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Laberinto: Anécdotas y contradicciones
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Laberinto: Anécdotas y contradicciones
Libro electrónico251 páginas1 hora

Laberinto: Anécdotas y contradicciones

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Laberinto es un libro de anécdotas y contradicciones que nos cuenta las ocurrencias de algunas personas que, a pesar de experimentar lo contrario una y otra vez en la vida, siempre damos las cosas por hecho, sin pensar que la vida puede cambiar nuestros planes por algo que no esperamos. Les ha ocurrido a personas que han vivido antes que nosotro

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento25 nov 2020
ISBN9781640867444
Laberinto: Anécdotas y contradicciones

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    Laberinto - Samuel Jiménez Ávila

    Prólogo

    El laberinto debajo del Infinito

    Nuestro ser comienza en una especie de infinito, en un lugar donde no hay tiempo ni espacio; nacimos en ese lugar como si hubiéramos llegado de otro y existimos ahí sólo pudiendo sentir que hay algo a nuestro alrededor, pero sin poder ver nada. A la vez sabemos que hay algo más allá aparte, fuera de ese lugar, algo que está más allá de nuestra comprensión y como toda mente curiosa, queremos saber qué es; después nos damos cuenta de que debajo de ese lugar infinito existe otro llamado mundo, el cual es un lugar a donde todos los que nacen en aquel lugar infinito, después llegarán. Pero antes de llegar a este laberinto mundano...

    En aquel lugar infinito todo se encuentra en un estado mental y en ese estado las personas se trasladan de un lado para otro, no tienen cuerpo, se conservan en abstracto; es como un sueño donde no existen como presencia física, sino que nos encontramos como en un estado espiritual. Podemos ver a nuestro alrededor pero no a nosotros mismos, no hay tiempo ni espacio, es una especie de vacío lleno de mentes que existen sin cansancio, sin necesidad, sin temor, sin nada de lo que padecemos, sufrimos y necesitamos aquí en este laberinto terrenal, en este estado material.

    En ese infinito las personas existen y se mantienen en una forma de éter, flotando de un lado para otro como el fluido invisible, sin peso ni masa que llena un espacio de energía; hay una sensación y un ambiente de paz, porque en ese infinito nunca pasa nada.

    No saben lo que es ser feliz, pero tampoco saben lo que es ser infeliz, no conocen la riqueza, pero tampoco conocen la pobreza, no saben lo que es disfrutar y gozar, pero tampoco saben lo que es sufrir y llorar. Viven en un ambiente de paz.

    En ese pacífico lugar hay una entrada y también una salida, los que van entrando a ese infinito no saben que vienen de un fin por el cual han pasado en este laberinto mundano terrenal en el que vivieron, pero no recuerdan nada debido al proceso de transición, del estado carnal al espiritual.

    Se había terminado su existencia en este mundo, en este laberinto mundano, sin saber cuál o cómo había sido su final, pero no había duda de que su existencia había terminado aquí, en este lugar.

    Era algo que estaba más allá de su comprensión y en esos momentos sus mentes sólo se adaptaban a ese lugar infinito donde ahora se encontraban.

    Era el fin en el laberinto de la vida y el principio a la vez en ese lugar de paz infinita, era la transición de un estado físico a un estado espiritual. Habían llegado hasta ese infinito lugar. Estaban ahí. No sabían cómo, no recordaban nada, era como si la memoria les hubiera sido borrada por algún evento, borrada como para volver a comenzar con una memoria en blanco, una mente vacía, lista para llenarla otra vez. ¿De qué? de lo que más desearan, tenían libertad de pensar y ser lo que ellos más quisieran.

    Todo esto parece una especie de ciclo.

    Ellos miran ese infinito lugar como su casa, como si antes ya hubieran estado ahí; lo miran como un lugar para al fin descansar, lo sienten como si siempre lo hubieran extrañado, sin saber que existía.

    Por otro lado, los que van saliendo de ese lugar infinito lleno de paz, no saben a dónde esa puerta los llevará, sólo saben que es la salida de ahí, el fin de su presencia en ese lugar infinito y el comienzo de una vida en otro, pero no saben qué comienzo ni qué vida.

    Antes de salir de ese ambiente infinito de paz, se mueven de un lado a otro buscando la salida, la salida de ese lugar infinito que sólo les brinda armonía y tranquilidad.

