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DIALOGO DEL PADRE CON UN HIJO
DIALOGO DEL PADRE CON UN HIJO
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Libro electrónico335 páginas3 horas

DIALOGO DEL PADRE CON UN HIJO

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Información de este libro electrónico

En diciembre de 2006, Gabriel de la Santa Cruz llegó a San Miguel de Tucumán proveniente de Buenos Aires. Pocos meses después su vida habría de abrirse a caminos impensados. Había recurrido a Dios buscando reparo y paz personal en tiempos difíciles. Lo sorprendió una experiencia única. Un diálogo casi cotidiano con Dios Padre, con el Hijo y con la Santísima Madre. Este libro encierra los diálogos de Gabriel con sus interlocutores divinos, desde febrero de 2018 a junio de 2019, encuentros que aún continúan con igual intensidad. La Palabra de Dios surge nítida a través del registro del interlocutor, que humildemente se convierte así en instrumento de llegada a toda persona que lea este libro. Su Palabra es, por lo tanto, Universal.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 ago 2021
ISBN9789874807724
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    DIALOGO DEL PADRE CON UN HIJO - Gabriel de la Santa Cruz

    JESÚS, el hijo del carpintero

    Hijo de mi Sagrado Corazón.

    Observa bien esta imagen, porque así como inspiré al artista al plasmar la obra, del mismo modo te inspiro a ti para que plasmes en palabras el profundo y trascendente significado de la obra.

    José, mi amado padre putativo, que desde pequeño me llevaba a la humilde carpintería para que me familiarizara con sus nobles herramientas, mientras trabajaba la madera ponía atención especial en Mí, y así velaba para que no me lastimara. Porque propio de un padre es velar por su hijo muy amado.

    Cuando José trabajaba la madera con amor, la madera adquiría forma y calidez. Del mismo modo Yo, mientras aprendía el oficio, trabajaba en mi vida interior.

    El sol que entraba por la ventana me encandilaba y detrás de Mí se dibujaba mi sombra en forma de cruz, porque la sombra no nace sino de la silueta, y mi silueta no podía dar otra forma que no fuera la de la cruz.

    Hijito mío, jugaba en ese entonces con los clavos que mi padre me prestaba, pero él no sabía que aquellos clavos un día me traspasarían para redimir a la humanidad.

    ¡Hijo, amado mío!, te diré que si aprendí a abrazar la cruz, fue porque mi padre José me enseñó en la tierra que debía trabajar la madera con amor y paciencia. Él lo decía mientras sacaba los escollos suavizando la superficie del tronco del nogal.

    ¡Sí hijo! Mi padre putativo me ha enseñado el oficio con amor pero... no imaginaba que sería Yo tan buen carpintero, que con el Madero de la Cruz redimiría al género humano.

    En ese momento, si mi amado Padre José se hubiera enterado de mi suerte, no me hubría enseñado el oficio de carpintero, pero tanto amé este oficio que voluntariamente elegí morir en el árbol que da la vida.

    Mientras trabajaba José me hablaba y enseñaba su digno oficio de carpintero y lo noble de la madera. Y Yo, mientras aprendía, a la vez le enseñaba a él Quién es el camino, la verdad y la vida.

    Hijo, este es el camino que quiero que recorras, así como lo he recorrido Yo.

    Mientras el Padre que está en el cielo vela por ti, como Mi amado José veló por Mí en la tierra, tú debes aprender en el oficio Divino a amar y abrazar la cruz.

    Y todo aquel que tenga la vocación de salvar almas, que entre a la humilde carpintería, que Yo mismo lo instruiré para trabajar el Santo Madero.

    Ahora, ten Paz en el corazón amado hijito, ¡cuánto te amo!

    Te amo

    JESÚS, el hijo del carpintero.

    Prefacio

    Hijo mío, así como hablo en tu interior, del mismo modo, deseo hablarle a cada uno de mis hijos.

    "Muchos hijos míos creerán que la relación que tengo contigo es una gracia extraordinaria. ¡Ay! ¿No saben acaso que Yo Soy su Dios?

    Todo aquel que tenga su mente, su corazón en silencio y las pasiones aquietadas, podrá escuchar mi Voz en su conciencia.

    No Soy Yo el que me alejo de estas almas. Son ellas las que se disipan con muchas distracciones y ruidos que provienen del mundo".

