Instantes de luz y valentía
Por Beatriz Caspar
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Acaricia tus miedos y ármate de luz para luchar por tus sueños.
Prefiero llevar cicatrices en la piel.
Prefiero ir despeinada.
Prefiero ir medio desnuda.
Prefiero jugar con el viento.
Prefiero bailar bajo la lluvia.
Prefiero besar bajo la luna.
Prefiero amar.
Prefiero llorar.
Prefiero sentir y arriesgar.
Sí, prefiero eso.
Prefiero vivir.
Beatriz Caspar
Beatriz Caspar (Estocolmo, 1993) nunca se conforma, cuando se decide por algo, lucha por ello a pesar de que eso implique tropezarse y levantarse una y otra vez. Beatriz ha sido campeona de España seis veces en atletismo. Este deporte le enseñó desde bien pequeña los ingredientes para el éxito: la constancia, las ganas y la ilusión. El hecho de tener raíces en Suecia, Suiza y España ha enriquecido su manera de ver el mundo, la humanidad y la vida. Su interés acerca de las injusticias sociales en el mundo la llevaron a graduarse en Relaciones Internacionales y finalizar un máster en Cooperación Internacional al Desarrollo. Su experiencia como voluntaria en campos de refugiados en Grecia le hizo darse cuenta de que nadie ni nada puede arrebatarle a otro ser humano la fortaleza de resistir y el deseo insaciable de vivir. Este libro nace para empujar a las personas a luchar por sus sueños con luz y valentía, ya que ella es de las personas que creen que los sueños llenan el alma de luz y de vida.
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Instantes de luz y valentía - Beatriz Caspar
Arriésgate
A los que se levantan,
aunque se tropiecen.
A los que vuelan,
aunque se caigan.
A los que buscan,
aunque se pierdan.
A los que se enamoran,
aunque les duela.
A los que luchan,
aunque se rindan.
A los que aguantan,
aunque desistan.
A los que lo intentan,
aunque se equivocan.
A los que sueñan,
a los que se exprimen,
y a los que viven
hasta que al final lo consiguen.
A los que viven.
Prefiero llevar cicatrices en la piel.
Prefiero ir despeinada.
Prefiero ir medio desnuda.
Prefiero jugar con el viento.
Prefiero bailar bajo la lluvia.
Prefiero besar bajo la luna.
Prefiero amar.
Prefiero llorar.
Prefiero sentir y arriesgar.
Sí, prefiero eso.
Prefiero vivir.
Estudia y trabaja todo lo que quieras,
pero prométeme una cosa:
prométeme que jamás
dejarás de aprender
a sentirte,
a abrazarte,
a escucharte,
a cuestionarte,
a aventurarte,
a rebelarte,
a arriesgarte,
a perderte
y a encontrarte.
Porque, aunque nadie te lo diga,
quiero que sepas que
este es el trabajo y el estudio
más importante de tu vida.
Atrévete a encontrarte.
¿Quieres aprender? Equivócate.
¿Quieres volar? Lánzate y mójate.
¿Quieres conocer? Ábrete.
¿Quieres vivir? Ríete.
¿Quieres sentir? Aventúrate.
¿Quieres soñar? Despiértate.
¿Quieres fracasar? Ríndete.
¿Quieres caminar? Levántate.
¿Te quieres levantar? Tropiézate.
¿Te quieres sorprender? Arriésgate.
¿Te quieres encontrar? Piérdete.
¿Te quieres enamorar? Quiérete.
¿Te quieres comprender? Escúchate.
¿Te quieres conocer? Viaja y descúbrete.
¿Te quieres superar? Entonces, ármate de valor, acércate a tus miedos y ten el coraje de vencerlos.
Piérdete y descúbrete.
Vivir de verdad,
eso lo logran aquellos
que tienen el coraje de sentir el latido de sus sueños.
Escucha el latido de tus sueños.
Prometo creer en mi instinto.
Prometo decir lo que siento.
Prometo ser fiel a mis sueños.
Prometo ser libre como el viento.
Prometo vivir con el corazón abierto.
Prometo escucharme a mí misma
para no ser una esclava de todas esas
voces que resuenan ahí afuera.
Prometo perderme miles de veces
para poder encontrarme millones de veces.
Prometo aprender de cada
piedra que me encuentre en el camino.
Prometo abrazar mis miedos para luchar junto a ellos. Prometo reír, bailar, jugar y arriesgar.
Prometo experimentar y no dejar la vida pasar. Prometo amar y besar sin parar.
Y, aunque a veces duela, prometo sentir
como el fuego porque, aunque quisiera
creer en lo eterno, sé que la vida dura
lo que dura un destello.
Prometo ser fuego.
Esta es mi etnia, mi religión
y mi bandera;
vivir con el corazón abierto
y sentir con los ojos despiertos.
Mi religión es vivir con el corazón abierto.
Por muy dura
y brutal que parezca,
no hay cicatriz que abarque
una profunda belleza.
Las cicatrices encarnan historias
repletas de lágrimas,
de dolor y de superación.
Las cicatrices son la forma
que la vida ha encontrado para
recordarnos que no hay adversidad
capaz de vencernos ni derrotarnos.
Las cicatrices son la forma
que la vida ha encontrado
para sanarnos y para recordarnos
que no somos olvido;
sino que somos tiempo, memoria
y un cielo repleto de historias.
No somos olvido, somos memoria.
Recuerda que
todas las heridas se cierran,
incluso aquellas que siguen abiertas
en los lugares más profundos
de tu corazón, tu alma y tus arterias.
Deja que el tiempo cure las heridas.
Cuando uno tiene prisa por llegar,
apenas tiene tiempo para saborear
la hermosura y la belleza del camino.
No olvides que
todo lo bonito en esta vida
no se siente en la meta,
sino que se saborea en ese camino
tan duro, tan incierto, tan largo y tan bonito.
Lo que importa es el camino.
Si estás atravesando
una tormenta,
prepárate
porque ahora te toca
emprender la travesía
más importante de tu vida:
descubrirte a ti mismo.
Si las crisis no existieran, jamás nos