Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

El cristianismo del siglo XXI... y más: Un catecismo laico para todos
El cristianismo del siglo XXI... y más: Un catecismo laico para todos
El cristianismo del siglo XXI... y más: Un catecismo laico para todos
Libro electrónico451 páginas6 horas

El cristianismo del siglo XXI... y más: Un catecismo laico para todos

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Libro-medicina para curar algunas de las enfermedades del alma.

Este es un libro que puede ser muy útil para muchas personas. Además, resulta más eficaz y menos dañino para la salud que un puñado de ansiolíticos o antidepresivos.

No somos solo materia, somos también espíritu. Esa parte de nuestro ser no se puede curar con pastillas ni cataplasmas, solo con amor. Ese del que nuestro Dios y Creador posee cantidades infinitas y que nos ofrece gratis, sin condiciones ni limitaciones. Se conforma con que lo aceptemos como Creador, Padre, Hermano, Amigo... Y si queremos comportarnos en el amor como se comporta Él, se da por satisfecho.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento2 abr 2018
ISBN9788417335380
El cristianismo del siglo XXI... y más: Un catecismo laico para todos
Autor

J.L. Esteve - Luna Cristy

José Luis Esteve Pérez, nacido el 9 de febrero de 1938, en Caudete de las Fuentes, Valencia (España). Laico consagrado al Dios de Jesús desde el 12 de Octubre de 1984. Página Web: cateque.com Correo: caudete_38@yahoo.es

Relacionado con El cristianismo del siglo XXI... y más

Libros electrónicos relacionados

Religión y espiritualidad para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para El cristianismo del siglo XXI... y más

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    El cristianismo del siglo XXI... y más - J.L. Esteve - Luna Cristy

    Agradecimientos

    Mi más profundo agradecimiento para mis amigos Luis

    y Moisés. Sin cuyo desinteresado apoyo, ayuda y consejos, este libro no hubiera visto la luz. Muchísimas gracias.

    Presentación

    Este libro es el fruto de más de treinta años de estudio, análisis y dedicación al tema religioso en general y cristiano en particular, con la convicción de que la relación del hombre, del ser humano con Dios, lo llame como lo llame, es personal e intransferible, de acuerdo con los dones, luces y a veces mimos (gracias o consuelos y ayudas especiales), que Él nos concede a lo largo de nuestra vida y también según las condiciones personales que vivimos o padecemos, en cuanto a sociedad, familia, relaciones personales, posición social, etc.

    El hombre, la mujer que lo aceptan y lo aman, lo sienten cercano como un Padre que se desvive por sus hijos y por amor procuran hacer lo que piensan lo que a Él le agrada, ayudando sus hermanos en todo lo que pueden.

    Como decía San Pablo, nosotros podemos cambiar en todos los lugares y de todas las maneras posibles, porque somos libres y muchas veces irresponsables. Dios sin embargo no puede cambiar, siempre será el mismo. Si cambiara y fuera tan voluble como nosotros, no sería Dios.

    Un Ser eterno que siempre ha existido y siempre existirá. Infinito en poder, sabiduría, amor y paciencia. Con un fondo infinito e inagotable de generosidad y misericordia.

    Y en consecuencia, si uno actúa por amor a Él, para agradecerle de alguna forma los dones recibidos y vive con rectitud, haciendo todo el bien que puede, evitando en la medida de sus posibilidades el mal, esa persona se salva esté bautizado o no, alcanzando como premio unirse a Él en un abrazo, un éxtasis de amor infinito, donde ya no existirán el tiempo ni el espacio.

    Un estado feliz y eterno, que nosotros ahora llamamos Cielo.

    Por eso, creo que la finalidad de cualquier Iglesia o grupo religioso, es ayudarnos a volver a Él, a las manos de nuestro Creador de donde salimos al nacer, con el alma, nuestro espíritu, lo más limpio posible y adornado en lo que uno buenamente pueda de buenas obras.

    J.L. Esteve

    Primera parte

    Comentarios Bíblicos

    La Biblia.

    Libros inspirados por Dios.

