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Barreras

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La mayoría de las ciudades no están acondicionadas para las personas en silla de ruedas, con discapacidad auditiva o visual. La eliminación de barreras arquitectónicas es cada vez más frecuente, pero beneficia, en especial, a quienes tienen problemas de movilidad. Después de realizar una prueba en el centro de cada ciudad, el informe reveló que los ciudadanos con discapacidades visuales y auditivas son quienes deben enfrentarse a dificultades más graves.

El libro transcribe literalmente e incorpora varias entrevistas realizadas a personas vinculadas con las minusvalías entre 2009-2013.
IdiomaEspañol
EditorialSelect
Fecha de lanzamiento15 ago 2021
ISBN9791220836487
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    Barreras - María Méndez

    Instrumento de Ratificación de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, hecho en Nueva York el 13 de diciembre de 2006.

    DESARROLLO

    Introducción

    Mayores y personas con discapacidad son los principales beneficiarios, pero no los únicos, de la eliminación de barreras arquitectónicas. Ciudades para todos. Éste es el objetivo, todavía inalcanzable, para numerosas personas. Quienes tienen alguna discapacidad conocen de sobra cuáles son las principales barreras que les impiden una rutina normalizada, pero esta misma sensación la comparten las personas mayores , que por motivos de edad empiezan a descubrir las dificultades que entrañan algunas ciudades, y las personas con movilidad reducida temporal o en situaciones que les obligan a enfrentarse a los obstáculos de ciertas urbes. La accesibilidad universal supone un beneficio para todas ellas. Por este motivo, cuando se construye, conviene pensar en términos generalistas y de igualdad.

    La mayoría de las ciudades no están acondicionadas para las personas en silla de ruedas, con discapacidad auditiva o visual. Aumenta la inversión en accesibilidad, se tiene en cuenta en el diseño de los nuevos entornos de las ciudades y la Convención de la ONU sobre las Personas con Discapacidad la defiende como una prioridad. Pero los esfuerzos han de ser mayores, insisten en la necesidad de aplicar estos principios a los espacios porque hacer accesibles nuestras ciudades favorece a la sociedad en general: a la persona en silla de ruedas, al joven que se ha roto una pierna y la tiene escayolada, a la mujer con una silla para el bebé o a la persona mayor que tiene dificultades de movilidad.

    La accesibilidad universal todavía es un reto pendiente y, a pesar de los avances, las barreras físicas son múltiples. La entidad asegura que los bordillos son demasiado elevados o con obstáculos, hay socavones en medio de las aceras y papeleras o farolas mal colocadas en las calles.

    No obstante, ocurre que en ocasiones determinadas actuaciones arquitectónicas no consiguen los objetivos esperados. Un entorno accesible se diseña para utilizarse con seguridad y eficacia por el mayor numero posible de personas. Sin embargo, hasta que no se pasa por una situación que requiere de espacios adaptados, a menudo se obvia su interés. Con este objetivo, diversas asociaciones de personas con discapacidad organizan talleres de sensibilización con jóvenes estudiantes, para que conozcan los obstáculos que conlleva el tránsito por una ciudad para determinadas personas.

    Las ciudades pueden ayudar al desplazamiento o entorpecer el tránsito. Las asociaciones implicadas, como COCEMFE, han propuesto una serie de normas para aplicar en los entornos públicos urbanizados. De la misma manera, el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad ( CERMI ) ha elaborado una propuesta de modelo de ordenanza municipal sobre accesibilidad universal de estos espacios, entre otros. De acuerdo a sus estimaciones, se consideran las siguientes barreras y ayudas:

    Barreras

    Un escalón más alto de lo normal.

    Un coche aparcado en un paso para peatones.

    Actividades comerciales ambulantes y terrazas de hostelería en las aceras y áreas de uso peatonal.

    Mobiliario urbano que obstaculiza el desplazamiento de personas con discapacidad visual o movilidad reducida.

    Teléfonos de uso público y cajeros automáticos no adaptados.

    Bocas de los buzones postales, papeleras y elementos similares situadas a una altura inferior a 90 cm o superior a 120 cm desde el suelo.

    Fuentes para beber con una boca situada menos de 85 cm y más de 100 cm.

    Obras en la vía pública sin señalizar ni proteger.

    Ayudas

    Botones de los ascensores con escritura braille.

    Itinerarios peatonales accesibles con una anchura mínima de paso (1,80 metros) que permita la circulación de forma autónoma y continua de todas las personas.

    Parques y jardines con instalaciones de uso público enlazadas mediante itinerarios peatonales accesibles.

