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Reglas De Combate: El arte de la oración estratégica y la guerra espiritual
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Reglas De Combate: El arte de la oración estratégica y la guerra espiritual
Libro electrónico347 páginas4 horas

Reglas De Combate: El arte de la oración estratégica y la guerra espiritual

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 Cindy Trimm es una autora muy solicitada que ha vendido más de 150,000 unidades en el mercado. Este es un libro bien estructurado que incluye declaraciones para combatir al enemigo armados con el poder y la autoridad de Dios. El lector estará equipado para derrocar al reino de la oscuridad y emerger como un verdadero conquistador. Este libro ayudará a los lectores a reconocer los principados y espíritus subordinados que operan en la oscuridad y además muestra cómo exponer las armas de la guerra y ser triunfador.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 sept 2011
ISBN9781599795799
Reglas De Combate: El arte de la oración estratégica y la guerra espiritual

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    Poderoso libro me ayuda mucho en mi vida espiritual y ministerio

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Reglas De Combate - Cindy Trimm

11:15).

PARTE I

LAS REGLAS DE COMBATE

UNO

USTED—REDEFINIDO

El verdadero dominio comienza con saber quién es usted

E. M. BOUNDS dijo una vez: «El gran plan de Dios para la redención de la humanidad está tan atado a la oración para que alcance su prosperidad y éxito como cuando el decreto que crea el movimiento fue publicado por el Padre, llevando en su frente la condición obligatoria, universal y eterna: ‘Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra’».1

Como creyente, usted tiene la clave para hacer avanzar el reino del cielo y destruir las obras del enemigo. Según Mateo 18:18: «De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo». Este texto habla de los aspectos legales y técnicos del reino, relativos a su autoridad en la Tierra. Usted es el agente oficial de Dios aquí en la Tierra. Por lo tanto, cualquier cosa que permita, el cielo lo permite y cualquier cosa que usted no permita, no lo permitirá el cielo. En la Parte 3, «Atar al Hombre fuerte», hablaremos con mayor profundidad acerca de cómo funcionar internamente las reglas del reino para producir victoria en la tierra.

Pero ahora, quiero que comprenda el poder que hay detrás de dos armas de guerra importantes: La oración y la Palabra de Dios. La combinación de ambas proporciona el golpe que garantiza que el enemigo ha salido de su vida, su familia, su ministerio, su comunidad y su país cada vez. La Biblia nos brinda ejemplo tras ejemplo de cuán cierto es esto. Vamos a analizar un ejemplo de cómo la oración cambia toda la filiación de una nación, y otro, de cómo la Palabra silencia al enemigo.

LA ORACIÓN EFECTIVA PRODUCE RESULTADOS SOBRENATURALES

Uno de nuestros ejemplos de esto es Elías. 1 Reyes 17:1 registra: «Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra» (énfasis agregado). Elías tenía toda la autoridad del cielo tras de él cuando pronunció este juicio sobre el reino de Acab, puesto que habían deshonrado a Dios y se habían entregado a adorar a ídolos. Podría parecer que, caprichosamente, Elías decidió retener la lluvia, pero no fue así. Si observa atentamente Santiago 5:17, verá el secreto de su poder: «Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese…» (Énfasis agregado). La oración ferviente de este hombre justo produjo resultados sobrenaturales. (Ver Santiago 5:16.)

Elías conocía el poder de la oración, y durante sus tratos con Acab, mantuvo una clara comunicación con el Dios de los cielos. Su lugar estaba bien establecido en Dios, tenía el derecho de hablar contra cosas que no estaban en línea con lo que Dios ordenaba. Sabía que cuando pronunciaba su juicio sobre cosas que no le complacían a Dios, Dios pronunciaría el mismo juicio.

Lo que debemos aprender del ejemplo de Elías es que puesto que Dios nos creó a su imagen y semejanza, coronándonos con su gloria y estableciéndonos como sus representantes terrenales, tenemos autoridad en la tierra para decretar los juicios de Dios (Génesis 1:28; Salmo 115:15–16). Puede que Adán y Eva hayan caído en el pecado, pero hemos sido restaurados a los lugares altos en Dios a través del sacrificio de Jesucristo. Lo que se perdió se ha vuelto a ganar y se nos ha sido devuelto por nuestro General y poderoso Hombre de guerra. Depende de nosotros que hagamos cumplir esa autoridad (Salmo 8:4-6; 115:16; Lucas 10:19; Efesios 2:2). Nuestra autoridad y dominio pueden activarse de la misma manera que en Elías: A través de una oración ferviente, y enfática.

Observando el estado del mundo, he llegado a la conclusión de que éste no necesita más iglesias, más renacimientos, más coros, más salmistas ni más trovadores. Lo que la iglesia necesita es más hombres y mujeres de oración. La oración es una tecnología divina que, cuando se la implementa, le da permiso a Dios para intervenir en los asuntos de la humanidad. De existir algún momento en que el mundo podría utilizar algo de intervención divina, seguramente es ahora.

Leí un cuento titulado «Spurgeon’s Boiler Room» [La sala de calderas de Spurgeon]. Contaba acerca de cinco estudiantes secundarios que estaban paseando un domingo en Londres y fueron a oír predicar al afamado C. H. Spurgeon. Mientras esperaban que se abrieran las puertas, los saludó un hombre que les preguntó si les gustaría ver la planta de calefacción de la iglesia. Era verano, así que no estaban interesados en ver un lugar caliente en ningún edificio. El cuento continúa:

No querían ofender al extraño, así que consintieron. Los jóvenes fueron llevados abajo por una escalera, se abrió silenciosamente una puerta y su guía susurró: «Esta es nuestra planta de calefacción». Sorprendidos, los alumnos vieron a 700 personas postradas orando, buscando una bendición en el servicio que estaba por comenzar en el auditorio de arriba. Cerrando suavemente la puerta, luego el caballero se presentó. No era otro que Charles Spurgeon.2

En toda dispensación y generación, Dios ha tenido a un hombre o a una mujer que participaron con Él en la redención de la humanidad. Lo hicieron a través de la oración. Abraham, Moisés, Ana, David, Salomón, Pablo, San Francisco de Asís, Martín Lutero, el Hermano Lorenzo, John Wesley, John Wesley, David Livingston, Oswald Chambers, E. M. Bounds, D. L. Moody, Watchman Nee, Corrie ten Boom, David Yonggi Cho, y la lista continúa. Estas personas y muchas otras se asociaron a Dios para cambiar la condición del mundo. Charles G. Finney dijo: «La oración efectiva es una oración que logra lo que busca. Es una oración que conmueve a Dios, afectando su fin».3 Con este fin, creo que en esta dispensación, todas las iglesias deben contar con una «sala de calderas», con un «Spurgeon» moderno como guía.

LA PALABRA SILENCIA AL ENEMIGO

Esto es lo que le sucedió a Jesús en el desierto. La voz del enemigo Le habló en tres ocasiones. Usted tiene que comprender que la conversación no fue verbal, como lo describe el siguiente texto:

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.

—Mateo 4:1–11

Advierta que Jesús luchó con la Palabra del Señor y llevó sus pensamientos bajo esa autoridad. Usted debe hacer lo mismo. El diablo estaba detrás de la autoridad y dominio de Jesús en el reino terrenal. Él está detrás de los suyos. No los entregue. Debe luchar contra cada pensamiento que no se alinee con la Palabra de Dios y pelear con la Palabra de Dios. Deje de lado los pensamientos y llévelos bajo la autoridad de la Palabra y bajo el señorío de

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