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Amor de Fan II. Tienes una misión que cumplir
Amor de Fan II. Tienes una misión que cumplir
Amor de Fan II. Tienes una misión que cumplir
Libro electrónico266 páginas3 horas

Amor de Fan II. Tienes una misión que cumplir

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Información de este libro electrónico

Pili y Jon se preparan para celebrar lo que será el momento más importante de sus vidas. Pero no todo saldrá como ellos esperan. Un terrible accidente pondrá patas arriba su mundo y todo aquello por lo que han luchado penderá de un hilo.
¿Será su amor capaz de superar los nuevos obstáculos?
Descubre el esperado final de esta historia de amor.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 nov 2021
ISBN9788412437850
Amor de Fan II. Tienes una misión que cumplir
Autor

María del Pilar Muñoz Borrego

Pilar Muñoz Borrego nació en Madrid y vivió en Alcalá de Henares, una ciudad que adora. Reside en Almería con su familia desde 1990. Es amante de la lectura desde que tiene uso de razón. Su amor platónico hacia el grupo New Kids on the Block cuando todavía vivía en Alcalá de Henares dio comienzo a una historia que fue tomando forma en su cabeza durante años hasta que se aventuró en el mundo de la escritura; así nació su primera novela Amor de Fan (Círculo Rojo, 2019). Ahora nos trae Amor de Fan 2. Tienes una misión que cumplir (Ediciones Arcanas, 2021) con la que culmina esta bilogía de romántica contemporánea.

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    Amor de Fan II. Tienes una misión que cumplir - María del Pilar Muñoz Borrego

    1

    Pili se encontraba en el estudio de diseño de su amiga Gema. Subida en una tarima, se probaba su vestido.

    —¡Ay! ¡Ten más cuidado! —se quejó al notar el pinchazo de un alfiler.

    —Estate quieta. Tengo que meterle más al vestido para que quede bien ajustado. Has vuelto a adelgazar —dijo Gema a la vez que rectificaba la cintura.

    —Serán los nervios de la boda —le restó importancia—. ¿Cómo lo ves? —preguntó a la vez que se contemplaba en el espejo.

    —Con este último retoque debería estar listo. Pero, por favor, no adelgaces más.

    —Lo intentaré, pero no te prometo nada —contestó con resignación.

    —Por cierto, ¿has hablado ya con Jon sobre dónde vais a celebrar la ceremonia?

    —Sí, al final hemos decidido que sea en el sur de España. Para ser más exactos, en Almería. Hace años fui allí a una boda y me encantó. Además, no queremos una boda glamurosa, sino más bien íntima; solo los familiares y las amistades más allegadas. Es el sitio ideal. Así no nos agobiarán los paparazzi. Por supuesto, estás invitada —bromeó guiñándole un ojo.

    —Solo faltaría que no me invitaras a la boda. ¡Con todo lo que he hecho por ti para que finalmente estés junto a Jon! Menudo par de tontos… Si no es por mí y, por supuesto, por George, ahora estaríais cada uno por vuestro lado.

    Gema no pudo evitar recordar todo lo que les había pasado a Jon y a Pili desde que se conocieron en California. Ella los había presentado durante un concierto del grupo de música donde cantaban su novio George y Jon, su hermano. Si no llega a ser por George y ella —y por el destino, que propició aquel encuentro— no habrían vuelto a estar juntos.

    —Gracias, Gema —la abrazó Pili con afecto.

    —Así que en Almería…

    —Sí. La idea es celebrarlo en San José, un pueblo costero precioso. Muchas de sus casas están construidas sobre pequeños acantilados que asoman al mar y otras, en las colinas, por lo que ofrecen una vista espectacular de la bahía de San José. ¡Es un sitio ideal para pasar un fin de semana romántico!

    —Bueno, bueno. Tal y como lo pintas, la verdad es que sí suena ideal. Me dijiste que la boda sería en septiembre, ¿verdad?

    —Sí, el último fin de semana. En Almería aún se podrá disfrutar de un agradable tiempo veraniego y eso es algo fantástico para este tipo de celebraciones. Nada de calor excesivo. Además, como estaremos en otoño, podremos contemplar unos atardeceres preciosos. ¡Y más en San José!

    —¡Pues estoy deseando ir! —sonrió Gema.

    ***

    Los siguientes tres meses pasaron con rapidez para Pili y Jon, que ultimaban los preparativos de la boda. Para que todo estuviese impecable, se dejaron llevar por algún que otro consejo de Gema, George y el resto del grupo Believe.