    Bandas para señalizar o delimitar el paso de peatones, antideslizantes en seco y en mojado, resistentes al desgaste del tráfico rodado y con un contraste elevado respecto al color dominante de la calzada.

    Semáforos con avisadores sonoros.

    Pavimento duro y estable, sin piezas sueltas.

    Rejillas, tapas de registro, bocas de riego y otros elementos situados en el pavimento, enrasados y sin resaltes.

    Ramas, arbustos o similares que no irrumpan en el ancho libre de paso ni por debajo de 210 cm.

    Escaleras con iluminación en todo su recorrido, sin zonas oscuras, y con todos los peldaños de las mismas dimensiones en altura y profundidad.

    La accesibilidad es una cuestión universal. Aunque se tiende a pensar que sólo afecta a quienes tienen una discapacidad o movilidad reducida, ha de tener en cuenta a todas las personas porque la diversidad es una realidad. Varían la altura, las condiciones, las necesidades. Ninguna persona es igual a otra y, por ello, el entorno ha de estar preparado para atender a todas. Cualquier persona en algún momento de su vida puede sufrir un percance que le obligue a estar impedida o necesitar ayuda para realizar determinadas tareas. Es en esos momentos cuando se da cuenta del reto al que se enfrentan cada día quienes, por su condición, requieren medidas accesibles de continuo. Levantarse de la cama, cocinar, cruzar una calle, conducir un automóvil o acceder a una biblioteca son actividades cotidianas que, sin embargo, en ocasiones generan más de un inconveniente. Para solventar estos problemas, se recurre al denominado diseño para todos o diseño universal. Su misión es prevenir las barreras para que ninguna persona encuentre dificultades en el día a día. En lugar de pensar en unos pocos, se piensa desde el principio en todos .

    Se persigue la vida independiente . En lugar de resaltar las diferencias, se apuesta por la igualdad de condiciones. Una mujer embarazada o una persona con una discapacidad transitoria pueden necesitar las mismas ayudas que otra persona con discapacidad permanente , por lo que el entorno debe estar preparado para todas ellas. Nadie ha de quedar excluido. El diseño para todos previene las barreras desde el principio. Crea un entorno útil. Su máxima es lo que se conoce como usabilidad , aplicada a cualquier contexto.

    El diseño para todos rehuye las adaptaciones y busca la normalización. Es el diseño de productos y entornos de fácil uso para el mayor número de personas posible, sin necesidad de adaptarlos o rediseñarlos de una forma especial. Se trata de simplificar el acceso a los contenidos web y la realización de otras tareas cotidianas a todas las personas de todas las edades y habilidades, con independencia de su discapacidad o de la tecnología de que dispongan.

    R eivindican la accesibilidad completa de las nuevas tecnologías, en general, y de Internet, en particular. Ambas están consideradas una excelente herramienta de integración, a pesar de que en la actualidad presentan algunas trabas -acceso, comprensión…- que las convierten, más bien, en motivo de exclusión.

    Están consideradas una excelente herramienta de integración, pero algunas trabas las convierten todavía en motivo de exclusión. Internet es una oportunidad para acceder a la comunicación, al conocimiento, la formación, la cultura y el ocio, un instrumento para que todas las personas puedan integrarse totalmente en la sociedad del siglo XXI, muchos ciegos y deficientes visuales afiliados a la organización de la ONCE sufren importantes problemas a la hora de realizar actividades cotidianas".

    Realizar compras, reservar un billete de avión , efectuar operaciones bancarias o trabajar a través de la Red son gestiones que, por muy sencillas que parezcan, pueden complicarse si no se aplican los principios de accesibilidad y adaptación.

    El diseño universal es aplicable en todos los ámbitos. En el hogar, permite que las personas mayores o con discapacidad lleven una vida independiente y segura. Pero además, si todas las viviendas dispusieran de un diseño que garantizara la accesibilidad, además de encontrar una casa adecuada a su situación, cualquier persona podría también acudir a una reunión familiar o de amigos sin dificultad, lo que sin duda contribuiría a su plena integración social, reconoce la publicación ¡Pregúntame sobre accesibilidad y ayudas técnicas!

    Editada por el Instituto de Biomecánica de Valencia, Alianzas para el desarrollo económico y social (Alides), CEAPAT y el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, esta guía recoge los criterios recomendados y exigibles de accesibilidad arquitectónica, accesibilidad urbanística, formación, aprendizaje y empleo, transporte, ocio y cultura, comunicación y participación social .

