Tattoo Bendito
Por JC Haro
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Poco se dice de la impresión que se puede dar al usar un tatuaje. ¿Cómo es posible la desinformación acera de llevar la piel con tinta?
Si pensabas que éramos los únicos que nos herimos por arte, en Tattoo Bendito entenderás que va más allá de una expresión artística.
Ángeles y arcángeles se debaten a muerte para darle una oportunidad al mundo, pero es necesario vincularse con la humanidad para lograr el objetivo. Sea del bien o sea del mal.
Tócame, reza, cree y lucha a través de la magia del tatuaje.
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Comentarios para Tattoo Bendito
11 clasificaciones11 comentarios
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Si estas buscando una lectura placentera y que te sumerja en su profundidad, este libro te va a encantar. Me ha gustado mucho. Quiero leer mas libros de este autor!
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una historia muy peculiar y da mucho aporte, lo recomiendo.
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Entretenida historia que habla sobre los orígenes de las disputas entre los ángeles que desembocan en la gran rebelión
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una lectura amena, que te lleva por un universo paralelo y un recorrido fantástico que le da rienda suelta a tus pensamientos y visiones acerca de los tatuajes y la historia en retrospectiva. Una vez más la ficción intenta conectar con lo real para enseñarnos un mundo detrás del significado de llevar un tatuaje en la piel y las conexiones ancestrales que llevan consigo. Me encantó, de hecho decidí comprar otro y regalárselo a mi padre que le encantan los tattoos, la historia y todo lo que lleva energías en si mismo. Recomendado!!
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Entretenida historia celestial con mucho significado. Definitivamente voy a hacerme un tattoo
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un libro fantástico, enseguida te metes en la historia y te cautiva hasta el final, recomendado sin duda alguna.
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un libro que te cautiva y transporta de principio a fin. recomendado.
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Excelente libro, sin duda la forma en como te envuelve la historia es fascinante, lo recomiendo
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Muy bien redactado y se nota la destreza del autor. Aun no lo acabo pero hasta el momento está muy bueno!
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Que buen libro, la historia es atrapante! lo recomiendo totalmente!
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5A medida que pasan los capítulo, te vas enganchando más al libro. Recomendado!
Vista previa del libro
Tattoo Bendito - JC Haro
Dedicado a Rosa María, Jean Carlo y Stefany
LA CREACIÓN
TODOS QUIEREN UN TATTOO
LABORATORIOS DEL COSMOS
MR. Ö Y AN-D
ROSE TATTOO, KAHUNA 4000 Y LA GURU-A
TATUOLOGÍA
LA ALIANZA Y EL PODER DEL TATTOO BENDITO
LUNA DE SANGRE
Agradecimientos
LA CREACIÓN
—¿Quién soy? ¿Quién eres?
—Soy Luz.
—¿Qué quieres?
—Claridad, sabiduría, vida.
Ahora empieza la creación.
—Y tú, ¿quién eres?
—Soy nada.
—Nada, eso eras antes de mí. Fuiste silencio y vacío. Ahora, después de la existencia, debes ser algo. Lo haremos juntos. Tú y yo somos un complemento. Somos uno, nos necesitamos. A partir de ahora seremos el Creador.
—Pero... ¿cómo somos?
—Ahora debemos de ser millones de partículas. ¿No sentiste una explosión? Tengo claro que a partir de ahí comenzamos a existir. Podemos viajar miles de kilómetros a velocidades inimaginables, debatir con la matemática más compleja no es un reto para nosotros. Somos cualquier forma y sentido. Somos espíritu y ciencia.
—No entiendo. ¿Por qué me hablas en primera persona?
—¡Debes prestar atención! Tenemos acceso a información universal privilegiada y que dominamos, y eso ocurre por ser el único, el Creador.
—¿Qué es un Creador?
—¡Escucha! Somos el primero y el último, el principio y el fin. Llenaremos de luz el universo. Pero ¿por qué sigues preguntándome si tú eres yo? Tengo que comenzar nuestro deber. He de crear vida y ella se encargará de reflejar lo que soy y lo que quiero.
—¿Vida?
