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Nada En Exceso: Un ensayo sobre la manera occidental de actuar
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Libro electrónico231 páginas3 horas

Nada En Exceso: Un ensayo sobre la manera occidental de actuar

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El objetivo del contenido de este ensayo es en primer lugar llamar la atención sobre estos aspectos fundamentales de nuestra actitud marcada por la cultura y sus principios fundamentales que, innecesaria e ilógicamente nos complican la vida más de lo que ya es. Depende al final de cada individuo como percibe la necesidad de tomar medidas para lograr mejoras.
La descripción de la esencia así que el significado del tiempo y como lo manejamos nos tiene que ayudar a entender el motivo de la creación de tanto exceso.
La comprensión de los principios dominantes en la economía de carácter occidental debería darnos suficientes conocimientos sobre aspectos importantes de la realidad en la que vivimos para abrirnos los ojos.
Es importante realizar un auto chequeo tras haber pasado por la educación de los padres y escolar y tras las adaptaciones realizadas al entorno social en el que vivimos.
La percepción de magnitudes o la detección de lo fundamental detrás de la fachada que percibimos ante nuestros ojos deberían salvaguardarnos exitosamente del exceso. En ese sentido: Lo que cuenta para un ser humano es la robustez de su conciencia más allá de la apariencia y más allá de su aspecto musculoso, la fuerza de su corazón.
La gravitación se toma como motivo para exponer aspectos inquietantes de nuestro mundo científico.
Los derechos que nos corresponden van detrás de las obligaciones que tenemos que cumplir. No hay derechos sin obligaciones.
Existe una dimensión que despreciamos casi sin percibirlo. Se trata de nuestra concepción de la lógica. Los matemáticos, profesionales en este campo, demuestran irrefutablemente que nuestras posibilidades mentales no nos capacitan a formular conclusiones libres de contradicciones.
¿Nos puede ayudar la vivencia consciente de la espiritualidad a invertir nuestro tiempo limitado y nuestras energías en la consecución de fines mayores y más nobles, en lugar de la realización de expectativas que nos han más encasquetado?
IdiomaEspañol
Editorialtredition
Fecha de lanzamiento24 nov 2017
ISBN9783743980556
Nada En Exceso: Un ensayo sobre la manera occidental de actuar

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    Nada En Exceso - Stefano Csaszar

    El Tiempo - Parada vertiginosa

    Alguien que abandona su entorno cómodo y familiar, que va con un taxi al aeropuerto, sube en un avión, recorre el mundo de aeropuerto en aeropuerto sin descanso hasta regresar a su entorno cómodo y familiar, ha recorrido con vertiginosa velocidad miles de kilómetros. Aunque solo ha percibido desde la ventanilla aeropuertos, como muchos hoteles, paisajes, ha visto fugazmente acompañantes de avión y pasajeros y quizás se haya dirigido a ellos. Habrá recorrido el mundo y experimentado mucho. Pero a pesar del esfuerzo económico y temporal realizado, podrá asimilar solo parcialmente lo vivido de tal forma que le sirva de experiencia y aprendizaje. También en una excursión de solo una hora renunciamos al encuentro y a la observación de pueblos enteros y paisajes. Lo fundamental es llegar rápido al destino para luego ya en casa asimilar y mantener los recuerdos de las experiencias vividas.

    Aun cuando vayamos a pie o en coche, la limitación de tiempo individualmente percibida nos deja renunciar consciente o inconscientemente al placer de la percepción de olores, la contemplación de paisajes y a encuentros interesantes con seres humanos con los que podríamos intercambiar pensamientos, información o emociones. Se podría alargarse aún más la enumeración de vivencias a las que tenemos que prescindir a lo largo de nuestra vida cotidiana por diferentes motivos. El enorme abanico de posibilidades y alternativas que encontramos en nuestra vida nos obliga a tomar diariamente más de una decisión. Tenemos que focalizar nuestros sentidos en cosas que seamos capaces de enfrentar. Se basa en el hecho fácilmente comprensible por cada hombre y mujer que ni podemos tener ni hacer todo y en particular no queremos todo. Entonces en la mayoría de los casos, cuando tratamos de lograr a realizar nuestros pequeños y grandes propósitos, renunciamos a algo. Por tanto, no queda otra cosa que llevar a cabo nuestros propósitos en base a escasos compromisos viables. Se pueden emparejar los mejores deseos con la máxima cantidad de energía, pero aun así existen innumerables factores externos como situaciones adversas, envidia, maldad, planificación equivocada, desgracias, propia impaciencia y sobreestimación de las propias facultades que ralentizan o posponen el logro de nuestras metas y la realización de nuestros deseos. ¿Realmente hemos formulado deseos y metas? ¿Llenan estas deseos y metas un propósito claro y definido? ¿Tenemos una estrategia de aplicación de los medios para llegar a ello? ¿Impide está estrategia que en la búsqueda de los distintos medios (un diploma académico y dinero son medios) por pereza no perdamos de vista el objetivo real?