    Aunque habían contratado a una wedding planner, en más de una ocasión tuvieron que viajar a San José para concretar algunos detalles. Querían que todo estuviese perfecto. Organizarían la ceremonia en una finca especializada en ese tipo de eventos. Era un lugar precioso con vistas al Morrón de los Genoveses, perfecto para ese día tan especial.

    El grupo estaba grabando su último disco, pero habían decidido no hacer ninguna gira ese año para que Jon pudiera dedicarle más tiempo a Pili y a la preparación del enlace.

    La noche anterior a la boda, como mandaba la tradición, cada uno durmió en una habitación. Jon no creía en esas supersticiones de que los novios no debían verse antes de casarse para no tener mala suerte, pero sabía que Pili sí. Ella quería una boda tradicional, así que decidió respetar todas las costumbres y prepararse para el gran acontecimiento por separado.

    Pili había leído que, en la antigüedad, cuando los casamientos eran arreglados por los padres, los novios se conocían en el momento de la boda. De esa forma se evitaba que uno de los dos huyera si el otro no resultaba de su agrado. Por eso se estableció que los futuros esposos no pudieran verse, ni siquiera en los minutos previos al enlace. También había leído que muchos padres temían que el futuro marido no encontrara bella a la novia, así que ocultaban su rosto tras un velo hasta que la unión se concretara. Obviamente, en la actualidad ya no era así y todo tenía un sentido más romántico. Pili descartó el velo y eligió un tocado muy lindo y original, confeccionado con hojas de cristal y flores en porcelana fría, que llevaría puesto en un semirrecogido.

    El hecho de no ver a Jon las horas previas le generaba más expectativas e incrementaba su ilusión y emoción por la sorpresa del instante en el que se verían vestidos de novios por primera vez. Además, prepararse junto a su familia era una oportunidad para sentirse mimada y compartir la alegría de un momento tan especial como era casarse con el amor de su vida.

    Pilar, su madre, y sus amigas más íntimas, Silvia y Gema, la acompañaron durante la sesión de maquillaje y peluquería. Gema la ayudó a ponerse el vestido que le había diseñado y confeccionado con todo el cariño del mundo. Silvia le regaló una pulserita discreta, que resaltaba aún más el vestido.

    —¡Espero que te traiga mucha suerte! —exclamó Silvia a la vez que le ponía la pulsera en la muñeca.

    —¡Muchas gracias, Silvia! —Pili estaba emocionada—. Bueno, ¿cómo me veis? —preguntó nerviosa.

    —¡Estás preciosa, cariño! —sonrió Gema.

    La madre de Pili, embargada por la emoción, apenas podía hablar.

    —No lloréis, que me haréis llorar a mí y se me estropeará el maquillaje —pidió Pili, secándose una lágrima—. Me parece un sueño todo esto… Quién me iba a decir que terminaría casándome con uno de los componentes del grupo Believe, con mi amor platónico de la adolescencia. ¡Me siento tan feliz!

    Con cuidado de no estropear lo guapa que estaba, sus mejores amigas y su madre le dieron un abrazo antes de acompañarla al recibidor del hotel en el que se habían hospedado y donde su familia la esperaba expectante. Ellos se desplazarían al lugar de la ceremonia en autobuses contratados para la ocasión; la novia iría en coche —un BMW 740 Drive blanco decorado con flores frescas enlazadas a juego con el ramo de la novia—, acompañada por su padre, que era el padrino.

    El espacio donde se celebraba la boda había sido decorado con un toque muy silvestre. El altar era de madera y habían instalado un arco nupcial con flores naturales y otros adornos para los novios. Según iban llegando los invitados, se acomodaban en sillas blancas, también adornadas con flores silvestres. Los guardaespaldas observaban todo con detenimiento. Aunque se tratara de una celebración muy íntima, dada la fama del novio, eran del todo necesarios.

    En el altar esperaba el juez, un joven amigo de George y de su familia, que oficiaría la ceremonia. Jon, vestido muy elegante, llegó de la mano de su madre.

    Unos minutos después, un piano emitió las primeras notas de La Sirena¹, anunciando la llegada de la novia. Los pajes, sobrinos de Jon, caminaban delante de la novia y del padrino por la alfombra roja mientras echaban pétalos de rosas blancas. El más pequeño llevaba los anillos.

    Pili avanzaba al compás de la música, cogida del brazo de su padre y luciendo su vestido de novia, el secreto mejor guardado de la boda. Era blanco, de gasa y corte imperio, con escote palabra de honor e incrustaciones de guipur; sobre él llevaba un bolero a juego, con escote barco y abotonado atrás. No decepcionó a ninguno de los presentes.

