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Las Crónicas Misteriosas: La Reunión Misteriosa
Las Crónicas Misteriosas: La Reunión Misteriosa
Las Crónicas Misteriosas: La Reunión Misteriosa
Libro electrónico158 páginas1 hora

Las Crónicas Misteriosas: La Reunión Misteriosa

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La Reunión Misteriosa es el primer libro de una serie de siete. La serie llevará el nombre de: Las Crónicas Misteriosas. La historia se desarrolla en una ciudad tranquila donde cinco jóvenes, aisladamente, buscan claves para descifrar misterios. La tranquilidad es interrumpida cuando una joven y su familia llegan a vivir a la ciudad. La joven tiene una forma de ver la vida completamente diferente. Con su carácter dinámico logra unir a los personajes y es aceptada como parte del grupo. Aceptaron reunirse y compartir sus intereses y discutir si eran comunes. A esa reunión le llamaron: La Reunión Misteriosa.
IdiomaEspañol
EditorialXlibris US
Fecha de lanzamiento17 may 2022
ISBN9781669823933
Las Crónicas Misteriosas: La Reunión Misteriosa
Autor

Luis A. Rodríguez

Luis A. Rodríguez es el autor de Las Crónicas Misteriosas – la Reunión Misteriosa. Nació y creció en un pequeño cantón llamado San José Montañita en el país más pequeño de América, El Salvador. Cuando comenzó el cuarto grado se trasladó a vivir con una hermana a una ciudad llamada Berlín. Desde hace cuarenta años reside en Milwaukee, Wisconsin, U.S.A. Su esposa Cristina es también de El Salvador. Su matrimonio fue bendecido con un hijo Luis, Jr. y una hija, Kelly. Ahora es orgullosamente abuelo de dos nietos, frutos del matrimonio de Luis, Jr. Después de graduarse como maestro de educación bilingüe de la Universidad de Milwaukee, Wisconsin, trabajó por veintiséis años en el sistema público de las escuelas de Milwaukee. Ahora en su retiro disfruta su tiempo con su familia, en el jardín, conociendo lugares y escribiendo poemas e historias.

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    Las Crónicas Misteriosas - Luis A. Rodríguez

    Copyright © 2022 por Luis A. Rodríguez.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Todos los personajes, nombres, incidentes, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia.

    Ilustraciones por: Kelly H. Rodríguez y Luis A. Rodríguez Jr.

    Fecha de revisión: 05/12/2022

    Xlibris

    1-888-795-4274

    www.Xlibris.com

    545779

    Índice

    Capítulo Número Uno

    La Ciudad

    Capítulo Número Dos

    La Bibliotecaria

    Capítulo Número Tres

    La Asistente

    Capítulo Número Cuatro

    El Encuentro

    Capítulo Número Cinco

    El Promotor

    Capítulo Número Seis

    La Conexión

    Capítulo Número Siete

    La Oportunidad

    Capítulo Número Ocho

    La Duda

    Capítulo Número Nueve

    La Prueba

    Capítulo Número Diez

    La Sorpresa

    Capítulo Número Once

    La Reacción

    Capítulo Número Doce

    La Reunión

    Capítulo Número Trece

    La Investigación

    Capítulo Número Catorce

    Kchristal

    Capítulo Número Quince

    La Emergencia

    Capítulo Número Dieciséis

    El Trance

    Capítulo Número Diecisiete

    La Visita

    Capítulo Número Dieciocho

    La Colección

    Capítulo Número Diecinueve

    La Preparación

    Capítulo Número Veinte

    El Maltrato

    Capítulo Número Veintiuno

    La Reunión Misteriosa

    Capítulo Número Veintidós

    El Reto

    Capítulo Número Veintitrés

    Los Últimos Detalles

    Este libro lo dedico a:

    Mi hija Kelly,

    quien me dio la inspiración.

    Mi hijo Luis Jr.,

    quien me dijo que todo era posible.

    Mi esposa Cristina,

    quien confió hasta el final.

    Los que conocían de mis sueños,

    que me brindaron palabras de aliento.

