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Vidas II. Cuentos de China contemporánea
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Libro electrónico371 páginas5 horas

Vidas II. Cuentos de China contemporánea

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La literatura es un prisma que transparenta el universo. El escritor la usa para mostrar su mundo interior y su visión acerca de lo que le rodea. El lector, para conocer otros mundos. Y en medio de la simbiosis entre autor y lector, está la letra escrita que proporciona goce, conocimiento e inspiración... Vidas II. Cuentos de China contemporánea es
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 mar 2021
ISBN9786075642475
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    Vidas II. Cuentos de China contemporánea - Liljana Arsovska

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    PRÓLOGO

    LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA DE CHINA

    Liljana Arsovska

    INTRODUCCIÓN

    En la milenaria historia de China, cuyo rasgo por excelencia es la continuidad, podemos, sin embargo, distinguir algunos parteaguas.

    El primer imperio unificado, la dinastía Qin, fue establecido en 221 a.e.c. y, a pesar de su corta duración, fue el modelo a seguir por todas las dinastías a lo largo de la historia china, hasta 1911, cuando la revolución Xinhai, liderada por el doctor Sun Zhongshan (Sun Yatsen), acabó con el imperio y estableció la República de China.

    La época previa a la primera dinastía unificada Qin (221 a.e.c.-207 a.e.c.), es decir las dinastías Xia, Shang y Zhou (siglo XXI a.e.c.-221 a.e.c.), constituye el periodo formativo de la cultura china, en el cual surgió la escritura basada en caracteres y las escuelas filosóficas como el confucianismo, el daoísmo, el legalismo, etcétera.

    La escritura china ha determinado y sigue determinando el modo chino de pensar y de concebir el mundo. Las escuelas filosóficas, por su parte, profundamente arraigadas en el ADN individual y colectivo, han moldeado y siguen moldeando la sociedad china en los ámbitos político, económico, social y cultural.

    El otro parteaguas en la continuidad de la historia china lo constituye la caída de la dinastía Qing en 1911 y la última gran transformación que ocurrió a partir de 1949, cuando después de la Segunda Guerra Mundial y la guerra civil entre los comunistas (Mao Zedong) y los nacionalistas (Jiang Jieshi), expulsados a la isla de Taiwán, se estableció la República Popular China.

    Los parteaguas en la historia por lo general se marcan con fechas precisas, aunque las grandes transformaciones toman tiempo para gestarse y madurar.

    Tal es el caso de la rebelión Xinhai de 1911, que empezó a gestarse desde la Guerra del opio del 1840 e incluso antes, con la entrada de Occidente a China. El colonialismo occidental, en su proceso expansivo disfrazado de comercio, desde finales del siglo XVII comenzó a penetrar en China y socavó sus instituciones administrativas, sus creencias y el orden social en su conjunto. La caída de la última dinastía imperial, la dinastía Qing (1644-1911), y el establecimiento de la República representaron importantes cambios de forma, pero no de fondo, es decir, el país, dividido en zonas de influencia de muchos caciques militares, siguió sumido en la pobreza, el atraso y el caos generalizado.

    Con el fin de la Primera Guerra Mundial en 1918, en la reconfiguración territorial en el congreso de Versalles de 1919, en lugar de devolver a China los territorios administrados por Alemania, los vencedores se los otorgaron a Japón. Este hecho provocó gran descontento entre la población, particularmente entre los estudiantes, que el 4 de mayo de 1919 se manifestaron en las calles de Beijing y otras ciudades del país en contra de las potencias occidentales.

    Con base en los acontecimientos posteriores, que moldearon y siguen moldeando la sociedad china, me atrevo a decir que el verdadero parteaguas en la historia moderna del país fue el movimiento del 4 de mayo de 1919. Como sucede con otros movimientos sociales del país asiático, este movimiento estudiantil comenzó a gestarse con la entrada de las ideas occidentales a China.

    Por ideas occidentales me refiero a la información del ramo de las ciencias naturales, las sociales, las humanidades y la literatura occidental en particular, que desde finales de siglo XIX comenzó a ser traducida sistemáticamente al chino. Estas ideas, producto de la era de la Ilustración europea, revolucionaron las mentes de los intelectuales chinos, quienes, en su mayoría, atribuyeron el atraso político, económico, militar, social y cultural de China al pensamiento tradicional representado por sus distintas escuelas filosóficas.

