechos humanos -- Amazonas (Región, Colombia) 2. Protección de los derechos humanos -- Amazonas (Región, Brasil) 3. Derechos de los indígenas -- Amazonas (Región, Colombia) 4. Derechos de los indígenas -- Amazonas (Región, Brasil) 5. Desarrollo sostenible -- Aspectos económicos -- Amazonas (Región, Colombia) 6. Cultivos ilícitos -- Aspectos sociales -- Amazonas (Región, Colombia) 7. Mujeres indígenas -- Aspectos sociales -- Amazonas (Región, Colombia) I. Tole Martínez, José Julián, editor II. Universidad Externado de Colombia III. Título

    323.4 SCDD 21

    Catalogación en la fuente -- Universidad Externado de Colombia. Biblioteca. Área de Procesos Técnicos. EAP.

    noviembre de 2022

    ISBN 978-958-790-942-5

    ©2022, JULIÁN TOLE MARTÍNEZ ( ED. )

    ©2022, UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA

    Calle 12 n.º 1-17 este, Bogotá

    Teléfono (+57) 601 342 0288

    publicaciones@uexternado.edu.co

    www.uexternado.edu.co

    Primera edición: noviembre de 2022

    Diseño de carátula: Departamento de Publicaciones

    Corrección de estilo: Javier Correa Correa

    Composición: Julián Hernández - Taller de diseño

    Impresión y encuadernación: Xpress Estudio Gráfico y Digital S.A.S. - Xpress Kimpres

    Tiraje de 1 a 1.000 ejemplares

    Prohibida la reproducción o cita impresa o electrónica total o parcial de esta obra, sin autorización expresa y por escrito del Departamento de Publicaciones de la Universidad Externado de Colombia. Las opiniones expresadas en esta obra son responsabilidad de los autores.

    Diseño epub:

    Hipertexto – Netizen Digital Solutions

    A mi dulce María Juliana y mi esposa Margarita, quienes son mi esperanza en un mundo que, espero, no se construya en el distanciamiento, la virtualidad y la incertidumbre

    CONTENIDO

    AGRADECIMIENTOS

    INTRODUCCIÓN

    PRIMERA PARTE

    EFECTOS DE LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS EN LA AMAZONÍA: PROPUESTAS PARA UN MODELO DE DESARROLLO SOSTENIBLE

    CAPÍTULO 1.

    Saberes ancestrales de los pueblos amazónicos, un reflejo de la economía del tercer camino: la chagra como una propuesta de bioeconomía

    Julián Tole Martínez

    Paula Lancheros Sánchez

    Maríadelmar Isaza Pérez

    CAPÍTULO 2.

    Los derechos de los pueblos indígenas en el centro del desarrollo sostenible e inclusivo de la Amazonía

    Piedad Martín

    Felipe Dall’Orsoletta

    Juan Carlos Duque

    María Candela Zaffiro

    CAPÍTULO 3.

    La selva entre la vida y la muerte: cosmoproducción y biopoder en la Amazonía

    Luis Cayón

    CAPÍTULO 4.

    Amazonía colombiana y protección a defensores ambientales

    Felipe Calderón Valencia

    Manuela Escobar Sierra

    Luisa Fernanda Arenas Hernández

    CAPÍTULO 5.

    Gobernanza del agua, ¿un proceso de empoderamiento social o un cambio de la estructura estatal? Una mirada al Amazonas colombiano

    Douglas Molina Orjuela

    CAPÍTULO 6.

    Transformando el cocal en la Amazonía: las mujeres cocaleras y el sacha inchi en la sustitución de cultivos ilícitos

    Manuela Losada Chavarro

    Daniela Pinzón Perdomo,

    Camila Andrea Ramírez Preciado

    CAPÍTULO 7.

    Gestión de residuos sólidos en los departamentos de la Amazonía colombiana, retos presentes y futuros

    Carolina Montes Cortés

    SEGUNDA PARTE

    PROBLEMAS DE LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS EN LA AMAZONÍA COLOMBIANA Y BRASILEÑA

    CAPÍTULO 8.

    Extractivismo y Estado en la frontera amazónica: una tragedia ambiental en cuatro actos

    Carlos Gilberto Zárate Botía

    CAPÍTULO 9.

    Mercury in the Brazilian Amazon: The Multidimensionality of Human Rights Violations

    Silvia Maria da Silveira Loureiro

    Marcela Pacífico Michiles

    CAPÍTULO 10.

    Extractivismo y cultura de la Amazonía brasileña

    Carlos Federico Marés de Souza Filho

    CAPÍTULO 11.

    Deforestation and the Protein Industry in the Brazilian Amazon: An analysis through the due diligence lenses

    Fernanda Frizzo Bragato

    Jania Maria Lopes Saldanha

    Alex Sandro da Silveira Filho

    CAPÍTULO 12.

    Neolieralismo e violações de direitos humanos dos povos indígenas no Brasil

    Manoela Carneiro Roland

    Lauren Canuto Vianna de Almeida

    Maria Fernanda Campos Goretti de Carvalho

    NOTAS AL PIE

    AGRADECIMIENTOS

    El libro Voces de la Amazonía: entre la conservación del medioambiente y la explotación económica de los recursos naturales presenta una serie de reflexiones académicas de varios profesores de los países amazónicos: Colombia, Ecuador, Perú y Brasil, que han sido construidas desde diversas perspectivas jurídicas y otros ámbitos de las ciencias sociales, las cuales permiten abordar el tema de manera transversal y proporcionar algunas herramientas necesarias para poder enriquecer las discusiones y construir algunos puentes que permitan acercar los Derechos Humanos y nuestra Amazonía. Este libro no solo es el resultado del esfuerzo de los autores de los diferentes capítulos, sino también de varias instituciones y grupos de personas que hicieron posible que el proyecto de investigación terminara plasmado en esta obra colectiva.

    A nuestra casa de estudios, la Universidad Externado de Colombia, muy especialmente a la exdirectora del Departamento de Derecho Constitucional, Dra. Magdalena Correa Henao; la profesora y codirectora del Observatorio, Dra. Manuela Losada Chavarro, quien desde el inicio creyó en un sueño: dar voces a la Amazonía, y a mis estudiantes del Observatorio Latinoamericano de Derechos Humanos y Empresas del Departamento de Derecho Constitucional, Paula Rodríguez, Paula Lancheros, Camila Ramírez, Daniela Pinzón, Melissa Magnussen, David Rodríguez, Diana García, Diego Barrera, Giovanni Ropero, Alejandro Orduz, Camilo Díaz, Katherin Ortiz, Santiago Rodríguez, Daniela Alvarado Vivas y Maríadelmar Isaza, quienes fueron el corazón del proyecto y proporcionaron gran parte de la energía organizativa necesaria para el libro.

