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Nuevo Testamento: La Biblia en un Año, #2
Nuevo Testamento: La Biblia en un Año, #2
Nuevo Testamento: La Biblia en un Año, #2
Libro electrónico215 páginas3 horas

Nuevo Testamento: La Biblia en un Año, #2

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Información de este libro electrónico

Es un estudio bíblico del Pastor Gerald Nyenhuis compuesto en dos partes. En una Primera el Antiguo Testamento y en la Segunda Parte el Nuevo Testamento.

 

La fortaleza del creyente se nutre de lo que la Biblia enseña, de los conocimientos específicos y concretos que obtenemos de la Palabra de Dios. La Biblia tiene poder, por el Espíritu Santo, para transformarnos, para comprender y vivir nuestra salvación plena; salvación de la muerte para vida eterna. La salvación es el tema que unifica a todos los libros de la Biblia y la recibimos por la fe que Dios nos da al oír su Palabra.

 

Presentamos este estudio con el propósito de estudiar toda la Biblia en un Año. Parece meta inalcanzable; pero con empeño, esfuerzo y dedicación podremos hacer un estudio amplio, aunque somero, de la Palabra de Dios. No pretendemos agotar esa veta maravillosamente rica de sabiduría y de bendición divinas en un tiempo tan corto; pero si recorrer sus galerías admirando muchísimas de las valiosas gemas que en ella esplenden con grandes destellos.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 abr 2020
ISBN9781393965633
Nuevo Testamento: La Biblia en un Año, #2

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    Nuevo Testamento - Gerald Nyenhuis

    23.jpg

    La Biblia en un año Parte I

    Gerald Nyenhuis Hendrichse

    Producción

    Francisca Castro / Oscar Trujillo

    Diseño

    Oscar Trujillo

    Corrección

    Oscar T. Chong / Francisca Castro / Sarai Castro

    Ciudad de México 2020

    https://www.facebook.com/GeraldNyenhuisH

    geraldnyenhuis@outlook.com

    Lección 32

    ENTRE LOS TESTAMENTOS

    Lectura bíblica: Mateo 1–13

    Introducción

    Puede parecer raro que dediquemos un estudio a la época intertestamentaria, porque es seguro que esto no es un estudio bíblico. Nuestra intención durante este año es la de estudiar toda la Biblia en un año y de emplear todo el año en el estudio de la Biblia. ¿Cómo, entonces, podemos justificar un estudio tal como el que hacemos en esta lección?

    Tenemos que confesar que este no es un estudio bíblico. Pero sí es un estudio que se puede relacionar fácilmente con el estudio bíblico. Para entender correctamente el Nuevo Testamento tenemos que relacionarlo con el mundo y la cultura en que fue escrito. Sobre todo, para entender el ministerio de Nuestro Señor Jesucristo necesitamos algún conocimiento del medio ambiente en que se desarrolló. La revelación de Dios es una concreta e histórica revelación que fue dada en lugares y tiempos específicos. Si no tenemos conocimientos de estos datos específicos, algo del pleno significado de la Biblia se nos puede escapar. La entenderemos en su mensaje principal, pero algo de la riqueza del significado de este mensaje se nos puede escapar.

    Aunque la época que hoy ocupa nuestra atención merece un estudio detallado y profundo, nosotros notaremos solamente algunos puntos sobresalientes de ella. Son tres puntos y un concepto. Los tres puntos son: sinagoga, septuaginta y sectas. El concepto es el del cumplimiento del tiempo.

    La Sinagoga

    La palabra sinagoga es de origen griego y quiere decir congregación o reunión. La idea básica es la de juntarse. La institución de la sinagoga brota de la época del exilio, del cautiverio babilónico, y fue continuada hasta los tiempos del Nuevo Testamento. De hecho, existe todavía en el día de hoy.

