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Beethoven
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Libro electrónico166 páginas2 horas

Beethoven

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«Beethoven [...], la esencia más íntima de la música […] la verdadera encarnación del músico».

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Beethoven es, junto con Ópera y drama, la obra que contiene las aportaciones más significativas de Richard Wagner a la estética musical. Wagner lo escribe para conmemorar el centenario del nacimiento de Ludwig van Beethoven, en un contexto histórico de exaltación nacional.

La presente edición cuenta con un estudio introductorio que analiza el trasfondo filosófico de este ensayo: la clara influencia de la obra principal de A. Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, y la amistad del músico con F. Nietzsche, quien, durante el Idilio de Tribschen, leyó y revisó el Beethoven. Esto lo convierte en una joya que atrae no solo a melómanos y musicólogos, sino también a los interesados en la filosofía.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento5 jun 2021
ISBN9788418722714
Beethoven
Autor

Richard Wagner

Richard Wagner is the former editor of Ad Astra, the journal of the National Space Society. He lives in Northhampton, Massachusetts.

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    Beethoven - Richard Wagner

    Beethovencubiertav12.pdf_1400.jpg

    Beethoven

    Richard Wagner

    Traducción, estudio introductorio y notas de

    Montserrat Armas

    Beethoven

    Primera edición: 2021

    ISBN: 9788418722196

    ISBN eBook: 9788418722714

    © del texto:

    Richard Wagner

    Montserrat Armas

    © de la traducción:

    Montserrat Armas

    © de la ilustración de la cubierta:

    Natalia Cabrera Armas

    © del diseño de esta edición:

    Penguin Random House Grupo Editorial

    (Caligrama, 2021

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com)

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Índice

    Estudio introductorio

    Montserrat Armas 9

    El poder regenerador de la música 13

    I 17

    II 19

    III 23

    IV 35

    V 49

    Nota a la traducción 55

    Bibliografía selecta 59

    Beethoven

    por Richard Wagner 65

    Prólogo 67

    Apéndice. Una conclusión inédita del escrito Beethoven (1871) 151

    Estudio introductorio

    Montserrat Armas

    Los grandes genios son inalcanzables y verdaderamente imprevisibles para las moscas comunes. […] son sus espíritus afines los que les han reconocido.

    F. Nietzsche

    (2007, p. 89)

    El poder regenerador de la música

    En su libro Recuerdos de Gustav Mahler, Alma alude a unas reflexiones de su marido sobre su torpeza para expresarse con palabras: «Tal vez, si lo hiciera mejor, escribiría más. Pero no lo creo, pues Wagner nos ha servido ya de espantoso ejemplo. ¿De qué sirven todos los volúmenes que ha escrito? Precisamente hay que olvidarse primero de ellos para amar al genio de Wagner como se merece» (Mahler, 2006, p. 145).

    A pesar de estas demoledoras palabras, Mahler hizo una excepción con el ensayo Beethoven, al que llegó a considerar «el más profundo análisis de la música que jamás se haya hecho» (de La Grange, 1974, pp. 100, 853). Es posible que Mahler nunca entendiera, porque ya su época no precisaba hacerlo, la necesidad de Richard Wagner de justificar teóricamente su obra de arte del futuro, de preparar al mundo para su música auténtica, transformadora y eterna. Este fue uno de los motivos por los que el músico se convirtió también en escritor, y fue su interés por la filosofía¹ el que lo auxilió en esta tarea. La redacción de Arte y revolución y La obra de arte del futuro se vio influida por la lectura de las obras capitales de Feuerbach: Pensamientos sobre muerte e inmortalidad y, sobre todo, La esencia del cristianismo. También mostró interés por el Sistema del idealismo trascendental de Schelling. Escogió leer con entusiasmo la Fenomenología del espíritu y más tarde las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal del famoso y alabado Hegel.² El verdadero entusiasmo por la filosofía llegó, finalmente, con el descubrimiento de El mundo como voluntad y representación de Arthur Schopenhauer, que fue para él «un regalo llovido del cielo»,³ pues era «el único filósofo que había comprendido la esencia de la música» (Nietzsche, 2003a, p. 341).⁴ Fue la filosofía de Schopenhauer la que guio la última etapa creativa de Wagner, tanto teórica como musical, pues le proporcionó las herramientas necesarias para sondear en la profundidad de la música de Beethoven, y más concretamente en la Novena sinfonía.

    No hay la menor duda de que en Wagner el músico supera al escritor. Sin embargo, aquellos que ambicionan comprender plenamente el proyecto wagneriano no solo deben entregarse al estudio de su música, sino además a la lectura atenta de sus ensayos teóricos, sin ignorar sus influencias filosóficas y literarias.