    Jon se emocionó al verla.

    —¡Está realmente preciosa! —le comentó a su madre.

    Pili tuvo que hacer un gran esfuerzo para que las lágrimas no se derramaran de sus ojos vidriosos y estropeasen su maquillaje. Al llegar al altar, el padrino entregó su mano a Jon, que la recibió con cara de felicidad. Tras besarla en la mejilla, le dijo:

    —¡Estás guapísima!

    Pili sonrió con timidez. Acto seguido, el juez comenzó oficialmente la ceremonia. En un momento determinado, algunos amigos y familiares se acercaron al altar para leer las cartas que habían escrito para los novios. La más emotiva y graciosa fue la de Gema y George:

    —Fuimos testigos mudos de vuestro amor al observar cómo os mirabais; sobre todo tú, Jon, que te embelesabas cada vez que la veías. También fuimos testigos, aunque a propósito, cuando intentábamos averiguar aquellas confidencias que os traíais por las noches. Espero que ahora entiendas por qué no era persona en el estudio de grabación por las mañanas. Me tiraba toda la noche en vela para descubrir vuestro secreto —explicó George de forma graciosa y los novios se echaron a reír.

    Gema tomó el testigo:

    —Tras unos años de idas y venidas, sabíamos que estabais hechos el uno para el otro. Aunque George y yo lo organizamos todo para vuestro reencuentro, fue el propio destino quien se encargó. Sentimos la mayor de las alegrías en el cumpleaños de Robert, cuando por fin anunciasteis vuestro compromiso. Nos alegra ver cómo compartís con generosidad todo ese amor, ternura, respeto y apoyo que os procesáis como pareja, llenando nuestras vidas con vuestro cariño. Os deseamos de todo corazón que, en esta nueva etapa, la llama del amor se mantenga viva por siempre y permanezcan las cosas buenas que os ha traído.

    Gema terminó de leer con un nudo en la garganta y alzó la vista hacia Pili, que tenía los ojos llenos de lágrimas. Jon, amable y con dulzura, le pasó un pañuelo.

    Tras la última carta, Jon tomó a Pili de la mano y, sin dejar de mirarse, escucharon al juez declararlos marido y mujer.

    —Ya puedes besar a la novia.

    Jon la besó con intensidad mientras los invitados aplaudían.

    Tras las fotos de los novios con los familiares y amigos, llegó el cóctel de bienvenida. Los camareros paseaban bandejas de canapés mientras los invitados conversaban con melodías de jazz instrumental de fondo. Una hora más tarde, pasaron a la zona del banquete, que se puso en penumbra. Una melodía anunció la entrada de Jon y Pili, ya como marido y mujer. Los invitados aplaudieron con alegría y emoción mientras los novios tomaban asiento.

    —¡Uf, necesitaba sentarme! —exclamó ella con alivio.

    —¿Estás bien? —se preocupó su esposo.

    —Sí, es que tenía ya un dolor de pies que no aguantaba más.

    Jon la besó.

    Comieron entre risas y charlas agradables. Cuando terminó el banquete, los novios se pusieron de pie.

    —Estamos muy felices de teneros aquí reunidos —empezó Jon antes de mirar a su esposa—, celebrando nuestra unión como marido y mujer. La mayoría conocéis los altibajos por los que ha pasado nuestra relación… —Se emocionó y los ojos de Pili se pusieron vidriosos—. Queremos dar las gracias a los que estuvisteis a nuestro lado y nos disteis vuestro apoyo y consejos. Muchas gracias a todos, especialmente a mi hermano George y a Gema. Sin ellos, hoy no estaríamos aquí brindando por nuestro amor. Muchas gracias.

    Levantaron las copas de champagne para brindar, seguidos por los invitados.

    —¡Vivan los novios! —gritó Silvia.

    Gema aprovechó para secarse las lágrimas mientras los demás aplaudían. Se anunció por los altavoces que ya se podía pasar a la sala de baile. Los novios acudieron al centro de la pista al tiempo que se oían los primeros acordes de If you go away², una balada preciosa con mucho significado en su historia de amor. Robert, David, George y Dany la cantaron para ellos. Bailaron abrazados como si el mundo se hubiese detenido en ese momento y no existiera nada más, salvo ellos y su amor.

    Cuando la canción terminó, se besaron con pasión mientras los invitados aplaudían alegres antes de unirse al baile.

    —¡Mira, ahí está Silvia! —señaló Pili alegre un rato después.

    Jon la miró extrañado, pues no sabía a quién se refería, pero fue tras ella.

