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Señalar un naufragio
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Libro electrónico137 páginas2 horas

Señalar un naufragio

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Curioso experimento narrativo en el que se nos cuenta un viaje mental de 187 horas al pasado, a la memoria, en busca del recuerdo de la mujer amada y perdida, en busca de la madre víctima. Un diálogo interior de un personaje al borde de la muerte que bucea entre sus recuerdos para encontrar el último asidero posible a la vida. Con una prosa poética contundente y florida y un sentido narrativo de gran calado, Marisol Torres nos entrega esta historia que no deja indiferente a quien se adentra en ella.idden /title /head body center h1 403 Forbidden /h1 /center /body /html
IdiomaEspañol
EditorialSAGA Egmont
Fecha de lanzamiento6 mar 2023
ISBN9788728396056
Señalar un naufragio

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    Señalar un naufragio - Marisol Torres

    Señalar un naufragio

    Copyright © 2017, 2023 Marisol Torres and SAGA Egmont

    All rights reserved

    ISBN: 9788728396056

    1st ebook edition

    Format: EPUB 3.0

    No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

    www.sagaegmont.com

    Saga is a subsidiary of Egmont. Egmont is Denmark’s largest media company and fully owned by the Egmont Foundation, which donates almost 13,4 million euros annually to children in difficult circumstances.

    Prólogo

    Presentar la ambiciosa novela de Marisol Torres con título de cuadro me parece un atrevimiento, pero, dado que nos pertenecemos en los afectos, no puedo negarme.

    Marisol Torres Galán nació en Navaltoril, en los Montes de Toledo estudiados en la infancia, donde, según sus propias palabras, creció afilando la puntería con el tirachinas y coleccionando mariposas. De su abuela paterna se quedó con el gusto por los libros y la autoridad para pensarse como una cuentista. Escribir siempre ha sido una pasión, una pulsión, un vicio, como ella misma cuenta, pero la realidad es que su pasión es la vida y su escritura el lugar que la refleja. El talento es exhibicionista y si hay una auténtica pasión por vivir, es importante saber contarlo y en el caso de Torres, lo sabe contar muy bien.

    Después de los Montes de Toledo, además de terminar la carrera de Derecho y trabajar durante largos años en logística, de la boda y de los hijos, de la separación y de los desamores, el cambio provoca que se conforme un relato poético a partir de la propia biografía, que es de donde sale la buena poesía. Del año 2010 al año 2016 son siete poemarios llenos de pasión, amor y amistad en el más amplio sentido del significado de estas palabras. Y son años en los que el cambio vital lleva a plantear otro imaginario en el que comparte la vida con su gente y que actualmente en la Librería-Café El Dinosaurio todavía estaba allí, café que la autora regenta en Lavapiés, ha encontrado el lugar donde se cruzan los mundos de la poesía, la música, las cuerdas, los libros, los amores, las dichas y las desdichas de todos aquellos y aquellas que compartimos la misma pasión por la vida que Marisol Torres.

    Cabotaje y Los años del coma son sus primeras novelas, donde la búsqueda es algo presente. En esta nueva novela, Señalar un naufragio, a pesar de parecer solo una novela, va a incorporar otro tipo de relato al posicionarse en la reflexión sobre la búsqueda de la libertad. Es donde aparece la madurez del discurso de todo lo trabajado, vivido y construido los años de tránsito de la vida en la logística a la vida en la creación y la escritura. En esta última novela, a través de sus personajes, Torres genera un monólogo/diálogo/conversación sobre el erotismo, el sexo, el deseo, las dudas, la traición, el desamor, la desesperación de la perdida, la desesperanza, la desconfianza, los secretos, la memoria, los sueños, la angustia, la locura, el miedo, el terror, la muerte, el perdón... Todo ello en el mar y en la isla. En los lugares de nadie, abre muchos espacios para la reflexión.