    A todos ellos, mi más profundo agradecimiento y cariño.

    Julián Tole Martínez

    Director del Observatorio Latinoamericano de Derechos Humanos y Empresas

    Universidad Externado de Colombia

    Editor

    INTRODUCCIÓN

    El 2020 ha tomado por sorpresa a todos, y aunque las señales de la emergencia ambiental y cambio climático han estado presentes durante mucho tiempo, hasta el momento no han sido atendidas. Principalmente, en la última década el mundo ha afrontado distintas catástrofes naturales que han arrebatado la vida de cientos de ser humanos y especies de la naturaleza a lo largo del mundo, sin contar las pérdidas económicas, sobre todo de la población y países más pobres. Así, han ocurrido desde terremotos de mayor escala, como los de Haití y Japón; tormentas tropicales, huracanes, ciclones y tifones arrasadores, como Sandy y Katrina, en Estados Unidos; olas de calor por toda Europa, con el acelerado deshielo de los glaciales en el Ártico, hasta sequías extremas causantes de incendios inclementes como los más recientes registrados en Australia y la selva amazónica. Sin contar con el aumento día a día por causa de la actividad del ser humano en la emisión de dióxido de carbono y otros gases responsables del calentamiento, lo cuales han maximizado los efectos del cambio climático.

    Esta realidad evidencia que la situación se ha salido de control. A pesar de que el ser humano no es directamente responsable por la ocurrencia de todas las llamadas catástrofes naturales, resulta innegable su incidencia en los factores del daño al medioambiente, como contaminación de cauces hídricos, la extinción de especies y de biodiversidad, la desforestación a gran escala, la sobreexplotación y degradación del suelo, que vuelven más vulnerable a la naturaleza. En especial, los efectos del modelo económico que hoy provoca un derroche de recursos energéticos, una generación excesiva de residuos, un sistema alimentario consumista no sostenible, un sinnúmero de actividades ilícitas, un sistema de transporte con alto impacto contaminante, una priorización al desarrollo del sector extractivista con megaproyectos de explotación de recursos naturales no renovables, la tabla y quema indiscriminada de la selva tropical, entre otras actividades lideradas por trasnacionales y la gran industria, son los verdaderos responsables del daño al medioambiente, que no puede atribuirse a otra especie, solamente a los seres humanos. Como responsables y acreedores de la naturaleza, es necesario cuidarla, mantenerla y repararla para las generaciones futuras.

    Para saldar la deuda con la naturaleza se debe aprender de quienes ancestralmente han convivido en armonía con su entorno: los pueblos indígenas, cuyo papel es tan significativo que se reconoce por instrumentos jurídicos internacionales y nacionales, a tal punto que los Estados democráticos reconocen constitucionalmente el contenido pluriétnico y un amplio catálogo de derechos conforme a las dimensiones colectivas e individuales de estos pueblos.

    Ahora bien, tratándose de los pueblos indígenas de la región amazónica, cuyo territorio ancestral se encuentra en el bosque tropical más grande del mundo con 6.7 millones de kilómetros cuadrados que está distribuido en nueve países, conocido por su riqueza natural que contiene el 10% de la biodiversidad en la Tierra, con una cuenca hidrográfica que representa entre el 15% y 16% de la descarga fluvial del planeta. El papel de los pueblos indígenas en favor de la conservación y protección del territorio ancestral amazónico vital, sus prácticas, conocimiento y saberes ancestrales constituyen una fuente única de aprendizaje para deconstruir el paradigma de desarrollo económico que se ha erigido en las prácticas del modelo extractivista y agroindustrial a gran escala en los países amazónicos, tanto en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam como en Venezuela. Se trata de repensar el llamado desarrollo, el cual no puede limitar a aspectos económicos: se requiere un cambio en la explotación de recursos naturales del Amazonas, que sea sostenible y sustentable, es decir, una explotación que protege, conserve y repare al medioambiente, al tiempo que se satisfacen las necesidades económicas y sociales de la actual generación, sin poner en riesgo a las generaciones futuras.

    En este sentido, este libro reúne el trabajo de expertos en distintas áreas de las ciencias sociales, como el derecho, la antropología y la sociología, con autores de diferentes países de la región amazónica, como Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, quienes han realizado un diagnóstico de la situación actual de la Amazonía, las problemáticas y soluciones presentes en el territorio. De esta manera, esta obra colectiva se compone de dos apartados: la primera parte se denomina Actividades económicas en la Amazonía: propuestas para un desarrollo sostenible y sustentable, que presenta diferentes alternativas al modelo de economía de mercado que privilegia la obtención de recursos y materias primas sobre la preservación del territorio; además, presenta algunas propuestas que integran los saberes ancestrales de los pueblos indígenas en la toma de decisiones económicas que afectan al Amazonas.

    Así, por ejemplo, los capítulos presentados por Julián Tole Martínez, Paula Lancheros Sánchez, Maríadelmar Isaza Pérez; Piedad Martín, Felipe Dall’Orsoletta, Juan Carlos Duque, María Candela Zaffiro; como por Luis Cayón, Manuela Losada Chavarro; Daniela Pinzón Perdomo y Camila Ramírez Preciado, desarrollan propuestas de bioeconomía basadas en las prácticas ancestrales para la producción sostenible y sustentable, como: la chagra, la cosmoproducción o la sustitución de cultivos con la semilla Sacha Inchi, que se apartan de la tradicional idea de explotación de recursos naturales del capitalismo occidental y acogen las alternativas de desarrollo local que favorecen la conexión de los pueblos indígenas con el territorio. Adicionalmente, autores como Douglas Molina Orjuela y Carolina Montes Cortés proponen herramientas para la gobernanza de los recursos de la región amazónica, como los bosques, el agua y el manejo de los residuos, que permitan la participación de los pueblos indígenas en las decisiones que los afectan, para garantizar la gestión sostenible del territorio, la protección de sus derechos y la redistribución de los beneficios que deriven de las actividades económicas realizadas en la Amazonía. Para finalizar este apartado, Felipe Calderón Valencia, Manuela Escobar Sierra y Luisa Fernanda Arenas Hernández ponen de presente la importancia de los líderes y defensores ambientales de la Amazonía en Colombia, así como la violencia y persecución sistemática contra ellos, indicando la necesidad de acción gubernamental para controlar la deforestación y proveer mayores niveles de protección a estos grupos.