    De hecho, la repercusión de nuestro trabajo y nuestra actitud ante las compras, los viajes y la comunicación han alcanzado ya unas dimensiones imposibles de percibir en su totalidad. Desde la verdura que comemos hasta los diamantes que compramos somos bombardeados con productos cuyas procedencias y repercusión por su fabricación y difusión no alcanzamos a entender.

    La producción de las hortalizas que elegimos en los centros comerciales para nuestro consumo procede de explotaciones agrícolas especializadas cuya simiente se compra a consorcios o multinacionales como Sangrenta, Monsanto y Dupont. A este hecho se debe a que la guindilla comprada en Frankfurt sea practicamente igual que una guindilla de Boloña. Debido a la maximización de beneficio, la posibilidad de respetar las especialidades regionales se reduce al mínimo o al cero. Así que deciden algunos gremios en Basilea o en los Estados Unidos lo que podemos cocinar y cuanto gusto debemos percibir.

    El origen de los diamantes intencionadamente es un misterio opaco y permanecerá siéndolo.

    Lo mismo ocurre con nuestro campo social que nos fuerza a mirar más allá de las fronteras de nuestros pueblos y entablar adecuadas interconexiones. Nuestro campo de trabajo está a menudo enfocado a nivel internacional y sujeto a un cambio social continuo. Un ejemplo extremo es el descubrimiento de los transistores que ha hecho innecesarias todas unas generaciones de ingenieros de tubos electrónicos, al igual que la implantación de la electrónica ha generado que unas generaciones de tipógrafos sean prescindibles. La utilización de nuevos procesos de producción provoca que continuamente unos oficios sean prescindibles, pero a la vez se crean nuevos. Nuevas posibilidades se abren continuamente a una velocidad cada vez mayor. A primera vista, el más rápido de entrada es el ganador.

    Una decisión tomada en un lugar alejado, en el cuartel central de la empresa en la que trabajamos, puede poner en juego nuestra existencia de hoy para mañana. Benjamín Franklin: „El tiempo es dinero (Remember that time is money). De esto se puede deducir: Si el tiempo es dinero, para los negocios, la velocidad se vuelve en el imperativo absoluto. Esta ideología nos lleva a un círculo vicioso empezando con la renovación técnica, llevando a la transformación de las relaciones sociales para moldearnos después a cada uno como combatiente contra todos, con la ineludible consecuencia de que nuestras actividades alcancen cada vez más una aceleración casi irresistible. Básicamente no existen límites. El día tiene veinticuatro horas. Karl Marx dijo: „Apropiarse del trabajo las veinticuatro horas del día es el impulso inmanente de la producción capitalista. ¡Y sigue siendo así hoy en día!

    El tiempo desde una perspectiva física

    Miremos más detenidamente lo que definimos como tiempo. Según la definición humana, ha pasado un segundo de tiempo cuando la luz de un isotopo o nucleído cesión de un peso atómico 133 – puede variar de 112 hasta 151– haya realizado 9 192 631 770 oscilaciones. Sobre esta base se fabrican y se mantienen relojes atómicos súper exactos. La medición del tiempo solo sirve a nosotros como humanos en un plano emocional. Es un artefacto que también a nivel científico sólo es definido como algo relativamente existente. Un tiempo eterno del cosmos no existe, no lo podemos medir ni percibir. Debemos a Einstein el conocimiento de que no existe un tiempo central para todos, sino que el tiempo depende de la velocidad con la que le observador se acerca del objeto observado.

    En octubre de 1971 el físico Josef Cháfele dio la vuelta al mundo con un billete de pasajero normal y en la mayoría de los casos por compañías aéreas mayoritariamente comerciales. Siempre llevaba en los aviones a los que subía un reloj atómico para lo que también sacó un billete normal de pasajero. Cuando aterrizó finalmente en Washington, comparó la hora de su reloj atómico con un reloj de cesión que había sincronizado con la misma hora al iniciar el viaje y que había dejado en Washington. Se pudo comprobar una diferencia de la 59 000 000 000 parte de un segundo. ¡Por lo tanto, los relojes en movimiento van más lentos! Y cuanto más pesada sea una masa (sol, luna, nosotros mismos, un coche), más se ralentiza el paso del tiempo debido a la gravitación.