    Pero escritos por hombres.

    Dios nos ha a creado por amor, nos soporta por amor y nos salvaremos por su amor.

    La Biblia está compuesta por una serie de libros reunidos en dos grupos muy distintos.

    En el segundo llamado Nuevo Testamento, se narran sobre todos los demás temas, la predicación, vida, milagros y sobre todo la tortura, muerte y resurrección de un hombre llamado Jesús, que los que aceptamos su testimonio y ejemplo, creemos sin ninguna duda que era y sigue siendo además de hombre, el hijo de Dios en Plenitud.

    Un hijo de Dios como nosotros, que en un momento determinado de su vida, quizás después del bautizo en el Jordán, escuchó el mandato de Dios, igual que hizo en su momento Moisés y que lo mismo que aquel profeta, lo aceptó voluntariamente y lo cumplió con brillantez y sin desfallecer, durante los años de su vida pública, hasta el momento terrible de su pasión y muerte en la cruz.

    Un hombre, que una vez resucitado su cuerpo y sin perder su figura y cualidades humanas, fue glorificado, magnificado y divinizado por Dios, con poderes y dones tan extraordinarios que no podemos imaginar. De hecho ahora, dos mil años después, es el mesías universal, mensajero de Dios, ejecutor de sus órdenes y deseos y como decía San Pedro Juez de vivos y muertos.

    Podríamos pensar en un superhombre, infinitamente superior a nosotros los mortales. Un ser muy especial, pero formado como nosotros con ese cuerpo glorificado y su alma inmortal y eterna, que Dios creó para él, desde el mismo instante de su concepción humana. Un alma indivisible y por tanto inmortal y eterna.

    En resumen un nuevo y último escalón de nuestra primitiva condición humana y que podríamos calificar después del Homo Sapiens, como el Homo Liber de Adán, el Homo Filium Dei de Cristo y finalmente como el Beatus Homo, el hombre eternamente feliz, sumergido en un abrazo eterno, un éxtasis de amor con su Creador.

    Los textos evangélicos, que reflejan la vida pública de Jesús, predicados y escritos por sus Apóstoles en unos casos testigos presenciales o en algún otro caso como Lucas y Pablo muy cercanos a ellos.

    Lucas escribe al principio de su Evangelio: Puesto que muchos han intentado componer un relato de los acontecimientos cumplidos entre nosotros, según nos han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares, convertidos después en ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de informarme exactamente de todo desde los orígenes, escribirte ordenadamente .

    En estos textos caben pocas dudas y discusiones. Pueden haber pequeños matices, interpretaciones a veces fuera de contexto, pero nada grave o que provoque grandes controversias.

    En general en esos textos, se pone de manifiesto muchas veces, la idea que siempre predicaba el Hijo de Dios a través de Jesús, de que su Padre es un Dios bueno y misericordioso, que hace salir el Sol para buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos.

    Cree en lo que dice el Salmo 144/8-9: El Señor es clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

    Y sobre todo que tiene una infinita capacidad de amar y ser amado y también una infinita capacidad de perdonar como en la parábola del hijo pródigo, con un fondo inagotable de misericordia.

    En cambio los primeros libros del Antiguo Testamento, tiene dos partes muy diferenciadas:

    Una parte primera y no muy extensa, explicada en el Génesis sobre el origen de este Universo de una forma muy simple y colorista, dirigida a unos oyentes prácticamente sin ninguna cultura o preparación intelectual y que también incluye la especial y particular creación de Adán y la catástrofe de lluvias e inundaciones de Noé.

    Todo el resto de este Antiguo Testamento desde Abraham, está dedicado a relatar los avatares, las glorias y miserias de un pueblo escogido por Dios y siempre vigilado y controlado por Él. También hay consejos sobre higiene y salud y los llamados Salmos Sapienciales.

    Con el fin muy concreto, de hacer nacer en su momento y en el seno de este pueblo, a un hombre sin mancha de pecado, del vientre de una Inmaculada Virgen israelita, al que más tarde el Hijo de Dios, usaría como instrumento para manifestar a los hombres la buena nueva: que Dios existe y nos ama, sin condiciones y para siempre.

