Al Desnudo: Un Viaje a Lo Desconocido

Por Juana Vasquez

¿Por qué tenemos que cumplir con ciertas obligaciones?
¿Cuál es el objetivo? ¿Satisfacer al ojo social?
¿Qué es estar bien?
¿Hasta cuándo tendremos que trabajar en trabajos que no tienen nada que ver con nosotros por miedo a estar desempleados?
¿Cuántas horas al día utilizo para poder hacer las cosas que me gustan?
¿Qué me haría feliz?
¿Por qué todo a mi alrededor está tan tranquilo cuando lo que llevo dentro se siente como un volcán?

Cuando Gigi comienza a cuestionar su mundo cotidiano la única respuesta que encuentra es ponerse en movimiento. Comenzar un viaje, seguir, avanzar, superarse, esforzarse. “Sé que necesito seguir andando, me lo pide el alma, pero no sé a dónde me dirijo; no lo sé.”

En el camino encontrará obstáculos. ¿Quién no? Pérdida, desarraigo, dudas, falta de fe en sí misma y en los demás. El principal será el miedo, porque «No es raro, cuando se sale de lo cotidiano comenzar a crear excusas para no avanzar».

Al Desnudo invita al lector a emprender su propio viaje que cuestione la rutina, que desafíe y enfrente sin postergaciones los conflictos del día a día. Un viaje íntimo, de aceptación pero también de crecimiento, provocador y generador de transformaciones que le permitan descubrir, abrir los ojos y aprovechar la vida a plenitud.

• Idioma: Español
• Editorial: Archway Publishing
• Fecha de lanzamiento: 26 dic 2019
• ISBN: 9781480882102

Juana Vasquez

Juana Vasquez was born in the Dominican Republic in 1971 and immigrated to the United States in 1990. Her interest in human behavior and in challenging herself led her to study the science of religion and metaphysics over the course of twenty years. She currently lives in New York City.

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Copyright © 2019 Juana Vasquez.

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Esta es una obra de ficción. Todos los personajes, nombres, incidentes, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia.

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Editor: Rossalinna Burk y José Hernández

Ilustración de portada: Julie Walsh

Escritura marqueada BCE ha sido del Biblia Cristiana Estandar®, Copyright © 1999, 2000, 2002, 2003, 2009 de Holman Bible Publishers. Usado por permiso. Holman Christian Standard Bible®, Holman CSB®, and HCSB® son marca registrada federalmente de Holman Bible Publishers.

ISBN: 978-1-4808-8211-9 (tapa blanda)

ISBN: 978-1-4808-8210-2 (libro electrónico)

Número de Control de la Biblioteca del Congreso: 2019913012

Fecha de revisión de Archway Publishing: 12/20/2019

Para mis amigos y familiares

«Tres cosas hay que son permanentes, la fe, la esperanza y el

amor, pero la más importante es el amor». (1 Corintios 13:13)

Table of Contents

Prefacio

Capítulo I Viaje

Capítulo II En la búsqueda de conocer el camino

Capítulo III Retos en la fe

Capítulo IV En el camino se mejora

Capítulo V Continuar en la ruta

Capítulo VI En batalla con el miedo

Capítulo VII La Churchill

Capítulo VIII Transformación

Prefacio

Solo viviendo se aprende a vivir. La vida es corta, pero es el único vehículo que tenemos para aprender. Existir es tener la oportunidad perfecta para llegar a todos esos lugares que atan el alma, para con autodeterminación liberarla de todo lo que la obstruye.

En este universo, nuestra casa, nuestro nido, nuestro refugio y nuestro mayor desafío, encontramos a las personas que necesitamos; ellas nos muestran todo el secreto que llevamos dentro. Solo cuando nos conectamos con nuestra historia de vida podemos romper, por medio de las personas que atraemos, nuestros círculos viciosos. Y es que ellas nos indican qué debemos limpiar, qué debemos apreciar y hasta qué caminos debemos recorrer.