    La segunda parte del libro se denomina Problemas de las actividades económicas en la Amazonía colombiana y brasileña, en la que los autores hacen visibles las situaciones que aquejan a la selva amazónica y las comunidades étnicas asentadas en el territorio. De esta forma, presentan la dicotomía del desarrollo que oscila entre la explotación de los recursos naturales en respuesta a las leyes de oferta y demanda de los mercados y la tendencia en aumento del desarrollo sostenible que propende por la conservación del medioambiente, haciendo un llamado de atención a los gobiernos, empresas y la población civil en general para que tomen conciencia de los efectos del extractivismo en el bioma y ejerzan acciones tendientes a remediar los daños ocasionados. En esta línea, Carlos Zárate Botía, Silvia Maria da Silveira Loureiro y Marcela Pacífico Michiles realizan un balance histórico y actual de la relación entre las actividades extractivistas, la respuesta de los Estados y las consecuencias en el territorio y la población indígena brasileña y colombiana. En sus escritos, consideran que el modelo económico actual replica las prácticas del colonialismo y propicia las actividades de minería legal e ilegal que generan impactos negativos en la naturaleza, dando lugar a la crisis ecológica contemporánea, al tiempo que cercenan las culturas de los pueblos indígenas que tienen conexiones ancestrales con el territorio.

    Por otro lado, Fernanda Frizzo Bragato, Jania Maria Lopes Saldanha y Alex Sandro da Silveira Filho consideran que industrias como la ganadera tienen gran incidencia en la deforestación ilegal, destrucción de zonas indígenas y trabajo esclavo en escenarios de criminalidad y graves violaciones a los derechos humanos. También, Manoela Carneiro Roland, Lauren Canuto Vianna de Almeida y Maria Fernanda Campos Goretti de Carvalho consideran que Estados como el brasileño han sufrido sistemáticos retrocesos en términos de derechos humanos a raíz del neoliberalismo que gobierna las decisiones de los agentes estatales, quienes en aras del desarrollo toman decisiones que favorecen el extractivismo y sacrifican los derechos humanos de los pueblos indígenas como ocurre en tiempos actuales con la pandemia por Covid-19.

    En suma, con los aportes de cada uno de los autores se pretende hacer visible los problemas de la región amazónica, que hoy más que nunca en su historia es un territorio de salvajes que explotan la naturaleza y a sus pueblos indígenas sin medida ni limite. Precisamente, el objetivo de esta obra, hecha a varias manos, es ser la voz acallada de quienes no han sido escuchados: la naturaleza y los pueblos indígenas, no solamente para que su mensaje de conservación y desarrollo sostenible llegue a los gobiernos, las empresas, la academia y, en general, a la sociedad civil. Además, tiene el propósito de aportar en el cambio del histórico apartheid de los pueblos indígenas de la Amazonía, que siguen en una lucha al interior de cada uno de los Estados de la región por el reconocimiento de su identidad, sus derechos, etc., no les resulta fácil enfrentar día tras día a políticas de gobierno extractivistas que benefician la inversión extranjera y la explotación económica de sus territorios ancestrales, muchas veces sin su consentimiento o, con suerte, con el agotamiento formal de la consulta previa; luchar contra las actividades económicas subterráneas, como el cultivo de drogas ilícitas, la minería ilegal, la tala ilegal, etc., parece que no tiene fin; la colonización por campesinos y otros agentes económicos de su territorio no tiene frontera, pese a declarar una reserva indígena o natural.

    A pesar de las dificultades mencionadas, las voces de la Amazonía deben ser escuchadas, pues son la esperanza para lograr el equilibrio entre las necesidades de los seres humanos y de la naturaleza. Este mensaje tiene mayor importancia en el actual contexto de la pandemia generada por Covid-19, que se convierte en una parada obligatoria en el fatal camino que ha llevado a la humanidad a un punto de no retorno en los problemas ambientales que afligen al planeta, que hasta el momento muchas sociedades y líderes mundiales no creen.

    Julián Tole Martínez

    Director del Observatorio Latinoamericano de Derechos Humanos y Empresas

    Universidad Externado de Colombia

    PRIMERA PARTE

    EFECTOS DE LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS EN LA AMAZONÍA: PROPUESTAS PARA UN MODELO DE DESARROLLO SOSTENIBLE

    CAPÍTULO 1

    JULIÁN TOLE MARTÍNEZ*

    PAULA LANCHEROS SÁNCHEZ

    MARÍADELMAR ISAZA PÉREZ**

    Saberes ancestrales de los pueblos amazónicos, un reflejo de la economía del tercer camino: la chagra como una propuesta de bioeconomía

    RESUMEN:

    Aún hoy, la sociedad occidental mantiene en su cosmovisión la idea de que los pueblos indígenas son salvajes. Entender que estos pueblos se encuentran estrechamente vinculados al medioambiente en el cual habitan y que sus actividades tradicionales son un mecanismo esencial de protección y conservación no ha sido una tarea fácil. Precisamente por ello, el presente artículo presenta una práctica agro-sustentable llamada la chagrachagra, que es llevada a cabo por diversas comunidades indígenas de la cuenca amazónica, y cuya materialización tiene trascendencia desde el punto de vista cultural, espiritual y económico. Esta práctica agrosustentable se presenta como una alternativa de bioeconomía, es decir, un modelo de actividad productiva que durante muchas generaciones han acumulado conocimientos científicos tradicionales holísticos de sus tierras, sus recursos naturales y el medioambiente, lo que significa deconstruir el paradigma del modelo de economía de mercado por una Economía del Tercer Camino para el bioma amazónico.

    PALABRAS CLAVE:

    Amazonía; Bioeconomía; La chagra; Medioambiente; Pueblos Indígenas; Saberes ancestrales; Agricultura; Antropología; Desarrollo sostenible.

    Ancestral Knowledge of the Amazon People as a reflect of the third way economy: The chagra as a Proposal of Bioeconomy

    ABSTRACT:

    Even today, western society maintains in its worldview the idea that indigenous peoples are savages. Hence, it has not been an easy task to understand that these peoples are tightly linked to the environment in which they live and that their traditional activities are an essential mechanism of protection and conservation. Precisely for this reason, this article presents an agro-sustainable practice called la chagra, which is carried out by various indigenous communities in the Amazon basin, and whose materialization has significance from a cultural, spiritual, and economic point of view. This agro-sustainable practice is presented as a bioeconomy alternative, that is, a model of productive activity that for many generations has accumulated holistic traditional scientific knowledge of its lands, its natural resources and the environment, which means deconstructing the paradigm of market economy model for a Third Way Economy for the Amazon biome.