    La importancia de la sinagoga para nosotros no es solamente para poder entender mejor el ambiente del ministerio de Jesús o la estrategia misionera de Pablo, sino que su importancia radica en que la sinagoga llegó a ser el modelo, el patrón, de la iglesia. Jehová, el Dios del Pacto y el Soberano de la historia, la hizo desarrollar a fin de que se pudiera edificar la iglesia con lazos de continuidad con el pueblo del Pacto del Antiguo Testamento. La Sinagoga subraya la idea de una Biblia y no la de dos Testamentos.

    La sinagoga era una reunión alrededor de la Palabra. Desde el tiempo del cautiverio los judíos, para mantener su fe y su identidad como pueblo de Dios, se juntaban para escuchar la Palabra. Realizaban un culto, y la parte principal (casi la única parte) era la lectura de la Palabra. Cuando personas capacitadas en la interpretación de las Escrituras se hallaban presentes, se les permitía comentar la lectura. Aquí tenemos las raíces del sermón. Uno de los primeros sermonizadores era el escriba Esdras, y

    la Biblia misma hace énfasis en su capacidad para interpretar las Escrituras. (Esdras 7:6, 10; Nehemías 8:5, 8.)

    La autoridad de la sinagoga era la Palabra. Al principio no buscaban una organización política más allá de una junta de ancianos, formada entre los mismos padres de familias que asistían a las reuniones. El Sanedrín hizo un intento de unificar las sinagogas y, para el tiempo de Cristo, logró en gran medida su objetivo. Pero, aún con la unidad política que les proporcionaba el Sanedrín, la autoridad de las sinagogas era la inscripturada Palabra de Dios. Este hecho es lo que más dio un sentimiento de identidad y unidad como pueblo de Dios.

    El desarrollo, providencial e histórico, de la sinagoga muestra cómo Dios ya preparaba el mundo para el mensaje de Cristo y la presencia de la iglesia.

    La Septuaginta

    La palabra septuaginta quiere decir setenta (a veces se ve escrito LXX en libros de referencia). El libro se llama por un número porque, según la tradición, fue traducido por setenta personas. La LXX es la traducción al griego de las Escrituras del Antiguo Testamento, que originalmente fueron escritas en hebreo y arameo. El efecto era que la inscripturada revelación de Dios se halló en contacto con las tradiciones literarias y culturales de todo el mundo, pues el griego era el idioma universal en esta época. Fue el idioma oficial en la educación, la ciencia, la diplomacia, el comercio y el arte. Alejandro el Grande tuvo como una de sus pasiones la de conquistar el mundo entero, la de difundir la literatura, la filosofía y la cultura griega en todo el mundo conocido en aquel entonces.

    La traducción se hizo en Alejandría, Egipto, un centro de estudios de la cultura helenística (griega). Allá en Alejandría había por varios siglos uno de los más importantes centros de altos estudios que el mundo ha tenido. Los eruditos que hicieron la traducción serían reconocidos como grandes literatos y lingüistas aun en el mundo de hoy.

    Esta traducción del Antiguo Testamento es otra liga entre los dos testamentos. El estudio de la LXX es importante porque es la fuente del vocabulario del Nuevo Testamento. El lenguaje de la LXX es el lenguaje de los Evangelios y de los apóstoles. Es el lenguaje de la predicación de Pablo. El lenguaje de la LXX es mucho más el lenguaje del Nuevo Testamento que el griego clásico. Todos los conceptos teológicos del Antiguo Testamento ya tenían su expresión lingüística años antes de la formación del Nuevo Testamento.

    A la traducción de la LXX se debe también el problema de los libros apócrifos. Además de la traducción del Antiguo Testamento se traducían otros libros, o se usaban libros escritos en griego como parte de su antología. Ni los judíos ni los primeros cristianos reconocían estos libros como canónicos (canon quiere decir lista), y no hubo problema. Más tarde Jerónimo (c. 400) incluyó estos libros en su traducción de la Vulgata, una traducción popular en latín de la Biblia. Pero ni en aquel entonces hubo problema, pues nadie reconoció estos libros como canónicos. No fue sino hasta la contrarreforma que la iglesia romana hizo una nueva lista de los libros de la Biblia en el concilio de Trento (1545-1563), después de la reforma religiosa del siglo XVI. En esta segunda lista se incluyeron los libros apócrifos. Por esto aún los católico romanos llaman a estos libros deuterocanónicos (deterocanónico quiere decir segunda lista).