    Capítulo Número Uno

    La Ciudad

    La ciudad no era tan grande como aquellas en la cual se pueden encontrar varias universidades y un sin número de escuelas de secundaria. No, ésta no era así, pero era lo suficientemente grande y poblada para una universidad y tres escuelas de secundaria. Se encontraba en el centro del país y gozaba de un buen aspecto. Sus calles eran tranquilas y la mayoría de sus casas eran modernas. Una que otra se remontaba al siglo pasado. Se podía observar la diferencia por el material y el tipo de arquitectura. Pero, todas estaban en buen estado. Los edificios más grandes eran los de las iglesias con sus cúpulas imponentes y las torres gigantescas queriendo tocar el cielo. Tenía un bosque grande y hermoso casi en el centro de la ciudad. Por la ubicación, todos los habitantes de la ciudad tenían acceso a él. Las personas eran amables y como en toda ciudad, muy pocos se conocían bien entre sí. El clima se mantenía agradable casi todo el año, por lo que se celebraban muchas actividades al aire libre. Las actividades tenían como principal objetivo el de unir a las pequeñas comunidades y conocerse mejor. A pesar de que se repetían con frecuencia, los habitantes no eran personas abiertas y se concentraban en pequeños grupos. Grupos que eran los mismos una y otra vez. Se notaba la algarabía en todas las actividades y cualquiera que visitara la ciudad, por primera vez, se llevaría la falsa impresión que era una ciudad ejemplar. Otro aspecto importante era que los habitantes gozaban de una paz admirable. No había crímenes; los habitantes podían caminar a cualquier hora por las calles, aún cuando éstas estuvieran solitarias. Parecía que había una protección especial o que todos los habitantes habían firmado un tratado de paz.

    A pesar de que no todos se conocían muy bien, nadie se extrañaba de tal detalle, al contrario, dicho aspecto parecía el que los unía. Cuando alguien necesitaba cualquier ayuda, siempre había más voluntarios de los que se necesitaban. Aunque se hablaban poco, se entendían muy bien. Las familias, en la gran mayoría, eran las mismas por generaciones. Muy pocas familias habían llegado a la ciudad y construido sus casas en los muchos espacios vacíos que aún quedaban alrededor de ella. Pero, ninguna familia se había marchado en los últimos veinte años.

    Las escuelas eran de las mejores y a ellas asistían estudiantes de cualquier parte de la ciudad. Debido a esta movilidad que había, era lógico pensar que los estudiantes se conocían poco, muy poco o nada. Aspecto que no les importaba ni les molestaba, era algo familiar para todos ellos. Los maestros eran excelentes; los estudiantes aprendían mucho y eran unos de los más sobresalientes en todo el país. Los maestros tampoco promovían la armonía ni el trabajo en grupo. Más bien, les daban la libertad a que cada uno escogiera su tipo de aprendizaje de acuerdo con sus habilidades y aptitudes. Los estudiantes aceptaban esta libertad como norma. Nadie discutía nada al respecto. Cuando un estudiante necesitaba ayuda en algo, siempre había alguien o algunos que le brindaba o le brindaban tal ayuda. Después el mundo seguía igual. Cuando los maestros hacían preguntas colectivamente levantaban la mano. Los educadores elegían el estudiante que contestaría la pregunta, teniendo siempre cuidado de dar igual oportunidad a todos. En conclusión, todos tenían buena relación, aunque se hablaran poco.

    De las tres escuelas de secundaria la del centro era la más popular. No era más popular porque fuera la mejor. Simplemente, era más popular porque se encontraba en el centro de la ciudad. A ella asistían estudiantes de todas partes de la ciudad, pero la mayoría eran de las comunidades cercanas. Era una institución como todas: enfocada en la educación en todos los aspectos. Las facilidades contaban con equipos modernos, gimnasio, piscinas y una biblioteca gigantesca que contenía libros antiguos y modernos. También, la biblioteca gozaba de un sistema de computadoras súper modernas, en ellas, los estudiantes podían buscar cualquier información que se les asignaba.

