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En nombre del partido
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Libro electrónico52 páginas46 minutos

En nombre del partido

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La vida del camarada Faustin se complica cuando el Líder Carismático cuenta con él para hacerse cargo de un asunto delicado pero fundamental en el devenir del partido. Tras años de militancia durante los cuales ha sacrificado su salario, su tiempo y su libertad, llega el momento de demostrar qué está dispuesto a hacer en nombre del partido y de la gloria prometida.
Un relato sobre (in)fidelidades políticas y vitales cargado de humor y despropósitos. Una ficción tan ridícula en apariencia que solo puede esconder historias y miserias reales, esas de las que son capaces los políticos cuyo único objetivo es alcanzar el poder y no irse jamás.
IdiomaEspañol
Editorial2709 books
Fecha de lanzamiento9 dic 2015
ISBN9788494171178
En nombre del partido

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    En nombre del partido - Venance Konan

    El camarada Faustin estaba saliendo de la ducha cuando oyó que llamaban a la puerta de su habitación. Se ajustó bien la toalla alrededor de la cintura y entreabrió. Eran las camaradas Thérèse y Catherine. La primera era la secretaria adjunta de Organización del partido y la segunda, la vicepresidenta de la Organización de Mujeres. La camarada Thérèse era una de las amantes del primer secretario del partido, también llamado Líder Carismático o Cristo de Vava, y la camarada Catherine, la del secretario de Ideología. El camarada Faustin se sorprendió al verlas allí a esas horas de la noche. Ese día, el seminario había terminado tardísimo, después de las ocho. Estaba cansado y se había ido a su habitación en cuanto acabó la cena. Se disculpó, cerró la puerta y se puso deprisa unos pantalones y una camiseta. La volvió a abrir y las dos mujeres entraron. Él se sentó en la única silla que había en la habitación y ellas en la cama. La camarada Thérèse tomó la palabra.

    —No es nada importante, camarada. Solo venimos a pedirte un favor en nombre del partido.

    —Si es para el partido, no deberíamos llamarlo favor. Estamos todos a su disposición.

    La camarada Catherine carraspeó.

    —Se trata de algo delicado.

    El camarada Faustin se inclinó hacia delante, arqueando las cejas, para oír bien eso tan especial que venían a pedirle.

    —Veamos… —empezó la camarada Thérèse—. Como habrás visto, camarada, los debates han sido muy acalorados durante el seminario, algunos camaradas mantenían posturas muy tajantes. Pero necesitamos llegar a un consenso antes de salir de aquí, de ahí que a la camarada Léocadie se le haya asignado la labor de redactar la moción de síntesis que debe presentarnos mañana por la tarde.

    —Todo eso ya lo sé, camarada. ¿Cuál es el problema?

    —Pues que la camarada Léocadie está bloqueada.

    —Normal, eso le puede pasar a cualquiera. Lo que tiene que hacer es descansar esta noche, estoy seguro de que mañana se encontrará más inspirada para redactar la moción. Si necesita que le echen una mano, yo estoy dispuesto a ayudarla.

    Esta vez fue la camarada Thérèse quien se aclaró la voz.

    —Necesita que le hagas un favor esta noche.

    —Claro que sí, camaradas. Si quiere que trabajemos esta noche, no tengo inconveniente.

    La camarada Thérèse dudó un poco antes de soltarse a hablar.

    —Bueno, vamos allá. A la camarada Léocadie le gustas mucho y, como sabrás, ahora no hay ningún hombre en su vida y ha venido sin pareja al seminario. Tener que dormir sola durante tantas noches le está empezando a resultar difícil; como tú también has venido solo, ha pensado que podríais pasar la última noche juntos. Eso la ayudaría mucho a encontrar la inspiración necesaria para redactar la moción.

    El camarada Faustin se levantó de la silla.

    —A ver, camaradas, ¿cómo se os ocurre pedirme algo así?

    —Camarada Faustin, esta noche, el futuro del partido está en tus manos —contestó la camarada Thérèse.

    —Es el mismísimo Líder Carismático quien te pide el favor —añadió la camarada Catherine.

    —Piensa en todos los militantes y toda la masa campesina que espera esta moción de síntesis. Camarada, no solo está en juego el futuro de nuestro partido, el futuro del país está en tus manos.

    —Querrás decir en mis calzoncillos.

    —Dejémonos de vulgaridades, camarada. El problema es muy serio.

    —Pero ¿os dais cuenta de lo que me estáis pidiendo?

    —Solo te pedimos que te acuestes con la camarada Léocadie. ¿Tan desagradable te parece?

    —Salta a la vista. ¿La habéis mirado bien?

    —Es verdad que no tendría ninguna opción en un concurso de belleza, pero tampoco es ningún adefesio.

    El camarada Faustin se apoyó en la ventana y cerró los ojos.

    Siempre había sido un buen militante. Fue, incluso, uno de los primeros seguidores del Líder Carismático cuando se creó el partido, el único que existía de la oposición

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