    El movimiento estudiantil del 4 de mayo pronto evolucionó en el Movimiento de la Nueva Cultura. La desilusión con la cultura tradicional china tras el fracaso de la República de China, fundada en 1912, incitó a muchos estudiosos como Chen Duxiu, Cai Yuanpei, Li Dazhao, Lu Xun, Zhou Zuoren y Hu Shi, entre muchos más, a liderar una rebelión en contra del confucianismo y la tradición cultural china (Feng, Liu y Xu, 1999). Ellos enfocaron sus esfuerzos en la creación de una nueva cultura china basada en los estándares mundiales y occidentales, especialmente la democracia y la ciencia. El llamado de estos intelectuales se centró en:

    1. Sustitución del chino clásico por la lengua vernácula.

    2. Creación de literatura en lengua vernácula.

    3. Fin de la familia patriarcal, libertad individual y liberación de la mujer.

    4. Ruptura con el aislamiento e inserción de China en el concierto de las naciones del mundo.

    5. Revisión de los textos confucianos y las obras clásicas antiguas a la luz de metodologías modernas y críticas.

    6. Desarrollo de la industria nacional.

    7. Democracia e igualdad.

    Los resultados y los alcances del movimiento del 4 de mayo de 1919 se extienden hasta nuestros días y aún perdura su influencia. La literatura contemporánea china es una de las consecuencias del Movimiento de la Nueva Cultura. Escrita en putonghua, una evolución directa de la lengua vernácula baihua, la literatura contemporánea china alberga obras de casi todos los géneros y corrientes literarias.

    LA LITERATURA CHINA

    Se puede hablar de tres grandes periodos históricos de la literatura china: literatura antigua, moderna y contemporánea.

    Literatura antigua: hasta finales del siglo XIX, escrita en chino clásico, y de la que destacan cuatro obras maestras: Sanguo yanyu [Romance de los tres reinos], del siglo XIV y atribuida a Luo Guanzhong; Shuihu zhuan [A la orilla del río], del siglo XIV y atribuida a Shi Nai’an; Xiyouji [El viaje al oeste], de Wu Chengen (siglo XVI), y Honglou meng [El sueño del pabellón rojo], escrita por Cao Xueqin en el siglo XVIII. Por supuesto que no podemos olvidar a los grandes poetas de la dinastía Tang (618-907), como Li Bai, Tu Fu y Wang Wei, así como Li Qingzhao de la dinastía Song (960-1279), y muchos otros que han dejado huellas indelebles en la literatura universal. En español, desafortunadamente, aún existen muy pocas traducciones del acervo literario chino. Sí hay ediciones en español de las obras clásicas de prosa y poesía chinas, aunque, en la mayoría de los casos, no son traducciones directas del chino sino de otras lenguas como inglés, francés y alemán.

    La literatura moderna de China es la que corresponde al periodo entre finales del siglo XIX, con la irrupción de muchos países occidentales en China, y 1949, con el establecimiento de la República Popular China.

    La literatura moderna china, reflejo de los tiempos turbulentos de un país sumergido en la desesperación, la pobreza y las innumerables intervenciones militares por parte de las potencias occidentales que pretendían apoderarse de él al viejo estilo colonial, tiene representantes de gran altura como Lu Xun, Hu Shi, Chen Duxiu, Guo Moruo, Ting Ling, Ba Jin y muchos otros que la usaron como arma poderosa en la lucha tanto contra la tradición china como contra la invasión extranjera.

    La tradición (el sistema feudal, la burocracia letrada, el confucianismo, el daoísmo, la superstición) era considerada por los intelectuales de la primera mitad del siglo XX como la responsable del atraso y la debilidad de China, y la que les había permitido a las potencias extranjeras aprovechar el colapso político, económico, social y militar para saquear y humillar al pueblo chino (Tang, 1984). Fue al amparo de esas premisas fundamentales que, en el siglo XX, la literatura moderna china se constituyó como arma en contra de las invasiones extranjeras y de la tradición y la cultura clásica chinas.