En sí, escogemos a nuestros padres antes de nacer porque sabemos que ellos nos darán las oportunidades que necesitamos para despertar. Y es que, nacemos con las ataduras que ya hemos poseído en vidas pasadas y llegamos a vivir experiencias que nos dictan dónde estamos atados. Este estado mental, que trabaja como un imán, atrae a todas las circunstancias que nos llevan al lugar en que mentalmente nos encontramos. Es por lo que todas las personas a nuestro alrededor son tan importantes en nuestras vidas. Siempre nos traen la mejor historia, mostrándonos nuestras esclavitudes particulares, e igual el camino del amor; en conjunto, son nuestros mayores maestros.

Si en vidas pasadas morimos en desavenencias, de igual manera naceremos en desavenencias; la vida no regala nada, solo nos da los frutos que hemos sembrado.

Cuando nacemos, estamos en una continuación de donde quedamos. Aunque al nacer no nos acordemos de nada, el subconsciente carga toda la información que necesitamos, y nos dará nada más y nada menos que la información que ya posee. Por esto repetiremos todo eso que vivimos y no pudimos desmenuzar; es como seguir un recorrido de los que nos faltó por entender. Por este motivo atraemos y escogemos a las personas que nos llevan ahí, a mirarnos de cerquita, tal y como si fueran nuestro espejo.

La responsabilidad que tenemos en esta vida es ser libres y vivir con plenitud.

Por esto, es un crimen irse de esta tierra sin haber hecho nada para verdaderamente despertar. Cuando perdemos esta vida, y Dios sabrá cuántas vidas más, tenemos que volver a nacer en los mismos zapatos para repetir la misma historia hasta que podamos despertar para poder avanzar.

Es cierto que hay que estar posicionados para despertar. Hay que buscar la puerta para poder encontrarla. Y claro, no es fácil permanecer atentos a lo que necesitamos para ser libres, pero lo justo es tratar y seguir tratando.

La vida nos da la oportunidad de encontrar muchas de las cosas que buscamos y aunque tengamos una larga lista de cuanto consideremos nos hará feliz, al final, lo único que necesitamos encontrar es la conexión con el alma, que se encuentra atrapada en la bulliciosa confusión de nuestra mente. Esta tiene la llave para darnos todo lo que en sí necesitamos con su despertar: paz. Por eso la vida es sagrada y debe ser respetada, porque solo viviendo puede uno trabajar para lograr conectarse con el alma.

Nota del autor

Aprendí que para que el alma despierte, debemos enfrentar grandes retos en la maravillosa vida que tenemos el privilegio de vivir. Nuestro lema de vida debe ser: afrontar los contratiempos para poder superarlos. Y es que, con todo su misterio, la vida siempre nos muestra el camino hacia nuestra meta.

Por eso, la historia personal de un individuo se conecta con todas las personas que lo ayudarán a liberarse de lo que lo ata. Una tarea difícil, porque somos débiles, estamos marcados por la inseguridad de la carne y tendemos a huir de las adversidades cuando creemos que no podemos superarlas.

Pero solo huimos cuando no estamos conectados con nuestra historia. Si estamos conectados, al enfrentar una situación difícil, permitimos que el fuego de la inseguridad nos azote para así poder entender la raíz de dicho miedo. De no hacerlo de esta forma, estamos condenados a repetir la misma historia, y por siempre huir de esta, solo llegamos a conocer la introducción del problema.

Unir los retazos de nuestras vidas no significa tomar todo lo bueno que creemos tener para así siempre tener una buena historia que contar; significa enfrentar a todo lo que nuestra vida presenta como tormentoso, difícil y frustrante para desmenuzarlo y poder poner fin al sufrimiento.

Comprender todo el drama vivido durante nuestra historia, llegar a la raíz de este para que el dolor mismo nos muestre la luz que el alma lleva, es un deber humano. El dolor es el responsable de que la mente capte la importancia del perdón. Inclusive la magia del amor se encuentra oculta en el fuego de los azotes del miedo.