    El tiempo desde una perspectiva biológica

    En nuestra memoria de trabajo podemos procesar percepciones de tres segundos. Si queremos memorizar un nuevo número de teléfono, tenemos que repetirlo continuamente. El momento más corto que somos capaces de procesar conscientemente transcurre entre dos tonos con un intervalo de un centésimo de segundo. El sentido visual es diez veces más lento. Cuando nuestro cerebro no percibe ninguna modificación en espacios¹ durante tres segundos –que de persona a persona pudiera ser percibido de manera diferente–, parece que el tiempo se detiene. Nuestro cerebro percibe el tiempo sobre todo como movimiento. Si tenemos en cuenta nuestra base biológica que sea la genética recibida en el nacimiento de cada uno y el entorno que nos condiciona y moldea continuamente, hay que saber que análogamente al mundo animal, hay personas diurnas y personas nocturnas. El nucleus suprachiasmaticus que se encuentra en el hipotálamo central sobre el nervio óptico en el cerebro de los mamíferos se ha identificado como reloj central interno. Sin embargo, existen más centros responsables de la regulación de nuestro ritmo de sueñovigila.

    Casi todos los adolescentes son marcadamente aves nocturnas, porque la melatonina –una hormona nocturna– se libera en personas de dieciocho años a partir de las once de la noche. Por otra parte, personas mayores son considerados madrugadores porque se libera menos melatonina en la vejez. Muchos de nosotros hemos tenido que realizar amargamente actividades, ya sea por motivos profesionales o por compromisos sociales, en un horario que aun teniendo una conducta de vida sana una salud perfecta, se hubieran trasladado de muy buena gana a otro momento del día. También tenemos que lidiar con algunas circunstancias que resultan agravantes.

    La demanda biológica incondicional para la que ha sido creada nuestro organismo: vivir con gran contraste el día y la noche o la claridad y la oscuridad, va minándose regularmente de veces por la estancia en espacios cerrados donde la intensidad de la luz que entra por la ventana es cincuenta veces más reducida. Obreros con turnos de trabajos –en Alemania ascienden a 5,7 millones de personas– sufren especialmente de jornadas laborales diurnas y nocturnas irregulares.

    Si es necesario para mantener los costes bajos, se implanta un sistema de trabajo por turnos. En la industria del automóvil, por ejemplo, se instalan grandes salas de montaje. En estas salas he ha eliminado la luz del día. Así el puesto de trabajo parece siempre lo mismo, cual sea la hora de principio del turno. La entrada a estas salas de trabajo nos recuerda la descripción que Dante Alighieri hacía en la Divina Comedia de su entrada en el infierno. Solo que no se queman almas humanas en el fuego, sino que son trabajadores y trabajadoras que realizan literalmente con cuerpo y alma el movimiento necesario e imperativo en la cadena de montaje, que no se ha o ya no se ha podido programar aun en un ordenador. Si alguno de estos movimientos no se pudiera haber realizado, toda la producción de este segmento se hubiera parado.

    La urgencia de un trabajador de ir al baño podría salir muy cara. Las planificaciones de estos turnos se han realizado según el principio de la mayor eficiencia donde el calendario y el horario se imponen. El objetivo más importante es ser mejor y más rápido que la competencia, aunque esté a miles de kilómetros. Las personas desarrollan su trabajo y al finalizar su turno se van a casa, de hecho, visiblemente contentos. Mañana será otro día. Esperemos que haya suficientes compradores para todos los productos elaborados, ya que sino peligraría la suerte de ser la prolongación del brazo de una máquina para ganarse el sustento. En la explotación agrícola se echa mano a menudo a la implantación de invernaderos, si esto ayuda a paliar la limitación de la temporada y adelantarse a la competencia.

    Lo sorprendente es como se jactan los proveedores con sus estanterías desbordando de productos que aparentan superar toda limitación de temporada. Una vez más se le concede a cada uno tomar la decisión ‚correcta’. Si se deja deslumbrar de la presentación perfecta y brillante del producto, tendrá por ejemplo un tomate precioso, pero casi sin sabor. A veces a uno no le queda otra opción. Simplemente no se puede encontrar en nuestra vida frenética tiempo y energía para buscar alternativas.

    Partiendo de la condición de las frutas y verduras podemos en realidad trasladar esta observación a otros aspectos de la actuación occidental. La amplitud de las ofertas en todos los sectores imaginables que tenemos a nuestra disposición –electrónica, entretenimiento, trabajo, formación, viajes, vivienda, comunicación– no es infinita, pero sin duda demasiada. De momento es un motivo de alegría. Pero la multitud de ofertas también incluye un peligro latente de tomar la elección equivocada. A veces ni siquiera se puede llegar a una elección porque de entrada hace falta el dinero y el tiempo. A menudo reside la mayor dificultad en la aplicación de criterios, principios y métodos que nos debieran llevar a la elección correcta. En realidad, nos estamos otorgando hacer algo que posteriormente no sea tan compatible con nuestra naturaleza.