    La lucha en contra de la tradición tuvo dos vertientes:

    1. Desde diferentes trincheras, como la literatura, las ciencias sociales y las humanidades, los intelectuales chinos se dieron a la tarea de criticar severamente la sociedad tradicional china con todos sus componentes (el sistema feudal, la burocracia letrada, las doctrinas filosóficas como el confucianismo, el daoísmo, el legalismo, la medicina tradicional china y todo aquello que representara el pasado).

    2. El chino vernáculo ( baihua ) poco a poco sustituyó al chino clásico ( wenyan ).

    Un gran número de grandes escritores y ensayistas realizaron estudios en países de Occidente y en Japón, y muchos traductores se dieron a la tarea de trasladar al chino obras de literatura, ciencias naturales, ciencias sociales y humanidades occidentales.

    Se desarrollaron fuertes debates intelectuales sobre las transformaciones políticas, económicas y sociales fundamentales en China y la necesidad de aprender de Occidente. En esos debates podemos distinguir tres posturas principales: i) una lucha en contra de la invasión extranjera en el intento de recuperar la grandeza de antaño con medios propios; ii) un abandono de la tradición china y la copia en todo a Occidente para recuperar el tiempo perdido, y iii) sobre los cimientos chinos, un aprovechamiento de lo útil del exterior (Feng et al., 1999).

    Lu Xun (1881-1936) es considerado el pensador y el escritor más grande del siglo XX de China. Nacido en el seno de una gran familia feudal en decadencia en Shaoxing, Zhejiang, el 25 de septiembre de 1881, Lu Xun fue criado en la cultura tradicional y popular. Durante un periodo de estudio en Nanjing y Japón, tuvo contacto con la cultura occidental. A partir de la publicación de su primer ensayo, Ren zhi lishi [La historia de la humanidad], en 1907, y de su primer cuento escrito en chino moderno, Kuangren riji [El diario de un loco], en la revista Xin Qingnian [Nueva Juventud] en mayo de 1918, Lu Xun continuó publicando: las colecciones de cuentos Nahan [Gritos] (1923), Panghuang [Deambular] (1926) y Gushi xinbian [Cuentos recontados] (1936), así como la colección de poemas Yecao [Hierbas silvestre] (1926) y obras académicas como Zhongguuo Xiaoshuo Shilüe [Historia de la novela china] (1923) y Wenxueshi Gangyao [Historia literaria de la dinastía Han] (1938), entre otras.

    El tema de la literatura de Lu Xun y de otros escritores de esa época fue la transformación del carácter nacional. La universalmente reconocida obra de Lu Xun, Ah Q Zhengzhuan [La verdadera historia de Ah Q] (1921), traducida varias veces al español, expone y critica fuertemente la mentalidad del campesino, típica de la vieja sociedad feudal. Ah Q es un personaje del más bajo estrato de la sociedad feudal china, siempre dispuesto a aguantar y justificar las constantes frustraciones y humillaciones por medio del autoengaño y la negación. Su consuelo es un pasado inexistente y un futuro incierto, maquillados por una imaginación vaga e inconsistente. No conoce su propio apellido ni su nombre, pero alardea: Antes fui más rico que tú, y Mi hijo será mucho más rico. Sin esposa ni familia, cuando lo golpean dice: Es como si mi hijo me golpeara, luego se propina una cachetada y logra el consuelo. Cuando los autoengaños fallan, recurre al olvido y al alcohol para aminorar las humillaciones. Otros cuentos de Lu Xun, como Zhufu [Año nuevo] (1924) y Yao [Remedio] (1919), describen la ignorancia y la indiferencia espiritual de un pueblo sumido en un sistema feudal milenario.

    El movimiento de la Nueva Cultura y la revolución literaria, ecos y frutos del movimiento estudiantil del 4 de mayo, tuvieron muchos valiosos seguidores. En enero de 1917 se publicó en la revista Xin Qingnian (vol. 2, núm. 5) el artículo de Hu Shi titulado Wenxue Gailiang Chuyi [Propuestas modestas de reforma literaria] (Feng et al., 1999). Allí, el autor planteó ocho propuestas para la nueva literatura china, entre las que destacan la necesidad del uso del chino moderno para escribir y hablar, y la obligación de la literatura de reflejar la realidad social.

