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Deberes de buena sociedad
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Deberes de buena sociedad
Libro electrónico219 páginas1 hora

Deberes de buena sociedad

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"Deberes de buena sociedad" de Camilo Fabra de la Editorial Good Press. Good Press publica una gran variedad de títulos que abarca todos los géneros. Van desde los títulos clásicos famosos, novelas, textos documentales y crónicas de la vida real, hasta temas ignorados o por ser descubiertos de la literatura universal. Editorial Good Press divulga libros que son una lectura imprescindible. Cada publicación de Good Press ha sido corregida y formateada al detalle, para elevar en gran medida su facilidad de lectura en todos los equipos y programas de lectura electrónica. Nuestra meta es la producción de Libros electrónicos que sean versátiles y accesibles para el lector y para todos, en un formato digital de alta calidad.
IdiomaEspañol
EditorialGood Press
Fecha de lanzamiento17 ene 2022
ISBN4064066060985
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    Deberes de buena sociedad - Camilo Fabra

    Camilo Fabra

    Deberes de buena sociedad

    Publicado por Good Press, 2022

    goodpress@okpublishing.info

    EAN 4064066060985

    Índice

    PRÓLOGO

    AL LECTOR

    Presentaciones

    Presentaciones fortuitas en una comida

    Presentaciones en un baile

    Presentaciones en visita matinal

    Presentaciones formales

    Sus requisitos

    Su etiqueta

    Presentación para ser invitado

    Visitas

    Horas y días de visita

    Motivos de visita de cumplido

    Visitas de pésame

    Visita de año nuevo

    Visita a recién casados

    Visita después de un convite

    Visita con motivo de un fausto o adverso suceso

    Individuos de la familia que visitan

    Visita en coche

    «No estar en casa»

    Deberes del criado para con las visitas

    Etiqueta de las visitas

    Etiqueta de la señora visitada

    Etiqueta de huéspeda y hospedada para con susvisitas

    Tarjetas

    Su importancia

    Horas de etiqueta para entregarlas

    Su forma

    ¿A quién corresponde dejarlas?

    ¿Cómo se envían?

    Doblez de tarjeta

    Etiqueta del tarjeteo

    Esquelas

    Esquelas de nacimiento

    Esquelas de participación de matrimonio

    Esquelas de defunción

    Cartas de pésame, felicitación, etc.

    Tratamientos

    Advertencias

    B. L. M.

    Memorándums

    Peticiones

    Papel para peticiones

    Tratamientos

    Forma de las peticiones

    Cualidades

    ¿Cómo se envían?