Pensamos que atarnos a posesiones materiales, carreras o personas nos dan cierta definición personal. Las ataduras son inseguridades personales que vilmente ocultan la realidad de lo que llevamos dentro.

Liberarnos de nuestras ataduras puede parecer difícil, y el trabajo en esta área es, por naturaleza, complicado, mas es posible. Es complicado porque no sabemos vivir sin dirección, sin algo o alguien que defina o dicte dónde estamos. Lo difícil de esto es que no hay ocupación, posesión, ni persona que pueda trabajar en nuestro interior; es una tarea personal que necesitamos hacer solos para que el alma pueda ser libre.

Capítulo I

Viaje

S entada en mi cuarto, me encuentro mirando las cuatro paredes de un momento que ya se ha terminado. Observo el reflejo de mi cara en un espejo viejo que cuelga de la pared que esta frente a mí. Siento mi mirada profunda, que vaga, perdiéndose en lo cotidiano. Contemplo mis párpados caídos, el pelo desarreglado y este rincón de mi casa, a mi lado, que, percibo desde este espejo, ya no me sirve; se ve sucio, viejo… así como inservible.

Con la mirada puesta en este espacio sin sentido, siento destrozos en mi estómago al no saber qué me pasa. «¿A qué cosas miro hoy?». Solo el encuentro con este momento preciso que ya no tiene sentido. Sin embargo, sé que siento profundamente el aire pesado de todo lo que no tiene razón de ser: ni mi pensar, ni mi sentir, ni mi entorno… todo parece muerto.

Mientras medito en la grandeza de esta vida, no puedo dejar de pensar en lo que requiere este momento, y me pregunto: «¿Qué necesito ahora que lo cotidiano ya no me sirve?». Confundida, busco entre mis notas, indago superficialmente entre escritos viejos, contemplando desde todos los ángulos este entorno, buscando calcular mi preocupación para determinar qué me pasa, así como cuál será mi próxima ruta, pero en sí no encuentro nada.

Entorpecida me pongo a llorar porque no sé qué hacer. Solo espero que, entre lágrimas, Dios se manifieste, pues nada encuentro, ni en mis notas, ni en mi pensar; estoy bloqueada.

Días después, en una noche clara, fresca y de luna nueva, me doy cuenta de que estar tranquila no es mi esquema de vida, pues esta serenidad es precisamente lo que me tiene atormentada. Sé que la furia que llevo dentro tiene que ver con la inquietud interna que siempre me persigue, y esta me dicta que debo dar otro paso. O sea, «¿por qué todo a mi alrededor está tan tranquilo cuando lo que llevo dentro se siente como un volcán?».

En medio de tal aflicción, mientras desprendo fuertes sudores, torbellinos mentales, parálisis estomacales y un millón de dudas, decido irme a caminar. Me dirijo al parque más cercano a mi casa. Escojo éste, no solamente por su cercanía, sino también porque está frente al mar y necesito oler el aroma del agua salada, contemplar las olas ya sea quietas o enfurecidas por cualquier viento.

Es que quiero ver mi ser turbado irse a un espacio de quietud donde la razón perfecta de existir aparezca de la nada en una mente fresca. Asimismo, quiero ver este torbellino esfumarse mientras observo el mar.

Sé que el olor fresco de este océano puede aclarar mis pensamientos y, tal vez, ayudarme a encontrar una idea de lo que debo hacer en este momento tan extraño de mi vida.

Al llegar y encontrarme con la energía desbordada en la fuerza encontrada de este momento, permanezco quieta por un buen rato frente a la presencia de Dios que se refleja en este inmenso espejo de agua ya frente a mí. Siento furia expresada en las fuertes olas. Me dejo llevar al espacio de la nada sin permitir que la duda o la agitación alarmante que mi alma desprende, entorpezcan el momento.

Aquí, sumergida en el silencio, me propongo buscar la ayuda de Dios. Únicamente quiero