    La capacidad de sobreponerse a la construcción social para ser y estar de mujer florero o de mujer cosa emprendiendo, a través de la escritura, una resignificación de la propia existencia, tomando posesión de la propia biografía y poniendo en marcha un proyecto de vida propio es un desafío que no todas las mujeres aceptan. Marisol Torres, asumiendo el privilegio de ser novelista, se dibuja en todos y todas los personajes de su novela y deja que la observemos. Es una de estas mujeres valientes, producto del siglo XX, que se han mirado lo construido y tienen objetivos de vida adecuados a su propio deseo que, incluyendo la elección del propio final, pasan por la introspección y por la narración de la autobiografía, por la elección entre la soledad o la desolación que da como resultado, escoger la primera, a través de la búsqueda de la independencia y de la autonomía emocional: Soltera por elección propia dice nada más empezar.

    Crear un personaje autodestructivo y coherente en su propia destrucción es algo irreal, hacer pasar esta autodestrucción por la recuperación de la imagen de Ella/Elia y dar como referencia un punto de partida cotidiano, que dota la búsqueda del final de credibilidad, es un ejercicio de equilibrio valiente e interesante. La rebeldía ante lo inevitable y el modo de abordar la desolación. La narración de la profunda tristeza de la posibilidad de ser sin el otro, sin la otra. El relato del primer amor, del reflejo de aquella misteriosa mujer que escribía mientras yo, desde el otro lado de la calle, no podía apartar mis ojos de ella. Escribía y pensaba. Yo miraba y soñaba. La descripción de una mujer ejerciendo una acción como sujeta de creación que marca la vida del protagonista a través de la mirada de Marisol Torres. En resumen, una novela que nos abre muchas puertas para asomarnos y mirar.

    Vamos a asistir al relato de 187 horas de tiempo para contar y para fondear en la memoria a la búsqueda del final. 187 horas recuperando la imagen de la mujer amada y deseada, del padre odiado y buscado, de la madre victima ¿de qué?, 187 horas de diálogo con quien hace de juez de la cordura mental, de diálogo con el interlocutor que tiene en su sabiduría el poder de diagnosticar lo que está bien y lo que está mal. Alguien a quien poder espetarle: Si yo no quiero seguir viviendo ¿a quién le importa?. 187 horas para asistir a la habilidad de ir tejiendo diálogos con unos y otras, monólogos, pensamientos hacía el afuera que se anuncian en el principio: Todo perfectamente organizado, precisión suiza en cada uno de los movimientos que me han traído hasta aquí; estarías orgulloso de mí.

    La niña que ve la incredulidad en los ojos de la gente mayor cuando ella cuenta historias porque va a aprender a escribir los cuentos familiares que se dicen al amor de la lumbre, la niña que se reinventaba esas historias las entreteje con la sensación de navegar y aprende a construir con las palabras. Aprende como cuando acometió el muro de ladrillos en su chalet en una mañana que los albañiles no vinieron. Y no supo trabar las hileras de ladrillos. Y ahí tomó conciencia: para que el muro se sostenga, para que se crean mis palabras, hay que trabarlas: en esta fila así, en la siguiente asá. Y como cemento el mar, la sensación de navegar a lo largo del relato, de 187 horas, de la memoria, de la vida. Para, finalmente, llegar al perdón.

    Torres toma contacto con otro tipo de relato contando la historia que hay detrás de la historia. El relato que hace de navegar la excusa para llegar a las emociones que provoca ese navegar. La historia que hay detrás de la película de amor. La historia del dolor, no sólo del protagonista, sino del dolor de todos y de todas, haciendo un ejercicio de introspección sobre todo aquello que nos causa el profundo dolor del desamor. Quizás lo más interesante de esta novela de Torres es que, en su proceso de análisis, trasciende la individualidad para analizar lo colectivo, para posar la mirada en las experiencias que todos y todas hayamos podido vivir y sentir en alguna ocasión.