    Salen de ese lugar infinito no porque no aprecien la calma y la quietud, sino porque la mente ya ha tenido suficiente, se ha llenado de todo aquello, es el fin de lo bueno; la mente está llena, ahora hay que vaciarla y la única manera, es aquel mismo evento que los llevó hasta ese lugar infinito, es la hora de morir para nuevamente borrar la memoria para llenarla en este mundo de lo que más desees. ¿Por qué pasa eso? Porque la mente siempre está trabajando, siempre está en movimiento, la mente nunca descansa, ni despierto, ni dormido.

    Salen de ese lugar infinito porque la mente, como todas las cosas, no se puede mantener en un estado pasivo. Todo el tiempo, tarde o temprano, las cosas, así como la mente, se trasladan de un lugar a otro.

    La mente siempre está pensando para bien o para mal, es su comportamiento natural.

    La mente no descansa, no en esta dimensión física- material, no en la otra dimensión infinita- espiritual, está eternamente en constante movimiento, siempre está activa buscando un lugar, una salida, una entrada a cualquier lugar y por cualquier motivo; siempre pensando y probando, es como llegan las mentes al final de su existencia en ese lugar de paz infinita.

    Se paran en fila a la salida, la cual es una entrada, una puerta hacia un nuevo comienzo. Una entrada hacia este laberinto mundano en el cual ahora nos toca vivir.

    Salen de ese lugar espiritual infinito como por inercia, para venir a este mundo tangible, como si algo los llamase a salir de ahí, para venir aquí como si alguien los invitara a salir y ellos aceptan sin saber por qué.

    Ahí se encuentran todas esas mentes, donde ellos suponen que está la salida de ese lugar infinito y si lo es, no lo saben por intuición, sino porque ya han buscado por todas partes, eso es lo más probable.

    Sus caras no muestran ningún tipo de emoción, es algo que tarde o temprano tiene que suceder, quieran o no salir de ese infinito lugar; todos tienen que pasar por lo mismo, no hay otra opción, porque sus mentes activas los han llevado hasta ahí, hasta el fin de su existencia en ese lugar infinito para comenzar otra.

    Es el fin y el principio a la vez, es la transición de un estado mental-espiritual a un estado físico-tangible. Es algo que está más allá de nuestra comprensión, están ahí reunidos formados en la puerta.

    Es una especie de ciclo que nos lleva de un lugar infinito de paz, a la entrada a este mundo que no es más que un laberinto, el cual tiene miles de pasillos que nuestros cuerpos carnales recorren cansados, buscando la salida, la cual nos llevará de regreso a la entrada a ese lugar infinito en donde todo es clama y paz, para después volver a salir de ahí, de ese lugar infinito y otra vez a este laberinto de mundo entrar, en el cual ahora nos encontramos sin saber de dónde vinimos ni a dónde vamos; no recordamos nada porque en cada transición nuestras memorias se borran, no hay manera de recordar porque nada se nos queda grabado, sólo existe el presente y por lo mismo, no podemos salir ni romper este ciclo.

    Así es como una vez más, comenzamos una nueva aventura al salir de aquel lugar infinito para entrar a este mundo-laberinto naciendo como bebés al abrirse las puertas de la madre que nos recibe en sus brazos, nos invita a nacer y como bebés comenzamos con la memoria borrada para volverla a llenar de lo que más deseamos, en nuestro naciente nuevo estado carnal.

    Así es como comenzamos a vivir, sólo para buscar la salida que durante este largo recorrido en este laberinto, a veces tiene falsas puertas y erradas salidas; a veces callejones sin salida, no nos podemos atorar ni quedar parados, debemos caminar, aunque perdidos nos sentimos al buscar esa puerta, esa salida que a la paz nos llevará para, sin saberlo, comenzar el ciclo una vez más.

    Así vivimos las anécdotas y contradicciones dentro de los pasillos y callejones de esta vida, que no es más que un laberinto en este mundo terrenal.

    Anécdotas y Contradicciones

    LABERINTO

    Todo Fin viene de un Principio

    y

    Todo Principio viene de un Fin.

    Samuel Jiménez Ávila

    El hombre y su cruz

    Todos en el mundo

    Llevamos cargando una cruz

    Para recordar la vida

    De nuestro señor Jesús.

    Pero había una vez un hombre

    Que se quejaba de su suerte

    Había veces que deseaba

    Encontrarse con su muerte.

    Se quejaba de

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