    ¹ Interés inoculado durante su primera estancia en París (1839-1842) por el filólogo judío Samuel Lehrs, que le dio a conocer las obras de Ludwig Feuerbach y de Pierre-Joseph Proudhon.

    ² R. Wagner conoció también la filosofía de la música de Hegel gracias a Robert Schumann, que publicó, del 22 de julio al 23 de agosto de 1842, en la revista editada por él, Neue Zeitschrift für Musik, una crítica a la estética musical de Hegel en diez números sucesivos. Esto hizo que el pensamiento musical de Hegel, ideas que hablaban tan poderosamente a los románticos, se difundiera nuevamente.

    ³ El 16 de diciembre de 1854, Wagner escribía a Franz Liszt: «Junto al lento avance de mi música, ahora estoy finalmente ocupado con un hombre que ha llegado a mí —si bien de una manera literaria— como un regalo llovido del cielo. Se trata de Arthur Schopenhauer, el mayor filósofo desde Kant, cuyos pensamientos —según él ha manifestado— ha desarrollado hasta el final. Los profesores alemanes le han ignorado —prudentemente— durante cuarenta largos años: recientemente —para deshonra de Alemania— ha sido descubierto por un crítico inglés. ¡Cómo son de charlatanes todos estos Hegel’s (sic)! Su principal idea, la limitada negación de la voluntad de vivir, es tremendamente seria, pero sumamente liberadora» (Bauer, 1996, p. 625).

    ⁴ Wagner le confiesa esto a Nietzsche la tarde en que lo conoció en la casa de los Brockhaus, en Leipzig. Así lo relata Nietzsche en su carta del 9 de noviembre de 1868 a E. Rohde.

    I

    Beethoven no es uno de los escritos más extensos de Wagner, pero no por ello el menos importante. Este ensayo es, junto con Ópera y drama (1851), La obra de arte del futuro (1850) y La música del futuro (1860), el que contiene las aportaciones más significativas a su estética musical, marcando ya su último período de reflexión filosófica. En este escrito, Wagner refleja su ya madura concepción de la música, producto de sus lecturas y relecturas de Schopenhauer, a la vez que manifiesta su necesidad de celebrar, como nunca antes se ha hecho, el centenario del nacimiento de su padre musical, Ludwig van Beethoven, y todo ello en el contexto de un creciente sentimiento nacional a causa del momento histórico que vive Alemania: el desarrollo de la guerra franco-prusiana.

    El ensayo Beethoven muestra una particular manera de entender al músico Beethoven, no solo gracias a la experiencia musical que tuvo Wagner de él, sino también debido a la asimilación de las ideas musicales que Schopenhauer desarrolla en su obra principal El mundo como voluntad y representación. Además, este ensayo tiene el interés de haber inspirado algunas de las ideas centrales de El nacimiento de la tragedia de Friedrich Nietzsche.⁵ Un libro que su autor ideó, por la misma época en que surgió el ensayo Beethoven, como una larga conversación con Wagner, como una alianza con el músico y con sus proyectos futuros. Con esta primera obra, escrita en el momento culminante de su amistad, Nietzsche pretendía no solo recoger las reflexiones de Wagner sobre la música, sino además atesorar en su libro todo ese mundo de Tribschen, del que fue un privilegiado testigo. La desmedida presencia de Wagner hizo que F. Nietzsche, con los años, tuviera que juzgar su libro duramente, pues adolecía de todos los defectos de la juventud, entre los que destacaba un excesivo servilismo a Wagner.⁶

    Poner en contacto a Schopenhauer, a Wagner y a Nietzsche a partir del Beethoven concede a este ensayo un interés especial, e intentar desvelar las herencias e influencias que hubo entre ellos es justamente la tarea de este estudio introductorio.


    ⁵ Para conocer en profundidad el impacto que el pensamiento de R. Wagner tuvo en El nacimiento de la tragedia, también hay que tener en cuenta Das Künstlertum der Zukunft (1849). En este ensayo, Wagner desarrolla algunas ideas sobre el origen del coro, sobre las tragedias de Eurípides, sobre la decadencia de la tragedia, sobre el nacimiento de la música, etc. (Wagner, R. [1983]. Dichtungen und Schriften [Band V]. Insel Verlag).

    ⁶ Véase el «Ensayo de autocrítica» en Nietzsche, F. (1991). El nacimiento de la tragedia (Trad. A. Sánchez Pascual). Alianza.

