Hay pocas verdades mayores que esta
Lo único que permanece es el cambio.
Aunque cueste aceptarlo, como seres humanos estamos limitados. Primero a las leyes de la Naturaleza Humana, “caminamos entre obstáculos” decía Séneca sobre esto. Tenemos un carácter complicado en el que hay que trabajar a diario para evitar la envidia, la avaricia, la falta de empatía, la falta de auto-control, etc.
Y luego estamos limitados por las Leyes de la Naturaleza Universal. Por mucho que quieras no puedes saltar 5 metros utilizando únicamente tus piernas.
Y una de las leyes universales es que el cambio es constante. No lo puedes evitar.
Entonces, aferrarte a lo que tengas en este momento es condenarte al sufrimiento. Tanto lo que llamas bueno como lo que llamas malo, pasará.
Por mucho que quieras evitarlo, el invierno llegará. Tendrás que soportar el frío. Las hojas caerán. Los compañeros marcharán. Puedes resistirte lo que quieras pero la vida seguirá su curso, y no fluir con ella es condenarte a la desgracia.
Uno de los temas principales de las Meditaciones de Marco Aurelio es la impermanencia.
En uno de sus fragmentos dice
Porque todas las cosas han nacido para transformarse, alterarse y destruirse, a fin de que nazcan otras a continuación.
O también, asemejaba la vida a un río, decía
Porque la realidad es como un río en incesante fluir, las actividades están cambiando continuamente y las causas sufren innumerables alteraciones. ¿Cómo, pues, no va a estar loco el que en estas circunstancias se enorgullece, se desespera o se queja porque sufrió alguna molestia?
Y ante esta perspectiva de la vida, Séneca decía
Tal estado de las cosas no podemos cambiarlo: lo que sí podemos es mostrar un gran ánimo, digno de una persona de bien, con el que resistir con fortaleza los azares de la fortuna.
Y la receta aquí es aceptar el cambio. Porque eso decían los estoicos; la vida, o te guía o te arrastra.
En palabras de Epicteto,
Vivirás sereno si aceptas los sucesos tal como suceden.
Y esto viene desde las raíces del estoicismo. Zenón, el fundador de esta escuela, decía que la virtud es vivir en armonía con los sucesos y que eso garantizaba un curso feliz de la vida.
Amor fati, como más popularmente se le conoce. No solo soportar los sucesos, sino amarlos. Porque, en definitiva, son tu vida. Y si no amas los eventos que caen sobre ti, entonces no amas tu vida.
Y el Sabio Estoico va por ahí.
Es como el fuego, porque es capaz de convertir en combustible cualquier material que se le eche. La vida puede arrojarle cualquier situación que él la va a consumir utilizándola para forjarse como una mejor persona. Porque la llama de su virtud, y esto lo decía Marco Aurelio, no se apaga como lo haría un pequeño fueguito sino que convierte en combustible lo que antes le era obstáculo, brillando y creciendo a mayor altura gracias a ese desafío.
Eso es básicamente el estoicismo. No depender de cómo sean las circunstancias para ser feliz, sino depender de cómo sea uno mismo ante las circunstancias.
La vida, recuérdalo bien, se asemeja al agua, tanto que es mejor en movimiento que estancada. Consérvate bueno.
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