    Debemos aclarar que estos libros no son malos. No son heréticos ni pornográficos. Se les puede considerar edificantes, pero no son inspirados por Dios, según el testimonio de la Iglesia, con la excepción del Concilio de Trento. Estos libros nunca fueron reconocidos por los judíos como parte de la lista de los libros del canon hebraico. No es malo leerlos; puede ser interesante e instructivo, pero no podemos fundar nuestra fe ni nuestra doctrina en ellos.

    Las sectas

    No hablamos ahora de las sectas modernas, aunque las sectas llamadas modernas repiten herejías muy antiguas, algunas desde los tiempos primitivos de la iglesia. Hablamos aquí de las divisiones dentro del judaísmo. Estas divisiones formaban el ambiente religioso del ministerio de Nuestro Señor, y tenían mucho que ver con la presentación de su mensaje.

    Estas divisiones tenían que ver con dos factores: 1) la relación del pueblo de Dios con la Palabra inscripturada y 2) la relación del pueblo de Dios con los conquistadores, los romanos, que eran paganos y politeístas. Podemos decir que las sectas se asemejaban a partidos políticos o religiosos. Las divisiones que tenían que ver con el punto número 1 eran los saduceos y los fariseos. Su concepto de revelación, de fe, de culto, de justificación, de santidad y de la vida venidera era muy diferente. Por eso no se llevaban bien entre sí, y eso se ve claramente en los evangelios. Podemos mencionar que la vida religiosa de los fariseos giraba alrededor de la sinagoga, mientras que la de los saduceos se centraba en los sacrificios.

    La situación se complicaba más con las influencias políticas. Aún los saduceos y fariseos tenían preferencias políticas particulares, o sea, no todos los fariseos o saduceos tenían la misma preferencia. A veces las sectas religiosas se peleaban por motivos políticos. Esto se ve en algunas de las preguntas que le hicieron a Jesús en la última semana de su vida, por ejemplo, si se debían pagar los impuestos a César. Los zelotes era los más extremistas. Ellos creían que no se podía cooperar en nada con los romanos; todo lo contrario, había que hacerles la guerra, literalmente. Los herodianos, por otro lado, recomendaban una estrecha cooperación.

    La pluralidad de sectas en el tiempo del ministerio de Jesucristo y de sus discípulos hacía que cada persona tuviera que tomar decisiones, pensar por sí misma, oír los argumentos y decidir en cuanto a la verdad. Las decisiones ético-morales eran personales y las personas ya estaban acostumbradas a tomar estas decisiones. Todo esto era una preparación del mundo para que pudiera contemplar el mensaje de Cristo.

    Un concepto: el cumplimiento del tiempo

    La idea de este concepto se saca de Gálatas 4:4. La frase cumplimiento del tiempo tiene dos sentidos, y los dos están relacionados. Uno nos remite al campo y a la cosecha. Las frutas y los granos cumplen con su tiempo. La época de la fruta y de la cosecha de la cebada llega a su tiempo. El otro sentido nos remite a la edad en que un adolescente llega oficialmente a su madurez, ya sea a los 18 años o a los 21. Los dos conceptos, o los dos sentidos, tratan acerca de la idea de madurez, y de que algo llega a su tiempo.

    Tres factores se juntaban en la providencia de Dios para indicar que el mundo ya estaba maduro para el cumplimiento del evangelio. Jesús mismo lo anunció (Marcos 1:15) sin mencionar los tres factores. Los tres factores son: 1) el desarrollo del pueblo del Pacto, o sea, la aportación judía al concepto, 2) el desarrollo del pensamiento, la literatura y la filosofía, o sea, la aportación griega y 3) el desarrollo de la paz, el orden y la comunicación, o sea, la aportación romana.