    II

    En su adolescencia, Wagner mostró un profundo interés por la poesía y la pintura, pero fue más bien su entusiasmo por el teatro lo que lo llevó posteriormente a descubrir el fascinante mundo de la música, el mundo de la ópera, de la mano de Meyerbeer, Weber, Spontini y también de Beethoven, cuya música conoce poco después de su muerte.⁷ Escucha la Obertura Fidelio, que le causa una fuerte y duradera impresión; se interesa por Egmont, por las sonatas, por la Sinfonía en la mayor; copia desesperadamente al músico; transcribe para piano su Novena sinfonía durante seis intensas semanas; estudia las primeras sinfonías, y se inspira en la Sinfonía Pastoral para crear su propia pastoral. Durante su época de aprendizaje musical, Wagner adquirió un profundo conocimiento de las obras musicales de Beethoven y escribió algunas instrucciones o aclaraciones publicadas bajo el título Explicaciones programáticas, donde analiza, por ejemplo, la Sinfonía Heroica (1851), la Obertura Coriolano (1852) o el Cuarteto de cuerda en do sostenido menor, opus 131 (1854).

    Tras la muerte de Beethoven, Wagner quedó impresionado por los datos biográficos que se iban desvelando: el carácter huraño marcado por la soledad y la sordera, el rostro atormentado que mostraban las litografías difundidas en la época. Esto hizo que Wagner se creara del músico «una imagen de sublime y sobrehumana singularidad, con la que nada podía compararse» (Wagner, 1989, p. 38). Su interés por el hombre Beethoven lo animó en el año 1840 a escribir una biografía sobre el músico —pues la única biografía existente entonces, la de A. Schindler, no aportaba, en opinión de Wagner, una visión nítida de la genialidad del músico— para publicarla en la Editorial Christoph. Pero aunque esta biografía no pasó de ser un proyecto, sí llegó a escribir en París, entre 1840 y 1841, Peregrinación a Beethoven: un relato fantástico que forma parte de un ciclo de novelas cortas titulado Un músico alemán en París. Y treinta años más tarde, en 1870, convertido ya en un músico maduro y de cierto renombre, escribió su ensayo Beethoven para celebrar el centenario del nacimiento del músico. Celebración que en un principio fue proyectada en la mente de Wagner como un ciclo de conferencias que iba a impartir por diversas ciudades alemanas presentando su visión del hombre y del genio Beethoven.

    Wagner, que se consideraba el más serio conocedor de la obra de Beethoven, debía convertirse en su más fiel divulgador. Esta era, además, la actitud que cabía esperar de un discípulo agradecido, pues fue Beethoven quien guio los duros comienzos de Wagner como músico. Las obras de Beethoven fueron su inspiración, auténticos poemas sinfónicos con una fuerte carga dramática debido a las intensas emociones que transmitían. No todos eran capaces de apreciar esto en la música de Beethoven porque solo los espíritus similares pueden comprenderse. Esto es lo que Wagner pensaba de su relación con Beethoven.

    Wagner, cuya vanidad, espíritu teatral y arrogancia complicaron su camino, pudo explosionar y crear nuevas formas musicales gracias a las últimas obras de Beethoven. «La última sinfonía de Beethoven —nos confiesa Wagner— es la redención, desde su elemento más propio, de la música en el arte universal. Esa sinfonía es el evangelio humano del arte del futuro. Tras ella no hay progreso posible, pues a continuación solo puede venir, inmediatamente, la obra de arte consumada del futuro, el drama universal, para el que Beethoven nos ha forjado la llave artística» (Wagner, 2007, p. 86). También en Egmont y en Coriolano se hayan las bases de lo que va a ser el drama musical wagneriano.

    Fue la guerra franco-prusiana (1870-1871) la que impidió que la celebración del centenario de Beethoven se llevara a cabo como realmente el músico merecía, y Wagner tuvo que renunciar a hablar ante un público real para convertir su discurso en una exposición escrita de sus pensamientos sobre el genio Beethoven. Así fue cómo surgió finalmente el ensayo Beethoven que presentamos aquí.


    ⁷ La primera vez que Wagner cita a Beethoven en Mi vida es en 1828.

    ⁸ El ensayo Beethoven viene a ser una respuesta contundente a la visión formalista de la música que el crítico musical Eduard Hanslick expuso en su obra Vom Musikalisch-Schönen (1854), que ya había sido en parte una respuesta al ensayo de Wagner Ópera y drama (1850). La enemistad entre Wagner y Hanslick es muy conocida y cada uno da su visión del asunto en sus obras biográficas respectivas: Mi vida, de Wagner y Aus meinem Leben, de Hanslick. Lo interesante para nosotros no son los tira y afloja personales, sino las dos visiones enfrentadas de entender la música: la «música como forma», de Hanslick y la «música como expresión» de Wagner. Dos visiones de la música que pueden estar recogidas por Nietzsche en El nacimiento de la tragedia cuando el filósofo describe su idea

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