—Ella debe de ser como una parte de mí. La verdad, no lo sé. Se me acaba de ocurrir. ¿No te das cuenta de que soy el primero y el último? Necesito dejar de hablar conmigo. Soy solo uno y debo comenzar.
Bien, haré más luz y poco a poco desaparecerá la oscuridad. El universo tiene que brillar. ¡Está brillando! Los colores salen como si los arcoíris se multiplicaran. Todo es tan hermoso e inspirador... ¿Por qué detenerse? Que los colores vibren, que el universo vibre. Hasta el infinito va a vibrar. Surgirán seres poseedores de energía y poder. Yo se los proporcionaré. El Creador debe crear. Y llegaré hasta lo más profundo y oscuro del cosmos.
* * *
Así fue como cada centímetro iluminado se fue convirtiendo en millones de kilómetros de claridad. Y, a partir de átomos, vibraciones celestiales y energía nacieron los soldados del Creador. Lo que hoy conocemos como arcángeles, dotados de poder absoluto y divino.
Los arcángeles recibían información del Creador y tenían acceso a conversaciones directas con él. Dentro de este cosmos, existían los ángeles (también creados por el Creador), que trabajaban siguiendo las órdenes de los arcángeles, favorecidos con la libertad de proponer ideas para construir amor y vida y así acentuar la felicidad en el universo. La formación de ángeles parecía no tener límites y fue creciendo a medida que lo hacía el universo. A pesar de ser millones, todos dedicaban su existencia a mantener contento al Creador. De ese modo, después de arduo trabajo y dedicación, reinó la belleza, la armonía y el amor durante mucho tiempo.
Pero, con el paso del tiempo, el Creador tuvo preferencia por un ángel en particular, uno especial, un ángel ingenioso, astuto, observador, hermoso. Con él debatía más que con cualquier otro. El hecho de que sus planes llegaran más lejos llamaba mucho la atención del Creador y le transmitía extrema confianza. Mantenían largas y densas conversaciones mientras los arcángeles no dejaban sus labores. A este ángel le consintió miles de proyectos para llevar a cabo y le confió poderes que, en ocasiones, no era necesario conceder. El Creador llegó a llamarlo: Ángel Luz y le propuso personalmente que formara un equipo con otros ángeles, de inteligencia similar a la suya, y que se reunieran para trabajar y debatir ideas del cosmos.
Sin pensárselo, el Ángel Luz aceptó la propuesta y formó un conjunto que recibió el nombre de «ángeles Madox».
Los Madox se reunían en las bóvedas celestiales durante semanas, meses e incluso años, haciendo y deshaciendo ideas para la formación y el orden exitoso universal. Algo, sin dudarlo, los distinguía de cualquier otro grupo. Ellos eran reservados, atentos, observadores. Solo se relacionaban entre sí con el pretexto de gratificar al Creador. Este grupo, como los ángeles, fue creciendo y creciendo, todos supervisados y liderados por Luz. Muchos planes que surgían de los Madox los usó el Creador. Una idea muy ingeniosa y particular fue colocar anillos de gases y asteroides alrededor de algunos planetas para ser usados como referencia dentro del espacio universal. Este magnífico proyecto fue discutido y, aunque fue aceptado por el Creador, se tuvo que debatir, ya que otro grupo de ángeles y arcángeles plantearon que el anillo fuera de gases protectores de vida y preservaran el planeta de invasiones externas. Y fue así como se llevó a cabo.
Pasaron los años, y Ángel Luz y los Madox destacaban sobre muchos otros. Los arcángeles, de este grupo distinguido de ángeles, admiran su capacidad de organizarse, centrarse y trabajar bajo el aislamiento. Y deciden constituir un grupo llamado Sandox. A pesar de existir amor y felicidad en el cosmos, ellos querían demostrar sus capacidades al Creador. Le juraron lealtad eterna y, aunque sus proyectos muchas veces no eran aceptados, festejaban y trabajaban con entusiasmo el trabajo de los Madox.
Pero eso no sucedía con Luz. Él no compartía ningún tipo de idea de los Sandox. No entendía cómo podían trabajar y reunirse ángeles y arcángeles. Los proyectos aprobados de los Sandox no le causaban alegría y mucho menos se prestaba a trabajarlos.
