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Emergencia sanitaria covid-19, salud psicológica y estrés:: Factores a consideraren el distanciamiento social en los universitarios.
Emergencia sanitaria covid-19, salud psicológica y estrés:: Factores a consideraren el distanciamiento social en los universitarios.
Emergencia sanitaria covid-19, salud psicológica y estrés:: Factores a consideraren el distanciamiento social en los universitarios.
Libro electrónico132 páginas1 hora

Emergencia sanitaria covid-19, salud psicológica y estrés:: Factores a consideraren el distanciamiento social en los universitarios.

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La presente obra ha sido diseñada con el propósito de presentar una serie de investigaciones y sus resultados sobre la salud psicológica en términos del estrés, la actividad física, la alimentación saludable, el impacto del trabajo académico sobre el cuerpo como cervicalgía, y el impacto de l vivienda en el estrés de los universitarios durante el c
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2021
ISBN9786079910143
Emergencia sanitaria covid-19, salud psicológica y estrés:: Factores a consideraren el distanciamiento social en los universitarios.
Autor

Rocío Elizabeth Duarte Ayala

Rocío Elizabeth Duarte Ayala Es profesora investigadora de la Escuela de Ciencias de la Salud, Universidad del Valle de México (UVM) campus Lomas Verdes. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Médico Cirujano y Partero. Maestría en Ciencias de la Salud y doctorado en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Cuenta con experiencia docente de mas de 6 años en la UVM. Nayeli Karina Rojas Tinoco Es coordinadora de la licenciatura en Fisioterapia, UVM campus Lomas Verdes. Licenciada en Fisioterapia por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, maestra en Desarrollo Pedagógico por la Universidad de Oriente Puebla. Fue docente en la Universidad del Valle de México, el Instituto Angelopolitano de Estudios Superiores y la Universidad de América Latina. Más de 5 años de experiencia clínica en el ámbito deportivo, ortopédico y hospitalario en las áreas de UCI, UCIN y terapia intermedia.

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    Emergencia sanitaria covid-19, salud psicológica y estrés: - Rocío Elizabeth Duarte Ayala

    Estrés en estudiantes

    universitarios durante

    la cuarentena preventiva

    por el COVID-19 en México

    Rocío Elizabeth Duarte Ayala

    Juan José Sánchez Sosa

    En diciembre de 2019, en la provincia de Hubei, de la República Popular China, se reportó un conjunto de casos de neumonía causados por un nuevo tipo de coronavirus, el SARS-CoV-2 (Liu et al., 2020). El 30 de enero de 2020, la nueva enfermedad se había expandido a las 31 provincias de China y fuera de sus fronteras (Lei y Jerving, 2020; Wang et al., 2020), por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró una emergencia de salud pública de importancia internacional ESPII (Xiao et al., 2020; Zhou, 2020), lo que requirió una acción internacional inmediata, como estipula el Reglamento Sanitario Internacional (OMS, 2005). El 11 de marzo de 2020, la OMS declaró que la enfermedad, denominada COVID-19 (OPS, 2020) podía considerarse la primera pandemia causada por un coronavirus en la historia y llamó a los países para que adoptaran medidas urgentes y agresivas de prevención ante la carencia de vacunas y un tratamiento específico (OMS, 2020).

    Entre las medidas de prevención que los gobiernos de distintos países implementaron se encuentran el cierre de escuelas, las restricciones fronterizas, la cuarentena de pacientes confirmados o sospechosos, y las políticas de estancia en el hogar o de confinamiento para todos los residentes, las cuales tuvieron más de dos meses de duración y generaron cambios en el contacto social y de tipo morfológico en los ecosistemas interiores de la vivienda impulsados por la evolución tecnológica (Amerio et al., 2020). A pesar de que tales medidas ayudaron a controlar los contagios, tuvieron diversas consecuencias sobre la salud mental de la población, ya que generaron miedo y condujeron al desarrollo de un amplio espectro de síntomas psicológicos que iban desde respuestas de alarma como ansiedad, tensión, consumo y abuso de sustancias (tabaco, alcohol, cannabis y las drogas recetadas), hasta cambios de comportamiento: dificultad para dormir y comer, e inclusive, en casos más graves, síndrome de estrés postraumático, confusión, estrés agudo, estrés laboral, tensiones familiares en el hogar, depresión e intentos de suicidio (Galea et al., 2020; Liu et al., 2020; Maugeri et al., 2020; Zhaia y Dub, 2020).

    En dicho contexto, se puede considerar que la crisis ocasionada por la pandemia de COVID-19, junto con las medidas de aislamiento social necesarias para proteger la salud, han afectado todos los ámbitos de la actividad humana: la economía, los servicios públicos, la educación y el acceso a la información, como también ha señalado la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2020). Así, no se trata sólo de una crisis de salud, también es económica, humana, social, impacta a todos los sectores de la población y resulta particularmente perjudicial para los miembros de los grupos sociales en situaciones vulnerables, como aquellos que viven en situaciones de pobreza, las personas mayores, los individuos con discapacidad, los jóvenes y los pueblos indígenas (ONU, 2020).

