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GPS: Guía para solteros.
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Libro electrónico319 páginas5 horas

GPS: Guía para solteros.

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¿Con quién me casaré?

Quizá te hayas hecho esta pregunta una y otra vez. Sin embargo, más importante aún es preguntarte cuánta preparación tienes mientras navegas por esta temporada de soltería, para tomar la decisión más importante de tu vida.

En su libro GPS Camilo Vargas y Leyla Vera muestran principios de vida que te ayudarán a identificar tus fortalezas y corregir aquellas áreas que todavía están débiles dejando a un lado el misticismo y las controversias sobre el tema. Los autores comparten el mapa de Dios antes, durante y después de la soltería, y enseñan:
  • Cómo prepararte para una relación matrimonial saludable y duradera
  • Qué hacer para dejar las malas experiencias del pasado atrás
  • Dónde encontrar el verdadero amor
  • ¡Y mucho más!
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 sept 2017
ISBN9781629993621
GPS: Guía para solteros.

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    GPS - Camilo J Vargas

    Leyla

    PRIMERA PARADA

    TÚ DECIDES . . .

    "En este día pongo al cielo y a la tierra por testigos contra

    ustedes, de que les he dado a elegir entre la vida y la

    muerte, y entre la bendición y la maldición. Escojan, pues,

    la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes".

    DEUTERONOMIO 30:19, DHH

    Primera parada:

    TÚ DECIDES . . .

    ESTA PRIMERA RUTA está diseñada para identificar la responsabilidad que tienes como ser humano en tomar tus propias decisiones. Dios te hizo a su propia imagen, te dio voluntad y con ello la capacidad de poder elegir, aunque claro, Él siempre espera que le consultes tus decisiones. Pero Dios no te hizo un robot a quien programó para hacer lo que Él quisiera que hicieras. Él te dio voluntad y con ello la capacidad de elegir, de tomar decisiones y de hacerte responsable por ellas. El GPS de Dios te va mostrando la ruta, pero en definitiva eres tú quien decide seguir las instrucciones o ir por tu propio camino (ver Proverbios 3:5–7). Dios te ha dado la capacidad de elegir y espera que lo hagas con su sabia ayuda.

    Si Dios te ha dado la capacidad de elegir y decidir, ¿te has puesto a pensar que algunas decisiones que has tomado en tu vida sin quererlo te han llevado a la soltería? Tal vez te casaste con quien no deberías haberte casado y esta persona te abandonó para irse con otra persona, y aún te encuentras lamentándote. Tal vez tu cónyuge murió y vives como si todavía estuviera a tu lado, porque no te has decidido a dejar ir el dolor. Tal vez creciste en un hogar donde tus padres se divorciaron y temes que te pase lo mismo. Tal vez sufriste algún abuso sexual durante tu infancia y piensas que no hay oportunidad para ti. Tal vez te encuentras en una gran confusión de identidad sexual. Tal vez no encuentras a la persona ideal que estás buscando y no te has decidido a bajar ese ideal. Tal vez te cansaste de esperar y perdiste la esperanza. Tal vez tienes una discapacidad y temes el rechazo. Tal vez tienes tanta timidez social que no puedes acercarte a hablar con personas del sexo opuesto para entablar una amistad. Tal vez cometiste un grave error pensando que tú tenías el poder para cambiar a alguien. Tal vez nunca pensaste que las diferencias en las creencias religiosas iban a hacer una brecha. Tal vez no pudiste hacer nada más para salvar el matrimonio y mantienes el sentimiento de culpa. Tal vez . . . Así podríamos seguir nombrando circunstancias que pudieron llevarte a tu situación actual de soltería.

    Igualmente, tomaste la decisión de casarte y ahora estás solo, aún sabiendo que no era lo más conveniente, porque en el fondo sabías que no debías haberlo hecho; o por no buscar ayuda para enfrentar cualquier conflicto difícil en el matrimonio; o por creer que esa persona cambiaría o todo estaría mejor cuando te casaras; o por no dejar ir y soltar lo que sabes no te convenía; o por hacerle caso al miedo y no a la fe; o por no buscar ayuda para situaciones personales que pudiste haber estado pasando.

    Pero lo importante aquí no es sentirte culpable o condenado por lo que pudo ser y no fue, o por las decisiones equivocadas. Lo verdaderamente importante es que al asumir la responsabilidad por las decisiones equivocadas que has tomado y que te han podido llevar a la soltería darás un gran paso hacia la libertad, sanidad, restauración y transformación emocional y espiritual que Dios quiere darte.