    Más tarde, Chen Duxiu (1879-1942) enarboló la bandera de las tropas de la revolución literaria (Feng et al., 1999) en contra de la literatura clásica. Retomando las ocho propuestas de Hu Shi como vanguardia osada de la revolución literaria, Chen Duxiu formuló tres doctrinas sobre el contenido y la dirección de la revolución literaria; a saber: i) acabar con la literatura antigua de estilo excesivamente florido y llena de palabras halagüeñas, para construir la literatura popular sencilla y lírica; ii) acabar con la literatura clásica trillada y pomposa para construir la literatura realista fresca y confiable, y iii) acabar con la literatura de montañas y ríos, pedante y oscura, para dar lugar a la literatura social, simple y clara.

    Las ideas de Hu Shi y Chen Duxiu sobre la revolución literaria encontraron eco entre numerosos intelectuales de la época. En diciembre de 1918, Zhou Zuoren (1885-1967) publicó el ensayo Rende wenxue [Literatura humana] en la revista Xin Qingnian (vol. 5, núm. 6), y ahí hizo énfasis en la necesidad de redescubrir al ser humano (Feng et al., 1999) y usar la literatura para impulsar el desarrollo saludable del hombre. La doctrina del descubrimiento del ser humano tuvo sus orígenes en el humanismo occidental, teoría cultural que ejerció gran influencia en el desarrollo de la literatura europea del siglo XIX. En su artículo Pingmin wenxue [La literatura del pueblo] (Xin Qingnian, núm. 5, 1919), Zhou Zuoren planteó las bases de la literatura popular guiada por el humanismo y escrita en chino moderno, una literatura que refleja fielmente la vida del ser común y corriente, la alegría y la tristeza, el éxito y la derrota de los hombres y las mujeres ordinarios. Lu Xun apoyó activamente los planteamientos de Zhou Zuoren y fue aún más lejos al abogar por una literatura que impulsara la transformación del carácter nacional de los chinos y lograra el despertar del pueblo (Feng et al., 1999).

    Ése fue el espíritu esencial de la literatura moderna, que influyó en gran medida en todas las tendencias de la literatura contemporánea de China. El realismo, tanto en los temas como en el estilo literario, fue el sello de las novelas cortas y los cuentos que se publicaron en esa época. Nuevamente, debemos de reconocer que encontramos pocas traducciones al español de novelas y ensayos literarios de autores de esa época. Con el establecimiento de la República Popular China en 1949, la literatura fue concebida como arma para educar y adoctrinar a las masas en el proceso de la construcción socialista. Esa premisa fundamental sostiene el nacimiento de la literatura enmarcada en los criterios del realismo socialista.

    LITERATURA CONTEMPORÁNEA

    La literatura escrita después de la fundación de la República Popular China en 1949 se enmarca dentro de la literatura contemporánea de China. Concebida como herramienta del proceso de construcción socialista, la literatura, así como toda la creación artística y cultural, tenía que servir a la causa de la revolución socialista. Las novelas y los cuentos enarbolaban los valores del socialismo y la lucha de clases, mientras que, esencialmente, describían la vida y las peripecias de dos tipos de personajes: obreros, campesinos y soldados (los protagonistas), y terratenientes, burguesía y funcionarios del viejo régimen feudal y nacionalista (los antagonistas). La literatura de este periodo posee más valor histórico que literario, pues da fe de la construcción de una sociedad socialista sobre las ruinas de un sistema denominado por los chinos semifeudal y semicolonial.

    En 1978 se da un renacimiento de la literatura china en el marco de las políticas de reforma y apertura abanderadas por Deng Xiaoping. En octubre de 1979, durante la cuarta reunión de la Asociación de Escritores de China, Deng Xiaoping señaló en su discurso inaugural lo siguiente: no debemos interferir en las labores del arte y la literatura; no deben someterse a las tareas políticas del momento, concretas y directas, sino que deben seguir las características y las reglas de su propio desarrollo y naturaleza para hacer florecer los cauces de la literatura y el arte (Hong, 2007).