    Aquí, ya se plantea una pregunta de imposible contestación para nuestro pobre intelecto: ¿por qué tenía que ocurrir en ese pueblo, en unos momentos y circunstancias determinadas?

    Un pueblo que desde siempre arrastra el título, unas veces llevado con orgullo y otras con resignación, de pueblo elegido. ¿No había otro tan preparado o más en aquella región y también adorador de un Dios único? De no haber sido por esta inexplicable elección de Dios, seguro que sabríamos muy poco de ellos.

    Personalmente pienso que esta elección condicionó toda su vida y su historia. En los albores de la misma están los relatos contenidos en los cinco libros del Pentateuco, cuya composición final, se calcula que se realizó hacia el año 1.200 antes de Cristo.

    Libros que fueron el resultado de recoger y ordenar por parte de unos escribas, dirigidos según la tradición judía por Moisés, de una amplia tradición de relatos muy antiguos de transmisión oral y posiblemente no solo entre los hebreos, sino también en otras tribus nómadas del desierto.

    Estos textos tienen que tener por fuerza inexactitudes, repeticiones, añadidos y omisiones a lo largo de los más de 3.000 años transcurridos. Posiblemente todos estos cambios no alteren de forma sustancial el mensaje original, pero creo que es prudente tenerlos en cuenta y no aceptar estos textos de forma rígida y monolítica.

    Según algunos historiadores fue la Reina Tiye, Princesa de un pueblo nómada del desierto de Libia y madre del Faraón Akhenaton, la que educó a su hijo en la doctrina del Dios Único, que más tarde y ya coronado, proclamó doctrina oficial de Egipto.

    Esta mujer estaba convencida de que esa creencia, era común a todos los pueblos de aquella parte del mundo, incluido Egipto, desde tiempos muy remotos y que más tarde al constituirse los reinos y estados, en muchos lugares de la tierra, fueron los sacerdotes y los reyes, quienes crearon sus dioses según su conveniencia y necesidades políticas.

    Si esta teoría es cierta y cabe recordar a Jetro en Madían, del que algunos expertos opinan que era Sacerdote del Dios Único o los edomitas.

    Y casi con seguridad algunas otras tribus nómadas, que pastoreaban a sus rebaños por todo el creciente fértil, incluida la península Arábiga, la elección del pueblo elegido pudo ser otra.

    Otro tanto se puede decir de los llamados Libros Históricos y que relatan las grandezas y miserias del pueblo judío, con una participación muy activa de los llamados Profetas, mensajeros o enviados de Dios.

    Estos personajes son muy peculiares, porque en general solo aparecen en tiempos de crisis y casi siempre anunciando males y castigos por olvidarse del pacto con Yhavé.

    Se puede aceptar que eran los elegidos por Dios, para que su pueblo no olvidase nunca su promesa de fidelidad y apostatara con otros dioses.

    Incluso siendo un poco malicioso me atrevo a decir, que estos profetas aprovechaban cualquier cataclismo o desastre natural, como el diluvio de Noé o la lluvia de los restos encendidos de un meteorito, como en el caso de Sodoma y Gomorra, para presentarlos como un castigo de Yhavé, por sus crímenes y maldades. Algo que a lo largo de la historia de la humanidad, ya ha ocurrido muchas veces y en muchos sitios.

    Un arquetipo de estos profetas coléricos es Jonás, que después de ver a Dios perdonar a los ninivitas dice en el capítulo 4 de su libro: Se apesadumbró sobre manera y se enojó, diciendo: ¡cómo Yahve! ¿no es esto lo que me decía yo estando en mi tierra? Por eso precavidamente quise huir a Tarsis, pues sabía que eres Dios clemente y misericordioso, tardo a la ira, de gran piedad y que te arrepientes de hacer el mal".

    Y cuando le pide a Dios que le quite la vida, porque no ha castigado a los ninivitas como él quería, Dios con cierta tristeza le contesta: ¿te parece bien enojarte así?.