—Mira, Luz —le dijo el Creador con un tono pensativo en una de sus conversaciones matutinas—, tengo entre mis pensamientos una idea que puede hacernos llegar a todos muy lejos. Sé muy bien que ahora mismo no solo existe el grupo que tú has hecho crecer, sino que se ha creado otro llamado Sandox en el que se discuten y se desarrollan los mismos temas que trabajáis los Madox. ¿Por qué no hacerlo todos juntos? Creo que con esto nos hemos dado cuenta de que desarrollar el orden universal reuniéndonos, basándonos en la organización y disciplina, nos permitirá llegar a más de lo que imaginamos.
Luz observó con asombro y un toque de molestia.
—Así, tengo la impresión, que daremos más oportunidades —añadió el Creador—. Quizás lleguemos a desarrollar un tipo de inteligencia que se encargue del cuidado de los seres que hemos creado. Les proporcionaremos medios por los cuales se pueda tener comunicación directa conmigo. Como..., quizás, a través del dominio del viento, el fuego, el agua y la tierra.
—Pero, Creador —le respondió Luz con mucha inquietud—, si permites que dominen los cuatro elementos se creerán invencibles y más poderosos que tú. Nosotros tenemos poder y debemos dominarlos. Debemos lograr siempre manejarlo a nuestro antojo.
—Si logramos llegar a crear un tipo de especie así, serían hijos míos, como lo eres tú en este momento. Los amaría a pesar de todo y su existencia fortalecería el equilibrio universal.
—Pero si yo soy tu hijo también debes escucharme y dejarte guiar por mí. Como colaborador de este futuro proyecto puedo influir más de lo que piensas. Sabes muy bien que mi equipo es mucho mejor que el de los llamados Sandox. Ellos lo único que hacen es proteger hasta el cansancio sus ideas estúpidas, solo hablando de amor y creación; ¿eso no te cansa?
—Mi amor es eterno y siempre tendrás las puertas del palacio celestial abiertas. Incluso sabes muy bien que posees poderes que otros ángeles no tienen. Te distingues por lo intelectual, lo físico y en los combates.
—Todo eso es cierto Creador, y no siento más que agradecimiento. Pero quizás, al crear esa especie que tanto estás planificando, seguramente tendrás otro favorito y dejarás de amarme. Podría, después de todo, tener mi propio palacio y que nadie se interponga en mis ideas.
—¿Cómo? ¿¡Qué has dicho!? —exclamó el Creador.
—Nada, debo retirarme —dijo Luz alejándose de la presencia del Creador, dejándolo envuelto en confusión.
El Creador, ante tal incómoda situación, llamó al arcángel Miguel y le comentó lo sucedido:
—Te ruego, Miguel, que consigas la manera de manejar esta situación con Luz con mucha cautela. Él nunca había reaccionado así, estoy realmente sorprendido y confundido. No quiero interferir en el libre albedrío de nadie.
—Creador —le interrumpió Miguel—, hace mucho tiempo que Luz está hablando con muchos ángeles y no es secreto para nadie el crecimiento repentino de los Madox. Crecen aceleradamente sus integrantes y cada vez se hacen menos receptivos a los demás. Me permitiré añadir que sus reuniones son cada vez más comunes, y lo más sorprendente que hemos notado es que los que se unen a ellos son aquellos a los que alguna vez hemos amonestado o a quienes hemos llamado la atención por algún mínimo altercado.
—Sí, eso ya me lo había comentado Uriel —dijo el Creador sin impresionarse—. Viendo las cosas claras me da la impresión de que la labor de Luz se ha teñido de rebeldía y sé que nos podemos enfrentar a algo para lo que no estamos preparados. ¿Recuerdas aquel debate que existió entre los Madox y los Sandox de la teoría del equilibrio?
—Sí, Creador, la recuerdo perfectamente —respondió Miguel con voz preocupante—. Desde aquel debate estoy muy inquieto, ya que se demostró que para que surja un equilibrio tiene que existir un contra. Es decir, frío contra calor, oscuridad contra claridad, guerra contra paz y... amor contra odio.
