Tres relatos porteños: Segunda edición
Por Arturo Cancela
()
Información de este libro electrónico
Relacionado con Tres relatos porteños
Libros electrónicos relacionados
El pintor de Salzburgo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCosas que fueron: Cuadros de costumbres Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA lápiz Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Pintor de Salzburgo: Biblioteca de Grandes Escritores Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDel origen de los Mitos de Chile: Recogidos de la tradición oral Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Hazañas y desventuras de Amulius y Numitor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Quimera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna Pascua en San Marcos y El Ranchador Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl libro negro de los templarios: Un crónica "sombría" pero real de los Caballeros Templarios Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl separatista Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesJuvenilla; Prosa ligera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAnalecta del reloj Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Regenta II Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa ruina de Kasch Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cinco miradas sobre la novela histórica Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos Cenci Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNovelistas Imprescindibles - Antonio de Hoyos y Vinent Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNovelistas Imprescindibles - Emilia Pardo Bazán Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTraer a cuento: Narrativa (1959-2003) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl suicida: Libro de ensayos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas cuatro fases Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl reino de este mundo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Relatos cautivos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPaís archipiélago: Venezuela 1830-1858 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El laberinto de la utopía: Una antología general Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesGalaxia errante Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOctava y Novena, las Nuevas Artes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA troche y moche Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHabanerías: Crónicas costumbristas de la capital de Cuba Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Clásicos para usted
Meditaciones Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Arte de la Guerra Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El libro de los espiritus Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Yo y el Ello Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Arte de la Guerra - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Divina Comedia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Don Quijote de la Mancha Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Política Calificación: 4 de 5 estrellas4/5To Kill a Mockingbird \ Matar a un ruiseñor (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5EL Hombre Mediocre Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La ciudad de Dios Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El leon, la bruja y el ropero: The Lion, the Witch and the Wardrobe (Spanish edition) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Principito: Traducción original (ilustrado) Edición completa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los 120 días de Sodoma Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Ilíada Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Viejo y El Mar (Spanish Edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El lobo estepario Calificación: 4 de 5 estrellas4/5EL PARAÍSO PERDIDO - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La interpretación de los sueños Calificación: 4 de 5 estrellas4/550 Poemas De Amor Clásicos Que Debes Leer (Golden Deer Classics) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crimen y castigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El mercader de Venecia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Libro del desasosiego Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Lo que el viento se llevó Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Odisea Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las 95 tesis Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Poemas de amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos completos Calificación: 4 de 5 estrellas4/51000 Poemas Clásicos Que Debes Leer: Vol.1 (Golden Deer Classics) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Comentarios para Tres relatos porteños
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Tres relatos porteños - Arturo Cancela
Arturo Cancela
Tres relatos porteños
Segunda edición
Publicado por Good Press, 2022
goodpress@okpublishing.info
EAN 4064066061777
Índice
PRÓLOGO
EL COCOBACILO DE HERRLIN
CAPITULO PRIMERO SIMPLE INTRODUCCIÓN A UNA HISTORIA COMPLICADA
CAPITULO II UN INFORME CONSULAR
CAPITULO III LA MANCHA AZUL
CAPITULO IV PRELIMINARES DE LA CAMPAÑA
CAPITULO V LA PRIMERA VUELTA
CAPITULO VI LA MÁSCARA DE HIERRO
CAPITULO VII DONDE SE ENTRA EN CONTACTO CON EL ENEMIGO
CAPITULO VIII REVISTA DE FUERZAS COLONIALES
CAPITULO IX «DON PEPE»
CAPITULO X SÍNTESIS DE TRES EJERCICIOS FINANCIEROS
CAPITULO XI DONDE EL COCOBACILO DE HERRLIN SE APRESTA A ENTRAR EN ACCIÓN
CAPITULO XII «DON JUAN»
CAPITULO XIII EL HONOR DE LOS PUEBLOS
CAPITULO XIV LA SEPTICEMIA DE HERRLIN
CAPITULO XV UNA CAMPAÑA ELECTORAL
CAPITULO XVI THE RABBIT’S MARCH
CAPITULO XVII «¡EL CONEJO NO EXISTE!»
CAPITULO XVIII DONDE SE REVELA POR FIN LA SINGULAR EFICACIA DEL COCOBACILO DE HERRLIN
UNA SEMANA DE HOLGORIO
PROLOGO JULIO NARCISO DILÓN
CAPITULO PRIMERO DESGRACIADO EN EL JUEGO...
CAPITULO II ... AFORTUNADO EN EL AMOR
CAPITULO III EL DAMERO A MEDIA NOCHE
CAPITULO IV ASALTO A UNA COMISARIA
CAPITULO V ¡ALTO EL FUEGO!...
CAPITULO VI LA LUZ DE UN NUEVO DÍA...