    En 1980 inició la campaña de Las artes y la literatura al servicio del pueblo y del socialismo. En 1984, durante el cuarto congreso del Comité Central del Partido Comunista Chino, se abogó por la libertad creativa y, de entonces a la fecha, han proliferado obras literarias de temas y estilos muy diversos. Se tradujeron también muchas obras de la literatura occidental al chino, lo que influyó en buena medida en grandes escritores como Mo Yan, Liu Zhenyun, Yu Hua, Zhang Jie, Xu Zechen y Jia Pingwa, entre muchos otros.

    La literatura que nace con las reformas y la apertura se puede también dividir en varias tendencias: shanghanwenxue [sanando las cicatrices], xungen wenxue [buscando raíces], xianfeng wenxue [literatura de vanguardia], etc. Cada una de estas etapas tiene dignos representantes.

    La corriente sanando las cicatrices se dedicó a exponer el sufrimiento de los intelectuales, los hombres y las mujeres que durante los diez años de la Revolución Cultural habían sido perseguidos y ultrajados de muchas maneras. Las obras de Chen Rong, Zhang Kang-kang, Zhang Jie, Deng Yi, Ye Qing, Wang Meng y muchos otros son testimonios fieles de una época histórica que los chinos de hoy desean olvidar y que, incluso, en buena medida ya olvidaron al haberla convertido en un pasado remoto.

    Con la difusión de la literatura occidental, muchos autores chinos comenzaron a copiar tanto los temas como los estilos literarios de los grandes nombres de la literatura occidental. Fue entonces que surgió la corriente buscando raíces, que pretende encontrar inspiración literaria en la historia, la sociedad y la cultura chinas. En este género destaca Jia Pingwa con la novela Shangzhou (1983); Ah Cheng con la colección de novelas San wang [Tres reyes], de 1988: Qiwang [El rey del ajedrez], Shuwang [El rey del árbol] y Haizi wang [El rey de los niños]; Han Shaogong con Bababa [Padre padre…], de 1985; Zheng Yi con Laojing [El viejo pozo], de 1986, así como Wang Anyi, Mo Yan y muchos otros.

    En la corriente de la literatura de vanguardia destaca Yu Hua, en cuyos cuentos trata de rescatar al individuo del colectivo YO histórico chino. Desde la década de los ochenta, autores como Ma Yuan, Su Tong y otros no buscan describir a personajes que representan a muchos sino a protagonistas que sólo se representan a sí mismos en la complejidad de la existencia misma.

    Sea cual sea el ángulo de partida, la técnica o la corriente literarias, la tarea fundamental de los escritores chinos es reflejar la realidad de los hombres, las mujeres, los niños, los ancianos y los jóvenes que, sujetados por el bien mayor de un Estado que por medio de planes quinquenales trabaja incesantemente por convertir a China en la primera economía del mundo, se enfrentan a los qiqing [siete sentimientos] (alegría, enojo, desolación, angustia, tristeza, miedo y asombro) de la vida cotidiana.

    Todo esto convierte a la literatura contemporánea china en un manantial inagotable de información sobre ese país que hace todo lo necesario para ocupar en el mundo el lugar que le corresponde.

    REFERENCIAS

    Botton, Flora (2007). Tendencias de la literatura china en la actualidad, Estudios de Asia y África, 42(3), 737-750.

    Feng Guanglian, Liu Zengren y Xu Pengxu (1999). Zhongguo jinbainian wenxue tishi liubianshi 中國近百年文學體式流變史 [Una historia de la literatura china de los últimos cien años], Beijing: Renmin wenxue chubanshe.

    Hong Zixing (2007). Zhongguo dangdai wenxue shi 中国当代文学史 [Historia de la literatura china contemporánea], Beijing: Beijing Daxue.

    Jin Han, Feng Yunqing y Li Xinning (2001). Zhongguo dangdai wenxueshi xinbian 中国当代文学史新编 [Nueva edición de la historia de la literatura contemporánea china], Hangzhou, Zhejiang daxue chubanshe.

    Lai Ming-yan (2008). Nativism and Modernity. Cultural Contestations in China and Taiwan under Global Capitalism, Nueva York: State University of New York Press.

    Tang Fa (1984). Zhongguo xiandai wenxu 中国现代文学 [La literatura moderna en China], Beijing, Zhejiang daxue chubanshe.