    Se puede pensar que como dice el Salmo 68 el celo de tu casa me devora, algunos de estos profetas tomaron como deseos de Yhavé sus propios deseos y exageraron el mensaje.

    También se puede intuir que olvidaban lo que dice el Salmo 144, 8/9, que en parte recita Jonás y que es un himno a la Grandeza y Misericordia de Dios: El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno, es cariñoso con todas sus criaturas.

    Lo mismo se puede pensar de aquellos redactores, que no parecían conocer muy bien al Dios al que servían con toda su buena voluntad. Un Dios capaz de arrasar la tierra y destruir ciudades, sin tener en cuenta el trigo y la cizaña que podían convivir en todos esos lugares.

    Yo creo en un Dios de infinito poder en todo, gloria, sabiduría, misericordia, capacidad infinita de amar y de ser amado, etc. Un Ser que hace muchos millones de años pensó en esta creación con toda su complejidad, grandeza y belleza y luego se limitó a decir ¡FIAT!

    Desde entonces ya lo sabía todo sobre nosotros, desde Adán hasta el más lejano futuro que podamos imaginar. Estoy convencido que Dios nos quiere como hijos y no como esclavos o siervos.

    Y en cuanto a los ángeles, que posiblemente los creó antes de engendrar a su único Hijo, los hizo no por necesidad, sino para tener compañía y también pienso que los creó libres para que le amaran y acompañaran en libertad.

    De ser cierta esta idea, nosotros no seríamos más que otro medio, en su deseo de amar y ser amado, creados después de engendrar a su Hijo, para tener a muchos millones de seres inquietos, infieles, revoltosos, pecadores, capaces de realizar hazañas portentosas y aberraciones abominables, en los que saciar su infinita sed de amar y ser amado.

    En este aspecto a veces pienso que nos hizo trampa al crearnos, porque para poder amarle a Él que es infinito en todo, debemos tener una capacidad casi infinita de amar y por tanto ningún amor humano puede llenarnos totalmente; tampoco el poder, el dinero, la gloria, la vanidad.

    Todas las variantes de amor que se nos ocurran, no son más que un entrenamiento, una preparación para el éxtasis de amor final, absoluto y eterno con Él. Y hablo del verdadero AMOR, el que se entrega totalmente sin pedir nada a cambio como decía San Pablo.

    Por tanto, cuando se le presenta en el A.T. como enfadado, colérico, irritado, etc.etc. se está hablando de un ser inexistente e irreal.

    Creo que en algunos de estos casos, los cronistas hacen a Dios a su imagen y semejanza humana. La única explicación posible y generosa, es el afán de los redactores de llevar al pueblo judío por el buen camino, aunque fuera muertos de miedo.

    Por puro miedo a la cólera de Dios. Algo que todas o casi todas la religiones hacen, han hecho y posible y lamentablemente sigan haciendo hoy, incluida nuestra Iglesia Católica.

    Por eso, este Yhavé del Antiguo Testamento es muy extraño y a veces incomprensible, como cuando ordena la conquista de Palestina a sangre y fuego, sin respetar personas, cosas o animales por considerarlos impuros, como ocurrió en la ocupación de Jericó.

    En estos casos el ejército de Josué, actúa como un pueblo fanatizado y obsesionado por la idea del Dios único.

    Salvo los libros que contienen salmos o proverbios o algún dato histórico relevante, el resto de libros del Antiguo Testamento se centran cada vez más en las desgracias, alegrías y acontecimientos más o menos importantes del llamado pueblo elegido.

    Si tenemos en cuenta la distancia, a veces de varios miles de años, que nos separan de algunos de estos relatos y sobre todo el abismo que hay entre la cultura, la técnica y el vivir cotidiano de aquellos pueblos, nos damos cuenta enseguida de que lo que nos pueden enseñar es muy relativo.

    Y todavía más relativo, si se la compara con la enseñanza limpia, clara y transparente de nuestro Señor Jesucristo, a pesar de que también nos separa de su tiempo y de sus gentes más de dos mil años.