CAPITULO VII CONVICTO Y CONFESO
CAPITULO VIII UN INTERROGATORIO
CAPITULO IX ARAMIS
CAPITULO X LA NINFA ECO
CAPITULO XI «HANDS UP!»
CAPITULO XII LA VUELTA AL HOGAR
CAPITULO XIII EL ASALTO A LA COMISARÍA 44
CAPITULO XIV DE CÓMO RECOBRO EL USO DE LA RAZÓN Y OTROS OBJETOS
EL CULTO DE LOS HEROES
CAPITULO PRIMERO DE CÓMO DON JUAN MARTÍN IBA ACORTANDO SUS PASEOS
CAPITULO II
CAPITULO III BREVE EXCURSIÓN A TRAVÉS DE LOS APELLIDOS
CAPITULO IV EL HUEVO DE LEDA
CAPITULO V LA VUELTA AL COLONIAL
CAPITULO VI LA MUERTE DEL HÉROE
CAPITULO VII TRANSFIGURACIÓN
CAPITULO VIII LUTO LIVIANO
CAPITULO IX
PRÓLOGO
Índice
Men walk as prophecies of the
next age.—Emerson.
El autor de Tres Relatos Porteños nació en 1892. Le quedan muchos años por vivir. Vió la luz en Buenos Aires. La vida intensa de estos hormigueros y caravanseras que ha socavado y llevado la civilización en la tenue y quebradiza costra del planeta no tiene para él secretos ningunos. Estudió en el Colegio Nacional. Tiene ganado en brava lucha su título de bachiller. Asistió más tarde a las aulas de la Escuela de Medicina, con el propósito de conocer al hombre, mas no con el de aliviarle sus dolencias por medio de las drogas o el bisturí, porque, a poco andar, ya había plantado sus reales en el Instituto Pedagógico, si hemos de creer a sus biógrafos más desinteresados. Su curiosidad de las cosas humanas le hizo abandonar estas disciplinas para entrar en 1910 a ser preparador experimental del Laboratorio Psicológico. A todas partes le llevaba el deseo de conocer al hombre, de escudriñarle las entrañas y disecarle el pensamiento. Satisfecha su curiosidad en el Laboratorio, puso la mira en la Prensa diaria, documento humano de una riqueza fascinadora y de una extensión suficiente para colmar el apetito de los más insaciables investigadores del corazón humano. Allí se aposentó, allí parece haber hecho mansión definitiva, y en voceros de la opinión argentina empezó a darle al mundo el resultado de su experiencia y de sus estudios personales. No es Cancela un mero escritor imaginativo. Ha vertido sobre las cosas y los hombres la luz del conocimiento antes de ponerse a describirlas o desenmascararlos. Es una manera de probidad que no abunda en los escritores juveniles. Tal hay que escribe novelas sobre las costumbres de los mayas sin haber visitado la América Central ni leído siquiera lo poco que de esas tribus ha llegado hasta nosotros.
Cancela recibió de la Naturaleza el don de ver, el don de penetrar y el don de describir. Hay quienes describen sin haber visto y deslumbran como deslumbra el cohete, derramando luces inconexas en la obscuridad. Hay quienes ven la superficie y producen con sus descripciones la impresión de lo vacuo, porque la Naturaleza les ha negado la facultad de profundizar en la observación hasta descubrir el alma de las cosas y las intenciones de los hombres. Es tan penetrante la visión interior de Cancela, que suele cautivar a sus lectores pintando con minuciosidad extrema la vida interior de los necios y, lo que es aún más difícil, la de las necias.
Se ha colocado, en presencia de la vida, en una actitud de observador compadecido de las flaquezas, de la estulticia humana. No se indigna: sonríe. Ni siquiera condesciende en reírse. Parece como si temiera que la carcajada interrumpiese la benévola eficacia del pensamiento. Una actitud parecida a ésta ha debido de asumir Sócrates y sin duda la tuvo Cervantes en presencia del conflicto vital. Corregir es inepto. La burla resulta inadecuada. Sonreír es lo más honesto y en ocasiones lo más elegante, porque si el chiste reverbera y el sarcasmo punza y provoca la reacción del espíritu vulnerado, la reverberación y el encono pasan pronto y a veces pasa con ellos el mérito literario de la obra que los ha producido.