    NOTA EDITORIAL

    Como su antecesora, Vidas. Cuentos de China contemporánea (2013), esta antología contiene relatos cortos representativos de la literatura contemporánea china, en este caso, de doce autores de la etnia mayoritaria han y de un digno representante de los tibetanos en China. Los relatos elegidos narran eventos del pasado y del presente en el campo, en la ciudad, vidas de hombres, mujeres, niños y ancianos; son, por ello, un espejo de China contemporánea.

    En cuanto a los estilos literarios, predomina el realismo con pretensiones subjetivas y objetivas, es decir, los narradores relatan sus propias experiencias (Liu Zhenyun en Tapu y Jia Pingwa en Crear sonido) o bien, vidas ajenas que observan (Ye Zhaoyan en El Amante Lu Hanming, Tie Ning en El sombrero de Irina y en Olla mongola, Fan Xiaoqing en Mensajería onírica, Hong Ke en Inflando vacas, Wei Wei en La insoportable levedad de George, Ai Wei en Todo el universo me habla, Xu Zechen en Cine al aire libre y Su Tong en El pez del pueblo). También está El joyero de la luna, un cuento tibetano de A Lai pleno de realismo y magia, la mezcla que hace la vida. La lista de Chen Wanshui desgarra y le arranca al lector lágrimas, pero también suspiros reconfortantes por no ser el protagonista de esa historia. Por último está Señorita Elefanta Salvaje, sobre una mujer que trabaja de día como afanadora en un hospital, y de noche como bailarina, además de ser madre de tiempo completo de un hijo discapacitado.¹

    Desde el primer volumen de Vidas, la antología tuvo dos propósitos: presentar la obra de escritores chinos contemporáneos al público hispanohablante y, sobre todo, mostrar la sociedad china de manera amable y amena.

    En la actualidad, China es el primer o el segundo socio comercial de la mayoría de los países latinoamericanos, y, sin embargo, ¿qué tanto conocemos a nuestros socios? ¿Qué sabemos del pueblo que en algo más de tres décadas forjó la segunda economía más grande del mundo? ¿Cómo es un país que en diez años construyó quince mil kilómetros de trenes rápidos? En la década de los ochenta hice el recorrido en tren de Beijing a Guangzhou (Cantón) en más de cuarenta horas; hoy el recorrido es de ocho horas.

    ¿Cómo son, cómo piensan y cómo viven los mil cuatrocientos millones de chinos? ¿Cómo funcionan las empresas privadas cuyo inversionista principal es el Estado? ¿Cuál fue el peso del gobierno imperial en China y, consecuentemente, cuál es el peso del gobierno comunista en China actual? Esta antología no contestará todas estas preguntas; su intención es abrir para el lector una ventana que le permita conocer la vida y el modo de pensar, de ver y de actuar del chino común y corriente que, además de contribuir a la construcción de la potencia del siglo XXI, se dedica a vivir.

    Como el volumen de Vidas editado en 2013, éste también es producto del esfuerzo de profesores y alumnos del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México que comparten el interés por la literatura y la sociedad chinas y que están convencidos de la necesidad de contribuir a la generación de conocimiento en español sobre China, el gigante del Asia y del mundo en el siglo XXI.

    Agradecemos a nuestra institución, El Colegio de México, las facilidades para publicar el fruto de un esfuerzo común, y particularmente apreciamos el trabajo de nuestra editora, Cynthia Godoy, quien con esmero y dedicación pulió la belleza y la fluidez de nuestras traducciones.

    LILJANA ARSOVSKA

    CREAR SONIDO

    Jia Pingwa

    Fui a entrevistar a un funcionario estatal recién retirado. Al terminar la entrevista pasamos a la sala a tomar té. Él, inesperadamente, reprodujo una grabación y me preguntó qué era lo que escuchaba. Yo dije que era el sonido de un árbol movido por el viento.

    —Es el sonido de un árbol —puntualizó—, ¿entiende lo que dice?

    El viento toma forma al encontrarse con el árbol, pero el árbol en el viento también tiene algo que decir.

    —Como usted sabe, este estado es un lugar pobre, pero, debido al fácil acceso por carretera, las visitas de funcionarios de gobierno son muchas. Yo ya cargo mis buenos años a cuestas y toda esta parafernalia de las visitas no me va. Cuando se programó mi traslado para acá, yo había pensado en jubilarme o buscarme un puesto poco exigente en algún ministerio en la ciudad; practicar mi caligrafía y, recluido, ver los años y las estaciones pasar al son de la lectura. Pero tras asumir el cargo aquel otoño, cambié de opinión y terminé trabajando en el estado por cinco años más.