    —¡Hola de nuevo, cielo! ¡Cómo me alegro de que estés aquí! —Pili le dio un gran abrazo a Silvia—. Antes, con los nervios de la boda apenas hemos hablado. Quería decirte que siento no haberte llamado antes, pero entre que estaba en Boston y los preparativos de la boda, he estado muy liada. Aunque me aseguré personalmente de que tanto tú como Antonio recibieseis la invitación.

    En ese instante llegó Antonio con un par de copas de champagne. Pili lo saludó radiante, también con un abrazo que él no pudo corresponder del todo para no derramarle las bebidas encima.

    —¡Me ha encantado todo! —exclamó Silvia—. El sitio es espectacular, la ceremonia ha estado preciosa, el cóctel, el banquete… ¡Lo que me he reído con la carta de Gema y George! Y vuestras palabras han sido de lo más emotivas. Estoy feliz de estar aquí. De hecho, Antonio y yo hemos pensado quedarnos unos días más en San José. ¡Es un lugar precioso!

    —Sí, San José es un pueblo idílico con unas casas preciosas y unas vistas espectaculares. ¡Ideal para que os quedéis el fin de semana! —Pili le guiñó un ojo.

    —Ejem… Hola —intervino Jon, que había permanecido en silencio.

    —¿Así que tú eres el que tanto la hizo llorar? —preguntó Silvia amenazante con algo de ironía.

    —No seas mala, Silvia —rio Pili.

    Jon las miraba sin entender de qué se reían.

    —Te has librado de un buen sopapo, amigo —dijo Silvia—. Le prometí que si algún día te conocía te daría un buen tirón de orejas.

    —¡Silvia! —la regañó Pili sin dejar de reír.

    —Yo soy la que se la llevó más de un año a recorrer el mundo, saltándonos Boston, claro está, para que se olvidara de ti. Menuda depre cogió la pobre —explicó. Abrazó a Pili con cariño antes de continuar—: Pero nada, chico, que el amor es más fuerte que todo —sonrió al tiempo que se encogía de hombros y daba un sorbo a su copa—. Bueno, ya en serio, Jon. Te llevas a una gran mujer que lo ha dejado todo por volver contigo. Ella te ama más de lo que te puedas imaginar, así que no lo olvides nunca.

    Jon asintió y le dedicó una sonrisa amable. Antonio le contó que las dos amigas se habían reencontrado cuando Pili volvió a Madrid y que decidieron hacer un largo viaje juntas. Jon ya sabía lo del viaje, pero nunca habría imaginado que hubiese pasado por una depresión tan grande como para irse más de un año por ahí con la intención de olvidarse de él. Aquello lo apenó enormemente y dio gracias a Dios por permitir que estuviesen juntos de nuevo.

    La fiesta transcurrió animada entre bailes, bromas y charlas. Jon y Pili se lo pasaron muy bien con los invitados hasta que, sobre las cuatro de la mañana, el cansancio les venció. Se despidieron de las personas que aún quedaban.

    —Silvia, nos vamos ya —anunció Pili.

    —¿Ya? ¡Pero si esto está en lo mejor! —rio ella mientras bebía un trago de su copa.

    —Estamos algo cansados. Demasiadas emociones… Pero nos veremos pronto. Jon me ha prometido que empezaremos la luna de miel en Alcalá de Henares —comentó con emoción. Allí se habían conocido las dos cuando estudiaban Administrativo, muchos años antes de irse a Boston.

    —¡Genial! —exclamó Silvia bajo los efectos del alcohol—. Jon, eres… Eres un tío cojonudo. Ya me empiezas a caer mejor. No tengo más que ver a mi amiga para saber lo feliz que está junto a ti. Nunca antes la había visto tan radiante como ahora.

    —Venga, Silvia, nosotros también deberíamos irnos ya —propuso Antonio al verla tan eufórica. Prefería llevársela a la habitación o se pasaría horas bailando.

    Pili se echó a reír.

    —Antonio, Silvia, ha sido un placer conoceros —se despidió Jon. Nos vemos en unos días en Alcalá de Henares.

    —Sí, os esperamos allí —asintió Antonio, dándole un abrazo cordial.

    Tras las despedidas, los novios subieron al BMW que los llevó hasta el lujoso hotel de cuatro estrellas situado en primera línea de playa del pueblo. Mientras caminaban hacia el ascensor, Pili sentía cómo le ardían las mejillas. Miró a Jon y vio que esbozaba una amplia sonrisa. Aunque vivían juntos, sentía mariposas en el estómago y el corazón le latía con fuerza al pensar en su primera noche como marido y

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