    Petición repetida

    Recomendación de peticiones

    Demanda de audiencia

    Petición de audiencia al Papa

    Traje

    Ceremonial

    Petición de audiencia a un soberano

    Traje

    Ceremonial

    A un ministro, obispo o príncipe de la Iglesia

    Traje

    Ceremonial

    Tratamientos

    Bodas

    Invitaciones

    Regalos

    Trajes

    Entrada en el templo

    En el altar

    Salida

    Llegada a casa de la novia

    Almuerzo

    Brindis

    Despedida

    Baile

    Luna de miel

    Devolución de convites

    Esquelas de participación

    Gastos

    Banquetes

    Almuerzos

    Su utilidad

    Invitaciones

    Hora

    Llegada

    Recepción

    El comedor

    Colocación

    Convidado tardío

    Duración y fin

    Salida del comedor y despedida

    Comidas

    Importancia de los convites

    Invitaciones

    Puntualidad

    Recepción

    Del salón al comedor

    Precedencia

    Colocación en la mesa

    Advertencias

    Servicio

    Avisos a los comensales

    Conversación

    Brindis

    Fin de la comida

    Regreso al salón

    Despedida

    Visita de etiqueta

    Bailes y conciertos

    Temporada de bailes

    Su hora

    Invitaciones

    Invitados

    Danzas

    Dueña de la casa

    Avisos a los concurrentes

    Cena

    Conciertos

    Juegos

    Charadas y prendas

    Rifas y lotería

    Naipes

    Comedias de sociedad

    La señora de la casa

    Los que aceptan papel

    Los espectadores

    Paseo

    Horas y sitios de paseos a pie

    Compañía

    Saludos

    Horas de paseo en coche

    Etiqueta

    Paseo a caballo

    Escalera

    Bautizos

    Designación de padrinos

    Nombres del bautizado

    Regalos del padre

    Carruajes

    Regalos de los padrinos

    Defunciones

    Velación

    Diligencias funerarias

    Invitados

    Cintas del féretro

    Emblemas

    Al cementerio

    Discursos

    Traslación del cadáver

    Luto

    Medio luto

    Luto por tíos

    Ídem por hermanos

    Ídem por abuelos

    Bisabuelos y nietos

    Ídem por padres o hijos

    Luto de viudez

    Luto de ambos cónyuges

    Luto de heredero

    Luto de criados

    Reanudación del trato social

    Advertencias varias

    Conclusión

    Cenefa de adorno

    PRÓLOGO

    Índice


    L

    La educación es para la cultura lo que el pulimento para el diamante. La ilustración nos dice dónde lo serio de la educación termina y dónde el ridículo comienza, ese ridículo tan empalagoso de los hombres y de las mujeres que creen que la existencia no tiene más objeto que llenar fórmulas y cumplir reglas. Producen los tales efecto tan lastimoso como el que compra un cuadro por el marco sin fijarse para nada en la pintura. La existencia es el lienzo, esto es, lo principal, lo que tiene realmente valor: el marco es la educación, destinada a poner más de relieve las bellezas de la pintura, pero sin que la absorba y sin que en él se fije demasiado la atención. La educación ha de ser muy recatada: se sienten sus efectos, se nota su acción, su influencia, pero queda en segundo lugar porque no es lo que debe ser si quiere hacerse visible. Como la violeta, perfuma el ambiente permaneciendo escondida. Estará tanto más educada una persona cuanto menos afecte saberlo.

    La educación es ley imperiosa que, como tantas otras, se impone a la sociedad y, por lo tanto, al individuo, para que su esfera de acción esté más desembarazada. La educación comienza por limitar, así como las leyes que, al afirmar un derecho, señalan deberes o límites para que aquel sea respetado y pueda ejercerse libremente. Los deberes que la educación impone y los derechos que concede han tenido sus comentaristas, sus tratadistas y sus compiladores, como lo prueba el libro a que estas líneas sirven de prólogo y en el cual su autor ha procurado abarcar todos los accidentes y manifestaciones de la vida, marcando las reglas por que han de regirse. La materia está presentada con claridad y sencillez, con más preceptos que digresiones: cualidad muy estimable en libros de esta naturaleza, pues el que desee consultarlo, con ojear el capítulo correspondiente se enterará de cuanto le interese saber, expuesto con conocimiento de causa.

    La educación tiene principios fijos, pero las ideas de los pueblos han regulado su aplicación a través de las edades, llegando hasta lo infinito en la variedad y ofreciendo los más extraños contrastes. Telémaco dice a su madre que se retire a sus habitaciones a hilar, y no falta a la educación ni a los deberes filiales. Así como en las sociedades cristianas la mujer es colocada en consideración y respeto a mayor altura que el hombre, en las paganas era poco más que una cosa. Se la estimaba por su belleza y acaso por sus cualidades, pero se la tenía en poco y se la relegaba al granero algunas veces, donde con frecuencia estaban sus habitaciones. Nunca fue igual al hombre ni ocupó lugar principal en la familia hasta que el cristianismo la redimió elevándola, pues al derramar sobre ella rayos de luz divina puso a la vista del hombre la belleza de su alma, de su corazón y de sus sentimientos, belleza admirada y poetizada desde entonces por el que antes apenas concedía a la mujer el derecho de ocupar un puesto en su hogar; y fue tanto más respetada cuanto mayor era su debilidad. La educación no tenía gran cosa que ver con la mujer en los tiempos del paganismo.

    Desde los héroes de Homero tanto han cambiado los moldes de las relaciones sociales que apenas si acertamos a explicarnos cosas que fueron lógicas dadas las épocas, que es necesario estudiar y comprender para formarnos concepto de los hechos y apreciarlos en su justo valor. Ya no es la hora prima la del saludo y la visita, ni al ser invitados a comer hemos de llevar la servilleta; ya no se ve obligada la dama a extremar su habilidad para que la miga del pan le deje libres de salsa los dedos que han hecho las veces de tenedor, ni sirve la paja

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