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Plan Maestro
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Libro electrónico266 páginas3 horas

Plan Maestro

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Información de este libro electrónico

Da 423. Ah! Ya no puedo soportar un da ms bajo esta condenada litera, si tan solo hubiera visto venir su plan
Albert, quien lleva preso por ms de un ao, se ve en una gran encrucijada con la llegada de un nuevo compaero de celda, Zack. Un chico brillante y manipulador decidido a salir en tan slo 6 das con un plan maestro.
El mundo de Albert se ver trastornado cuando el impertinente y arrogante joven comience a manipular a todos en la prisin. Encontrndose con grandes desafos y conflictos para lograr mantenerse con vida. Debatiendo entre lo que su mente le advierte sobre el chico y su brillante plan y la confirmacin de los hechos que se revelan ante sus ojos acorde con lo previsto por Zack.
Al final descubrir que su plan va ms all de la imaginacin y que la verdad tiene fines sorprendentes e inimaginables.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento14 may 2014
ISBN9781463383350
Plan Maestro
Autor

Salvador A. Villanueva Bek

SALVADOR ALEJANDRO VILLANUEVA BEK nació el 6 de Octubre de 1994 en la ciudad de Santiago de Querétaro, México. A muy corta edad manifestó un gran interés en la lectura, esto despertó su gran imaginación y pasión por la palabra escrita. Decidido y emprendedor, tarda 12 meses en escribir su primera novela a los 17 años. Cursando hoy en día la carrera de ingeniería financiera en una universidad de prestigio en Guadalajara, México, y a sus 19 años ya inicia la continuación de lo que pretende se convertirá en una saga de suspenso y acción.

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    Plan Maestro - Salvador A. Villanueva Bek

    Copyright © 2014 por Salvador A. Villanueva Bek.

    Ilustración de la portada de Earlene Gayle Escalona

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2014907697

    ISBN:   Tapa Dura               978-1-4633-8334-3

                Tapa Blanda              978-1-4633-8336-7

                Libro Electrónico      978-1-4633-8335-0

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 04/08/2014

    Palibrio LLC

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    604568

    INDICE

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    Quiero dedicar mi primer libro a todas las personas a las cuales quiero mucho, quienes estuvieron conmigo de principio a fin, los que mantuvieron su fe, y los que me ayudaron a cumplir con mi meta.

    Gracias padre, por apoyarme en todo este proyecto y realizar mi sueño, gracias por enseñarme que el trabajo duro siempre te deja las mejores recompensas y por heredarme tu perseverancia y espíritu trabajador.

    Gracias madre, por ser la primera en leer el manuscrito terminado, por contagiarme esas emociones amorosas y alegres y fomentarme a perseguir mis deseos. La educación que me impartiste fue la creadora de este libro, junto con tu perpetuo apoyo.

    Gracias hermana, por ser la persona que jamás dudó y estuvo a mi lado, tu apoyo incondicional me abrazó y me abrazará toda la vida, me es de gran consuelo saber que siempre estarás para ayudarme y cuidarme.

    Gracias bisabuela, por leer el libro a tus 93 años y levantarme el autoestima con tu sonrisa.

    Gracias familia, por siempre mostrar interés en mi proyecto, quererme y motivarme para terminarlo. Sus comentarios perdurarán por siempre en mi corazón.

    Gracias escuela, por cobijarme durante ocho años, darme las clases necesarias que fueron fundamentales para este proyecto y formarme como el ser que soy.

    Gracias maestra Yolanda, por tu entusiasmo, ayuda con el manuscrito y el coraje para seguir adelante.

    Gracias amigos, por acompañarme, aconsejarme todos estos años y nunca defraudarme.

    1

    Día 417. ¡Ah…! Ya no puedo soportar un día más bajo esta condenada litera, pienso.

    Cuando suena la alarma, me siento sobre la cama, observo la cuarteada pared gris que tengo delante y el sucio y desgastado retrete que ocupa la esquina izquierda de mi pequeña celda; aquí vamos de nuevo. Me paro y veo la litera vacía de mi ex compañero, trasladado a quién sabe donde hace unas semanas. Siento un nudo en el estómago al imaginarme donde puede estar: muerto, liberado o en aislamiento.

    Me sujeto con ambas manos de los barrotes, recargando mis codos en la intersección que tiene la reja. Qué bueno que hay dónde recargarse. Espero a que la abran para la convivencia matutina y el desayuno, me mareo al pensar en lo desabrida y muerta que ha de estar mi comida. Seguramente serán esos guisos color gris o frijoles con pan rancio, yummi.

    Espero otros cinco minutos en un perpetuo silencio. Todos debemos esperar las alarmas, si nos desesperamos no las abren. El único ruido de la sala, son los retortijones de nuestros estómagos.

