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Las crónicas del señor Stefanov
Las crónicas del señor Stefanov
Las crónicas del señor Stefanov
Libro electrónico245 páginas1 hora

Las crónicas del señor Stefanov

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Información de este libro electrónico

La soledad toca su harmónica, el hombre delgado y su triste crónica.

Un libro de poesía moderna, para los jóvenes y no tanto, la edad dorada.

Aquí encontrarás sentimientos muy profundos, amor herido, melancolía, dramas, baladas... En fin, una mala vida.

Tan cerca y a la vez tan lejos... Layla.
En la mezcla está la magia.
Acepta tus problemas y convive con ellos como puedas.
Que se entienda de distintos modos, sea como sea, se me va a malinterpretar.
Escribir...
Al menos, por fin he conseguido hacer algo que realmente me guste, a pesar de todo.
Esto fui el colmo.
Me dejé el alma, el corazón, los sentimientos, las madrugadas... mi vida en ello.
Mi amor ríe como las flores.
Paz para los hombres tristes.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento25 ene 2020
ISBN9788418073779
Las crónicas del señor Stefanov
Autor

Dimo Stefanov

Dimo Stefanov (1991-2018) nació en Bulgaria, pero desde pequeño vivió en España. En su corta vida (murió con solo veintisiete años) escribió el libro de poesía moderna Las crónicas del señor Stefanov y la novela No puedo encontrar mi camino a casa, publicada en 2018.

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    Las crónicas del señor Stefanov - Dimo Stefanov

    Prólogo

    Esto no es un tema, solo deliro.

    Bebiendo Lean, descargándome instrumentales,

    principalmente jazz, blues, rollo smooth, etc.

    Después de ver un capítulo de Breaking Bad

    y teniendo cargado el piloto de una serie que promete.

    Esa sensación.

    Me siento bien, como Nina Simone en esa canción

    tan famosa de aquel chaval.

    ¿Cómo se llamaba?

    Ese yonqui. El bastardo herido y alcohólico.

    No logro dar con su nombre ahora mismo.

    Todo eso de pasar madrugadas enteras despierto,

    con sueño y cansado, pero, aun así, sabiendo que no podré dormir…

    Escuchar esa clase de música, escribir estas cosas.

    La inspiración. Hablar solo o simplemente quedarme mirando a un punto fijo,

    con el sistema nervioso central demasiado bloqueado

    como para siquiera apartar la vista.

    Con el esfuerzo mínimo, suficiente como para cambiar la canción

    o seguir escribiendo esto en completo silencio mientras todos duermen.

    ¿Cuántas veces habré amanecido ya así?

    Drama, ¿qué tendrá?

    Sé que podría conseguir un trabajo de mierda como los de siempre

    o, al menos, intentarlo.

    Encontrar alguna chica medianamente decente y sentirme

    lo más cercano a lo que llaman felicidad.

    Pero ¿a quién pretendo engañar? En el fondo, me encanta.

    He alejado de mí a todo aquel que me ha querido

    o lo ha intentado y, últimamente, ni siquiera soporto

    la cara que veo en el espejo.

    Ya ni me molesto por haberme despertado.

    Pocas cosas hay que me sigan importando, y soy tan joven…

    Podría dejarlo a un lado, al menos, por un tiempo,

    pero supondría dejar el rap, el blues. ¿Qué haría?

    Me volvería loco, sinceramente, no sabría qué hacer.

    Esa agonía, la angustia. Al menos me he acostumbrado

    a vivir con ella y con todo esto.

    Día a día, año tras año, convenciéndome a mí mismo

    de que es así como soy y que es lo que me ha tocado,

    que no lo puedo cambiar.

    Algo hay en todo esto que me atrae, tiene que haberlo.

    Es como si esa parte de mí me tirase hacia abajo

    cada vez que intento salir de este puto agujero.

    Como si estuviera hecho para esto, para estar en ese estado mental,

    pensando y escribiendo cosas así a estas horas.

    Para estar sentado detrás del todo en el autobús

    con los cascos puestos y mala cara.

    Esperando a cualquiera que pretenda entablar conversación conmigo.

    Cada día me convenzo más de ello.

    Esperando el invierno para poder estar más depresivo, como teniendo

    una excusa o, si no, inventándomela y moldeándola a mi gusto.

    No recuerdo cuándo fue la última vez que sonreí de verdad

    durante más de unos pocos minutos.

    Podría dejarlo, calmarme y forzarme a ello, pero ¿de qué serviría?

    Me atrae demasiado.

    Me consume, me corroe de un modo lento.

    Únicamente me pregunto cuánto más podré aguantar.

    Y sé que el primer paso para salir es aceptarlo,

    pero ¿realmente lo quiero hacer?

    ¿O es solo un capricho pasajero que aparece en mí de vez en cuando?

    Un pensamiento que ronda por mi cabeza durante un par de días

    y luego se desvanece por sí solo o lo echo por la fuerza.

    Un deseo que me hace querer dejarlo todo y ser como ellos.

    Son las 5:42 de la madrugada de un lunes.

    Vivo y ya está.

    Vida, por Dimo Stefanov

    Balada del

    Sr. Stefanov

    2012

    Intro número 1

    1991, 2012.

    Has de saber una cosa, hermano, lo que ellos te quitan nosotros te lo damos.

    Nunca cedemos, siempre avanzamos y, cuando ellos paran, yo te digo: «Vamos».

    Parece que estamos malditos, jóvenes y viejos, tío, todos perdidos.

    No hay ni uno que se haya levantado y no le hayan echado

    a las fuerzas del Estado.

    Oh, oh, que los jodan a todos, liberales, antisocialistas.