    KEYWORDS:

    The Amazon; Bioeconomy; The chagra; Environment; Indigenous Communities; Ancestral Knowledge; Agriculture; Anthropology; Sustainable Development.

    INTRODUCCIÓN***

    La Amazonía durante mucho tiempo, como lo sugirió Da Cunha, ha sido un territorio sin historia¹, sin voz, donde solamente prevalecía la barbarie², a tal punto que desde finales del siglo XIX y gran parte del siglo XX obras literarias, como la célebre La Vorágine de 1924 y otras novelas de la selva, eran leídas como fábulas, o, en el mejor de los casos, como una gran metáfora de la selva devoradora³. Los pocos estudios existentes hasta la década de los sesenta, como el realizado por el antropólogo Steward, veían a la Amazonía como un territorio de involución cultural, debido a la escasa capacidad de la selva para sostener sociedades complejas⁴. Esta condición natural no solo negaba la historia de la Amazonía, también justificaba una visión de los pueblos indígenas como salvajes⁵. Es más, en palabras del profesor Ramírez, bajo la Constitución colombiana de 1886 se mantuvo un régimen de apartheid frente a los pueblos indígenas⁶, así se estableció en la Ley 89 de 1890, por la cual se determina la manera como deben ser gobernados los salvajes que se reduzcan a la vida civilizada, y expresamente señaló en su artículo 1, que: La legislación general de la República no regirá entre los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada por medio de Misiones. En consecuencia, el Gobierno, de acuerdo con la Autoridad eclesiástica, determinará la manera como esas incipientes sociedades deban ser gobernadas⁷.

    En la década de años sesenta, Brasil, Venezuela y Colombia, crearon una serie de políticas públicas para aumentar la población del territorio y para fomentar la explotación ganadera y agraria de las zonas cercanas a las carreteras del Amazonas. Por ejemplo, en 1967 el gobierno brasilero creó una zona franca en Manaos, en ese mismo año, en Colombia se estableció un régimen aduanero especial de Leticia (Decreto Ley 444 de 1967), con exención de impuestos que atrajo la inversión de numerosas ramas industriales, astilleros, distintas fábricas, entre otras. Así, llegó lo que Gámez en Venezuela⁸; Wesche en Brasil⁹; o Hecht y Cockburn en Colombia, entre otros, denominan colonización¹⁰, o lo que mal llama Borbély la llegada de la modernidad al corazón de Amazonas¹¹, justificado por el discurso oficial de la Amazonía como territorio vacío¹².

    Con estos precedentes, a finales de la década de los sesenta en América Latina, se inició nuevas visiones del territorio y los pueblos indígenas de la Amazonía, este movimiento etnográfico fue liderado por Gerardo Reichel-Dolmatof, Alicia Dussán de Reichel, Stefano Varesse, Charles Wagley, Eduardo Galvão, Darcy Ribeira, Roberto Cardoso de Oliveira, entre otros, que entiende a la Amazonía más allá del mundo natural o del medioambiente, pues, debe comprenderse la relación dinámica entre sociedad (especialmente, pueblos indígenas) y naturaleza, que no es ajena a la expansión de la civilización occidental.

    Posteriormente, en el imaginario de la sociedad globalizada, la región selvática del Amazonas fue identificada en el último lustro de la década de los ochenta con el mito del pulmón del planeta¹³, como idea que parte de su papel crucial para mantener controlados los niveles de dióxido de carbono de nuestro planeta, por tener la capacidad de contener entre 90 y 140 mil toneladas métricas de carbono a través de sus 6,7 millones de km cuadrados de bosque, lo que genera entre el 10 y el 20% del oxígeno en la atmósfera de la Tierra¹⁴. Además, como lo señala Lovejoy y Nobre, por garantizar la estabilidad del clima mundial¹⁵ que, según el informe Amazonía viva del Fondo Mundial para la Naturaleza (FMN) de 2016, el Amazonas controla el ciclo hídrico del hemisferio por ser una selva en donde concurren todos los afluentes que desembocan en el río amazonas, reconocido como aquel con mayor caudal a nivel mundial y por ser el hábitat del mayor número de especies de peces de agua dulce que representa entre el 15 al 20% del agua dulce de la tierra¹⁶. Sin olvidar que alberga el 25% de la biodiversidad reconocida, se estima que está cerca a las 6.000 especies de animales y 40.000 de plantas, por ello, la Amazonía es una sola unidad ecológica que no se puede conservar meramente con actividades a nivel nacional¹⁷. Otro aspecto fundamental se encuentra en los más de 350 grupos indígenas que habitan este territorio¹⁸, que se extienden a lo largo de países como Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Venezuela, Bolivia, Guyana, Guyana francesa y Surinam.

    Por su parte, en el territorio amazónico colombiano tiene una composición demográfica variada que incluye a colonos, campesinos, población urbana y, según el Sistema Nacional de Información Cultural (SINIC), habitan aproximadamente 37 pueblos indígenas distribuidos en los Departamentos del Putumayo con 12 pueblos indígenas, del Caquetá 16 pueblos Indígenas y del Amazonas 26 etnias o pueblos indígenas con una población estimada de 47.000 miembros; donde se destacan 14 familias lingüísticas como los Tukano, Arawak, Tikuna, Huitoto, Tupí, entre otros¹⁹. Estos saberes ancestrales son parte esencial del bioma amazónico, pues, el conjunto de sus tradiciones, conocimientos, autonomía y autodeterminación de su territorio, etc., han sido y siguen siendo instrumentos clave de protección y conservación del medioambiente. Esto significa, según la Corte Constitucional, en sentencia T-063 de 2019, que

    La población indígena se encuentra inescindiblemente ligada al medioambiente en el cual habita y desarrolla sus actividades tradicionales, relación que se caracteriza por el respeto y protección de la comunidad hacia este entorno y se refleja en prácticas que se han ido trenzando en históricos conocimientos tradicionales. Estos saberes posibilitan la utilización racional y sostenible de los recursos naturales, así como la protección de la biodiversidad y, por consiguiente, las habilidades que han desarrollado respecto a la conservación, preservación y restauración del ambiente y los recursos naturales que lo conforman no pueden ser desestimadas y, por el contrario, deben protegerse como una herramienta fundamental en procura del desarrollo sostenible²⁰.