    Capítulo Número Dos

    La Bibliotecaria

    La biblioteca no era la más popular para todos. Pero, siempre había un buen número de estudiantes revisando cualquier tipo de libros o usando el sistema de computación. Alrededor de la biblioteca, había mesas pequeñas en las cuales los estudiantes podían revisar los libros bajo la suave luz de un foco o una lámpara. Era curioso observar que sobre cada una de aquellas pequeñas mesas había una pequeña y misteriosa estatua de metal.

    Todos los días, salían y entraban muchos estudiantes y aunque la biblioteca estaba abierta hasta las diez de la noche, muy pocos se quedaban después de las cinco de la tarde. Con el paso de los días, de los pocos que se quedaban, se podía observar que habían como cinco o seis que caminaban siempre a la misma sección. Buscaban algún libro que les diera información para resolver sus tareas y se iban a sentar, cada uno, al mismo lugar de siempre y muy lejos de los otros. Era natural tal comportamiento, aunque iban a la misma escuela no se conocían bien.

    Después de una o dos horas, todos guardaban sus libros y cuadernos de notas en sus mochilas. Daba la impresión de que todos tenían algo extra que indagar. Se paraban, regresaban los libros a sus lugares y caminaban por un rato buscando algún libro especial en secciones diferentes de la biblioteca. Cuando lo encontraban, pasaban horas revisando las figuras como buscando pequeños detalles que no podían descifrar o leyendo detenidamente un texto que les era difícil de entender. Por tal razón, tenían que ayudarse de un diccionario para buscar las palabras desconocidas. Por lo general, eran libros gruesos con pasta dura y páginas amarillentas.

    La bibliotecaria principal se llamaba Argelina. Ella era una señora agradable de unos cuarenta y cinco años. Su cabello pelirrojo era liso y se lo recortaba con frecuencia. Lo único que no cambiaba era su estilo de peinado. Debido a la forma que se peinaba sus lentes parecían ser más grandes y gruesos de lo que realmente eran. Su cara estaba llena de pecas. Éstas no le quitaban la dulzura de su sonrisa. Cuando se reía, sus cachetes se embellecían con unos camanances envidiables. Debido a los lentes gruesos que usaba, su nariz se le veía más pequeña de lo normal. Sus orejas tenían el lóbulo despegado. Generalmente, usaba aritos pesados y éstos le estiraban las orejas haciéndolas ver fuera de lo normal. Sus cejas eran pobladas, pero contrarrestaban con el color de su pelo. Eran de un color negro intenso. Sus ojos verdes parecían agrandar su intensidad detrás de aquellos lentes gruesos. Cuando se reía mostraba un par de dientes de oro exactamente en el centro de la boca. Uno arriba y otro abajo. Parecían una extensión del otro. Su estatura era lo que más sobresalía. Argelina era la más alta de todo el personal que en la escuela trabajaba.

    Argelina parecía que tenía muchísimos años trabajando como bibliotecaria por la forma en que habían construido los estantes donde daba servicio a los estudiantes. Eran tan altos que la mayoría de los estudiantes se empinaban para darle sus identificaciones o explicarle lo que necesitaban. Debido a su afán de comer, tenía un peso exorbitante y parecía que ese detalle le molestaba un poco, pues, faltaba con frecuencia a su trabajo para ir a visitar al médico que la estaba atendiendo en su dieta. Durante sus días de ausencia, su asistente hacía todo el trabajo.

    Argelina atendía con cortesía a todos los estudiantes. Buscaba con gusto lo que ellos necesitaban. A menudo, los acompañaba por los pasillos de la biblioteca y les mostraba exactamente dónde estaban los materiales que buscaban. Ella, aparentemente, quería mucho a los estudiantes. Aunque no tenía pláticas profundas con ellos, era una de las contadas personas que los conocía un poco más. Cuando la escuela había decidido renovar la biblioteca, Argelina se había encargado de todos los cambios. Por lo consiguiente, ella había colocado todos los libros en los estantes. Muchos estudiantes comentaban que ella se sabía de memoria todos los títulos que la biblioteca tenía y ordenaba. De tal forma que tenía un área restringida que mantenía con llave. Raramente esta sección era abierta. Sobre esta sección no tenía ningún archivo en el sistema de computación. Parecía

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