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La Expedición Botánica contada a los niños
La Expedición Botánica contada a los niños
La Expedición Botánica contada a los niños
Libro electrónico223 páginas3 horas

La Expedición Botánica contada a los niños

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Este texto está pensado para acercar a los niños y jóvenes a una de la experiencias más apasionantes que se han dado en el territorio americano: la Expedición Botánica. La narración no se limita a los asuntos técnicos concernientes a la Expedición; por los 59 breves capítulos discurre la vida cotidiana de aquellos días junto con reflexiones sobre la botánica, la zoología, la entomología y la física, y anécdotas sobre los protagonistas, que por entonces definían el curso de nuestra historia. Aunque don José Celestino Mutis es el personaje de mayor relevancia en la narración, Elisa Mújica destaca con justicia a sus colaboradores y discípulos, que tan gran aporte harían no solo al desarrollo de las ciencias, sino también a las luchas por la libertad de la Nueva Granada: José Félix Restrepo, Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano, Francisco Javier Matis, Salvador Rizo, entre otros.
En esta nueva edición, además, encontramos las maravillosas ilustraciones del artista español Daniel Piqueras Fisk, quien, como un nuevo expedicionario, nos lleva a conocer de primera mano el fabuloso viaje del curioso Sabio Mutis.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 may 2021
ISBN9789583063497
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    La Expedición Botánica contada a los niños - Elisa Mújica

    expedicion_botanica_tapa.jpg

    La Expedición Botánica

    contada a los niños

    Mújica Velásquez, Elisa, 1918-2003

    La Expedición Botánica contada a los niños/ Elisa Mújica ;

    ilustraciones Daniel Piqueras Fisk. – Segunda edición. -- Bogotá :

    Panamericana Editorial, 2021.

    196 páginas : ilustraciones ; 21 cm. -- (Literatura juvenil)

    ISBN 978-958-30-6349-7

    1. Mutis, José Celestino, 1732-1808 2. Expedición botánica

    - Colombia - Literatura infantil 3. Expediciones científicas -

    Colombia I. Piqueras Fisk, Daniel, 1972- , ilustrador II. Tít. III.

    Serie. I508.861 cd 22 ed.

    Segunda edición, febrero de 2021

    Primera edición, Carlos Valencia Editores, 1981

    Primera edición en Panamericana Editorial Ltda., marzo de 1997

    © Marina Daza de Hernández de Alba

    Derechos reservados:

    Marcela Hernández de Alba Daza, Andrés Hernández de Alba Daza,

    Rodrigo Hernández de Alba Daza y Adriana Hernández de Alba Daza

    Editor

    Panamericana Editorial Ltda.

    Ilustraciones

    Daniel Piqueras Fisk

    Diagramación

    Paula Forero Díaz

    © Panamericana Editorial Ltda.

    Calle 12 No. 34-30. Tel.: (57 1) 3649000

    www.panamericanaeditorial.com

    Tienda virtual: www.panamericana.com.co

    Bogotá D. C., Colombia

    ISBN 978-958-30-6349-7

    Prohibida su reproducción total o parcial

    por cualquier medio sin permiso del Editor.

    Impreso por Panamericana Formas e Impresos S. A.

    Calle 65 No. 95-28. Tels.: (57 1) 4302110 - 4300355

    Fax: (57 1) 2763008

    Bogotá, D. C., Colombia

    Quien solo actúa como impresor.

    Impreso en Colombia - Printed in Colombia

    La Expedición Botánica

    contada a los niños

    Elisa Mújica

    Ilustraciones de

    Daniel Piqueras Fisk

    Contenido

    El Dorado para un hombre solo

    Llega un mensajero brillante

    La ceiba

    Caimanes y tortugas

    Una planta que se prepara para desempeñar un gran papel

    Lo más importante: la gente

    Los obstáculos disfrazados

    Mutis se relaciona con la pasionaria

    Mutis y el cerro de Guadalupe cambian regalos

    Un genio bueno despierta a una princesa

    Mutis se hace sacerdote

    Los sacerdotes botánicos nos han ayudado mucho

    La teoría de Copérnico y las fresas

    Una luna de miel muy particular

    El estropajo

    El palo de balso

    La guadua

    Las hormigas

    El lenguaje de las plantas y los animales

    Lo sucedido con Brissón y Micón

    Un ejército enemigo: las plagas

    Los discípulos

    Lo que resultó de la epidemia de viruelas y una visita

    Los cuatro sabios alemanes

    Se funda la Expedición Botánica

    La Mesa de Juan Díaz

    El árbol que habla

    Mariquita: una población con nombre de mujer

    Vuelve a aparecer la aristolochia (o aristoloquia)