    En las Escrituras encontramos tres casos en particular de personas que eligieron tomar la ruta que el GPS de Dios les indicaba, y al final su destino fue el matrimonio. Rebeca tomó la sabida decisión de ir con el criado de Abraham para casarse con su pariente Isaac, a quien ni siquiera conocía (Génesis 24:58). Rut, la moabita, tomó la sabia decisión de no regresar a su pueblo sino ir con su suegra, Noemí, para finalmente encontrarse con Booz, un pariente cercano de Noemí con quien se casaría (Rut 1:15–16). Jacob decidió trabajar siete años más con su suegro para poderse casar con Raquel, la mujer que verdaderamente amaba (Génesis 29:17–18).

    Lo cierto es que cuando aceptas con valentía la responsabilidad de tus decisiones y los errores que ellas pudieron hacer, podrás entender que el inagotable amor de Dios es más grande que tus errores, y que sus misericordias son para siempre. No importa si has tomado las decisiones equivocadas, lo importante es que cuando eres consciente de tus errores, te arrepientes, y le pides perdón a Dios, entonces Él, en su gracia inmerecida, convierte esos errores en oportunidades para mostrarte su poder y su gloria. Por lo pronto, haber tomado la decisión de seguir el GPS de Dios ha sido una muy buena elección.

    1

    TÚ DECIDES SOBREPASAR LAS CIRCUNSTANCIAS

    NUESTRO VIAJE POR la vida está lleno de dificultades, desde que nacemos hasta que morimos. Esta dualidad de la vida la expresa sabiamente el rey Salomón cuando dice: Todo tiene su tiempo . . . (Eclesiastés 3:1). Salomón dice que hay:

    Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

    —ECLESIASTÉS 3:2–8

    El viaje por la vida no es un camino recto, hay etapas y temporadas; la soltería es una de ellas. Cada etapa tiene desafíos propios que superar. Te darás cuenta que los desafíos de la soltería no son los mismos en el matrimonio; es por eso que cada desafío requiere determinación y valentía para superarlo. El viaje de la vida está lleno de desafíos, el Señor Jesús los llamó aflicciones (ver Juan 16:33). Cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador, cada uno de nosotros recibió al Espíritu Santo. Nadie dijo que sería fácil, pero Dios envió al Espíritu Santo, el Consolador, el espíritu de Verdad, para enseñarnos todas las cosas y, entre ellas, cómo sobrepasar las dificultades de la vida. En este momento que te encuentras en la etapa de soltería, ¿cuáles son tus desafíos? ¿Cómo estás enfrentando esos desafíos?

    Cuando miras a tu alrededor puede que estés viéndote rodeado de circunstancias que te quieren tragar. Una separación, el abandono, el divorcio, la terminación de una relación, la muerte de tu cónyuge, la timidez, una decepción amorosa, una vida en caos y llena de problemas, aun no encontrar a la persona adecuada, y cualquier otra cosa la ves como una circunstancia que te está acorralando para dejarte en la soltería. Si te preguntáramos cuáles circunstancias te han llevado a la soltería, pudieras nombrarnos algunas de una manera inmediata y rápida. Pero si te preguntáramos qué decisiones te han llevado a la soltería, posiblemente tu mente se quedaría en blanco y no te vendría ninguna. Lo que pasa es que crees que las circunstancias justifican tus decisiones: Hice eso porque estaba dolido o estoy soltero porque no encuentro a nadie que sirva.

    Miremos una realidad, a veces crees que son las circunstancias las que dan forma a tu vida, pero la verdad es que son las decisiones que tomas cada día en tu jornada por la vida las que hacen que avances, retrocedas o te detengas. Las circunstancias influyen, pero no determinan tus pasos. Traducido en otras palabras, las circunstancias te empujan a tomar decisiones, pero no deciden por ti. Tu vida es el producto de tus decisiones. Dios te ha dado, como ser humano, la capacidad y el poder de elección, de escoger, de decidir. Dios te ha dado todo el poder para decidir sobrepasar las circunstancias por muy duras o difíciles que parezcan.