    El tiempo desde una perspectiva social-laboral y de ocio

    Numerosos estudios e investigaciones sociales dicen que el mundo de mentalidad occidental nunca ha tenido tanto tiempo libre en comparación con el tiempo laboral. Muchos sin embargo tienen la sensación de no tener tiempo nunca y viven en un estrés continuo. El ocio se programa, se normaliza y se uniformiza a menudo con meses de anticipación. Con frecuencia tenemos la sensación de estar dando palos en la rueda, por ejemplo, al realizar con un conocido una actividad programada con mucha antelación. La lectura de algo que implique una colaboración mental lleva a muchos a un estado de pánico, inquietud y rechazo.

    La separación entre ocio y tiempo de trabajo se convierte en algo meramente decorativo cuando el volumen del trabajo de cada uno se determina indirectamente por el comportamiento de nuestros competidores en Tokio o en cualquier otro lugar. Sería diferente si, como ocurría en otros tiempos, los interesados serían al alcance de la cadena de producción del producto final que consumimos. ‚Ojos que no ven, corazón que no siente’, este es el principio utilizado para mantener a la masa de consumidores en la ignorancia, con el propósito de evitar impulsos reaccionarios e indignados sobre las formas de trabajo inhumanas y bárbaras.

    Formalmente todo parece estar regulado conforme a las leyes vigentes. En realidad, hay que tener el trabajo listo en tiempo, sin incumplimiento aparente de las leyes y manteniendo los costes económicos –es decir dinero– lo más bajos posible. Se lleva trabajo a casa él que puede o vuelve muy tarde a casa sin considerar el ocio.

    Las personas siempre encuentran de algún modo la manera de alcanzar sus alegrías. Al final de un día de esfuerzo el cansancio físico o psicológico se acumula excesivamente.

    Hartmut Rosa decía: „La disciplina del tiempo que hay que inculcarle al cuerpo consiste fundamentalmente en la facultad de orientar la propia actuación en un esquema de tiempo abstracto, que sea ser puntual y aplazar necesidades – sueño, hambre o urgencia de ir al baño – en beneficio del cumplimiento del esquema de trabajo predeterminado, por consiguiente aplazar la satisfacción de las necesidades, reprimir impulsos así como condicionar los rendimientos máximos y fases de recuperación a momentos abstractos." No solo la máquina de vapor, pero el reloj es la máquina clave que ha introducido la era de la industrialización. Permite de dirigir a cualquier criatura humana gracias a un brazo extendido (longa manus) y situar el tiempo mundial por encima del tiempo vital, independientemente de dónde se encuentre en la tierra.

    La Señora Arlie Russel Hochschild, socióloga de la Universidad de California en Berkeley, describe² entre otras la tendencia de los colaboradores en una empresa de tamaño medio en Estados Unidos con quinientos empleados de ignorar la posibilidad de flexibilizar las jornadas laborales y la preferencia de hacer jornadas de fin de semana y horas extras por encima de la media del país. Esto se explicaría por la grata atmósfera de trabajo reinante. De las reseñas de publicaciones de Doris Lucke: „Las políticas personales y laborales que parecen favorables a las familias han sido desenmascarados por los estudios de Hochschild como una estrategia empresarial especialmente astuta y estafadora, supuestamente a favor de las empleadas. Estas empresas tienden sus trampas de tiempo en forma de dinero, diversión en el trabajo, organización de eventos sociales y bienestar artificialmente logrado que conducen a una autoexplotación y pérdida de calidad de vida. Los afortunados, en realidad los afectados, pagan el precio renunciando a organizar su tiempo de vida y/o vivirlo con familiares." The Time Bind’ (título original del libro en inglés) es por tanto la continuidad consecuente de un estudio evaluando la sobrecarga de padres trabajadores, presentada ya por la directora del centro para familias trabajadoras en la Universidad de California, Berkeley/Estados Unidos en 1989 como ‚The second shift’ (‚segundo turno’). La tragedia de tal comportamiento no se ve hasta que la vida en su inagotable fantasía provoca cambios en situaciones que por mucho tiempo han permanecido estables y exige reacciones de adaptación más o menos cruciales de los afectados – traslado de la sede de la empresa por motivos económicos. Resulta aún más difícil para cada cual gestionar los cambios y reaccionar adecuadamente cuanto más su desarrollo personal y su horizonte intelectual se hayan cimentado en rutas fijas y casi hormigonados. Nuestra naturaleza está basada espontáneamente sobre el camino de la mínima resistencia. Nadie renuncia con gusto o sin dolor

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