Este cielo y todas estas calles
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Mi último libro de poesías es Este cielo y todas estas calles (2022).
Una ciudad cualquiera, como la tuya, con sus miserias y sus alegrías. Ciudad vista como toda una vida. Como un árbol que se ramifica y se transforma y donde todo tiene que ver con todo. En las poesías de Este cielo y todas estas calles hallarás personas que aman, personas que se preguntan qué hicieron, gente perdida y gente que nunca se perdió. Un poeta que aparece y desaparece entre la magia que esconde Ciudad. Poema a poema, amigos y amigas, bienvenidos sois a Ciudad, donde uno puede vagabundear, mirar el cielo, respirar y hasta morir un poco. ¡Piérdete por sus calles! Espero que la lectura de este libro sea un placer.
Lluís Viñas Marcus
Estudió Periodismo e Historia en Barcelona. Su debut literario fue una novela larga, la Antigua Vamurta (2011), un relato de corte fantástico de 800 páginas. Obra editada por grupo Ajec (Granada) y acabada de publicar por el mismo autor, tras el cierre de la editorial, tanto en papel como en formato de libro electrónica bajo el nombre de Antigua Vamurta Saga Completa (2013). Publica en 2012 un primer libro de poemas en catalán, 4 Patis, en diferentes plataformas digitales. Un año más tarde, en 2013, publica un recopilatorio de relatos cortos, 37 relatos para leer cuando estés muerto, un variado conjunto de historias, algunas de amor, otras casi realistas, algunas fantásticas y cuentos absurdos. En 2014 sale, en las distintas plataformas digitales, el primer libro de poesía en español del autor, Poemas 3,14, donde el poeta indaga en la vida cotidiana, en el amor, la muerte y la existencia, desde distintas ópticas. En 2015, tras años de trabajo y correcciones, publica un segundo libro de poesías, Canciones de Hierro, un canto al presente, a estos años de hierro. Un poemario que observa a los otros y al mismo autor y que, desde la mirada poética, configura el latido de los tiempos actuales. En la actualidad prepara un segundo libro de relatos y un tercer poemario. Mantiene una constante actividad en la red a través de su blog Antigua Vamurta, cada vez más orientado hacia la poesía.
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Este cielo y todas estas calles - Lluís Viñas Marcus
Para comenzar
Este cielo y todas estas calles. En ningún momento el libro siguió el curso planeado. Es lo malo del arte. La poesía gobierna por su cuenta. Todo lo que sucede vuela y, enredado, permanece en la voz del viento.
Santa Cena
Copas sobre el polvo de la larga mesa.
Cientos de copas hacia la oscuridad.
Bordeo la mesa
levanto una y escucho.
Un verano. Una piscina de camping
entre pinos. Ese niño que corre.
Son tantas que no alcanzo la multitud.
Al azar levanto otra,
la dejo
levanto otra y otra. Para nada
recordaba tu flequillo rubio y la azul
viveza de tus ojos. Sigo
hacia atrás enfermo y sorprendido.
Buscaba algo en la Santa Cena.
Si Jesús no aparece nada me dirá.
Levanto algunas copas más y
a su círculo exacto las devuelvo.
Me voy dando cuenta. Sobre la mesa,
en el vacío de cada copa hueca
están todos y todo está.
Respuestas como ecos en una escalera.
Es mejor correr, cerrar esta puerta. Correr.
I. Camelias
A Camelias llegarás descendiendo la montaña arbolada o desde el paso del norte, cruzando el río.
Tardes amuralladas, mañanas de pequeño sol. Las flores blancas sobre los muros nacen en abril.
Oráculo en Torrent de les Flors
Una lluvia fina cubría el metal
y el cemento relucía. Los cabellos
y los abrigos. Ella esperaba
como un pajarillo desvalido.
Sonrió un poco al verme,
caminamos por las calles de Ciudad
entre las sombras de los otros
que en los ahora se aguaban
hasta de nuevo desaparecer.
No te salvará el amor de nada.
Pómulos como alas extendidas,
envuelto el rostro en armonía.
Solo lo que des sin esperar mucho.
La suave resonancia en su voz,
canturreo que viene de la infancia.
Ya sabes, la vecina me dijo
que mi esposo no iba al fútbol,
que erraba y subía las escaleras
de la casa de mi hermana.
Asentía a su lado. Paseamos.
Luego quedarían enormes años
tirando del peso de cuatro infantes.
Las aves en tierra se cansan.
Así que volamos a baja altura,
lentos, lentos, cruzando las partituras
de lluvia y nubes bajas de este cosmos,
entre los recortes de los tejados
sobre el horizonte de Ciudad.
Mirlo en Escorial
¿Quién ha puesto en tu boca
la voz de Dios,
pájaro gordinflón?
Me llamaste y luego te vi
en la rama, cuerpo rechoncho,
boca de misil.
Un ojo sobre la calle Escorial,
el otro sobre las veloces transfusiones
de glóbulos rojos, blancos, rojos
hacia los túneles de Travessera de Dalt.
Tu voz por encima de todo esto,
inexplicables tus armonías al natural.
Colgado de tus tenazas sólido naranja,
la ofrenda, chamuscado pene flácido,
el gusano de tu invisible ciudad.
Debes haber llegado antes y no te irás,
cuando los paneles de cemento
vuelvan a ser la arenisca
que la noche recibe y entierra.
La ofrenda y el don de tu canto
a alguna convencerán porque yo sé
que como engaño nosotros construimos
mientras que tú, desde tu suave
balanceo, cantas para perdurar.
En sublevación
Meto los dedos en el mar,
mar sublevado.
Me