Del verdadero escritor humorista se dice que vive la vida de su tiempo y la de los años por venir. Este libro de Cancela tiene con la vida contemporánea nexos indestructibles. Acaso no estuvo en el ánimo de su autor, pero estos tres bocetos se rozan con los más graves problemas de la hora presente. Acaso sean también una premonición para los hombres del porvenir. La historia del doctor Herrlin se roza con esta especie de religión nacida, a última hora, de la fe ciega que los hombres han puesto en la técnica y en los expertos. La credulidad humana es cosa tan tenaz y tan falta de lógica que, a pesar de la guerra de 1914, el fracaso más estruendoso de la técnica, de los peritos militares y de los expertos en materia de finanzas, aquella religión no ha quemado sus ídolos ni derribado sus templos. La psicología comparada, que había pronosticado la decadencia de franceses, ingleses e italianos y su fácil vencimiento por las tribus septentrionales, continúa iluminando el cerebro de los profesores. Los hombres que le increpaban a Alemania su incapacidad de entender a otros pueblos han resultado igualmente limitados para escudriñar el alma de los alemanes. Los peritos, los técnicos, parecen empeñados en destruir la civilización, que, según todas las probabilidades, ha sido la obra de la casualidad y del esfuerzo intercadente de algunos pueblos amantes de la gracia y de la comodidad. Cancela ha visto que en América la religión de la técnica se ha complicado con la superstición del extranjero. Allá basta que un hombre atormente la sintaxis castellana y tenga una pronunciación rocallosa para que le sea fácil abordar el interior de los templos en que se celebra el rito de la técnica.
Otro de nuestros males presentes es la lucha de clases: mal tempestuoso que está privando por dondequiera a la especie humana de sus más excelsas cumbres. Un día cae Canalejas; otro, Jaurès. Una mano obscura cercenaba la vida de Kurt Eisner, acaso la misma mano que más tarde señalaba el fin de la inteligencia fastuosa de Rathenau. El mundo se disuelve comenzando por la desaparición de los grandes hombres. Un vértigo como éste, de envidia incomprimida, trajo, según Burckhardt, el ocaso de la cultura griega. En Una semana de holgorio está de bulto la ceguedad del odio de clases.
Por fin, Cancela ha puesto su cauterio sobre los bordes cárdenos de otra llaga social. La úlcera maligna de los nuevos ricos obra con menos vehemencia en este empeño destructor, pero no con menos eficacia. El nuevo rico, ahora como en tiempos de la Roma decadente, contribuye a la tarea disolvente rebajando el nivel de los grandes valores vitales. El no destruye, pero degrada. La fortuna, que pone a su alcance la flor de los valores de cultura, no le ha dado ni la inteligencia para comprenderlos ni la capacidad de refinar su espíritu gozando de ellos. Para ponerlos a su alcance tiene por fuerza que traerlos a un plano inferior, donde se degradan o se invierten. Triste fenómeno social estudiado en El culto de los héroes.
Todo esto lo ha visto la inteligencia de Cancela. Pero demasiado discreto para hacer el pedagogo, ha querido pasar por un mero relator de sucesos contemporáneos. Es, en efecto, un narrador de altas dotes. Su frase es pura y tersa como la corriente de un arroyo que serpentea por el valle después de haber golpeado el cristal de sus ondas contra las rocas de la alta sierra. La fuerza representativa, el humor predominante en su concepto de la vida, la gracia elusiva de su estilo, su actitud impersonal ante las miserias que describe, hacen de Cancela un hombre de esos a quienes se refiere Emerson cuando dice que son las profecías ambulantes del mundo que ha de venir. Adveniat regnum tuum.
No quiero terminar estos apuntes sin felicitar sinceramente a «Calpe» por el acierto con que ha escogido este libro para dar a los españoles una idea de la literatura americana contemporánea de lengua castellana. El libro favorece a las letras americanas, pero es un digno exponente de ellas. En la obra mecánica la fuerza se mide en las partes más flacas. La resistencia de una cadena la da rigurosamente el más débil de sus eslabones. No es así en las obras del pensamiento. La literatura de los pueblos se mide por la altura de las cumbres más excelsas: Dante, Shakespeare, Cervantes, Goethe, Tolstoi. La lista se agota pronto. Lo demás es documento con que los eruditos suelen llenar sus fichas.
B. Sanín Cano.
EL COCOBACILO DE HERRLIN
Índice
CAPITULO PRIMERO
SIMPLE INTRODUCCIÓN A UNA HISTORIA COMPLICADA
Índice
Cuando Augusto Herrlin, privat docent de la Facultad de Upsala, publicó su «Informe sobre algunas observaciones hechas acerca de una nueva enfermedad infecciosa del conejo silvestre (Lepus cuniculus vulgaris)» era todavía lo que en los círculos científicos de la vieja ciudad universitaria suele llamarse un joven de porvenir. Acababa de entrar en los cuarenta años; hacía justamente ocho que estaba de novio con la séptima hija del profesor Hedenius, titular de su materia, y tenía abiertas ante sí, en todo sentido, perspectivas envidiables. Su reputación profesional comenzaba a apuntar, y a no ser por el agrado con que seguía la práctica de los deportes de invierno en las revistas ilustradas de Estocolmo, habríasele supuesto en condiciones de substituir en la cátedra a su futuro padre político.
La publicación del informe—cuyo texto era ya conocido, pues había figurado, a modo de