    En el caso de la vivienda, detalla los requisitos que deben cumplirse en el exterior, entrada e interior – baño , cocina dormitorios, salón, vestíbulo y terraza- para garantizar autonomía y seguridad. Otros inmuebles en los que se detiene los edificios públicos, a los que acude cada día un buen número de personas con diferentes situaciones y necesidades, además de enumerar las condiciones que deben cumplir escaleras y rampas, ascensores y aparatos elevadores, puertas y pasillos, y vestuarios.

    Estos últimos facilitan tanto la actividad laboral como la práctica deportiva, por lo que su diseño debe ser especialmente seguro y cómodo. De ellos depende que se pueda acceder al resto de las instalaciones y, por ello, deben contar con un itinerario de entrada accesible, pasillos y puertas de anchura suficiente y un pavimento estable, antideslizante y sin rugosidades distintas de la propia pieza. Incluso se contempla la existencia de un espacio libre que permita a las personas con movilidad reducida o silla de ruedas realizar una aproximación paralela al borde lateral de los bancos, el uso de perchas de color contrastado con los paramentos verticales y a diferentes alturas y la instalación de pestillos y tiradores fácilmente manejables en las taquillas. Otros emplazamientos sobre los que se realizan recomendaciones son:

    Vado peatonal. Los vados se colocan para salvar las diferencias de altura entre las aceras y la calzada, lo que significa que han de facilitar una transición cómoda y sin riesgos. Para ello, tienen que contar con una anchura de paso mínima de 1,80 metros, aceras rebajadas y una franja señalizadora.

    Fuentes y papeleras. Han de colocarse en número suficiente a las necesidades de la zona, estar fabricadas en un material resistente y situarse en los laterales exteriores de las aceras o sendas. Las fuentes, además, deberían disponer de un elemento de recogida de aguas para evitar las salpicaduras y las papeleras, tener un color contrastado.

    Obras en la vía pública. Este tipo de obras implican, a veces, la apertura de zanjas o la colocación de vallas y andamios que alteran los itinerarios habituales del tráfico y de los peatones. Por este motivo, los pies del andamio deben colocarse junto a la fachada, las zonas de trabajo han de habilitarse preferentemente en la calzada, el contorno de las obras debe vallarse con balizas estables señalizadas visualmente con destellos luminosos y hay que indicar itinerarios alternativos si se obstaculiza el camino.

    Documentos impresos. Si están encuadernados, la encuadernación debe permitir que el documento se abra sin precisar sujeción para mantenerlo abierto, el papel ha de ser mate de color hueso o pastel, el contraste entre el color del papel y la letra tiene que ser alto y la composición simple, con texto alineado a la izquierda, párrafos en bloque y espacio amplio en los márgenes izquierdo y derecho.

    Teléfono. Fijo o móvil es uno de los principales instrumentos de comunicación. En la actualidad, existen modelos específicos para personas con discapacidad auditiva o visual, aunque se pueden conseguir teléfonos accesibles si el auricular se puede sujetar fácilmente, las teclas son grandes y de forma cóncava, incluye pantalla de alto contraste y la base es antideslizante.

    ¿Estaría dispuesto a desembolsar un dinero extra para instalar en la entrada de su casa una rampa que permita a su vecino, un joven en silla de ruedas, entrar y salir del edificio? Muchos asumirían, sin más, el coste de esa actuación. Sin embargo, otros se opondrían a pagar una obra que sólo beneficia a una minoría. Precisamente, para evitar situaciones de desigualdad, se ha elaborado la Ley de Igualdad de Oportunidades, No Discriminación y Accesibilidad Universal, en vigor desde finales del año pasado, y que, entre otros aspectos, obliga a las comunidades de propietarios a costear, quieran o no, las obras de adaptación. Ley de Igualdad de Oportunidades, No Discriminación y Accesibilidad Universal nació para garantizar los derechos de estas personas, adaptándolos a la realidad social actual y sirviendo de complemento a la Ley de Integración Social de los Minusválidos (Lismi) de 1982.

    La Ley de Propiedad Horizontal (LPH) de 1999 ya establecía que no era necesaria la unanimidad de los vecinos de una comunidad para realizar adaptaciones, sino que bastaba con las tres quintas partes de los propietarios. Además, se facultaba a los discapacitados a llevar a cabo estas actuaciones, aunque contasen con la oposición de los demás propietarios. Eso sí, a diferencia de lo que dice la Ley de Igualdad de Oportunidades, tenían que costearlas con su propio dinero.

    La norma establece la obligación de las comunidades de propietarios para realizar las obras de adaptación necesarias, a instancias de los propietarios de viviendas en las que residan o trabajen personas con discapacidad, pagando, al menos, la cantidad equivalente a tres mensualidades.

