Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Cuba: Con Tres Heridas Yo, Angola, El Mariel, Y El Exilio
Cuba: Con Tres Heridas Yo, Angola, El Mariel, Y El Exilio
Cuba: Con Tres Heridas Yo, Angola, El Mariel, Y El Exilio
Libro electrónico188 páginas1 hora

Cuba: Con Tres Heridas Yo, Angola, El Mariel, Y El Exilio

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Este libro contiene poemas que tratan de reflejar las experiencias polticas y de amor derivadas, muchas de ellas, producto de cada situacin poltica que atraves el autor en su momento, pero fundamentalmente narra la historia de dos adolescentes enamorados desde la niez, que se tienen que separar cuando a la familia de uno de ellos le son expropiadas sus propiedades por la revolucin y deciden partir al exilio reencontrndose cincuenta aos ms tarde.
IdiomaEspañol
EditorialAuthorHouse
Fecha de lanzamiento13 oct 2015
ISBN9781504955584
Cuba: Con Tres Heridas Yo, Angola, El Mariel, Y El Exilio
Autor

Nelson H González

Nelson H. González, nació en la provincia de Oriente, Cuba, en 1945. Desde muy joven se incorporó a la lucha política contra el gobierno de Fulgencio Batista. Colaboró con el movimiento 26 de julio y fue miembro del ejército rebelde. A partir del triunfo revolucionario de 1959, desempeñó diferentes cargos en el aparato estatal. Es licenciado en economía y ciencias políticas de la Universidad de La Habana. En 1976 fue enviado como asesor del ministerio de comercio exterior de Angola, país de donde regresó detenido por la seguridad del estado cubano. En 1980, durante el puente marítimo Mariel, Cayo Hueso, intentó viajar a Estados Unidos, siéndole denegada la salida y sometido a un “acto de repudio” en la Rampa habanera, del que se hicieron eco, por su magnitud, varias agencias de prensa internacionales. En 1983 el gobierno de Francia le concedió una visa de refugiado político, viajando a ese país en donde residió por espacio de año y medio. Actualmente reside en Miami, Estados Unidos. Ha publicado artículos, ensayos, críticas de teatro y cine.

Relacionado con Cuba

Libros electrónicos relacionados

Poesía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Cuba

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Cuba - Nelson H González

    © 2015 Nelson H González. Todos los derechos reservados.

    Cubierta: Mauricio Oviedo

    Ninguna página de este libro puede ser fotocopiada, reproducida o impresa por otra compañía o persona diferente a la autorizada.

    Publicada por AuthorHouse 01/04/2016

    ISBN: 978-1-5049-5559-1 (tapa blanda)

    ISBN: 978-1-5049-5558-4 (libro electrónico)

    Numero de la Libreria del Congreso: 2015916828

    Las personas que aparecen en las imágenes de archivo proporcionadas por Thinkstock son modelos. Este tipo de imágenes se utilizan únicamente con fines ilustrativos.

    Ciertas imágenes de archivo © Thinkstock.

    Debido a la naturaleza dinámica de Internet, cualquier dirección web o enlace contenido en este libro puede haber cambiado desde su publicación y puede que ya no sea válido. Las opiniones expresadas en esta obra son exclusivamente del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor quien, por este medio, renuncia a cualquier responsabilidad sobre ellas.

    Contenido

    Un Preámbulo necesario

    Prólogo

    Preocupaciones

    Por ti

    Mi Héroe

    Deberes

    XX Aniversario

    La hora de la decisión

    Agradecimiento

    El hombre comprometido

    Luanda

    Angola

    Angola II

    Ser revolucionario

    La Rampa

    Pregunto

    Abril – mayo de 1980

    Acto de repudio

    Fascismo

    Ratas

    Huevos

    La lección

    Roque Dalton In Memoriam

    Mi país

    Veinte años

    Treinta y cuatro años

    A Lourdes

    A Zoe

    Aburrirme

    Alegrías

    Asociación

    Atardecer

    Balance

    Caminante

    Canción

    Carta a una desconocida

    Despedida

    El fantasma

    Embajada

    Encuentro

    Esa mujer

    Escape

    Fracaso

    Gracias

    Huérfano

    Ilusiones

    Inconforme

    Invierno

    La chica de las piernas bonitas

    La galería

    La mujer que ya no es mía

    La pregunta

    La razón de vivir

    La sortija rota

    Las autopistas

    Los idus de marzo

    Los tiempos felices

    Los zapatos de salir

    Me he engañado

    Mi ensueño

    Montmartre

    Olimpia

    Osadía

    Palabras

    Pesadillas

    Política

    Dios

    Quiero hablar de ti

    Remordimientos

    Ruego

    Sentido

    Yo sigo siendo

    Terco corazón

    Testigos

    The Way We Were

    Tu olvido

    Tu voz

    Tus labios

    Con tres heridas yo:

    la de la vida,

    la de la muerte,

    la del amor.