    Pero los instrumentos de Dios, saben trascender del tiempo en que viven y predicar una doctrina universal, que todo hombre de buena fe puede comprender, sin grandes esfuerzos.

    La conclusión final es evidente: centrémonos en leer, meditar y absorber en plenitud las enseñanzas de nuestro Maestro Dios y Hombre y dejemos en segundo plano, aunque sin olvidarnos del todo, de esos relatos de los que no debemos dudar de su autenticidad y de ser libros inspirados por Dios, pero escritos por hombres, para otras gentes con otras mentes, conocimientos y problemas.

    Que además y por desgracia, a veces son objeto en nuestro tiempo, de interpretaciones y establecimiento de códigos de conducta totalmente falsos, por hombres de buena fe pero muy equivocados.

    El ejemplo más notable y conocido por su trascendencia en la historia de la humanidad, en los últimos quinientos años, es el de Martín Lutero, nacido el 10 de Noviembre de 1483, en una modesta población de Sajonia.

    Fraile en la Orden de los Agustinos, profesor de Teología y miembro destacado de su orden.

    Tenía un concepto demasiado arraigado, sobre los poderes del demonio. Buscaba alcanzar la benevolencia de Dios, porque se veía como un pecador alejado de su gracia.

    Afirmaba odiar al Dios justo e implacable, que castigaba con dureza a los pecadores. Al Yahve del Antiguo Testamento.

    Profundizó en el estudio de la Biblia, siguiendo el ejemplo de Erasmo de Róterdam y otros teólogos, impregnados del renacimiento humanista, buscando así hallar una explicación a sus dudas.

    En esta situación de búsqueda, Lutero descubrió una afirmación de San Pablo en la Epístola a los Romanos, 1—16/17, donde dice: "Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es poder de Dios para la salud de todo el que cree, del judío primero, pero también del griego. Porque en él se revela la justicia de Dios, pasando de una fe a otra fe, según está escrito: ".

    Por tanto el justo alcanzará la gracia por su confianza en Dios y no por las obras que pueda realizar. Una fe sólida, robusta y total sería suficiente. Por tanto la doctrina de la Iglesia Católica y también su propia existencia son innecesarias.

    Esta afirmación no aparece en ningún texto de la Biblia, ni en el Antiguo ni el Nuevo Testamento, pero para no alargarme mucho en este pequeño artículo, destaco la opinión del Apóstol Santiago en una de sus cartas. Creo que pudo leer esta epístola de San Pablo y eso le motivó a incluir este texto en ella:

    "¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo?

    ¿De qué sirve si uno de vosotros al ver a un hermano o hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice Vayan en paz, caliéntense y coman y no les da lo que necesitan para su cuerpo?

    Lo mismo pasa con la fe, si no va acompañada de las obras, está completamente muerta.

    Sin embargo alguien puede objetar: Uno tiene la fe y otro las obras. A ese habría que responderle: Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe.

    El Apóstol Santiago tiene, a mi juicio, más peso teológico que San Pablo, porque vivió con Jesús unos tres años y escuchó, aceptó y asumió las enseñanzas del Maestro, mientras que San Pablo no fue testigo presencial y su información sobre la enseñanza y doctrina de Jesús le vino de segundos o terceros, con todo el riesgo de malinterpretar algunas de las palabras y los hechos del Maestro.

    Con este breve apunte sobre Lutero y su doctrina de sola scriptura, sólo la Biblia, quiero destacar con qué cuidado se deben leer y estudiar los libros de la Biblia, porque los riesgos de equivocarse son muy altos.

    Estoy convencido de que yo también habré incurrido en fallos y errores de interpretación, en mis escritos sobre estos temas bíblicos y estoy dispuesto de verdad y de corazón a rectificar, siempre que se me demuestre de forma suficiente y clara estos fallos y errores.

    No me vale que mi interlocutor me diga: Yo he sido elegido por Dios para enseñar y divulgar su palabra y lo que yo digo es , sin que quepa la más mínima posibilidad de discutir en libertad y con amor, las cosas que él dice y predica.