    Aquel día de otoño, por una torcedura en el pie izquierdo durante una de las visitas al pueblo, reposaba en las oficinas de la prefectura leyendo un texto ligero que decía: Con ese par de pies, con pasos pequeños él reverencia a superiores y despacha asuntos públicos. Con pasos grandes, montando un caballo galopa por el mundo. Me estaba riendo de esto cuando de súbito recibí un anuncio: Vendrá nuevamente un funcionario provincial. Ya se había vuelto costumbre. Normalmente cuando venía gente importante de la capital o de las provincias, además de las medidas de seguridad y protección habituales, el pueblo debía estar bien controlado y las calles bien limpias. El jefe de policía reunía a los pequeños comerciantes y a los vendedores ambulantes y los reubicaba temporalmente en un callejón en la esquina sur del pueblo. Se colocaban floreros en ambos lados de las calles principales, y en los lugares deteriorados e irreparables por falta de dinero se instalaban grandes carteles publicitarios. Mientras me reportaban todos estos asuntos, me señalaron con especial énfasis que ya se habían llevado lejos, a un lugar a más de veinte kilómetros de la ciudad, al viejo loco que venía buscando la atención de las autoridades. El problema no era sólo que fuera un loco en harapos, sino que, en el momento de anunciar al funcionario provincial, él irrumpiría gritando para llamar la atención.

    El funcionario provincial llegó. Qué joven era. Tras una inyección en mi pie izquierdo, le reporté al secretario del Comité Prefectural nuestro trabajo, seriamente escuché y apunté sus indicaciones y luego lo acompañé a visitar algunos puntos del pueblo. Esa tarde volvíamos del poblado XX al sur de la ciudad y nos dirigíamos a supervisar los edificios comerciales cuando, en un cruce, se escuchó un grito ronco ante un tumulto de gente:

    —¡El árbol puede hablar!, ¡el árbol realmente puede hablar!

    Inmediatamente supe que algo había pasado con ese viejo loco. Me enrojecí de la ira. El jefe de policía llegó corriendo y, jalándome del brazo a un costado, me dijo que a nadie se le había cruzado por la cabeza que ese loco pudiera aparecerse. Por si fuera poco, se había aferrado a un poste de luz y de ahí no lo movía nadie. Claro, fue eso lo que atrajo a la multitud. El jefe de policía aceptó su error, pero yo no tenía tiempo de amonestarlo. Agitado, di un giro y conduje al funcionario por otro callejón, pero aún escuchaba el ronco alarido:

    —¡El árbol puede hablar!, ¡él árbol realmente…!

    Y hasta ahí llegó el sonido, probablemente gracias a una mano que le había tapado la boca. Aproveché que el secretario del Comité Prefectural ilustraba al funcionario sobre la arquitectura de las dinastías Ming y Qing en el callejón y me retiré agitando la mano mientras le pedía al jefe de policía que se acercara. Le pregunté que cómo era posible que el loco dijera que el árbol podía hablar. Él me respondió que un árbol había enloquecido a aquel hombre. Que llevaba viniendo a la ciudad quién sabe desde hacía cuántos años buscando llamar la atención de las autoridades sólo por el árbol. Toda la ciudad sabía quién era. Yo le pregunté que por qué, si tanto tiempo llevaba el loco acá, no me había enterado. El jefe de policía me respondió explicándome que de ninguna manera iban a permitir que un loco entrara a las oficinas de la prefectura. Le pedí que le comentara al viejo loco que buscar ayuda a nivel provincial no era más que una pérdida de tiempo, que mejor fuera a mi oficina por la noche.

    En la noche, con el funcionario provincial ya acomodado en su hotel, yo ya estaba tranquilo, y aunque seguía cansado no tenía nada de sueño. Me quedé esperando al loco en mi oficina. Esperé y esperé y no llegaba, así que me puse a practicar mi caligrafía. Mi personalidad no encaja con las discotecas ni con el mahjong; al salir del trabajo suelo encerrarme en la oficina a leer o a

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