Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

2024 Magnificat Especial Cuaresma
2024 Magnificat Especial Cuaresma
2024 Magnificat Especial Cuaresma
Libro electrónico154 páginas1 hora

2024 Magnificat Especial Cuaresma

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

¿Estás buscando en esta Cuaresma un camino de vuelta a la Iglesia o un impulso más vivo en tu fe?

Magnificat Especial Cuaresma 2024 es la ayuda perfecta.

El tiempo de Cuaresma apela a nuestras luchas y tristezas diarias, mostrando cómo la respuesta a todos los problemas de la vida se encuentra en el misterio de Jesucristo.

Este práctico librito ofrece una serie de reflexiones para guiarte a lo largo de cada día de la Cuaresma hacia el corazón de su misterio.

Dedicando unos momentos a meditar las inspiradoras reflexiones diarias y las breves oraciones que se ofrecen, descubrirás todo lo que es verdadero, bueno y bello de la fe católica. Deja que las profundas y prácticas ideas que encontrarás en este pequeño tesoro espiritual formen y centren tu vida espiritual, llenándola de una convicción y un sentido renovados.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento3 oct 2023
ISBN9781639670604
2024 Magnificat Especial Cuaresma

Relacionado con 2024 Magnificat Especial Cuaresma

Libros electrónicos relacionados

Días festivos para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para 2024 Magnificat Especial Cuaresma

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    2024 Magnificat Especial Cuaresma - Pablo Cervera Barranco

    Oraciones

    para diversas ocasiones

    ORACIÓN PARA PEDIR

    LA CONVERSIÓN DEL CORAZÓN

    HIMNO

    Corazón de Jesucristo, abierto por mi amor,

    ¿hasta cuándo voy a estar así?

    Corazón de Jesucristo, nido de dolor y de amor,

    acuérdate de mí.

    Tú que sabes lo que soy, tú que sabes lo que fui,

    compadécete de mí.

    Corazón de Jesucristo, abierto por mi amor,

    vuelve hoy tu mirada hacia mí.

    Estoy muerto y nadie queda ya a mi alrededor,

    acuérdate de mí,

    solo a ti te tengo ahora cuando el esplendor

    se apagó y se fueron de aquí.

    Corazón de Jesucristo, hambriento de mi amor,

    ¿hasta cuándo voy a ser así?

    Corazón de Jesucristo, fuente de perdón,

    vuelve hoy tu mirada hacia mí.

    Amén.

    SALMO 35,2-10

    La ceguera del corazón es el mayor obstáculo para la transformación de la vida. La conversión cuaresmal comienza cuando reconocemos nuestra necesidad de él. Puede ser aterrador ver y reconocer nuestros fracasos, pero ningún pecado es tan repugnante para que Dios se aparte de quien sinceramente busca un cambio de corazón, el perdón, y una nueva forma de vida. En su luz, que él da libremente a través de la oración, el bautismo, la penitencia y la Eucaristía, vemos la luz.

    El malvado escucha en su interior

    un oráculo del pecado:

    «No tengo miedo a Dios,

    ni en su presencia».

    Porque se hace la ilusión de que su culpa

    no será descubierta ni aborrecida.

    Las palabras de su boca son maldad y traición,

    renuncia a ser sensato y a obrar bien;

    acostado medita el crimen,

    se obstina en el mal camino,

    no rechaza la maldad.

    Señor, tu misericordia llega al cielo,

    tu fidelidad hasta las nubes;

    tu justicia hasta las altas cordilleras,

    tus sentencias son como el océano inmenso.

    Tú socorres a hombres y animales,

    ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!

    los humanos se acogen a las sombras de tus alas;

    se nutren de lo sabroso de tu casa,

    les das a beber del torrente de tus delicias:

    porque en ti está la fuente viva

    y tu luz nos hace ver la luz.

    Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,

    tu justicia, con los rectos de corazón;

    que no me pisotee el pie del soberbio,

    que no me eche fuera la mano del malvado.

    Han fracasado los malhechores,

    derribados, no se pueden levantar.

