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La semilla de la felicidad
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La semilla de la felicidad
Libro electrónico94 páginas1 hora

La semilla de la felicidad

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Durante mucho tiempo la felicidad ha sido un concepto teórico e incluso filosófico y literario. Hay quienes consideran que es una aspiración factible y otros que directamente tachan de utopía. En los últimos años la felicidad se ha colado en programas políticos e institucionales, pero si queremos indagar en el comienzo de todo nos hemos de trasladar hasta el reino de Bután, donde los gobernantes se atrevieron a preguntar por primera vez a sus ciudadanos si eran felices.-
IdiomaEspañol
EditorialSAGA Egmont
Fecha de lanzamiento5 may 2022
ISBN9788726988109
La semilla de la felicidad

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    La semilla de la felicidad - David Escamilla Imparato

    La semilla de la felicidad

    Copyright © 2012, 2022 David Escamilla and SAGA Egmont

    All rights reserved

    ISBN: 9788726988109

    1st ebook edition

    Format: EPUB 3.0

    No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

    www.sagaegmont.com

    Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

    Un ser feliz es un bien común.

    George Chapman

    Nunca serás verdaderamente feliz

    si buscas sin parar en qué consiste la felicidad.

    Nunca vivirás de verdad

    si buscas sin parar el sentido de la vida.

    Albert Camus

    Un prólogo... feliz

    Hablar de la felicidad, en estos duros tiempos de crisis que nos acechan, para muchos podría llegar a ser un auténtico disparate. Pero en realidad se trata de algo más necesario que nunca: recientes estudios han demostrado que las personas más felices son aquellas que más comparten, no las que más tienen. Y lo cierto es que en estos años difíciles estamos aprendiendo a compartir más que nunca. Ayudar a los demás genera felicidad.

    Recientemente una resolución de Naciones Unidas pedía que los Estados elevaran la felicidad al grado de objetivo primordial para la humanidad. Y es que incluso hemos olvidado que el artículo 13 de la Constitución de 1812, la famosa «Pepa», decía textualmente: «El objetivo del Gobierno es la felicidad de la nación».

    Por todo ello podría llegar a ser más que probable que dentro de unos cuantos años, no demasiados, en los parlamentos del mundo, los políticos se interpelaran acaloradamente los unos a los otros, argumentando orgullosos que su partido ha dejado el país con un índice de felicidad superior al de su adversario...

    Recuerdo que una vez, hablando con Eduard Punset, el gran divulgador científico me dijo que para él la felicidad consistía simple y llanamente en no tener miedo. Es cierto. A menudo, cuando comparamos a dos personas que viven más o menos con un parecido estándar existencial, de repente salta la alarma cuando averiguamos que uno de ellos se angustia y sufre por casi todo, mientras que el otro se limita a aceptar las cosas tal y como vienen y sigue adelante.

    Por lo tanto es el miedo o por el contrario una profunda fe en la vida, aquello que nos hace ver el mundo a través de un prisma de colores o entre tinieblas.

    La felicidad ha sido a lo largo de los siglos uno de los temas preferidos de filósofos y artistas. ¿Podemos ser felices los humanos? ¿La felicidad es un concepto que se puede medir? ¿Tenemos que renunciar a la felicidad? Posiblemente no existe nada más apasionante que encontrar respuestas para todas estas cuestiones. La felicidad ha inspirado a pensadores como Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Kant, Freud o Bertrand Russell, y ha generado multitud de corrientes filosóficas, como el hedonismo, el epicureísmo o el utilitarismo.

    Hasta hace relativamente poco, la felicidad era un concepto teórico que provocaba acaloradas discusiones. Para unos, la felicidad era una aspiración legítima, un reto al alcance de todos. Para otros, sin embargo, era una utopía imposible de alcanzar.

    Pero en los últimos años, la felicidad ha empezado a formar parte de los programas políticos de importantes dirigentes europeos. Posiblemente, todo empezó en el reino de Bután, un pequeño país situado en la cordillera del Himalaya, entre India y China. Allí se tomó una decisión de gran trascendencia. Era más importante la Felicidad Interior Bruta (FIB) que el Producto Interior Bruto (PIB). Por primera vez en la historia, unos gobernantes decidían preguntar a su gente si era realmente feliz. Algo aparentemente tan «normal» se convertía en una actitud revolucionaria.

    En Bután, una de las democracias más jóvenes del mundo, se llegó a la conclusión de que sin felicidad la vida no tiene sentido. El bienestar no debe medirse por la economía, sino por el nivel de felicidad de las personas.

    El ejemplo de Bután despertó la curiosidad de destacados políticos de todo el mundo. Sin Bután no podríamos entender las últimas propuestas de Nicolas Sarkozy y David Cameron. Ambos mandatarios europeos han decidido investigar el nivel de felicidad de sus ciudadanos. Ellos también han entendido que los gobiernos no deben centrarse únicamente en los indicadores económicos.

    Los esfuerzos de Cameron y Sarkozy han recibido el apoyo de un amplio sector de la sociedad. La felicidad ha dejado de ser un concepto filosófico para convertirse en una realidad empírica. ¡Por fin puede medirse!

    Paralelamente, científicos de todo el mundo siguen analizando a través de pruebas médicas el comportamiento y las reacciones del ser humano. La felicidad también puede medirse desde el punto de vista científico.

    ¿Somos felices los humanos? La mayoría de las encuestas confirman que las personas experimentamos más felicidad que infelicidad a lo largo de nuestra existencia. La felicidad no es un asunto frívolo que solo interesa a pequeñas minorías. Todas las investigaciones demuestran que la prioridad máxima de nuestras vidas es encontrarnos cara a cara con la felicidad.

    Las encuestas también revelan un dato sorprendente. El amor es el principal objetivo de las personas: amor a los amigos y familiares, pero sobre todo «amor romántico».

    La salud y el dinero se situarían en segundo y tercer lugar respectivamente. El amor, no obstante, puede tener efectos negativos. Del amor al desamor hay solo un paso. Los estudios también concluyen que las personas felices no solo viven mejor, sino que tienen una vida más larga. Si somos felices y adoptamos una actitud optimista, podemos llegar a vivir ocho años más que los pesimistas e infelices.

    Si la felicidad es tan deseable... ¿se puede practicar? La respuesta es un «sí» rotundo. Las encuestas demuestran que hay numerosas actividades que nos hacen ser felices: una buena comida con amigos, unas vacaciones, una tarde de compras o sencillamente una siesta. La conclusión es clara: podemos y debemos practicar cada día la felicidad. No hay que perder ni un minuto. Manos a la obra.

    David Escamilla

    www.davidescamilla.com

    Madrid, primavera de 2012

    Declaración de Independencia escrita por Jefferson

    «Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad;

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