    Un estudio de la historia comprendida entre los testamentos hace resaltar la actividad de Dios de preparar al mundo para su Hijo. La profecía hablaba de los lugares y tiempos. Dios mismo arregló todo a fin de que en el tiempo exacto llegará el Salvador. Nunca antes hubo ni nunca después ha habido un tiempo tal como el tiempo en que Dios cumplió con su promesa de enviarnos el Mesías. Ningún otro tiempo pudiera haber servido para la realización del gran plan de Dios. Dios no tenía que buscar el tiempo ni la oportunidad; Él mismo dirige toda la historia y hace que la presencia de su hijo en el mundo sea el cumplimiento del tiempo.

    Lección 33

    MATEO: JESUCRISTO, EL MESÍAS

    Lectura bíblica: Mateo 14–28

    Introducción al Nuevo Testamento

    Al iniciar nuestro estudio del Nuevo Testamento debemos fijar la atención en la idea de testamento. Estamos muy acostumbrados a referirnos a las dos divisiones de la Biblia como Testamentos, pero, por tan útil que para nosotros sea esta práctica, nos conviene notar que es costumbre de hombres, pues la Biblia misma no emplea el vocablo testamento para distinguir sus divisiones. De hecho, la Biblia no llama atención ninguna sobre sus divisiones. Menos debemos pensar que los dos testamentos correspondan a las referencias en la Biblia al antiguo y nuevo pactos, porque cuando se empleaba este lenguaje, el Nuevo Testamento no existía como libro.

    La palabra testamento viene del latín y es una de las palabras que se emplean para traducir las palabras sunteke y diatheke del griego y la palabra berith del hebreo. Otras palabras que se usan son alianza, pacto, convenio y liga. Una palabra moderna es contrato. El concepto básico en todos los vocablos es la idea de un compromiso por palabra. Es por esto que en la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento, se relaciona la idea de pacto con la idea de promesa.

    El PACTO, el compromiso de Dios por su Palabra, es uno. Es impensable, en términos bíblicos, suponer que Dios niegue su Palabra o la nulifique para dar otra. Su revelación es progresiva; todas las partes concuerdan sin que una parte contradiga a otra. La revelación va en aumento, cada parte añade a lo anterior, pero nunca se echa para atrás. Los dos testamentos, en lo absoluto, no enseñan dos pactos.

    Podemos pensar en los dos testamentos como dos entregas seriadas de un mismo Pacto. Los dos testamentos juntos, la Biblia, forman la parte escrita del Pacto que Dios establece con su pueblo. Los dos testamentos son partes complementarias de la Palabra de Dios. La relación de la segunda parte con la primera es la de cumplimiento, y no de contradicción.

    Introducción a Mateo

    Mateo era judío, hebreo, con todos los prejuicios y características de su raza. Su evangelio muestra un buen conocimiento de las Escrituras hebreas. Como todo judío, especialmente de su época, se interesaba por el Mesías, o sea, el Salvador Real, el prometido Hijo de David que establecerá un reino eterno... Mateo escribe para su pueblo, en términos de lo que será de más interés para ellos. Por eso, la gran afirmación de su libro es que Jesús de Nazareth es el Mesías. El tema de este evangelio es, entonces, Jesucristo el Mesías. Para ayudar a nuestra memoria emplearemos una serie de pes para marcar las divisiones de este libro que presenta al Mesías. Las tres divisiones son: El Mesías: su persona (caps. 1:1 al 4:16); su propaganda (caps. 4:17 al 16:20); su pasión (caps. 16:21 al 28:20). El libro de Mateo trata acerca de la persona, la propaganda y la pasión del Mesías.

    La persona del Mesías

    El Mesías es el mediador. El mediador está entre dos; relaciona al hombre con Dios. Por eso, tenemos que ver al Mesías aquí en términos de hombre, de Dios y en su papel de relacionar al hombre con Dios.

    La relación con el mundo

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