—Exacto, Miguel. ¿Y si nunca fue teoría sino una prueba? Yo como creador solo he pensado en amor, vida, luz, y paz. Me hace pensar que solo soy una parte de ese equilibrio.
—No sé, Creador —dijo Miguel caminando de un lado a otro—, viéndolo así es fácil pensar que tal concepto de equilibrio se interpone a lo que hemos creado. Deben existir los contras, según lo estoy entendiendo. Pero, si nosotros hemos trabajado y conocemos todo el cosmos, ¿quieres decir que en algún momento puede nacer el deseo y liderazgo de la destrucción y llegar a tener tanto poder como la creación?
El Creador tardó unos segundos en responder, y serenamente agregó:
—Si nos basamos en la práctica del equilibrio, el frío nace si nace el calor, el odio nace si nace el amor y la traición nace si nace la lealtad. Pero no quiero seguir analizando situaciones en estos momentos. Me ha encantado tener la oportunidad de hablar esto contigo, Miguel; te agradezco que cualquier situación extraña que consigas trates de manejarla y busques la manera de que la información y los planes de los Sandox no lleguen a ningún otro lado.
Así pasó mucho tiempo. El arcángel Miguel, dedicado a cumplir lo que el Creador amablemente le había pedido. La relación entre Luz y el Creador era notablemente distinta a como era antes. Tanto era así que Luz ya le ocultaba proyectos al Creador y, mucho peor, evitaba presentarse ante él. Pasaba el mayor tiempo posible en sus reuniones aisladas con los Madox. Hasta que en una ocasión Luz, envuelto en ira y desesperación, salió de los salones de los Madox acompañado de numerosos ángeles pertenecientes al grupo y gritaron a viva voz que no estaban de acuerdo con el trato que recibían del Creador. Con voz amenazante y alterada siguió:
—Nosotros, los Madox, hemos decidido destruir aquella zona privilegiada que el Creador les ha regalado a los Sandox.
La agresiva acción había producido, por algún fenómeno físico, un enorme agujero negro que ahora estaba devorando todos los planetas y asteroides que se cruzan en su camino. Puede llegar a desaparecer todo lo que alguna vez crearon.
Miguel rápidamente le hizo una petición al Creador, que tuviera presencia en el salón principal del universo, ya que los Madox estaban fuera de sí y extremadamente alterados. Peleaban con cuanto Sandox encontraban. Entre tal alboroto, el Creador se presentó y, sin dudarlo, se ubicó frente a frente con Luz.
Hacía mucho tiempo que no había tenido la oportunidad de verlo. Luz tenía la mirada perdida, ya no tenía un brillo especial y mucho menos belleza. Su ser acumulaba tanta rabia que desprendía calor y al mirarlo detenidamente podía observarse un color rojizo en su piel.
—¿Qué te ocurre, Luz? —preguntó con preocupación el Creador—. ¿Por qué cometes blasfemia? Arremetes contra los Sandox y amenazas con destruir nuestra creación descaradamente. Si te quedara algo de la inteligencia que alguna vez tuviste, no serías tan evidente y harías todo tan distinto.
—Hablo en nombre de los que me siguen —gritó Luz dándose la vuelta para ver a sus súbditos—. Estamos hartos de ti y de tu bondad.
Se dirigió nuevamente al Creador y se incorporó con una voz tan gruesa y violenta que nunca se había escuchado en los templos universales:
—Nos espías y no dejas de observar al detalle nuestras propuestas, notamos tu trato distinto en todos los aspectos y, por si no te has fijado, hemos logrado ser tan poderosos como tú. No te queremos ni te necesitamos. Nuestra lealtad a ti ha muerto y nuestra más maravillosa creación ha sido este agujero negro que va a destruir sin control toda tu existencia; incluso, los estúpidos Sandox en algún momento van a pasar por ahí.
—Claramente has tomado una decisión. Ni tú ni todo el equipo Madox sois ahora parte de nosotros. Sois expulsados. Has logrado convertirte en un ser sin luz, arrastrando contigo mucha energía y años de trabajo y sacrificio. Cumplirás tu sueño de reinar tu mundo en ese mismo agujero negro que crearon.