    Los motivos del águila

    Francisco Javier Matis se inmortaliza

    El jefe de los pintores: un moreno de Mompox

    Los pintores ecuatorianos

    Los colores

    La tina de baño y los voladores

    La muerte de Roque Gutiérrez y el perico ligero

    El retrato de Linneo

    Los manantiales del aceite de piedra

    La canela, el azogue, el mármol azul, las ollas de mono

    Un precio muy alto

    La quina, gloria y cruz

    Una sed jamás saciada

    El olfato de la marquesa

    El éxito y el fracaso, dos fantasmas

    Ezpeleta y el frailejón

    De nuevo en Santafé

    La biblioteca

    Una casa de silencio y de trabajo

    Dos buscadores de tesoros

    Últimos resplandores antes de que se eclipse el Sol

    El encuentro con Caldas

    Escriben las plantas y en el Observatorio brilla otra estrella

    El balance final

    Despedida de cánticos

    Las tres medallas y los tres herederos

    Lo más triste de todo

    Otra vez el águila

    El lazo vivo

    Toda averiguación requiere tiempo,

    paciencia y proporción.

    José Celestino Mutis

    Todo buen americano debe amar

    a vuesamerced, porque tal vez

    vuesamerced es el primer europeo

    que ama a la América y a sus hijos.

    José Ignacio de Pombo, en carta a Mutis

    Vamos a contar la historia de José Celestino Mutis y de su Expedición Botánica, pero sin empezar por decir que el sabio nació en Cádiz en 1732; que estudió en el Colegio de San Fernando de esa ciudad las materias que entonces se enseñaban: gramática latina, matemáticas, filosofía y parte de teología, y que después se especializó en medicina, en Sevilla, donde se graduó, trasladándose en seguida a Madrid, a practicar su profesión. Esos datos tan importantes se encuentran en la historia, uno después del otro como las cuentas de un collar.

    Nosotros no queremos por ahora un collar. Buscamos un amigo que, aun cuando murió hace bastantes años, en 1808, llegue a nuestro lado cuando miremos las flores rojas de la enredadera Mutisia, o la cúpula plateada y octagonal del Observatorio Astronómico de Bogotá, o las láminas de la más bella colección de flores del mundo, o cuando recordemos que, en el Colegio Mayor del Rosario, Mutis fundó los primeros cursos de Matemáticas y Medicina, y que sus discípulos se llamaron Camilo Torres, Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano, Pedro Fermín de Vargas, Joaquín Camacho, y muchos más.

    En la historia de El principito, vivida y relatada después por un señor tan bueno como osado y valeroso, Antoine de Saint-Exupéry, escritor y héroe de Francia, en el desierto donde cayó de un asteroide el niño que es el protagonista, conoció a un zorrito de pelaje rojizo, el cual le pidió que fueran amigos. Si el principito lo trataba con cariño —le dijo más o menos el animal— sucedería algo muy bello. Las cosas cambiarían de aspecto. Es decir, seguirían siendo las mismas, pero mostrarían además lo que esconden a los ojos indiferentes y fríos. Así, por ejemplo, el ondular de las espigas de un campo de trigo se convertiría en lo más amado por el zorrito: el tono dorado de los cabellos del niño.

    Para que un personaje de la historia y de la ciencia como José Celestino Mutis sea nuestro amigo necesitamos descubrir el secreto que lo empujó como un motor a fin de realizar su obra. Cuando lo hayamos atrapado como si se tratara de un duende que gesticula aquí y allá, amaremos a José Celestino. Alguien dijo que conocer es amar.

    El Dorado para un hombre solo

    En el año de 1760 se le había presentado la oportunidad de aceptar una beca en Londres a fin de perfeccionarse en las ciencias naturales que eran las que lo atraían. Pero la rechazó por venirse a América con el propósito de realizar esa tarea directamente en el suelo que producía las maravillas aún no conocidas de los hombres. Cuando acababa de cumplir 28 años se alistó, con el puesto de médico, en la comitiva del recién nombrado virrey de la Nueva Granada, don Pedro Mexía de la Cerda, y se embarcó para Cartagena. Sin embargo, apenas desembarcado en el puerto de Cartagena de Indias, Mutis se puso muy triste. ¿Por qué, si había cumplido su mayor anhelo, que era ponerse en contacto con la naturaleza situada al norte del ecuador, la nuestra, la colombiana, que antes se llamaba neogranadina? Las playas de Cartagena eran el telón magnífico que él debía descorrer para descubrir un espectáculo todavía más apasionante de lo que se había figurado en España.

    Pero el virrey Mexía de la Cerda (para que no se nos olvide este apellido o cualquier otro, el mejor sistema consiste en fijarse en algún detalle: en este caso puede ser en que la x de Mexía se convirtió con el tiempo en la j con que se forma hoy el apellido Mejía, tan conocido; en cuanto a Cerda, el gentilicio viene efectivamente de la hembra del cerdo, tótem o animal simbólico de esta

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