    Pilar V. de foronda

    Artista e investigadora

    A mis tres Pilares, Pilar Aldea, Pilar Escamilla, Pilar V. de Foronda

    Quiero dedicar este libro a las mujeres importantes de mi vida:

    Alba, Albina, Adela, Ana, Alexandra, Alicia, Almudena, Andrea, Angeles, Ariadna, Aurora, Azu, Belén, Begoña, Carolina, Celia, Charo, Cirene, Cisca, Conchi, Cristina, Elia, Elvira, Emi, Emilia, Erica, Esther, Eusebia, Gema, Gioconda, Graciela, Guillermina, Helena, Inés, Inma, Irene, Isabel, Laura, Lidia, Lorena, Lucía, Luisa, Lydia, Maribel, Malena, Manuela, Mar, María, Maria Eugenia, Marian, Marina, Marisa, Marta, Maria Jesús, Natalia, Nati, Naya, Nicole, Nuria, Olga, Olvido, Pilar, Raquel, Rebeca, Reme, Rosi, Sandra, Sam, Susana, Silvia, Sofía, Tania, Teresa, Txusa, Virginia, Yaiza, Yanet, Yolanda.

    Hora 4

    Navegamos.

    El viento infla las velas y las pequeñas cuerdas de algodón rojas, las bailarinas me dicen que se llaman, van danzando al compás del viento. Como pececillos pegados al gran vientre del pez se mecen. Somos un pequeño pez en el azul.

    Solamente un poco, sólo un poquito de angustia cuando el barco escora y el agua salada y azul, blanco y espuma, salpica, moja y oscurece la madera que recubre la cubierta del barco. El agua entra como una tromba de espuma y mansamente va escurriendo, goteando por el borde, de vuelta al mar. Como nosotros, agua. De vuelta al agua.

    Ni te imaginas, Félix, que bien elegiste este viaje, qué acertado, qué emocionante pasar tus vacaciones en este pequeño velero. Todo perfectamente organizado, precisión suiza en cada uno de los movimientos para llegar hasta aquí: qué tren debía coger, plano desde la estación hasta el muelle, ubicación del barco en el puerto, fotografía del barco, el bar más próximo como punto de reunión, todo. Todo tan bien organizado que no ha hecho falta más que seguir todas tus indicaciones. He seguido los pasos que tú marcaste. Si no fuese porque no soy tú, porque este no es mi sitio, estarías orgulloso de mí.

    He conseguido llegar al puerto caminando desde la estación de tren después de una hora de angustia en el vagón, esquivando las miradas de los viajeros, ocultando mis ojos, los ojos de un traidor, un impostor sentado frente a la ventanilla en este tren al mar. Nadie me ha mirado, nadie ha notado mi angustia y mi temblor, nadie me ha detenido, nadie me ha devuelto al lugar al que pertenezco. O al que vosotros creéis que pertenezco. Yo sólo pertenezco al agua.

    Somos doce a bordo, eso ya lo sabes, este viaje lo contrataste tú. Doce completos desconocidos partiendo rumbo a unos días de mar y sol y pensamientos que vienen y van, como las olas. Siguiendo las instrucciones que tan bien preparaste, Félix, he llegado al muelle, he reconocido el barco y a los primeros que estaban allí con las maletas en el suelo mirando al cielo gris y ligeramente lluvioso. Un día que está muy lejos de ser el día perfecto para navegar.

    Al llegar, mientras todos esperábamos en el muelle a que el barco estuviese listo para zarpar, las presentaciones, yo me llamo tal y soy de allí, yo me llamo cual y vengo de acá... esas cosas absurdas que se dicen los desconocidos que tendrán que convivir, que sí o sí acabarán conociéndose un poco. He estado muy, pero que muy nervioso. Temía, te lo puedes imaginar, que alguno de los tripulantes me notase algo extraño, que me pidiesen la documentación y se descubriese que no soy quien debería ser y acabar detenido y llevado de vuelta a ese lugar horrible del que acabo de escapar. También he sentido la angustia del encuentro con todos esos desconocidos que me van a juzgar, me van a conocer. Durante unos instantes he estado a punto de entrar en pánico. Todo ha ido bien, Félix. Todo ha ido perfecto, tú has sabido hacerlo fácil. Soy un hombre de treinta y ocho años, alto y fuerte, nunca he pisado la cubierta de un barco, pero este

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