    ¡A mi jefe le han de rugir las tripas, si no come pronto comenzará a golpear gente! Mi jefe, ese mafioso descarado, cómo lo detestamos aquí en la Ciudadela, aunque me prefiera a mí; si no tuviera tanto dinero, influencias y personas a su mando, lo destriparían en cuestión de segundos, pero bueno, él es quién da trabajo, protección y algo más que hacer en este infierno.

    Cuando las rejas se abren y la revisión termina, nos dirigimos por el estrecho pasillo hasta el sucio comedor. Siempre volteo a ver el piso de arriba para identificar a los guardias uniformados que están en turno y quiénes descansan; ya conozco a la mayoría y no son tan fuertes y malditos como Price, el jefe de seguridad, ese tipo es tan correcto y autoritario…; gracias a él, Samael no ha podido comprar a tantos policías. Mientras caminamos hacia nuestro destino observo las caras de los otros reclusos. La mayoría son asesinos, estafadores, ladrones y uno que otro psicópata, pero a pesar de los tatuajes y la mirada matona, todos tienen cara de que desearían estar en un lugar mejor.

    La cocina y el comedor no son un sitio muy pulcro para comer: atestada de reos sudorosos y de utensilios sucios, además de la basura y ratas que rondan el lugar. No tenemos lugares asignados pero casi siempre me siento en el mismo sitio: la mesa más cercana a la puerta de la salida, por mera precaución. Formado en la fila, busco con la mirada a mi jefe, el señor Samael. Una vez terminada mi espera me dan a escoger entre dos guisos, uno verde y otro gris. Normalmente escojo el que tenga más color, aún sin saber qué es, con tal de que no se parezca a estas horrendas paredes.

    Me siento en mi lugar habitual para comer, junto con otros reos desconocidos y dos o tres matones del jefe cuando algo extraño sucede: un policía conocido entra al comedor escoltando a un joven esposado de unos veintitrés o veinticuatro años, alto, flaco, aunque un poco ejercitado, tez blanca, pelo semirubio y unos ojos muy coloridos con tonos impresionantes. Al llevar tanto tiempo aquí, me he acostumbrado a ver las mismas caras feas y culpables, pero este chico no parece encajar en un lugar como este. Pobre, será la perra de bastantes reos. Al reaccionar me doy cuenta de que el nuevo y el policía Barret se encuentran delante de mí.

    -Hey Albert, supe que no tienes compañero de celda.

    -Así es, Barret.

    El policía se acerca a mí, me toma de la camiseta y me dice:

    -¡Te he dicho muchas veces que me llames guardia o señor mientras estoy en servicio!

    -Así es, guardia Barret -respondo, con un tono burlón en mi voz-. Llevo unas tres semanas solo.

    -Pero pobre Albert -replica con el mismo tono que utilicé-. Pues no te preocupes más, te presento a Zackary, tu nuevo compañero asesino.

    -¡Cuántas veces les voy a decir que soy inocente! -contesta el chico un poco molesto- Sigan jodiendo y me las pagarán.

    -Ja, ja… sigue soñando, reo asqueroso -lo toma de la nuca y lo estrella en una bandeja de comida, quedando embarrado de esa extraña masa gris.

    Qué bueno que eran sobras y no uno de los matones de Samael, si no, estaría en problemas. Barret, después de una carcajada muy sabrosa, le quita las esposas y sale de la habitación dando resoplidos, diciendo cosas que no alcanzo a escuchar.

    Después de limpiarse la suciedad de su cara y sentarse le digo:

    -Willkommen a la Ciudadela nuevito, mi nombre es…

    -Albert, ya lo he escuchado de ese bruto gorila. ¿Y qué es eso que dijiste? -dice, un poco impaciente.

    -Significa bienvenido en alemán, lo aprendí hace un tiempo.

    -Mmmm… oye y, ¿por qué le dicen Ciudadela? -ignorando la explicación que le había dado.

    -Se lo pusieron antes de que llegara, dicen que es porque es incorruptible y nadie ha salido, en el año y meses que he estado aquí lo he comprobado, sólo unos cuantos idiotas lo intentan pero fracasan y los mandan al cementerio.

    El chico se acerca hasta mi oído y susurra:

    -Créeme cuando te aseguro que yo saldré pronto… -lo volteo a ver con cara de duda y él pone una mirada un poco amenazadora y segura a la vez.

    -Zackary, eso es un poco imposible, créeme -le contesto también en susurro. Este güey sí que está chiflado.

    -Aunque sea mi segundo nombre, llámame Zack, y en cuanto a eso lo discutiremos más tarde, no quiero arruinarles la comida a estos agradables compatriotas -dice con voz fuerte y un exagerado ademán con los brazos.