    TENTAMOS EL MURO como ciegos, como gente sin vista, tropezamos en pleno día como al anochecer, en medio de los sanos estamos como muertos. Porque son muchas nuestras transgresiones contra ti, nuestros pecados testimonian contra nosotros, nos acompañan nuestros delitos, y reconocemos nuestras culpas: fuimos rebeldes e infieles al Señor, hemos vuelto la espalda a nuestro Dios y hemos proyectado opresión y revuelta, concebimos y meditamos engaños en nuestro corazón.

    LETANÍA DE PETICIÓN

    Estamos ciegos de corazón: abre nuestros ojos para ver como tú ves.

    R/ En tu luz vemos la luz.

    Nos falta la sabiduría que descansa en la verdad: líbranos de la adulación del pecado. R/

    Nos aferramos a lo malo: líbranos del pecado sobre nosotros, que te sigamos a ti. R/

    Tenemos hambre del pan de la vida: aliméntanos con las riquezas de tu casa. R/

    Intenciones libres

    Padre nuestro…

    ORACIÓN

    Oh Dios de misericordia y compasión, tu hijo abrió los ojos de los ciegos. Líbranos de las ilusiones del pecado que nublan nuestra visión, y llévanos a la luz de tu Palabra para seguir tus caminos, por Cristo nuestro Señor. Amén.

    Otras sugerencias para orar: Salmo 50; Salmo 31.

    ORACIÓN EN TIEMPO DE TENTACIÓN

    HIMNO

    SALMO 26,1-5

    El primer domingo de Cuaresma, leemos la historia de la lucha de Jesús con el tentador. En nuestros momentos de tentación, no demos pie al miedo que no podemos superar. En su lugar, refugiémonos en Cristo, vencedor del pecado y de la muerte en nuestro nombre.

    El Señor es mi luz y mi salvación,

    ¿a quién temeré?

    El Señor es la defensa de mi vida,

    ¿quién me hará temblar?

    Cuando me asaltan los malvados,

    para devorar mi carne,

    ellos, enemigos y adversarios,

    tropiezan y caen.

    Si un ejército acampa contra mí,

    mi corazón no tiembla;

    si me declaran la guerra,

    me siento tranquilo.

    Una cosa pido al Señor,

    eso buscaré:

    habitar en la casa del Señor

    por los días de mi vida;

    gozar de la dulzura del Señor

    contemplando su templo.

    Él me protegerá en su tienda

    el día del peligro;

    me esconderá en lo escondido de su morada,

    me alzará sobre la roca.

    SI DIOS está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.

    VERSÍCULOS PARA LA MEDITACIÓN

    Lee despacio y deja tiempo para la reflexión silenciosa entre cada versículo.

    Porque de tal manera amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna (Jn 3,16).

    Por lo tanto podemos decir con confianza: «El Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?» (Heb 13,6).

    Quien ha nacido de Dios vence al mundo. Y la victoria que vence al mundo es nuestra fe (1 Jn 5,4).

    Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo (1 Jn 2,1).

    ORACIÓN

    Señor Dios nuestro, Padre, Amigo, Defensor, protégenos de los males que nos aquejan en este desierto de la vida y llévanos de manera segura a morar en tu presencia, a través del poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

    ORACIÓN POR EL REGRESO A CASA

    HIMNO

    ¡A tu servicio, Padre, a tu servicio!

    Que no merezco más de tu confianza,

    que mi carne es muy débil, y la holganza

    la hará de nuevo presa de mi vicio.

    No me vuelvas la gloria que dejé

    ni me miren tus ojos con ternura,

    ¡hazme tu servidor! ¡Sé roca dura,

    recuérdame el Amor que desprecié!

    Mas tú te empeñas, Padre, en admitirme,

    de nuevo, como al hijo, a tu morada,

    y sales a mi encuentro… ¡a recibirme…!

    Prométeme, Señor, pues no soy nada,

    que tú, antes de que vuelva a despedirme,

    me harás morir al filo de tu espada. Amén.

    SALMO 136,1-6

    Todos nosotros estamos invitados a volver a Jerusalén, la ciudad donde Dios habita con nosotros, enjuga nuestras lágrimas, y nos da la plenitud de la vida y de la alegría en la presencia de Cristo, nuestro Salvador. Durante la Cuaresma, en la Iglesia se extiende una cordial invitación: no importa lo lejos que te hayas extraviado, no importa dónde hayas ido, no importa lo culpable que te sientas por ello: ¡ven a la casa del Señor! Serás mucho más acogido de lo que puedas

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1