    En las Escrituras, hay ejemplos de esto. José llegó a ser el Primer Ministro de Egipto. Su jefe directo era el Faraón, a pesar de haber sido echado en una cisterna por sus hermanos, vendido a unos comerciantes que iban a Egipto, comprado como esclavo por Potifar, calumniado por la esposa de Potifar y metido en la cárcel. Ester se arriesgó a presentarse delante del rey sin ser llamada para poder salvar a su pueblo de la aniquilación, a pesar de que el rey no la había llamado hacía ya bastante tiempo. Jesús continuó predicando, sanando y liberando a pesar de que lo querían matar. Todos ellos tomaron decisiones para sobrepasar sus circunstancias. Ninguno creyó que las circunstancias los habían puesto en donde estaban, porque creyeron que por encima de sus circunstancias estaba un Dios bueno que tenía planes de bien.

    Para poder sobrepasar tus circunstancias en el viaje de la soltería deberás enfocar tu mirada en los propósitos de Dios para tu vida. Tendrás que ver por encima de tus circunstancias a un Dios soberano y bueno. Tendrás que dejar de recordar el pasado y lamentarte por tu presente. Tendrás que poner toda tu confianza en Dios y creer lo que te ha dicho, siguiendo su GPS que te llevará hacia la tierra prometida, aunque estés enfrente de un gran Jordán y vengas de un caluroso desierto. El pueblo de Israel no lo entendió. La generación que salió con Moisés de Egipto no entendió que tenía que dejar de recordar y añorar su vida en Egipto. Tenía que dejar de quejarse del desierto, no tenerle miedo a los gigantes y enfocarse en el destino que Dios les había prometido, para ser una gran nación poseyendo la mejor tierra del mundo, aquella donde fluía leche y miel. El pueblo de Israel se perdió en sus circunstancias. ¿En qué circunstancias te estás perdiendo?

    Si Dios ha planeado un futuro para ti que incluye el matrimonio, porque Él sabe mejor que tú qué es lo que necesitas, entonces tendrás que pararte firme para creer que así será a pesar de tu pasado y a pesar de tu presente. Tendrás que entender que estás pasando por una etapa de preparación y cocción, y que solamente cuando la temperatura correcta hornee el pan entonces estará listo para ser sacado del horno. Dios sabe perfectamente cuánto fuego necesitas. Él sabe cuánto calor puedes soportar, así que te pondrá la temperatura perfecta.

    ¿Qué decisiones tendrás que tomar de hoy en adelante para sobrepasar tus circunstancias? Puede que tengas que tomar decisiones tan sencillas como buscar más íntimamente a Dios, acercarte más a Dios. Puedes decidirte a dejar de lamentarte por la etapa en la que te encuentras. Puedes dejar de pensar en el pasado y en todo lo que te hicieron. Puedes decidirte a ocupar tu tiempo sirviendo a Dios en algún ministerio de tu iglesia o de la comunidad, o incluso responder al llamado de Dios, si te está diciendo que tiene un ministerio para ti. Las posibilidades son muchas, ¿a qué te está guiando Dios en este momento?

    Si nunca te has casado y estás esperando conocer a otra persona creyente en Cristo para casarte, pero esta no aparece, puedes decidir seguir creyendo y buscar la guía de Dios para encontrar a la persona que Dios tiene para ti. O puedes decidir quedarte sin hacer nada y quejándote. A veces, puede que no te des cuenta que ya estás frente a la persona que Dios guió hacia ti, simplemente porque tu ideal es otro. La decisión es tuya; Dios te guía, tú decides. A veces, el enemigo o tus propios deseos son los que se interponen en el camino para hacerte creer que es Dios el que te está guiando, pero es tu decisión asegurarte de que Dios es el que te está guiando de tal forma que puedas escoger con su sabiduría y no con la tuya a la persona que tiene para ti.

    Cuando te determinas a sobrepasar tus circunstancias, te pones en el lugar correcto y en la posición adecuada para esperar tranquilamente a que Dios obre en tu vida de la forma en que Él quiera hacerlo, podrás descansar sabiendo que Dios tiene planes de bien para ti y que te espera un futuro glorioso que Él mismo ha preparado. Veamos el caso de Rut, la moabita. Mahlón, el esposo de Rut con quien vivía en los campos de Moab desde hacía diez años, murió. Su suegra, Noemí, había quedado viuda, y Orfa, su cuñada, también. Así que eran tres viudas viviendo en los campos de Moab.