    El territorio amazónico ancestral no solo es utilizado para mantener sus prácticas o conocimientos y su estatus como etnias, sino que para los pueblos indígenas es el vértice de su espiritualidad, que les permite conectarse con el medioambiente, o con la llamada por algunos pueblos Pachamama o Madre Tierra. Además, esta espiritualidad les permite desarrollar actividades económicas, como la siembra o la caza, que se caracteriza por el respeto y protección de la comunidad hacia este entorno. Así, los pueblos indígenas plantean cosmovisiones que hoy pueden incorporarse a como modelos económicos alternativos al paradigma de economía de mercado neoliberal, que son sostenibles y sustentables con el medioambiente y con la protección de los derechos de los pueblos indígenas, pues admite actividades económicas que se desarrollan en equilibrio entre la satisfacción de las necesidades y la protección a la Pachamama como fuente de vida.

    Históricamente, los daños ambientales del bioma son originados por las políticas soberanistas de ocupación del Amazonas en aras de conseguir un desarrollo, entendido como un crecimiento económico. Estas políticas inflexibles han generado un sistema de producción no sustentable, basado en la ganadería extensiva, en los megaproyectos de infraestructura, en la explotación de recursos minero-energéticos y en el monocultivo agroindustrial que se caracteriza, entre otras cosas, por adolecer de mecanismos representativos, pues evitan consultar a las comunidades o pueblos indígenas que habitan la región amazónica²¹.

    De ahí la importancia de presente artículo, que presenta una nueva perspectiva: la Economía del Tercer Camino, con la finalidad de deconstruir el enfoque de las actividades económicas en el bioma amazónico y, de esta manera, contribuir al cambio del camino que lleva al punto de no retorno del daño ambiental. El Tercer Camino se desarrolla, en este escrito, teóricamente a partir de la bioeconomía, que garantiza la protección y la conservación medioambiental del Amazonas mediante la incorporación de los saberes ancestrales a los procesos o actividades económicas, principalmente, se centra en un saber: la chagra, que considera a los alimentos como sagrados, en tanto que transforman el corazón y el pensamiento del ser humano. Asimismo, como se analizará más adelante, esta cosmovisión entiende que la chagra transforma el espíritu como una práctica agro-sustentable.

    1. DEL TERCER CAMINO A LA BIOECONOMÍA: UNA PROPUESTA PARA PROTEGER LOS DERECHOS DE LA NATURALEZA EN LA AMAZONÍA

    Para dar el primer paso hacia el Tercer Camino se debe entender que el fenómeno de la globalización y la economía de mercado ha exacerbado a la humanidad para que actúe de forma individualista, siempre apuntando a maximizar sus propios intereses a través de la producción y del consumo desenfrenado, sin importar las implicaciones que sus acciones tengan para otros individuos o su entorno socioambiental²². Esta dinámica de economía de mercado global, sin duda, repercute no solo en contra del medioambiente, también en contra del propio ser humano, pues, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los llamados servicios ecosistémicos se ven afectados al punto de no dar abasto para satisfacer su demanda global²³.

    En tal contexto, se hace inaplazable adoptar un nuevo paradigma ecocéntrico al interior de la sociedad global, que permita crear un sistema de valores centrado en la naturaleza y cuyo punto de llegada sea el reconocimiento de la naturaleza como sujeto de derechos²⁴, lo cual ha sido acogido en los sistemas constitucionales modernos, que tratan de buscar alternativas jurídicas para preparar a la humanidad frente a los efectos del cambio climático, desforestación del bosque tropical, extinción de especies y pérdida de biodiversidad, degradación del suelo, entre otras, que día a día la apremia. Estos efectos son especialmente graves en el bioma amazónico que, en el caso colombiano, pese a tener el 42,3% del área terrestre hace parte de la región amazónica²⁵, su uso y aprovechamiento por parte de los distintos grupos sociales (colonos, campesinos, desplazados de violencia, migrantes, etc.) que allí convergen no ha sido sostenible, en términos de protección y conservación. Esta afectación cada vez más incontrolada obedece a diferentes factores, como: el cambio en el uso del suelo y demás industrias como las madereras, caucheras y mineras²⁶; el conflicto armado, el crecimiento poblacional de colonos; la bonanza cocalera; entre otras, que han generado una transformación social y ambiental regresiva del bosque tropical más grande del mundo²⁷.

    Aquí cobra valor la economía del Tercer Camino que, según Mansour Mohammadian, tiene como finalidad transformar la dinámica del consumo de la sociedad capitalista²⁸, es decir, propone un nuevo paradigma que permita una reinversión del capital de los países, pero no en términos monetarios, sino de recursos naturales²⁹, lo que ha denominado capital natural.³⁰ El Tercer Camino nace como respuesta al capitalismo de la economía de mercado, que ha resultado insostenible a largo plazo en términos de protección y conservación del medioambiente. Basta con observar los resultados de la dinámica de producción y consumo masivo desde la revolución industrial que, no obstante, el incremento paulatino del uso de la tecnología y desarrollo económico, casi de manera proporcional aumentó la explotación indiscriminada de recursos naturales y el daño medioambiental, lo que deja en evidencia los excesos de una economía bajo el paradigma antropocentrista³¹ que de manera globalizada impera en el mundo contemporáneo.

    Más que una alternativa, la económica del Tercer Camino es una necesidad de establecer nuevas fronteras, culturas, prácticas o la manera de ser el homus econimicus, es decir, es un llamado a reflexionar sobre la profunda interdependencia que ata el destino de la humanidad con el de la naturaleza y los demás seres que la habitan. En Colombia, en el marco de la Constitución ecológica, esto significa, en palabras de la Corte Constitucional, que

    (…) El humano es un ser más en el planeta y depende del mundo natural, debiendo asumir las consecuencias de sus acciones. No se trata de un ejercicio ecológico a ultranza, sino de atender la realidad sociopolítica en la propensión por una transformación respetuosa con la naturaleza y sus componentes. Hay que aprender a tratar con ella de un modo respetuoso. La relación medioambiente y ser humano acogen significación por el vínculo de interdependencia que se predica de ellos³².

