Tras su llegada al poder por la fuerza, Napoleón puso en marcha un amplio programa propagandístico con el fin de prestigiar su imagen frente a la opinión pública y legitimarse en su cargo. La maquinaria publicitaria imperial, a través de medios como la arquitectura, la pintura, las obras de teatro, los boletines oficiales o los medallones conmemorativos (la falta de estatuaria pública quizá se explique por el derribo de las estatuas de los reyes por el pueblo durante la revolución), engrandeció y glorificó la figura de Bonaparte presentándolo como un líder carismático, invencible y casi divino. Un relato iconográfico e ideológico destinado tanto a sus súbditos como a los monarcas extranjeros. Los textos biográficos y crónicas de sus campañas, difundidos por la prensa del régimen con tono hagiográfico y elegía-co, así como los retratos y pinturas de batallas de renombrados autores neoclásicos como Jacques-Louis David (Napo león cruzando los Alpes, 1801; , 1812), Jean-Auguste-Dominique Ingres (, 1806) o Antoine-Jean Gros –quien acompañó al general en sus campañas y se especializó en grandes cuadros con representaciones de sus hazañas bélicas (, 1808)–, transmitieron una visión heroica del militar, incansable del líder civil y omnipotente del emperador.
EL MITO ROMÁNTICO
Mar 15, 2023
7 minutos
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