    Un día, Noemí escuchó que en Belén de Judá, su tierra, Dios estaba dando alimento, así que decidió regresar. Les dijo a sus nueras que regresara cada una a su pueblo que no tendrían que ir con ella a su tierra. Orfa regresó, pero Rut decidió que ella no regresaría nunca más a su pueblo, que su destino estaba junto a Noemí, por lo que tomó una segunda decisión. Ella seguiría la creencia religiosa de Noemí: Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios (Rut 1:16). Allí en Belén de Judea, Rut tuvo que trabajar para poder mantenerse ella y a su suegra recogiendo espigas en el campo de Booz, un pariente cercano del esposo de Noemí que era rico. Dios hizo que Booz se fijara en Rut, ya que la gente decía de ella que era una mujer virtuosa al ser bondadosa cuidando a su suegra. Noemí al darse cuenta que él era el pariente que podía comprar y redimir su heredad le dio instrucciones precisas a Rut, quien las siguió al pie de la letra, para que se lo hiciera saber a Booz. Él tomó la decisión de redimirla, y aunque no era el pariente en primera línea, hizo todo lo necesario para asegurarse que podía redimirla si el otro pariente no lo hacía. Booz no solo redimió la heredad de Noemí, sino que se casó con Rut y tuvo un hijo al que llamaron Obed, quien fue el abuelo del rey David.

    Definitivamente las decisiones, y no las circunstancias, son las que hacen que una persona permanezca en el estado de soltería o no. La decisión de asistir a un grupo de estudio de la Biblia, la decisión de servir en un ministerio, la decisión de asistir a un evento para solteros, la decisión de relacionarte en la iglesia con un grupo de amistades, la decisión de derribar algunas barreras defensivas, la decisión de perdonar, la decisión de tener expectativas más reales y no tantos ideales, la decisión de no buscar perfección, y así sucesivamente, son decisiones que te pueden hacer avanzar en el viaje de la soltería hasta tu destino final.

    TOMA UN TIEMPO PARA ORAR

    Amado Padre celestial, en este momento vengo delante de ti para darte gracias por tu amor y misericordia, gracias por amarme a pesar de mis errores. Te pido perdón por las decisiones incorrectas que he tomado. Me arrepiento con todo mi corazón por no buscar primero tu guía y sabiduría. Te pido perdón por enfocarme en mis circunstancias y no mirar tu grandeza por encima de ellas. Te pido que me des tu sabiduría para tomar nuevas decisiones y que me des tu consejo y guía. Te pido que me ayudes a sobrepasar mis circunstancias y verte como tú verdaderamente eres, un Dios bueno. Recibo tu perdón y sé que nada me podrá separar de tu amor. Gracias por amarme con un amor incondicional y eterno. Gracias, porque creo que me llevarás a dónde has planeado que vaya. En el nombre de tu Hijo Jesús, amén.

    MI DECISIÓN DE CONFIANZA:

    1. Creo que voy a poder sobrepasar los desafíos y las circunstancias de mi vida porque Dios está conmigo para guardarme. Él es mi fortaleza y mi escudo, Él es mi ayudador y Él hará conmigo todo lo que me ha dicho que hará.

    Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.

    —SALMO 18:2

    Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré.

    —SALMO 28:7

    He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

    —GÉNESIS 28:15

    2. Creo que la etapa en la que me encuentro en este momento es una temporada corta, que pronto pasará el frío invierno y vendrá la primavera. Que estas circunstancias que estoy padeciendo serán por un poco de tiempo y que después de esta temporada estaré perfeccionado, afirmado, fortalecido y establecido por el Dios de toda gracia, aquel que me llamó a su gloria eterna en Jesucristo.

    Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.

    —1 PEDRO 5:10

    TOMA UN TIEMPO PARA REFLEXIONAR

    Después de leer este capítulo, ¿qué te está mostrando Dios acerca de tu vida?

    2

    TÚ DECIDES VENCER EL MIEDO Y EL TEMOR

    MIEDO FUE LO primero que tuvo Adán después de haber comido del fruto del árbol del bien y del mal. En Génesis 3:10 leemos: "Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí". Adán tuvo miedo y se escondió. Tal vez no te has dado cuenta, pero puede que, como Adán y Eva, te estés escondiendo del compromiso matrimonial porque tienes miedo. En pocas palabras, no te has casado porque has decidido hacerle caso al miedo y al temor.

    El miedo es un sentimiento de angustia que es provocado porque percibes un peligro real o imaginario, que puede estar en el presente o en el futuro. Es una sensación de riesgo o amenaza que te lleva a huir o a retirarte. Es un sentimiento profundo de inseguridad y desconfianza que te lleva a creer que va a ocurrir algo malo, algo contrario a lo que esperas.¹ El miedo te hace huir, te hace esconderte. Por supuesto que si estás ante un peligro real y necesitas salvar tu vida, el miedo es indispensable para ponerte en una situación de alerta que te permite responder con rapidez y eficacia. Pero cuando hablamos de soltería no resulta tan beneficioso si de lo que estás huyendo es del matrimonio. Sin darte cuenta puedes tener miedo de casarte sin que exista un motivo claro y real de por qué no quieres hacerlo.