    Pese a esto, hay quienes dudan de esta supuesta ventaja, puesto que si estamos ante una comunidad media de 40 copropietarios, el gasto acumulado de tres meses no es más de 6.000 euros (para el supuesto de una cuota mensual de 50 euros en una comunidad de 40 copropietarios) y, evidentemente, eso sólo da para salvar un par de escalones. Conviene tener en cuenta que una rampa con silla mecánica supera esa cifra, igual que la instalación de un ascensor, pudiendo alcanzar los 72.000 euros.

    La Ley de Igualdad de Oportunidades establece, asimismo, que los poderes públicos deben adoptar medidas contra la discriminación y compensar las dificultades que tienen las personas con discapacidad (según la ley, aquellas a quienes se les haya reconocido un grado de minusvalía igual o superior al 33%) para participar plenamente en la vida social.

    Por ello, se han dispuesto una serie de calendarios de adaptación. En el plazo de dos años es preciso que se establezcan las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación que deberán reunir tanto las oficinas públicas como los bienes y servicios a disposición del público, los productos tecnológicos, los medios de comunicación social o los transportes, así como los espacios urbanizados y edificaciones. Una vez decididas las condiciones, serán de obligado cumplimiento en todos estos sectores.

    Conseguir que el viario, los edificios públicos y los transportes sean accesibles para todos los ciudadanos es una preocupación antigua. No ocurre lo mismo con el interior de las viviendas, aspecto que aún está relegado a un segundo plano. Y es que, para los poderes públicos, las casas entran dentro del ámbito de lo privado.

    Es cierto que desde las administraciones públicas se fomentan las arquitecturas accesibles desde la edificación, y no como una solución improvisada a posteriori; si una persona minusválida solicita al constructor una serie de modificaciones en el interior de su casa, éste no puede negarse y, en teoría, no tiene por qué repercutir en el precio final. Además, explica que si el promotor no ha cumplido con las normas básicas de accesibilidad, el discapacitado podrá exigirle que costee y lleve a cabo la actuación necesaria, como puede ser la instalación de un ascensor con las medidas adecuadas. En este sentido, el porcentaje estimado para la adaptación de las viviendas de protección oficial para minusválidos es del 3%, aunque puede variar de acuerdo a lo estipulado en cada comunidad autónoma.

    No existe un documento en el que se determinen actuaciones de obligado cumplimiento con las que hacer del interior de una vivienda un lugar accesible para una persona con movilidad reducida.

    En líneas generales, conviene tener en cuenta las siguientes consideraciones:

    Para los usuarios de sillas de ruedas, es importante contar con suelos que tengan el punto justo de dureza y que no sean incómodos porque dificultan los deslizamientos.

    Muchas veces, la grifería es difícil de utilizar para personas con deficiencias motrices: las llaves monomando ahorran este problema. Lo mismo ocurre con enchufes, pomos, bañeras, ventanas (demasiado altas) y puertas (demasiado pesadas o con luces muy escasas). Así, los interruptores eléctricos, llaves de paso y calderas se situarán a una altura de 90 centímetros; la bañera se sustituirá por una ducha enrasada, y se colocará un lavabo sin pie.

    Si el comprador de la vivienda necesita una silla de ruedas, se aumentará la anchura de las puertas hasta un mínimo de 80 centímetros.

    A la plaza de garaje se le añadirá una franja en los laterales de 120 centímetros para impedir problemas de movilidad.

    La seguridad es otra asignatura pendiente. A falta de que el Plan de Accesibilidad 2004-2012 sancione lo contrario, la legislación contra incendios no considera las necesidades específicas de las personas disminuidas.

    La adaptación de la vivienda a las necesidades de las personas mayores , con discapacidad o movilidad reducida ha llevado a diversos fabricantes a diseñar ayudas técnicas específicas. Así han surgido también nuevos aparatos y sanitarios para equipar el baño y convertir esta estancia en un espacio libre de obstáculos. . El baño, diseñado con espacio suficiente para permitir maniobrar con una silla de ruedas, incluía lavabo regulable en altura, espejo basculante, mandos electrónicos de fácil manipulación, ergonómicos y situados a una altura accesible, grifería electrónica , un inodoro accionado por infrarrojos y barras de apoyo firmemente ancladas para utilizar este sanitario con seguridad.

    Por su parte, la ducha, además de contar también con barras de apoyo, incorporaba un asiento , un termostato para ajustar la temperatura del agua y evitar quemaduras, así como la posibilidad de desinfección térmica automática. Por último, la estancia tenía instalado un sistema de alarma visual y acústica para avisar de cualquier incidencia.