    En ese instante York, uno de los matones, se levanta y toma a Zack del cuello, asfixiándolo, y le grita:

    -¡Sólo necesito un motivo, mariquita, y te rompo en pedazos! -lo suelta y regresa a su lugar.

    Zack, tosiendo, le responde:

    -Perdón, amable reo -se ajusta la playera-. Sólo quería simpatizar un poco con vosotros, ahora creo que eso va a estar un poco más complicado.

    -Simpatiza con tu bocota cerrada, imbécil, esa clase de palabras extrañas te van a causar muchos problemas -le advierte York.

    -De acuerdo, trataré de usar palabras más hostiles, sucias y corrientes para la próxima.

    Al escuchar eso, de inmediato reacciono y paro el puñetazo que viene contra la cara del chico impertinente y burlón. Me cuesta trabajo, pero logro bajar su brazo hasta la mesa y le digo que se tranquilice. Cuando volteo, veo a Zack riéndose un poco con los brazos relajados en la nuca y balanceándose en la silla. Me hierve la sangre al ver tan relajado a este mocoso al que acabo de salvarle la vida.

    -¡Lo ves! Tres minutos aquí y hasta conseguí guardaespaldas -resopla el burlón idiota.

    Esta vez, el puñetazo que sí recibe en la cara proviene de mí, al estar tan enfadado con el pequeño cretino. Después del gran ¡zaz! que se escucha en la habitación, el chico nuevo termina en el suelo desmayado.

    York se levanta y se dirige hacia él, cuando lo detengo y me dice:

    -¿Por qué defiendes al novato? !Eh! ¡Creo que esto lo tiene que saber Samael!

    -¡No! ¡Cálmate! El chico es nuevo y no entiende cómo funcionan las cosas aquí, con el golpe fue suficiente, se irá adaptando a partir de ahora, yo respondo por él.

    No tengo idea por qué dije eso después de lo enojado que estoy, pero sé que Zack es diferente al tipo de personas de las que me encuentro rodeado, además supongo sinceramente que es inocente.

    -¡Mira, Albert! Que seas uno de los favoritos del jefe, no significa que le importe mucho si vive ese chico; tiene muchas otras cosas que hacer además de tener un montón de gente a su cargo. ¡Si el tarado este vuelve a insultarme, al que le rompo las piernas es a ti! ¿Entendiste?

    -Claro York, déjamelo a mí -le respondo muy tranquilo.

    Me echa una mirada furtiva y se aleja dando zancadas.

    Cuando suena la alarma de iniciar con nuestras actividades, Zack sigue desmayado. ¿Le habré pegado muy fuerte al chiquillo? Como es su primer día no le toca trabajar, entonces decido llevarlo a rastras hasta su habitación, nuestra habitación.

    2

    Después de cinco aburridas horas de ejercitarme al sol picando rocas, recogiendo basura y andar con el séquito de Samael, vuelve a sonar la alarma que anuncia el regreso a nuestras pequeñas celdas. La mía se encuentra pegada al gran muro que delimita el final de la prisión. Al acercarme a la reja, me doy cuenta de que Zackary ya está despierto y mira detenida y fijamente el muro gris que diario observo al levantarme, con ambos brazos en la espalda y sus manos agarradas a la altura de la espalda baja, de reojo me ve y regresa a su postura.

    Entro a la celda una vez sonada la alarma y me quedo en silencio viendo al joven incrédulo que sostiene la mirada en una vieja pared. ¿Qué diantres está buscando? ¿Estará lo bastante loco como para pensar que escapará por ahí?

    -Ejem… no es que espere una disculpa, pero, ¿te vas a quedar viéndome como tarado, Albert?

    -¿Querías una disculpa por comportarte como un completo cretino? Si no te pegaba yo, el güey que te sujetó del cuello, quien es un entrenado ladrón, te hubiera matado; pero bueno, yo tampoco esperaba una disculpa.

    -Perdóname. Todo ese show que viste allá es parte de mi plan, demostré que no le tengo miedo a ninguno de esos trogloditas.

    -¿Ah, sí? -le digo en tono sarcástico- ¿Y también era parte del plan que tu guardaespaldas te tronara la cara?

    -Claro -me contesta, dejándome perplejo-. Debía comprobar que mi compañero de celda es lo suficientemente listo como para defender a su salvador.

    -¡Ja! ¿En verdad crees que todas tus tonterías tienen alguna coherencia? -le contesto, desesperado.

    -Sí, y lo compruebo al escuchar tu amplio vocabulario. ¿A poco a ti no te pegan por hablar así? -me contesta burlándose- Eso significa que eres inocente y muy poderoso aquí.

    -Así es, pero no voy a hablar de mi historia. ¿Me podrías decir qué haces viendo esa pared? No creo que vayas a escapar por ahí, ¡eh! Ja, Ja, Ja.