    Uno de los grupos particularmente vulnerables debido a las demandas de cargas de trabajo complejas y en periodos rígidamente acotados es el de los estudiantes universitarios. Éstos corren un mayor riesgo de presentar problemas de salud mental, ya que se encuentran en el proceso de alcanzar importantes hitos de su desarrollo. También son vulnerables a los cambios en el entorno circundante a los que suelen responder con mayor intensidad que otros grupos sociales y, al mismo tiempo, se enfrentan a factores estresantes asociados con sus estudios y las demandas escolares de un sistema cuya adaptación a las condiciones de crisis es, en el mejor de los casos, lenta. Todo ello los hace particularmente propensos a sufrir angustia psicológica (Debowska et al., 2020; Lebouzda, 2016). De hecho, algunos estudios estiman que antes de que comenzara la pandemia, a nivel mundial, uno de cada cinco estudiantes universitarios había experimentado uno o más trastornos mentales diagnosticables (Auerbach et al., 2016).

    Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, muchas universidades decidieron suspender las clases presenciales y evacuar a los estudiantes para responder a la intensificación de las preocupaciones en torno al virus (Zhaia y Dub, 2020). En algunos países, la mayoría de las instituciones de educación públicas y privadas, en prácticamente todos los niveles, detuvieron sus actividades. Las instituciones de educación superior se vieron obligadas a interrumpir las experiencias de enseñanza presenciales, generando un cierre institucional que ha ocasionado que más de 80% de los estudiantes de todo el mundo no asista a sus universidades y colegios (Fawaz y Samaha, 2020). Todo ello enfrenta al sector de la educación superior con la necesidad de proveer clases a los alumnos respetando las medidas de aislamiento social y las guías gubernamentales (Crawford et al., 2020). La estrategia más utilizada es la digitalización de la currícula, al migrar los contenidos hacia ambientes en línea, con el uso de plataformas como Zoom, Moodle, Blackboard y Skype, entre otras (Crawford et al., 2020; Fawaz y Samaha, 2020; Zhou et al., 2020).

    La migración a clases en línea plantea serios retos a estudiantes, docentes y administradores universitarios, ya que además de cubrir los contenidos académicos requieren familiarizarse con los nuevos ambientes y métodos de enseñanza, resolver las dificultades técnicas propias del aprendizaje electrónico y adaptarse a las limitaciones de dichos ambientes. Entre otras limitaciones, destaca una menor comunicación por medio de lenguaje corporal, lo que puede resultar en una experiencia de aprendizaje estresante (Fawaz y Samaha, 2020). Además de estas condiciones, los estudiantes universitarios se enfrentan a una variedad de condiciones estresantes (Zhaia y Dub, 2020), por ejemplo, la angustia ocasionada por la incertidumbre y la interrupción abrupta de los periodos lectivos, la ansiedad causada por el cierre de uno de sus ambientes primarios de interacción interpersonal, la interrupción de la rutina académica, el atraso en el desarrollo de proyectos de investigación y pasantías. También destacan el atraso en el proceso de graduación y la integración al mercado laboral, la falta de contacto social, el miedo de que sus familiares enfermen y las restricciones de movilidad (Agnew et al., 2019; Debowska et al., 2020; Gritsenko et al., 2020).

    Las investigaciones sobre estos temas en otras partes del mundo han mostrado que los estudiantes universitarios han presentado mayores niveles de estrés, ansiedad y sintomatología depresiva que otros grupos de la población durante la pandemia (Debowska et al., 2020; Gritsenko et al., 2020; Zhou, 2020). También se ha documentado que las mujeres suelen obtener puntajes significativamente más altos que los hombres en ansiedad y estrés, aunque hay evidencia de que esto podía ser así desde antes de la pandemia. Las mujeres también muestran mayores puntuaciones en depresión, lo que normalmente se atribuye a diferencias de género por la pandemia en dicha variable. Esto puede deberse a más diversas y mayores responsabilidades del cuidado de otros, mayor preocupación por el bienestar de la familia y los amigos, o una necesidad insatisfecha de conexión social, que son más proclives a afectar a las mujeres que a los hombres (Debowska et al., 2020).

    En México, también se tomaron medidas de distanciamiento social y migración a clases en línea para los estudiantes universitarios, con cierre de escuelas en todo el país (Viner et al., 2020). El 14 de marzo de 2020, la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció la suspensión del trabajo escolar presencial y el adelanto de vacaciones de Semana Santa desde el 20 de marzo hasta el 20 de abril (Jiménez, 2020); poco después, el 24 de marzo, el gobierno anunció el inicio de la fase 2 y llamó a una cuarentena preventiva pidiendo a la población no salir de casa y mantener actividades exclusivamente en los sectores esenciales (Arista, 2020), a 25 días de presentarse el primer caso confirmado de COVID-19 en el país (Worldometer, 2020).

    En virtud de lo anterior, el objetivo del presente estudio fue explorar el nivel de estrés y sus principales motivos en una muestra de estudiantes universitarios mexicanos.

    Método

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