    Jesucristo

    En la nueva Alianza, la oración es la relación viva de los hijos de Dios con su padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo (Catecismo de la Iglesia Católica n.2565)

    En el libro del Éxodo 33,11 leemos: El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como se habla con un amigo. Toda la Sagrada Escritura es un hablar de Dios a sus hijos. Son innumerables los textos bíblicos. Me limito a algunos: Habla Señor que tu siervo escucha (Samuel 3,10). Yo bendigo al Señor que me aconseja; hasta de noche instruye mi corazón (Sal. 16,7). Yo te instruiré y te indicaré el camino que has de andar. Te aconsejaré, mis ojos fijos en ti (Sal. 32,8). Los ojos del Señor están pendientes de los justos, sus oídos, atentos a su clamor (Sal. 34,16). Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; a vosotros, en cambio, os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he hecho conocer (Juan 15,15).

    Este libro puede parecer algo fuera de la común: el diálogo de Dios Padre con uno de sus hijos cuando quiere que todos vivamos en la mayor comunicación con Él. Sabe cómo hablarnos si de nuestra parte hay sinceridad, deseo de amarle y propósito de identificarnos con su Voluntad.

    El diálogo evidencia la íntima cercanía del Padre amoroso, pendiente de todo lo nuestro hasta el más pequeño detalle. Nos exige delicadeza de conciencia, dolor y arrepentimiento ante las faltas de confianza en su amor y perdón, abrir el corazón mostrando los temores y dudas. Quiere llevarnos a la amistad filial y que colaboremos en la salvación de todos.

    El Amor de Dios nunca viene limitado, siempre es total y perfecto. No depende de nuestra respuesta, aunque siente alivio y consuelo cuando le expresamos nuestro amor y le ofrecemos todo. El tiempo le pertenece y dispone del tiempo para que hagamos su voluntad sin ansiedades. Hay que ofrecerle todo, especialmente los sufrimientos en bien de las almas.

    Quien está lleno de cosas que apartan de Dios, no soporta la Luz y este rechazo de la Luz puede llevar a la condenación.

    Jesús se fija en la recta intención de nuestros esfuerzos más que en los resultados. Estamos en un tiempo de purificación, reparación y preparación para los momentos más difíciles que se avecinan. Todo debe vivirse en el Amor. Habla Dios Padre y Dios Hijo como Uno. Vivir en unión sencilla con la Santísima Trinidad y en el Corazón Inmaculado de María: confianza y abandono. El temor es causa de sufrimiento. Hemos de estar dispuestos a sufrir por amor, pero sin miedo, dejarse llevar como un bebé en brazos del Padre.

    Dios irá curando nuestras deficiencias afectivas y emocionales, con paciencia y confianza. La paz del corazón es señal de buen camino. Los pensamientos vanos, mentirosos y las preocupaciones impiden escuchar a Dios, que tiene todo previsto para cada momento.

    La oscuridad y soledad que el hombre experimenta no es nada si se compara con la soledad que sufre Jesús. Abandonado por casi todos, quiere hacernos partícipes de su soledad. Nos purifica a través de valles oscuros y estados de desolación.

    Es trabajoso dominar los impulsos desordenados. Jesús nos purifica sacando lo que está deteriorado o pecaminoso hasta llegar a lo profundo del corazón. Vivir fusionados con el Corazón de Jesús: lo decisivo no es la virtud en sí misma, sino la unión con su Cruz por amor. Nos comparte una partecita de su Cruz si le ofrecemos todos nuestros dolores. Nos va llevando a la unión con Él, de corazón a Corazón. Dejarse llevar sólo con la Fe, aunque no entendamos. No preocuparnos de nada: confianza absoluta. Más allá de nuestros deseos y proyectos, amar la Voluntad de Dios hasta identificarnos. No hay que preocuparse de uno mismo, porque al Señor le agrada cuando rezamos por los demás.

    Este libro advierte sobre un fuerte llamado a la conversión del mundo, y de la Argentina en particular.

    Tras terminar el libro, advertí que el Señor repetía muchas veces lo mismo en diferentes escritos.