    Miguel Hernández

    A mi madre, que lo sufrió conmigo,

    A Marilyn, mi esposa, y a mis hijos Erik y Alain,

    por haberme instado a terminar este libro.

    Un Preámbulo necesario

    Lo que sigue fue escrito mayormente en la Habana. Cuando viajé a la República Popular de Angola como cooperante por el gobierno cubano me llevé el manuscrito conmigo para, de poder, seguir trabajando en él. Cuando se produjo mi salida abrupta de ese país, a medianoche, en payamas, y escoltado por miembros de la Seguridad del Estado cubano, todas mis pertenencias quedaron atrás. Como sufría de una dolencia intestinal, del aeropuerto militar de San Antonio de los Baños me trasladaron a una casa convertida en clínica en el reparto Miramar habilitada para los que regresaban de Angola enfermos. Al cabo de los días, ya restablecido, me dieron de alta y me dijeron que me fuera para mi casa, y que después hablarían conmigo. Como no tenía dinero ni medios para llegar a ella, recordé del teléfono de un amigo que, aunque sorprendido por mi llamada, me fue a recoger. Al cabo de unos días se presentó en mi casa un oficial de la Seguridad del Estado para citarme para que me presentara al otro día por la mañana en Villa Marista. Entré a la recepción de este temido lugar, le di mi nombre al oficial que de guardia, quien me indicó que me sentara en uno de los bancos y esperara. A los pocos minutos se apareció uno de los oficiales que me había acompañado desde Angola, quien me condujo por un pasillo hasta una habitación amueblada como la sala de una casa; pusieron una grabadora sobre una mesa de centro y empezaron la conversación preguntándome cómo me sentía físicamente. Después empezaron a regañarme por haber violado las instrucciones que nos habían dado de no sostener contactos con extranjeros, incluyendo los angolanos. Le respondí lo mejor que pude sin perder la calma. Después me echaron en cara el contenido mis poesías, que ellos consideraban bastante malas. Pensé en aquel momento: arreglado esta un país donde la crítica literaria la ejerce la policía política. Después de un tiempo que me pareció infinito, me dijeron: Esta conversación no se la cuentes a nadie, e inmediatamente: Llegaron tus cosas de Angola, ven que las tenemos en el carro y te las vamos a entregar. Yo le contesté: Que bueno pero, ¿ustedes piensan que yo voy a cargar con esa maleta en una guagua?. Entonces uno de ellos que fungía ser el jefe, me dijo: Está bien, te vamos de dejar en tu casa.

    Ya en mi casa, abrí la maleta y vi que allí estaba, para mi alegría, el manuscrito que pensé me iban a confiscar, aunque de seguro le hicieron una copia para mi expediente personal.

    Poco después me citaron de la oficina del Viceministro de Comercio Exterior quien, después de hacerme la misma pregunta sobre mi salud, me dijo: Ahí me llegó el informe de lo que pasó en Angola. Por tus graves violaciones de la disciplina no puedes trabajar más en el ministerio. Pensé que el viceministro y yo teníamos buenas relaciones de trabajo, pero con su actitud seca y cortante no me dejó ni hablar, me puse de pie, y le dije: Gracias por atenderme, le di la espalda y salí del despacho por última vez en mi vida.

    Después de esa conversación comenzó mi largo peregrinar por los organismos del Estado tratando de encontrar trabajo, oficialmente estaba disfrutando de mis vacaciones acumuladas. Recuerdo que un compañero mío en el Consejo de Trabajo, al enterarse de mi situación, me dijo: ¿por qué no haces una apelación al Ministerio del Trabajo, y así tienen que dar una explicación pública y oficial de lo que pasó?, a lo que le contesté que lo pensaría, pero en el fondo yo estaba aburrido y hastiado de todo lo que ocurría al mi rededor.

    Como era lógico, lo primero que contaba eran las circunstancias de mi precipitada salida de Angola, y

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1