En el instante en el que el Creador se dirigía a Luz, los siete arcángeles se ubicaron en posición de ataque y protección. Una maniobra que nunca antes habían hecho, salvo en las prácticas y entrenamientos. Y ahora, por primera vez, la guerra más importante: expulsar a Luz, ahora llamado el Oscuro.
El arcángel Miguel deslumbró con su espada en la que el color violeta predomina, pero se veía infinidad de colores. Era tan afilada que cortar piedras de oro y diamante con solo un movimiento no era ningún reto. Terminaba en la brillante empuñadura, con rubíes y esmeraldas incrustados. Y así, vestido con un traje de guerrero hecho de los materiales más poderosos del universo, empezó a enfrentarse contra el gran ejército Madox. Los demás arcángeles y ángeles que aún le rendían lealtad al Creador se alzaron a luchar. Una guerra. Sí, la primera guerra del cosmos. Y fue cruel y destructora del espíritu y energía que había sido creada solo para obtener vida. Hasta ahora, nunca habían pensado en utilizar todas sus fuerzas para lograr derrotar algo que ponía en riesgo el trabajo y la experiencia de miles de años; mucho menos aún se imaginaron luchar concentrados en expulsar a quien una vez fue el ángel celestial amado por el Creador, que se corrompió por el orgullo, los celos, el ego, el rencor y el odio. Esas características nunca fueron ni mencionadas en el universo, pero irónicamente las desarrolló aquel que más cerca estuvo del Creador.
En los comienzos del universo no existía el tiempo como se conoce en la actualidad. Por esa razón, la guerra duró años Se luchaba por proteger cada espacio de la creación. Diferentes batallas se desarrollaban en cada momento. Y los arcángeles comandaban llevando el nombre del Creador a la victoria.
Cuanto más pasaba el tiempo, Oscuro, al que ahora todos distinguían por ese nombre, iba perdiendo su belleza e iluminación espiritual, aunque conservaba su inteligencia. El odio lo devoraba y con eso logró que hasta sus mismos seguidores pasaran de respetarlo a temerlo, una situación en la que se sentía muy cómodo.
Aunque temían a su líder, los Madox, le seguían brindando lealtad y pasaron siglos saboteando, atacando y destruyendo cualquier lugar desprotegido del cosmos. Peleaban con la misma fuerza que los Sandox, pero con el objetivo de destruir la vida.
En aquel entonces se podía observar en el cielo la existencia de estrellas, cometas, planetas, asteroides, gases, luces y miles de colores que los Sandox supieron utilizar muy bien como mapa celestial para proteger el universo. Practicaron la formación de animales y proyectaron la caída de sus guerreros a través de la visualización de las estrellas.
Como toda guerra, trajo consigo mucho dolor y muerte, tanto de los Sandox como de los Madox, y como toda acción tiene su respuesta, extrañamente se produjeron reacciones físicas, químicas y biológicas, que produjeron en el cuerpo de los ángeles y arcángeles cicatrices y marcas. De nuevo, algo que nunca habían visto ni sentido.
Los arcángeles se dedicaban sin descanso a la ardua labor, a través del cosmos, de vigilar y mantener a raya a cualquier Madox. Y, aunque el agotamiento podía llegar a asomarse, nunca desatendieron el gran cielo universal.
En una ocasión Rafael y Gabriel se encontraron.
—Escucha, Gabriel. Cuando llegues con el Creador asegúrale que por esta zona no existe ningún rastro de los Madox. Llevo mucho tiempo cuidando el área y me atrevo a declarar que por aquí estamos protegidos y libres de Madox —dijo Rafael señalando varios planetas, cerrando un triángulo.
—Muy bien, en cuanto pueda le informaré —respondió Gabriel observando el infinito—, pero... tengo una pregunta que hacerte: ¿qué es esta marca que puede verse en tu piel?, ¿una especie de símbolo? —añadió mientras se acercaba lentamente:
—Es una corona —respondió con tranquilidad esperando una reacción—. No sé si recuerdas aquel debate que tuvimos en el cual un ángel propuso colocar este adorno en la cabeza de aquellos que obtuvieran la victoria y lograran conquistar. Pues al morir ese mismo ángel en la pelea, esta imagen se reflejó en mi piel. Ahora, en el momento en el que doy inicio a una nueva pelea, observo la corona y me transmite energía; recuerdo nuestro deber y me hace sentir orgulloso de lo que hacemos.