    Entonces le pregunte: Señor, ¿por qué repites tantas veces lo mismo?. Y Él me respondió: Hijo, lo seguiré haciendo hasta que de la razón baje al corazón

    El autor

    Introducción

    En 1998 y 1999 hice retiros de silencio de un mes. En ellos recibí la gracia de la locución y las inspiraciones. En este tiempo fui fiel a esta gracia, pero luego pensé que podía ser una locura más en mi cabeza, y lo suprimí hasta 2018.

    Entonces, comparando escritos de aquella época con los actuales, me di cuenta que Jesús seguía hablándome de igual manera, ¡y que no había contradicciones entre ellos!

    No dudé en ese momento de que quien me inspiraba era siempre el mismo. Aun así, sigo dudando si todo esto es una locura.

    ¡Dios me libre de esta perturbadora tentación!

    Este libro trata sobre la relación íntima y amorosa entre el Padre celestial, Jesús y María con un alma, a la que van llevando por el camino hacia la perfección de manera muy directa y sencilla. Si bien quien escribió estas páginas sufrió en sus emociones, el Señor lo fue sanando con su trato de Padre, tierno, amoroso, pedagógico, aconsejándolo y enseñándole sobre qué debía trabajar.

    En tal caso, quien lea este libro debería hacerlo en primera persona, porque los mismos consejos que Dios le ha dado a esta alma, pertenecen a cada uno de sus hijos.

    El escritor atravesó problemas de ansiedad, depresión y pánico, pero quizás quien vaya a leer este libro esté transitando por otro tipo de situaciones, como enfermedades físicas, espirituales, psicológicas, problemas familiares o económicos. Por lo tanto, debería priorizar las suyas.

    Es por eso que el Señor trata a dicha alma de hijo sin mencionar su nombre (en rara ocasión lo hace) para que cada uno se sienta identificado como hijo de un mismo Padre.

    En resumidas cuentas, lo que le dice, aconseja y enseña al instrumento, lo dice, aconseja y enseña a cada uno que lea este libro.

    Usted debe aprender y entender que el Padre, Jesús y María le hablan directamente a su corazón.

    Este no es un libro de lectura rápida, como puede ser una novela, sino para aprender a trabajar en su interior (acompañado de un director espiritual, si lo tiene) e ir sanando heridas con aquello que lea y le haga sentir identificado.

    Podrá confirmar que los escritos vienen del Señor, al experimentar una gran paz cada vez que termine de leerlos, ya que proceden del Espíritu Santo.

    06/02/2018

    No se trata de entender sino de confiar

    —Mi Señor, siento una gran angustia, imagina que si esto no proviene de vos te ofendo al escribirlo y si viene de ti te ofendería al no escribirlo. No me gustaría ser engañado con algo tan delicado, tan sublime; no lo permitas Señor, dime: ¿qué escribo? ¡Dime lo que tú quieras!

    P: Hijo mío, no tengas miedo, nada de lo que provenga de mí te hará daño; sé que es difícil, pero no se trata de entender, sino de CONFIAR.

    No te sientas angustiado por hacer algo que no viene de mí. Suponte, amado mío, que este escrito no provenga de lo alto ¿Qué mal haría si tú no lo presentas hasta tanto sea aprobado?, ¿acaso mi iglesia los aprobaría si no son escritos por inspiración divina? Y si esto viniera del maligno, ¿no crees que inmediatamente lo advertirías por lo escrito y por sus malos frutos?

    Recuerda, si tú creces en amor, santidad y virtud, pues, no puedes dudar de estas inspiraciones; por el contrario, si decreces en amor, santidad y virtud, puedes dejar de escribir.

    ¡Hijo mío, no temas! ¡Yo, el Señor, te amo!

    —Mira mi Señor, tú sabes que tengo problemas de ansiedad, y a veces pánico; mucha gente también lo sabe, imagina que me digan que esto es un divague, producto de una cabeza enferma. ¿Qué haré?, será humillante para mí.

    Hijo mío muy querido, el problema reside en tu sistema nervioso, el cual yo permito. No tiene nada que ver con lo intelectual, sino fíjate en el informe que hará la psicóloga. Nadie podrá decir que sufres de delirio místico ni de algún tipo de esquizofrenia, ya que no escuchas voces, sólo lo que acerco a tu inteligencia, la cual funciona muy bien.