    El miedo produce una manifestación fisiológica bastante incómoda, ya que se activa la amígdala situada en el lóbulo temporal del cerebro.² Es por eso que sientes que se te acelera el corazón, hay sudoración o empiezas a temblar, entre otras expresiones físicas de tu cuerpo, cuando te estás acercando a hablarle a una persona del sexo opuesto o cuando te hablan a ti, o cuando hablas en público. Además de lo fisiológico, también tiene un componente emocional que te provoca angustia y ansiedad, y un componente cognitivo que te genera pensamientos negativos que alimentan tu inseguridad y tu desconfianza de que te ocurra un daño real o imaginario.

    Definitivamente el miedo no es alguien con quién quieras estar. Y por si fuera poco, en el libro de Job (3:25) hay una advertencia, que si temes algo de forma persistente llegará un momento en que creerás tanto que va a ocurrir que de verdad haces que ocurra. Para explicártelo mejor, si constantemente estás temiendo que nunca te vas a casar entonces lo habrás creído tanto que de verdad terminarás no casándote nunca, o si constantemente estás temiendo volver a fracasar habrás establecido en tu mente pensamientos de fracaso que seguramente terminarás fracasando en cualquier relación que establezcas.

    El miedo se contagia, es decir, las personas te pueden meter miedo de casarte si constantemente te dicen que no te cases porque el matrimonio es como un juego de azar donde puedes perder. Te cuentan todos los chismes de divorcios y abandonos, lees artículos donde se enfocan en lo difícil que es el matrimonio, miras todas las noticias de fracasos de los famosos, y así sucesivamente. Entonces, es obvio que ante tanta mala noticia tengas cada vez más miedo de casarte.

    Ahora bien, existe una diferencia entre miedo y temor. El miedo se diferencia del temor en que el miedo te enfoca en una situación de amenaza presente o futura, mientras que el temor te enfoca en una situación pasada que no deseas que vuelva a suceder. Por esto, podrás diferenciar el miedo a entablar un compromiso matrimonial cuando sientes que aún no estás listo financiera o emocionalmente para dar ese paso. O quizás tienes temor al rechazo cuando en el pasado experimentaste rechazo por alguna persona importante para ti y no quieres que te vuelvan a rechazar. O temor al fracaso porque vienes de un divorcio y crees que te puede volver a suceder lo mismo.

    Es así que el temor al fracaso se convierte en un motivo inconsciente para evitar el compromiso matrimonial. Si vienes de un hogar de padres divorciados, puede que tengas miedo a terminar como tus padres. Para las personas que se han divorciado, el temor surge ante la posibilidad de que su nuevo matrimonio vuelva a terminar en divorcio. Igualmente, puedes tener miedo a la intimidad que se establece en el matrimonio o tener temor a la intimidad sexual, porque tuviste una experiencia sexual aterradora durante tu infancia. En otras ocasiones, el miedo al futuro surge ante la incertidumbre, los cambios en el estilo de vida, la responsabilidad que trae el compromiso, la carga financiera, los hijos, y otras cosas. Y en otros casos sucede al contrario, el miedo a la soledad te lleva al extremo de atrapar lo primero que se aparezca en el horizonte.

    En cuanto a las relaciones, el miedo hace uso de la cobardía. La cobardía es la falta de valor o firmeza.³ Una persona cobarde es aquella que siente miedo ante situaciones que son difíciles o le falta valor para emprender acciones riesgosas o peligrosas.⁴ La cobardía se relaciona con la timidez, el temor y el terror, por lo que una persona tímida es realmente una persona cobarde. Si eres una persona tímida podrás reconocer que hay una falta de seguridad en ti misma que te ha traído dificultades para relacionarte con otras personas, sobre todo del sexo opuesto, y exponerte socialmente. Aunque no te hayas dado cuenta, la timidez muchas veces disfraza el temor al rechazo y te está ayudando a que te mantengas sin casarte.

    De hecho, querida mujer, puedes estar esperando que un hombre tome la iniciativa para entablar una amistad, pero mantienes una completa indiferencia provocando que en vez de acercarse se aleje, o te has puesto estándares tan altos que ningún hombre llega ni siquiera a cumplir el primer

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