    Hace tiempo que salía a la vista, los más atrasados son los progresistas.

    Hijoputa, ve y se lo dices, todo el pecho marcado con cicatrices.

    De la patria, mi familia, tu nación, el puto mundo entero en mi contra dirección.

    Ya perdí la esperanza, la fe la tengo, pero la paz no me alcanza.

    Es la rabia que desato al rasgar maderos y falsas diss que cojean al andar.

    Despertar

    Tenía doce, subí al bus y vine aquí, estaba ilusionado, siempre fui del Madrid,

    a veces no es como puedan contarte, nunca pensé que en España

    sería un puto inmigrante.

    A los catorce me hice amigo de Pac, veía pelis como Blow.

    Caminaba con los cascos el bum, bum, clap.

    Pasaba el tiempo, no mó pain a escondidas, viviendo en el rap lo hard flow.

    Mi vida es una lástima, hundida, la mierda no sale a flote.

    Mis putos quince los pasé con miradas y Slim Shady.

    Y nunca supe nada de los dulces dieciséis.

    Sumido en el odio, la depresión año más tarde,

    poco faltó para la solución cobarde.

    Llegó la mayoría de edad y los problemas,

    personalidades enteras cambian, aunque no quieras.

    Mejor no mencionar lo que vi, lo que hice.

    Encontré al Señor, mis cicatrices son pruebas de humildad,

    a la fuerza el camino que tire y que le jodan al mundo;

    soy un hombre libre.

    Hoy tengo veinte y las cosas son distintas, sonrío, ya ni llevo las mismas pintas.

    Soy joven y sé que mi vida no promete,

    espero días mejores de aquí en adelante.

    Yo, el búlgaro, tío, un puto inmigrante,

    haciendo el nuestro exactamente como antes.

    El mundo evoluciona, pero el juego no cambia,

    rotación de jugadores porque no es la puta mafia.

    A veces oigo tu mierda y no puedo olvidar de irme.

    En casa decían que triunfar era posible y no triunfó nadie, tío.

    Todos fracasaron, Europa del Este, tierra de los desgraciados.

    Si supieras de dónde vengo, llorarías, si supieras dónde vivo

    ahora, te reirías, miro a mi alrededor y pienso:

    «Es un mundo de maricones, y yo primero».

    La triste vida del Sr. Stefanov, todo el día,

    todos los días solo Play y Pro…

    Sin ser ningún puto rey, llevo la corona,

    ¿qué coño importa si todos me abandonan?

    La experiencia con la gente me enseñó que la violencia

    es un lenguaje que todo el mundo entiende.

    Aun así, opto por hablar, dialogar, no razono con idiotas

    que no saben razonar.

    Yo no quiero un chalet de cuatro pisos, quiero dejar los líos

    por mi pobre madre, que es una santa.

    Pero es jodido andar y no torcer la vista, dejar mi vida

    por un puto sueldo mileurista, tío.

    Esos son los malos, les tengo casi tanto asco

    como a los perros del Estado.

    Considérame un éxito, he cambiado,

    me fui de la vida que me dejó abandonado.

    Olvida el alcohol, las drogas, piensa en los problemas que te ahorras.

    No te fíes de una zorra, tío, es hora de ponerte la corona.

    Lo bueno empieza ahora, céntrate en tu dinero

    y vive por encima de todo, de aquí al cielo.

    Motherfucker.

    Balada

    Balada. Drama. Layla.

    Las putas, el drama, las zorras, las guarras, colegas, la pasta,

    negocios, no sana, las pibas, movidas, no cedo, lo reto, mi vida,

    mentiras, misterio y secretos.

    Amigos, rivales, vendidos, colegas, los buenos, los malos,

    hermanos de pega, los celos, la envidia, traición y codicia.

    La cárcel, las rejas, el parque, las risas, la mesa, la crema

    se pega en los dedos, el peso real, el corte, el neto, las calles,

    las drogas, chavales, las sogas, el cole, las bolsas,

    la pasta y las horas.

    Mi madre, mi padre, los quiero, los odio, currantes, dinero,

    los pierdo, negocios.

    La calle, la pasma, el sistema, opciones, el hambre,

    la calle, palizas, el tiempo, los años, semanas, segundos,

    pasan los días y no estamos juntos.

    Dramas, baladas; en fin, mi vida, rayadas, cariño,

    mejor me olvidas.

    La mierda, el drama, la pasta, sus caras, la hierba, la fama,

    los cerdos, sus plagas, problemas en casa, las madres llorando,

    patrullas solventó, los hijos pagando funerales, familias vestidas de negro,

    la iglesia, el llanto, cerrado en cerebro, el mundo, sus plagas,

    los muros, se trata del plomo, las ratas, monos y ramas.

    La nómina, el jefe, el curro, el ego, el hombre, el camello,

    el mono, el juego, de noche en la calle, patrullas, maderos,

    los jueces fiscales, viajes, talego, la cárcel, tu celda,

    cruzar los pasillos, evita los líos o claven cuchillos.

    La biblia, el rosario, plegarias, ayuda, reza a diario,

    el Señor te escucha, el infierno, la tierra, los ojos al cielo,

    el ángel sin alas, los pies en el suelo.

    La lluvia, la niebla, las nubes, el sol, el cielo,

    la nieve, el frío, el calor.

    Princesas

    Veintiún años y todavía no sé manejarlas, tío. Hijos de puta, joder,

    así estamos, Dios.

    Las tres de la madrugada es muy tarde, solo frente al ordenador,

    intento concentrarme, ponerme a tono, solo quiero aliviarme.

    Mamááá, deja de hacer ruido, intento masturbarme.

    Posadolescentes, noches solitarias con mis manos medio

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