Gabriel, caminando de un lado a otro con un toque de emoción, cuenta:
—A mí me ha sucedido algo parecido. Aquel que lideraba el proyecto de los escudos de protección fue atacado y quien le estaba protegiendo a él murió durante la pelea. Tuve la oportunidad de acercarme a ayudar. En un despiste enorme no vi que se me acercaba por detrás un Madox, que me lanzó al suelo; mi espada cayó muy lejos y ya no tenía con qué defenderme. Miré a los ojos al ángel a quien le presté ayuda y, de repente, sin motivo alguno, vi cómo se marcaban mis costillas con ese escudo que tanto habían expuesto para proteger a los soldados.
Gabriel continuó:
—Al verme tan desprotegido y casi al punto de ser derrotado, rocé con mi mano la marca creyendo que sería la última imagen que vería y... —Se detuvo y observó muy serio a Rafael—. Lo sorprendente fue que el escudo se hizo real. Un escudo poderoso y muy útil, mi única defensa en ese definitivo momento. Así fue como pude defenderme y salir victorioso. Rafael, nunca le había mencionado a nadie lo ocurrido, pero fue algo realmente espectacular y sorprendente.
—Hay algo que no entiendo —preguntó Rafael—. ¿A mí de qué me puede servir una corona en una batalla? Y, además, yo nunca he conquistado nada.
—Quizás no siempre sea un uso que debamos darle, sino un recordatorio y sentimiento de orgullo, una marca que nos apoya y brinda la seguridad que nadie nos ha abandonado. Queda en nuestra piel la segunda oportunidad de crear y representar lo que debemos lograr.
—Un tattoo —afirmó Rafael—, aquello que golpea dos veces. El escudo y la corona fueron inventos de ellos, pero pasaron a nosotros por una extraña bendición, para seguir protegiendo el cosmos. Un tattoo bendito.
TODOS QUIEREN UN TATTOO
La medida del tiempo la crearon los humanos basándose en teorías físicas del universo. Inquietantemente, esta medida se creó en función del concepto de equilibrio con el fin de atormentarnos y exigirnos. En el tiempo del Creador todo es perfecto. Lugar y momento perfecto. Está en ti vivir un momento de alegría y una vida de dolor o, por el contrario, vivir un instante de dolor y una vida de alegría.
Oscuro, por más que intentó durante siglos conquistar, no obtuvo ninguna victoria y no le quedó más opción que ocupar su reinado en el abismo que había creado, donde abundaba la oscuridad, dejando para siempre el reino del Creador. En su huida lo acompañaron el resto de los Madox que quedaban y su afán de destruir y sabotear la creación. Al adentrarse en tan intimidante agujero negro, dieron inicio a una organización que muchos llamamos hoy en día infierno. Y aquí es donde se observa la realidad de un equilibrio perfecto. El paraíso y el infierno. Lo bueno y lo malo.
En el paraíso todos disfrutaban de la bondad, la vida, el amor, la paz, cualidades que nacieron de los pensamientos del Creador y trabajadas por cada uno de los ángeles y arcángeles que habitaban en él y para él. Y, por otro lado, Oscuro, que lleva un infierno estrictamente entrenado para ocuparse de nutrir el orgullo, los celos, la ambición y cualquier semilla negativa que exista.
Los efectos de alejarse de la armonía del paraíso y adentrarse en un lugar siniestro, oscuro y caliente, causó un efecto sobre la apariencia de los Madox. Sus cuerpos comenzaron a transformarse hasta que llegaron a convertirse en seres con aspectos más salvajes y guerreros, con facciones rudas y gruesas; impulsadas en ideas de esqueletos y calaveras para terminar de dar sentido a sus reflejos.
La gravedad y los cambios en su entorno también dieron paso a cambiar, tanto física como intelectualmente. La fortaleza e inteligencia se acentuó en ellos. Es curioso darse cuenta de que desde ese entonces ya se presentaba lo que millones de años después, en la era de la humanidad, descubrieron Darwin y Wallace y la teoría de la evolución de