    Precisamente, atendiendo los mandatos de esta constitución verde, la economía del Tercer Camino se concreta en el denominado desarrollo sostenible del artículo 80, que de acuerdo con la jurisprudencia de la Corte Constitucional es interpretado como el modelo de desarrollo que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas propias³³. Esta noción de desarrollo se manifiesta en cuatro ámbitos:

    (i) la sostenibilidad ecológica, que exige que el desarrollo sea compatible con el mantenimiento de la diversidad biológica y los recursos biológicos, (ii) la sostenibilidad social, que pretende que el desarrollo eleve el control que la gente tiene sobre sus vidas y se mantenga la identidad de la comunidad, (iii) la sostenibilidad cultural, que exige que el desarrollo sea compatible con la cultura y los valores de los pueblos afectados, y (iv) la sostenibilidad económica, que pretende que el desarrollo sea económicamente eficiente y sea equitativo dentro y entre generaciones³⁴.

    La relación entre el Tercer Camino y el desarrollo sostenible se puede explicar desde la bioeconomía, como alternativa de producción en los distintos sectores económicos de la sociedad. Así, este modelo económico permite consolidar los esfuerzos por implementar estrategias transdisciplinarias de aprendizaje, incluyendo conocimientos culturales de la naturaleza³⁵, para conseguir un desarrollo sostenible que permita la transformación de la sociedad y, al mismo, del uso y aprovechamiento del medioambiente. En últimas, la bioeconomía se enfoca imitar o seguir los patrones de la misma naturaleza, que permiten aplicar principios y procesos biológicos en cualquier actividad económica sin destruir las condiciones necesarias para la regeneración y sostenibilidad del medioambiente³⁶.

    Claro está, aplicar la bioeconomía no significa necesariamente que se tengan que detener los procesos de producción o la velocidad de crecimiento económico; más bien, permite que las actividades y agentes económicos actúen respetando los límites del crecimiento desenfrenado, concretamente, límites ético-sociales y biofísicos.³⁷ Respetar estos límites, en palabras del profesor Mohammadian, significa actuar con racionalidad bioeconómica, es decir, transformar o cambiar en la consciencia social, que desde la perspectiva de la economía del Tercer Camino buscar sustituir nociones neoclásicas como agente económico, por individuos sensibles a problemas sociales. Es más, se propone abandonar paulatinamente la cultura de la posesión y la propiedad para hacer tránsito a la llamada sharing culture, o del cuidado de lo común, a través de la racionalización del consumo, la conservación y la inversión en nuevas tecnologías como las fuentes de energía renovable, etc.³⁸.

    La bioeconomía hace referencia a un modelo que es inseparable de su entorno, que actúa como una herramienta de cambios y retos del mismo sistema biológico³⁹ y que se ha transformado con el surgimiento de la biotecnología y estudios de la biología⁴⁰. En este sentido, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) considera que existe un valor agregado en este modelo económico, en especial, al incorporar los principios de cooperación, confianza y justicia, que permiten conseguir un crecimiento económico, sin que exista un detrimento en los recursos⁴¹. Así, se convierte en una alternativa de desarrollo sostenible y se presenta como una solución para afrontar los desafíos económicos y ambientales a los que se ve abocado el mundo actualmente, en tanto se erige en dos criterios para optimizar el uso de recursos con base biológica: i) la satisfacción de la demanda de productos de calidad y ii) la búsqueda del máximo beneficio económico, social y ecológico, respecto de los recursos restantes⁴².

    De acuerdo con los postulados de la economía del Tercer Camino, cuando un Estado o una sociedad establece e implementa un modelo de equilibrio bioeconómico se logra una ruptura del paradigma antropocéntrico, para construir uno nuevo: biocéntrico, que reconoce y respeta los seres vivos⁴³, en palabras de la Corte Constitucional, dignos de "protegerse per se y no, simplemente, porque sean útiles o necesarios para el desarrollo de la vida humana"⁴⁴.

    En este punto, vale la pena preguntar cómo recorrer el sendero hacia la economía del Tercer Camino en la selva Amazónica, cuando día a día se vislumbra un panorama lleno de retos y problemáticas económicas, sociales y políticas⁴⁵. El primer paso, nada sencillo de dar, ocurre cuando se cambia la conciencia o cultural social de quienes habitan o toman decisiones sobre el bioma amazónico, es decir, se trata de transformar al Estado en sus funciones de regulador y ejecutor de políticas públicas, además, de construir la cultura empresarial o de cualquier actividad económica en el Amazonas que, según Pinilla, desde lo institucional, lo privado y lo comunitario se debe convocar localmente un gran esfuerzo social y económico hacia el apoderamiento y autodeterminación de la región (…) que logre estructurar planes propios y sostenibles de desarrollo acordes con la selva y sus culturas⁴⁶.

    Desafortunadamente, son múltiples las causas por las cuales los esfuerzos de conservación y protección de la Amazonía han resultado infructuosos como, por ejemplo, las dificultades de coordinación interinstitucional entre las autoridades locales y nacionales; aumento de actividades económicas ilegales con fuerte impacto en el bioma; las debilidades financieras y jurídicas en la integración regional de los países amazónicos (como el Tratado de Cooperación Amazónica-TCA)⁴⁷; presencia de megaproyecto de infraestructura no consultado con las comunidades indígenas; no existe un límite a la frontera agrícola y ganadera extensiva; el diseño de políticas públicas de protección poco participativo; la ayuda de la comunidad internacional con agendas diseñadas fuera del contexto amazónico, etc. A pesar de esto, la mayoría de países amazónicos vienen dando pequeños pasos hacia la implementación de un modelo bioeconómico, a partir del reconocimiento constitucional del derecho a gozar de un medioambiente sano y su protección legal⁴⁸. Claro está, ha sido por vía jurisprudencial⁴⁹ que se ha reconocido a la naturaleza como un sujeto de derechos que se protege per se, es decir, se exalta su valor inherente, refiriéndose a los ecosistemas en general, la biosfera y la tierra⁵⁰; además, se reconoce el vínculo que existe entre cultura y naturaleza, para lograr la conservación de la biodiversidad, evolucionando hacia una visión ecocéntrica.

    La escena internacional, igualmente, participa de este Tercer Camino. Así, organizaciones internacionales como la Comunidad Andina de Naciones-CAN y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe-CEPAL⁵¹ impulsan la adopción de modelos de desarrollo sostenible⁵² en la ejecución de actividades económicas al interior del bioma amazónico, como alternativa para su conservación. Del mismo modo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-CIDH y su mecanismo de protección ha resuelto controversias contra países amazónicos, por la construcción de megaproyectos de infraestructura que generan afectaciones medioambientales, como es el caso de la represa Belo Monte contra el Estado de Brasil⁵³, o en caso de la comunidad de Oroya contra el Estado de Perú⁵⁴, entre otras. Empero, hasta el momento el sistema interamericano no ha realizado un pronunciamiento concreto respecto del bioma amazónico: se ha limitado a evidenciar las amenazas a las que se enfrenta la naturaleza y el derecho al medioambiente, entendiéndolo como un derecho autónomo⁵⁵. A través de este, se protege a los demás organismos con quienes se comparte el planeta, como intereses jurídicos en sí mismos y no solamente por su conexidad con la utilidad para el ser humano o por los efectos que su degradación podría causar en otros derechos de las personas⁵⁶.