    Al detalle. Éste es un ejemplo de cómo debería ser un baño sin barreras arquitectónicas, una estancia cada vez más reclamada por personas mayores, con discapacidad o movilidad reducida, que se ven limitadas en su propio hogar. Para todas ellas, fabricantes de sanitarios y mobiliario de baño han diseñado productos específicos que se adaptan a sus necesidades particulares. En el mercado existen mamparas con características especiales para facilitar el acceso a la ducha. La clave está en el sistema de apertura, que ha de permitir el paso sin obstáculos . Su modo de apertura está diseñado para espacios pequeños y usuarios mayores o con discapacidad. Dispone de dos ejes, uno en la pared y otro en la mampara, sobre los que la puerta puede girar en un ángulo de hasta 180º. De esta manera, se puede entrar a la ducha mediante un sistema similar al de las puertas giratorias.

    Por otro lado, para salvar el desnivel habitual en los platos de ducha, las personas con silla de ruedas pueden optar por duchas de obra o platos extraplanos, a nivel de suelo y sin escalones . Además, el material del plato de ducha ha de ser antideslizante para evitar caídas y resbalones, y es preferible instalar puertas correderas, en lugar de cortinas.

    En ese sentido, la grifería electrónica destaca como una de las soluciones más adecuadas, al garantizar una mayor seguridad en caso de descuido y un uso más sencillo mediante un sensor de movimiento. Estos modelos se adecuan a las capacidades físicas y de percepción de los usuarios. Además, el estudio ha permitido analizar el diseño óptimo y las características ergonómicas que deben tener los grifos para regular de manera fácil la temperatura y el caudal de salida. La altura de los sanitarios es un factor importante a la hora de utilizarlos. Por ello, existen lavabos e inodoros cuya altura se puede modificar de manera manual o eléctrica. El sistema Kinelift permite regular una altura de hasta 30 centímetros. Este dispositivo cuenta con un mando a distancia que, sin restar estabilidad ni resistencia, desplaza el lavabo o inodoro incluso durante su uso. Está pensado para personas de diferentes estaturas (pequeños y adultos) y aquéllas que necesitan una adaptación personalizada.

    La instalación de estos elevadores se compone, generalmente, de un motor eléctrico y un mecanismo de deslizamiento vertical , en el que se apoya el sanitario y que permite variar la altura del mismo. Además, estos mecanismos aceptan la instalación de un colgador para la toalla o barras de apoyo. También son muy útiles los asientos inodoros con apertura higiénica y los lavabos suspendidos (sin pie), muy prácticos para que las personas en silla de ruedas dispongan de espacio suficiente para ésta.

    Las barras de apoyo son una ayuda indispensable en algunos casos. En su mayoría, se colocan en el inodoro y en la bañera o ducha para dar estabilidad. En el caso del inodoro, su ubicación principal está en los laterales, de manera que las personas se puedan sujetar al sentarse y levantarse. En la ducha, se suelen instalar en la pared para agarrarse durante el momento del baño, mientras que en la bañera se colocan en los laterales para agarrarse al entrar o salir.

    La grifería electrónica es aquella que detecta la presencia de las manos bajo el caño y, de manera automática, deja correr un chorro de agua. Este sistema garantiza que el grifo permanezca cerrado siempre que no haya cerca ningún objeto, por lo que su principal ventaja es el ahorro de agua que consigue. En un principio, los grifos electrónicos fueron pensados para su uso en baños muy concurridos, como los de un hotel u hospital, pero cada vez son más populares en los hogares.

    Estos grifos se pueden instalar tanto en el lavabo como en el bidé, en la ducha o en el fregadero de la cocina. El funcionamiento de apertura es válido para cualquiera de estas opciones, ya que sólo depende de un sensor de infrarrojos incorporado en el grifo, que deja escapar el agua cuando detecta el corte de un haz de luz. También puede activarse a través de un radar que identifica la variación en la onda de una señal emitida. Este sistema ofrece un mayor campo de actuación.

    En el caso de la ducha, el agua cae al detectar un cuerpo a una distancia mínima predeterminada. El sistema más empleado es el que se activa al pasar la mano debajo del grifo y se desactiva de la misma manera. La instalación se completa con un cierre de seguridad que evita la caída involuntaria de agua caliente o el bloqueo del grifo cuando este suministro se interrumpe y sólo cae agua fría.

    En cuanto a la alimentación, la grifería electrónica suele funcionar con baterías alcalinas incorporadas de

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