    -Por supuesto que no, esta pared será súper importante, pero yo saldré de aquí por la puerta de entrada.

    Dejo escapar un grito de sorpresa y exclamo:

    -¡¿Qué?! ¿De dónde sacas tantas sandeces? ¡Te dije que no se puede salir de aquí!

    -Podríamos salir los dos, claro, pero necesito tu confianza, ayuda y protección.

    En verdad está demente, obvio no confío en alguien nuevo aunque tenga un buen presentimiento de él, y ¿para qué quiere mi ayuda o protección?

    -De acuerdo, no entiendo qué es de lo que hablas o si estás meramente chiflado; en fin, para ganarte mi confianza tengo que saber un par de cosas sobre ti, la ayuda después vemos. ¿A qué te refieres con protección?

    Analiza un segundo, mirándome con esos ojos como azul verdoso y replica:

    -Según sé, los hombres son idiotas y tienen necesidades, las explayan en las noches, sobre todo ésta, que es la primera y no quiero que nadie me toque. Aunque me vea débil, mi lado fuerte está aquí -señalándose la cabeza con un dedo-. Mi parte es que yo sé salir de este lugar, pero nadie lo sabe y la tuya es cuidarme; tú eres alto, fuerte e influyente, así que… -alza los hombros y las manos haciendo el ademán de que es obvia mi participación y su punto de vista.

    -Se ve que tienes cerebro, además de ser convincente. Si lo que dices es cierto, yo me encargo de que nadie se atreva a tocarte un pelo, pero si no, quiero que sepas que terminarás enterrado en el jardín trasero por cortesía de todos.

    -Tú tranquilo y yo nervioso; ahora, ¿qué es lo que deseas saber, Albert?

    Excelente pregunta. ¿Qué demonios quiero saber además de cómo salir de aquí?

    Tomo asiento en mi litera y Zack se sienta en el escusado para mantener la conversación.

    -Primero llámame Al, y segundo, ¿Qué te pasó? ¿Cómo acabaste en la Ciudadela? -le digo con un tono indiferente y un poco seco, no quiero que sepa lo interesado que estoy en saber qué hace un chavo de su perfil en un lugar como éste.

    -Cometí un error, como todos. El guardia me llamó asesino porque por mi culpa murieron tres personas -alzo las cejas, me sorprende que pasara algo así-. Cumplí veintiséis años el catorce de octubre y vivo en una colonia de calles inclinadas -hace una pausa-. Mi padre, en paz descanse, me regaló un coche muy sencillo por mi cumpleaños y porque me había graduado de la maestría anteriormente.

    -Espera. Tienes veintiséis y ya tienes una maestría, ¿pero, cómo?

    -Ya te he dicho que soy inteligente y planeador. Acabé la escuela a temprana edad, estudié mi primera carrera en ingeniería civil y después estudié otra junto con la maestría en física molecular, con especialidad en la nuclear; pero ese no es el punto. El punto es que mi padre tenía muchísimo dinero, gracias a él estudié en las mejores universidades, hasta que se hundió en deudas de juego y al no poder pagar, lo mataron.

    Agacha la cabeza y le doy un momento para que se calme, se nota que todavía sigue muy afligido; se seca una lágrima con la mano y prosigue:

    -En fin -se aclara la garganta-. Cuando comenzó a perder su dinero yo terminaba la maestría, jamás me comentó sobre su situación; él me prometió que me daría un carro, yo nunca lo quise hasta que tuviera dinero para pagar la gasolina. Unos meses después de mi regalo y de su muerte regresé a mi casa y… no sé si porque no puse el freno de mano o la velocidad, el coche se comenzó ir cuesta abajo; lo intenté detener pero… -otra pausa- alcanzó mucha velocidad y fue a dar a la carretera y… fue un accidente horrible, lo vi todo: coches chocando, revolcándose, incendiándose… Muchas personas fueron al hospital por heridas mayores, pero tres personas: un viejito, una señora y un joven, perecieron a causa de mi error -esta vez no agacha la cabeza ni se le quiebra la voz. Qué extraño -Después de varios juicios el juez me condenó a este lugar porque la mujer era su esposa, vaya jodida casualidad, ¿no? Dentro de poco será la sentencia, todavía se están recolectando datos para que el jurado decida, y aunque no lo creas, creyeron que era peligroso y ¡pidieron que no hubiera fianza! Bola de brutos -suelta un poco molesto.

    -Increíble, parece que la suerte no anda de tu lado últimamente, ¿eh? -le bromeo aunque no ríe.

    -Lo que nadie sabe, es que yo he estado ahorrando mucho dinero desde los dieciséis años y tendré mucha influencia sobre los guardias -afirma.

    -Ja, ja, ja, ese sí es un buen chiste. Los guardias en su mayoría son incorruptibles, todos

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