    2. LOS SABERES ANCESTRALES DE LOS PUEBLOS AMAZÓNICOS Y SU IMPORTANCIA PARA LA ECONOMÍA DEL TERCER CAMINO

    La complejidad de las problemáticas ambientales por la que atraviesa el bioma amazónico exige buscar soluciones, alternativas que mitiguen o eviten las afectaciones al medioambiente y, en general, los derechos de la naturaleza. Entre estas soluciones, se propone implementar los saberes ancestrales de pueblos indígenas desde una perspectiva bioeconómica que permite alcanzar los postulados constitucionales del desarrollo sostenible de un territorio amazónico que, en el caso colombiano, habitan 62 de los 85 pueblos indígenas identificados en este país, dentro de los cuales se destacan los pueblos Tukano, Arawak, Tikuna, Uitoto, Tupí, etc. En Colombia, es posible determinar tres grupos socioculturales diferentes, de acuerdo con el área en la que se ubican: i) aquellos que se encuentran en las áreas de selva húmeda del piedemonte y andes amazónicos; ii) los que habitan áreas de selva húmeda de llanura amazónica – los cuales se distribuyen a lo largo del curso de los ríos Caquetá y Putumayo–, y iii) los que se ubican por el trapecio amazónico⁵⁷.

    Los saberes ancestrales amazónicos se definen como aquellos que proceden de los pueblos indígenas a partir de su acumulación dinámica, patrimonio colecto, un sistema organizado de investigación y descubrimiento, con experiencias milenarias de practicar, mirar, aprender, probar, asumir y transformar esa realidad⁵⁸. Así, el primer elemento básico de los saberes es que se encuentran determinados por el patrimonio colectivo de estos pueblos, que difieren de los conocimientos científicos de la sociedad occidental⁵⁹. En palabras de la Unesco, forman un sistema cognitivo en el que no solo los conocimientos, prácticas y representaciones desarrolladas por las comunidades en interacción con la naturaleza son importantes, sino que también lo son la lengua, el apego a un lugar, la espiritualidad y la visión del mundo⁶⁰.

    Segundo elemento, tal vez el más difícil de conservar, de los saberes ancestrales es que su conocimiento, práctica o tradición no están definidos por procesos de colonización, urbanización y modernización. Tercero, los saberes ancestrales son esenciales en la vida cotidiana de las personas o del pueblo, es decir, su supervivencia depende de ellos, puesto que se manifiestan en, términos occidentales, seguridad alimentaria, desarrollo agrícola, tratamientos medicinales, entre otros.⁶¹ Cuarto elemento, según Salgado et al., que la transmisión del saber ancestral se da en un 65% por vía oral⁶², y el porcentaje restante ocurre con la observación (niños y jóvenes aprenden viendo a sus mayores). Quinto elemento, el conjunto de saberes ancestrales es dinámico, sus costumbres, prácticas y tradiciones se encuentran en constante evolución, dado que el saber ancestral se transmite con variaciones, a partir de aportes progresivos y nuevos elementos culturales, que generan la transformación de los modos de representación, sin que esto signifique la alteración de la esencia de estos⁶³.

    De acuerdo con Mora, históricamente ha existido un diálogo y trasferencia entre saberes ancestrales y el conocimiento occidental; tan solo un ejemplo es en ámbito de la medicina, que en muchos casos la base es el saber curativo ancestral de pueblos indígenas, que han contribuido con sus propias ideas y agentes para tratar las enfermedades⁶⁴. En ámbitos diferentes a la medicina, se han evidenciado otras contribuciones en lo referente al manejo y mejoramiento de la biodiversidad de la selva con técnicas de agricultura de pequeña escala con patrones de caza y pesca⁶⁵. Sus conocimientos sobre el clima, los astros, el agua, la tierra y los ciclos de los nutrientes han llevado a estas comunidades a encontrar formas de organización social y a establecer modelos de manejo ambiental dirigidos a la regeneración propia del ecosistema, como en el caso de la chagra⁶⁶.

    Empero, este diálogo o trasferencia es muy poco reconocido por la cosmovisión occidental, peor aún, todavía se percibe a las comunidades indígenas como salvajes, lo que legitima la discriminación, extinción o, con suerte, civilizarlos, bajo la concepción errada de la ausencia de valor de sus saberes⁶⁷. La indolencia occidental ignora o menosprecia una concepción del cosmos, los espíritus y la madre tierra desde diferentes perspectivas, ya que los saberes ancestrales tienen el objetivo de crear un camino de interrelación a través de la armonía, el equilibrio y la solidaridad. Por fortuna, en las últimas décadas los saberes ancestrales, poco a poco, han logrado tener una protección jurídica internacional y nacional⁶⁸. Así, por ejemplo, el artículo 8, literal j, del Convenio sobre Diversidad Biológica de 1992 ordena que el Estado signatario, con arreglo a su legislación nacional respetará, preservará y mantendrá los conocimientos, las innovaciones y las prácticas de las comunidades indígenas y locales que entrañen estilos tradicionales de vida pertinentes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica y promoverá su aplicación más amplia. Adicionalmente, en el numeral 4, artículo 7 del Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes de 1989, la Organización Internacional del Trabajo-OIT señala que Los gobiernos deberán tomar medidas, en cooperación con los pueblos interesados, para proteger y preservar el medioambiente de los territorios que habitan.

    Bajo este marco internacional, según De La Cruz et al., algunos Estados protegen de forma equivocada los saberes ancestrales asignándoles el carácter de patrimonio intelectual de los pueblos indígenas, reconocen derechos al titular como creador ancestral y colectivo⁶⁹. Una protección mediante mecanismos de propiedad intelectual, tales como patentes, marcas e indicaciones geográficas, como se realiza en la Decisión 486 de 2000 de la Comunidad Andina de Naciones-CAN, en palabras de Muñoz Rojas et al. es inadecuada en el caso de comunidades indígenas, ya que (…) el conocimiento no se produce en términos de procesos lógicos o creativos individuales de cierto grado de abstracción, sino en términos sociales y colectivos⁷⁰.