    Tu no escuchas, tú percibes, tú entiendes una voz. No temas, te amo hijo mío.

    Nota: el día 5/2/18 fui a una psicóloga para una entrevista y algunos tests. Después de 6 sesiones, me dio el informe fechado el día 09/04/18, confirmando que mi problema no afecta a la parte intelectual, solo a la emocional.

    —Señor, quiero hacerte una pregunta, por qué cuando entra en mí, cuando me toma el Espíritu Santo me pongo tan ansioso que hasta pánico me agarra.

    Hijo mío muy querido, cuando el Espíritu Santo te toma también hay un efecto concomitante, tu cuerpo y tu psiquis lo perciben como algo ajeno a lo que tú estás acostumbrado, al desconocer este efecto (calores, escalofríos corriendo por tu columna vertebral, taquicardia) tu mecanismo de defensa lo estima como algo distinto, y entonces es así que se activa el temor, despides adrenalina y te pones nervioso. Al igual que cuando tomas un medicamento desconocido y te produce algún efecto colateral, surge la misma reacción de temor. Pero no tienes por qué temer hijito muy querido, así como la medicina es buena para el cuerpo, el Espíritu Santo es mucho mejor para el alma; por otro lado, no olvides que la mordedura de víbora se cura con veneno de víbora, del mismo modo Yo, el Señor, te voy sanando con aquello mismo que te produce el nerviosismo.

    —Muchas gracias Señor.

    Hijo mío…

    —Dime Señor.

    Permíteme decirte que a todo aquel que cuestione estas mociones tratándolas de raras, tú le explicarás que es más raro lo de ellos, que no me escuchan siendo que soy su Padre.

    —¿Cómo Señor?

    ¿Acaso conoces algún buen padre que no vele por los intereses de su hijo o no le conteste cuando este le habla?

    —No Señor, ¡no conozco!

    Pues bien, entonces lo normal es que un buen padre le conteste a su hijo cuando él le habla. Mi relación amorosa con cada uno de mis hijos no es distinta. Que Yo, el Señor, les hable a sus corazones o en sus conciencias es lo normal, lo raro es que, hablándoles, ellos no puedan escucharme, ¿y sabes por qué hijo muy amado?

    —¿Por qué mi Señor?

    Porque tantísimos hijos míos viven sumergidos en el mundanal ruido, en el pecado, en la indiferencia y la superficialidad y en las preocupaciones de la vida, que no pueden escuchar mi voz a través de sus conciencias. Diles que acallen, diles que me busquen de todo corazón, diles que se conviertan en Espíritu y en Verdad, y así podré hablarles. Ellos experimentarán una gran paz y comprobarán que el escucharme en sus corazones o en sus conciencias no tiene nada de extraordinario, es solo una relación amorosa de un Padre hacia un hijo. Te amo, hijo muy querido, gracias por ser fiel a mis mociones que hoy te regalo y que quiero regalar… te amo hijo muy querido, gracias por todo, ahora ten mi paz, ¡que descanses!

    —Muchas gracias Señor, yo también te amo mucho.

    Lo sé hijito.

    08/02/18

    ¿A qué le temes tanto?

    J: Hijo muy querido, ¿A QUÉ LE TEMES TANTO? ¿por qué tienes miedo? Mira, en este momento Yo estoy frente tuyo (estaba en adoración eucarística) mirándote, amándote, sanando heridas. Te abrazo.

    Dime hijo muy querido de mi Sagrado Corazón.

    —Si Señor. ¿Qué cosa?

    ¿Cuántas veces has querido escribir un libro y nunca lo lograste? Al momento de sentarte y querer hacerlo, ninguna idea brotaba, o bien venían todas juntas y no podías darle un orden. ¿Y ahora?, ¿crees por ventura que tomar una lapicera y escribir sin parar es cosa tuya? ¿O puro talento, el cual también viene de Mí? ¿O crees que es producto de tu imaginación? ¿Crees de verdad que tú eres el que inventa este diálogo?

    ¡Amado mío! ¿Qué tiene de extraordinario que hable a tu conciencia? ¿Dónde está el misterio?

    Tú no eres vidente. ¡Ya te he dicho hijito, anteriormente, que la voz que escuchas en tu cabeza no es para que pienses en una posible esquizofrenia! ¡No dudes de tu idoneidad

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