    Por último y por desgracia tenemos olvidada una amplísima biblioteca llena de libros escritos por hombres y mujeres seguidores de Jesús, laicos y consagrados, que nos relatan vivencias asombrosas y experiencias imposibles de alcanzar con las solas fuerzas humanas.

    Con un caudal enorme de reflexiones, citas y proverbios, que forman un tesoro de sapiencia y edificación que nada tienen que envidiar a los salmos y proverbios bíblicos.

    Y sobre todo no olvidar lo que decía el Hijo de Dios a través de Jesús: quien cree en Mí tiene vida eterna (Juan,11-25/26).

    Pero no vale sólo creer, sino también y como consecuencia obligada hay que actuar. Luchar y trabajar, para reflejar en nuestra vida y en nuestros actos los deseos y el mensaje del Maestro al que amamos y servimos.

    Si Él y su Padre son sobre todo AMOR en una escala infinita, nosotros también debemos serlos en nuestro pobre y pequeño esfuerzo diario.

    Si Dios lo hace todo porque nos ama, nosotros debemos corresponder de la misma manera, porque como dice un aforismo castellano, amor con amor se paga. Primero con Él y luego por amor a Él, amando y sirviendo a nuestros hermanos.

    Luna Cristy

    La desaparición de la religión, no implica, en modo alguno, la desaparición de la religiosidad.

    Mircea Eliade

    Castigos biblicos

    Yahve un Dios extraño, colérico y vengativo.

    INTRODUCCIÓN.- Después de leer con mucha atención la Biblia, a uno le asalta una extraña idea. ¿El Dios de Jesús es el mismo que el Yahvé del Antiguo Testamento? ¿El Dios de misericordia, amor infinito y sin condiciones del Salvador, es el mismo de Moisés y los Profetas? En muchos aspectos parecen dos seres distintos.

    Deseo dejar muy claro, que todo lo que sigue son ideas y opiniones mías y que en este momento, no son otra cosa que meras hipótesis pendientes de muchas más pruebas y comprobaciones.

    Sin embargo permiten mirar con un poco de lógica, sentido común y certeza, hechos muy importantes que pasaron hace muchos miles de años, en unas condiciones culturales y sociales muy primitivas, completamente distintas de las actuales.

    Donde todavía no existía la escritura y la transmisión de los hechos era oral.

    Tampoco el ser humano había avanzado mucho en sus conocimientos y por tanto lo ignoraba casi todo y tenía que suplirlo con la imaginación y la fantasía.

    En general podemos pensar que eran hecho reales, pero debidamente adaptados y embellecidos y muchas veces contados por los sacerdotes y escribas, para engrandecer el poder del dios que adoraban, en los distintos reinos que poblaban aquella parte del mundo.

    Los escribas y sacerdotes judíos no eran, en general, inmunes a esta forma de actuar a mayor gloria de Yahvé.

    Personalmente, sin olvidar ambas disciplinas, pero siempre con la lógica y el sentido común como guías o faros, pienso y admito en principio que aquellos hechos ocurrieron, pero que las distintas versiones que ahora se nos ofrecen, no se ajustan totalmente a la realidad de los hechos que nos narran.

    Hasta hace muy pocos siglos, una sequía atroz y prolongada se achacaba muchas veces a los pecados de los hombres o a la infidelidad debida al dios correspondiente.

    Y lo mismo puede decirse de terremotos o inundaciones. Esta idea de un dios terrible y castigador sin piedad, era fomentada en casi todos los casos por sus sacerdotes, que así podían mantener dócil y obediente, sin grandes dificultades y con bastante comodidad a su rebaño espiritual.

    El miedo al castigo divino, funcionaba casi siempre muy bien. No hacía falta mucha policía, ni guardias. Por eso eran tan queridos, respetados y muchas veces temidos, por los poderosos de aquellos tiempos, los sacerdotes y servidores del dios del Estado.

    Yo no creo en un dios así. Yo creo en el Dios de Jesús. Un Dios con una capacidad infinita de amar y ser amado. Con un fondo de misericordia infinito y por tanto incapaz de odiar y castigar de forma tan dura e implacable, como nos muestran algunos textos bíblicos.