    Otros Estados reconocen los saberes ancestrales como derecho fundamental, entendiendo que hace parte de la cultura misma de la comunidad. Para proteger este derecho, se establece una conexidad inescindible con el catálogo de prerrogativas de los pueblos indígenas que no es cerrado, ya que se encuentra el derecho a la subsistencia, el derecho a la integridad étnica, cultural, social y económica, el derecho a la propiedad de tierra comunitaria como parte esencial de su cosmovisión multicultural, derecho de autodeterminación, entre otros derechos reconocidos a estas comunidades⁷¹. En el caso colombiano, pese a que la Corte Constitucional no ha establecido una línea jurisprudencial clara de protección dirigida específicamente a los saberes ancestrales, en diferentes pronunciamientos, entre ellos la Sentencia T-477 de 2012, ha considerado fundamental para mantener la cosmovisión e integridad de los pueblos la protección de los saberes ancestrales. Es allí, donde el juez constitucional establece que el saber ancestral (…) hace parte de la identidad cultural de las comunidades étnicas y es la manifestación del patrimonio cultural intangible, que debe ser protegido en aras de promover la identidad cultural⁷².

    Para entender las formas indígenas de comprensión del mundo y sus formas de vida, según Muñoz Rojas et al., la Corte Constitucional en sentencia SU-039 de 1997 encuentra tres elementos: i) la colectividad, como un vínculo entre los miembros que se reafirma mediante creencias comunes, lenguas y costumbres; ii) la tierra, entendida como el vínculo a través del cual se garantiza no solo el desarrollo del pueblo, sino que se mantiene la supervivencia de este; y iii) la visión holística del mundo, como análisis del ser en conjunto con el medio que lo rodea⁷³. En definitiva, la complejidad de garantizar los saberes ancestrales se encuentra en el cumplimiento de la obligación de protección por los Estados y en el deber de respetarlos por cualquier actividad socio-económica que tenga incidencia en su territorio o su modo de vida.⁷⁴

    3. LA CHAGRA COMO SABER ANCESTRAL: APORTES A LA ECONOMÍA DEL TERCER CAMINO

    La mejor manera para recorrer los saberes ancestrales es a través de una práctica estrechamente vinculada con el derecho que tienen a poseer su propio territorio y a tener su propia vida económica: la chagra, como práctica ancestral que representa la mitología de los pueblos indígenas se simboliza en el árbol de la abundancia⁷⁵ y se materializa de manera diferente en cada comunidad, dependiendo de su cosmovisión. Desde la cosmovisión occidental, es una práctica que guarda estrecha relación con el desarrollo sostenible, esto es, la prestación de servicios ambientales y culturales, que ofrecen seguridad alimentaria, pues se trata de un sistema agroforestal dinámico con largos periodos de utilización, basado en tecnologías sustentables y sostenibles adaptadas a la selva amazónica⁷⁶. Su valor, desde una visión occidental de mercado, se encuentra en la conformación de un banco genético que se sustentado sobre los saberes tradicionales relacionados con el calendario, condiciones climáticas, hidrológicas, culturales, especies, etc., lo cual hace que se utilice la tierra de manera sostenible y sustentable⁷⁷.

    Ahora bien, la importancia de la chagra practicada por los pueblos indígenas de la Amazonía radica en varios aspectos: primero, en que es su fuente de sustento, pues, representa un lugar de cultivo en el que se siembra todo lo que es utilizado para vivir, inclusive plantas medicinales⁷⁸; segundo, esta práctica se construye en la relación que la comunidad establece con la naturaleza antes de llevarla a cabo, pues entienden que la Pachamama es un igual, un individuo no humano que merece respeto y que gracias a ella tienen una fuente de sustento. Por este motivo, según Carrisoza et al., es necesario contar con la mediación de un chamán, se trata de una negociación entre este y los dueños espirituales del área que escogen⁷⁹; tercero, la chagra es entendida por los pueblos amazónicos como el reflejo de las vivencias del hombre y las historias ancestrales de la mujer. Así, el conocimiento del hombre es la madre y el conocimiento de la mujer es el padre, lo que permite que no existan contradicciones de saberes. Por el contrario, representa la esencia de los pueblos amazónicos, que ayudan a conocer el bien y el mal para poder vivir en equilibrio consigo mismo y con todo el entorno que los rodea⁸⁰.

    En este punto, vale la pena tratar de entender cómo se realiza este saber ancestral. El primer paso, esta práctica agrícola es realizado por los hombres y las mujeres. Por un lado, los hombres tienen a su cargo el manejo de algunos cultivos como la coca y el tabaco, cuidan los rastrojos y frutales, cazan, pescan y recolectan productos del bosque y, por otro, las mujeres tienen conocimientos del espacio de fertilidad que la chagra representa para ellas, de las plantas y productos cultivados⁸¹.

    El segundo paso, la chagra inicia con la tumba del bosque o rastrojo y al cabo de uno o dos meses se quema la vegetación para poder realizar los cultivos, que pueden ser de dos tipos de cosechas: una principal, se da durante el periodo seco del año que es de diciembre a marzo y en los veranos siguientes, se realiza la cosecha de la mayoría de los frutales y las cosechas. En cuanto a las cosechas secundarias, son dos o tres realizadas en el periodo de lluvias que se tiene entre marzo y julio.

    CUADRO 1.

    EL AGROECOSISTEMA CHAGRA EN LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN LA AMAZONÍA

    CUADRO 1. EL AGROECOSISTEMA CHAGRA EN LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN LA AMAZONÍA

    Fuente: Cabrera Tejada, E., El agroecosistema chagra entre los indígenas en la Amazonía.

    En el tercer paso de la chagra existen dos clases de cultivos: unos, perennes o frutales, que dependen de la descomposición lenta de los grandes troncos y raíces de la tumba del bosque y, además, están relacionados con los ciclos hídricos; otros son los cultivos transitorios, que reciben los nutrientes requeridos de la quema y de las hogueras realizadas, se crean durante tiempos cortos y permanecen durante el tiempo de producción de los perennes o frutales. En estos últimos, la chagra solo va a ser utilizada durante un lapso de dos años como máximo; luego, se abandonará de manera parcial y se continuará con los cultivos perennes o frutales, los cuales van a ser dedicados durante un largo tiempo que puede ser de dos a veinte años⁸².

    Un cuarto y último paso, ocurre una vez se haya

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