LA EMERGENCIA CLIMÁTICA
HACE UN AÑO, el mundo occidental se puso en cuarentena por la pandemia del SARS-COV-2 o “Coronavirus”, también llamada Covid-19. Pensamos, con optimismo, que pasaría pronto. Nos alegramos incluso de ver en las noticias cómo algunas de las ciudades más contaminadas del mundo comenzaban a verse más claras en las fotografías espaciales tomadas por la NASA (como sucedió con la propia Wuhan, en China, zona cero de la epidemia). El cese de un porcentaje muy importante de actividades trajo un respiro al planeta.
En medio de una economía mundial que colapsó y que sigue sin recuperarse a pesar de los esfuerzos por adaptarla a la “nueva normalidad” y al protagonismo del e-commerce como modelo de negocio, las decisiones se inclinaron hacia el futuro (inmediato e inminente) y las preguntas surgieron: ¿cómo evitamos la próxima pandemia? La respuesta podría estar en de qué manera cambiar dos siglos de hábitos industriales frente a una humanidad desbocada en los consumos de contaminantes y residuos peligrosos.
LLEGÓ LA HORA VERDE, AHORA SÍ, DE VERDAD...
¿Sopa de murciélago? Fue una de las primeras hipótesis científicas sobre la aparición del SARS-COV-2 que permanece. No se define aún si fue, en efecto, un murciélago o el pangolín chino (un mamífero de la familia Manidae), pero en las investigaciones de principios de este 2021 cobra fuerza la tesis del primero. Debemos entender que en las culturas asiáticas este animal es visto como un “platillo exótico”; en Tailandia, por ejemplo, la sopa de carne de murciélago se sirve en restaurantes de lujo y, en teoría, para muchos no significaba un riesgo.
Europa Press, citando
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