    CAUSAS HUMANAS.- Dios no empieza mal en el Génesis. Lo crea todo simplemente con el imperio de su voluntad.

    Luego le falla Adán, con la ayuda de Eva en su desobediencia y aunque los castiga a vivir, trabajar y morir como simples mortales, les suaviza el castigo prometiéndoles el envío de un salvador, que volverá a poner a los hombres para siempre bajo su sombra amorosa, con lucha, esfuerzos, fracasos y en algunos casos grandes penalidades.

    La Iglesia Católica interpreta así este pasaje del Génesis: Pongo hostilidad entre ti y la mujer; entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tu la hieras en el talón (Gen. 3-15).

    Habrá, por tanto, una continua lucha entre los seguidores de la serpiente, los alejados de Dios como Luzbel y el resto de los hombres que aceptan al Señor, le sirven y aman como Padre, Creador y Amigo.

    A este enfrentamiento eterno, Jesús lo llamaba de otra manera: por un lado los hijos de las tinieblas y por el otro los hijos de la luz. Pero todos libres y capaces de hacer el bien por un lado y el mal por el otro y siempre con capacidad de arrepentimiento en los descarriados y la posibilidad de volver al buen camino.

    A mi juicio en este capítulo del Génesis, hay que destacar un detalle importante: Dios le prohíbe a la primera pareja, que coman del fruto del árbol del bien y del mal, por una sencilla y simple razón: porque los hizo libres para elegir y tomar decisiones propias y quizás quiso probar el uso que de tal don, de un valor casi infinito, hacia Adán.

    En el Catecismo católico se lee: el pecado entró en el mundo, por culpa del pecado de Adán. A mi juicio esta explicación es falsa, porque lo primero que entró en el mundo con Adán, fue el don de un valor casi infinito de la libertad. De poder elegir. Por eso Adán pudo ser probado con una prueba sencilla, pecó usando mal ese don y por ello fue expulsado del Paraíso.

    De haber sido Adán un animal más perfecto o tener otras características que le obligaran a obedecer forzosamente, tal prohibición no hubiera tenido sentido, ni habría supuesto pecado ni pena alguna para nuestro antepasado por quebrantar dicha imposición. Todos los animales al no sr libres, no puede pecar.

    De hecho esta prohibición hecha a nuestro Padre y su resultado final, probó sin género de dudas que el hombre era y sigue siendo un ser completamente libre y responsable total de sus actos. Puede haber tentaciones o momentos duros o difíciles, pero siempre que esté en su sano juicio, la decisión final es siempre suya y el castigo si lo hubiera también.

    También demuestra, que el pecado existe en el mundo, no por la desobediencia de Adán, sino como consecuencia del mal ejercicio que hace el hombre, de ese don maravilloso que Dios le ha regalado al ser humano, que es el poder elegir su camino libremente.

    Dios le permite al hombre pecar y hacer el mal, porque aunque puede quitar el pecado sobre lo tierra, en cualquier momento, no quiere si antes no nos quita a nosotros, ese regalo de valor casi infinito que es la libertad, convirtiéndonos en otra cosa muy distinta, de lo que somos ahora.

    Seríamos unos animales más perfectos, pero no unos seres racionales y libres, aspirantes a ser hijos suyos en plenitud, en parte por nuestros propios méritos y en parte por su infinito fondo de Misericordia y Justicia.

    Personalmente creo que para Dios, ese don de valor casi infinito de la libertad, vale mucho más para Él, que todo el mal que los hombres podamos hacer, en un larguísimo catálogo de males, tragedias, genocidios, esclavitud y daños de todo tipo para sus hijos inocentes.

    Él nos quiere como hijos en plenitud, no como siervos o esclavos. Quiere que libremente le aceptemos como Creador, Padre, Hermano, Amigo...

    También creo, que los pecados del hombre le duelen menos a Dios, que su postura de ignorancia, desprecio o falta de amor, que muchos practican de forma ignorante e irresponsable.

    La Madre Teresa de Calcuta, decía que al final de nuestra vida, seremos juzgados en el amor. Por lo que hayamos hecho o no hecho con amor, o dejado de hacer por miedo, cobardía o cálculos meramente materiales o de oportunismo.

    Más tarde, el relato de Caín tampoco es un castigo demasiado severo. Lo condena al destierro, pero prometiéndole que nadie lo matará ni le hará daño.

    Le permite llegar al país de Nod (posiblemente Palestina), donde se casa con una mujer de una tribu salvaje de cazadores y recolectores, tiene hijos y nietos y construye la primera ciudad de la que se tiene noticia (quizás Jericó) y prácticamente es el germen de una nueva humanidad, es decir nosotros. Sinceramente creo que no le fue mal del todo.

    Hay otro suceso menor, en el que Yahvé se porta como Padre paciente y respetuoso con sus hijos, me refiero a lo que ocurrió en la Torre de Babel. Allí unos cuantos regentes o sacerdotes estúpidos y soberbios, pensaron en construir para demostrar su poder, una torre, un zigurat que llegara hasta el cielo.

    Así empezaron a realizar su insensata obra, con ladrillos cocidos al sol y betún, porque en aquella tierra no había ni piedras ni cal.

    Se puede pensar que al poco tiempo de empezar, la noticia se extendió como la pólvora y empezaron a llegar artesanos de fuera, desconocedores de la lengua local y poco a poco aquello se convirtió en una empresa irrealizable.

    Primero por la multitud de lenguas habladas y luego por la imposibilidad de elevar mucho la construcción con aquellos materiales tan endebles.

    Lo extraordinario del relato, es cuando dice que Dios bajó para ver lo que estaban haciendo. ¿qué clase de dios es ese que tiene que acercarse a ver lo que están haciendo? Es imposible pensar que andaba mal de la vista y por eso el relato adquiere un tinte sentimental meramente humano.

    CAUSAS NATURALES.- Con Noé ya se tuercen las cosas. ¿Tanta maldad había en la tierra, que no había otra forma de remediar semejante situación que con un exterminio total?

    En este caso, yo creo de forma personal, que el causante de la tragedia fue un meteorito, un planetoide, un cometa o algo parecido, que se aproximó tanto a la tierra que provocó, aparte de unas lluvias torrenciales, gigantescas mareas, que prácticamente vaciaron los mares y océanos. Algo parecido pero infitamente mayor, que la atracción que ejerce la luna cada vez que se aproxima un poco a la Tierra.

    Es digno de resaltar la precisión de las fechas que jalonan el relato y que debidamente sumadas, dan como resultado que el cataclismo duró algo más de un año. Desde el día 17 del mes dos del año 600 de la vida de Noé, hasta el 27 del mismo mes del año siguiente.

    El narrador, utiliza un calendario solar de 365 días y no debemos perder de vista, que este cataclismo se produjo unos cuatro mil años antes de Cristo. Un calendario tan nuevo que ni los días, las semanas y meses tenían nombre. Así, por ejemplo, el día dos sería Febrero, el siete Junio, el doce Diciembre, etc.

    Esta precisión avala la tesis, de que la edad de los Patriarcas pre y pos diluvianos son correctas. Y también permite suponer que Adán y sus descendientes eran de una pasta muy parecida, pero distinta a la nuestra.

    Para centrar el tema de Adán, personalmente creo que fue creado/nacido, unos diez mil años antes de Cristo, después de la última glaciación.

    Muchos miles de años después, de la creación relatada en el primer capítulo del Génesis, cuando ya existían sobre la tierra, muchas y variadas comunidades casi humanas, de cazadores y recolectores.

    Comunidades con hijas, que luego los hijos de Dios, descendientes de Adán, tomaron como esposas, según relata el capítulo seis del Génesis, dando así lugar a una nueva humanidad que somos nosotros.

    Una mezcla, un híbrido, de un ser superior con otro inferior. Con más componente material del deseado, pero manteniendo ese don de valor casi infinito de la

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1