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El yorkshire terrier
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Libro electrónico247 páginas1 hora

El yorkshire terrier

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El yorkshire es un pequeño terrier dotado de un gran temperamento. Pese a su tamaño, su digno aspecto le confiere una apariencia noble en la que destaca su mirada viva e inteligente. En las últimas décadas se ha convertido en un perro de compañía muy popular que ha conquistado el interés y el corazón de numerosos estudiosos. El yorkshire es un animal con un carácter muy equilibrado, animado y divertido. Posee una gran capacidad de adaptación a su amo y se entiende muy bien con los niños. Dotado de un buen olfato y un fino oído, es un excelente perro guardián y reacciona rápidamente ante el menor ruido que le resulte sospechoso. Su pelo largo, liso y sedoso necesita un cepillado diario para poder mantenerse en buen estado. En esta obra encontrará la información necesaria para descubrir esta raza, comprender su carácter, darle la educación adecuada y alimentarla de una forma correcta, así como todo lo relativo a la reproducción, el crecimiento de las nuevas camadas, el cuidado de su salud y el aseo más conveniente para las exposiciones.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 mar 2020
ISBN9781644618684
El yorkshire terrier

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    El yorkshire terrier - Antonella Tomaselli

    Notas

    INTRODUCCIÓN

    Cuando el hombre se despertó, dijo: «¿Qué está haciendo ahí Perro Salvaje?». A lo que la mujer respondió: «Ya no se llama Perro Salvaje, sino Primer Amigo, porque será nuestro amigo para siempre».

    R. Kipling

    Un día, cuando era una niña, hace muchos años, leí un folleto que presentaba varias razas de perros. Iba pasando las páginas con curiosidad e interés hasta que llegué al párrafo dedicado al yorkshire terrier: ¡fue un flechazo! No podía apartar los ojos de la fotografía en la que aparecían dos preciosos ejemplares de manto de seda azul y oro. Me impresionaron aquellas expresiones tiernas y al mismo tiempo graciosas. A medida que iba leyendo, me daba cuenta de que aquella raza estaba hecha para mí. Y así llegó mi primera yorkita.

    De esta forma, de una manera casual, se inició un largo viaje que influyó en gran parte mi vida (pero entonces todavía no lo sabía...).

    Mis yorkshires me han dado y me dan tanto... No me refiero a los fabulosos éxitos en las exposiciones, que ciertamente han sido motivo de enorme satisfacción, sino a su amor incondicional, a su modo de demostrar dedicación, generosidad, modestia, fidelidad... Son pequeñas y conmovedoras presencias que no piden nada y, en cambio, siempre son pródigos en serenidad y momentos felices: si les miras a los ojos, puedes sintonizar con un universo mágico.

    Tengo la esperanza de que este libro sirva de detonante para alguien, como lo fue para mí aquel folleto, y que le permita liberar el deseo de tener un yorkshire terrier.

    En cambio, para quien ya posee un yorky, este libro pretende ser una guía para profundizar en el mundo de esta raza maravillosa, conocerla con detalle, poder apreciarla y vivirla mejor. Me gustan las personas que aman y respetan a los perros. Como decía Kant, «puede juzgarse el corazón de un hombre por la manera como trata los animales».

    Ch. Deep Emotion, cría y propiedad de Liliana Cheroglo (© 24 Carats.it)

    ORÍGENES

    El yorkshire terrier es el producto del cruce de varios tipos de terrier que existían en Gran Bretaña. Sus progenitores habían sido seleccionados para cazar ratones y pequeños animales salvajes.

    Los terrier tenían mucho temperamento y estaban acostumbrados a cazar a sus presas persiguiéndolas hasta el interior de sus madrigueras. Eran animales muy valientes y de talla pequeña.

    Con el tiempo se formaron y se estabilizaron varias razas, aunque no existe una documentación detallada que nos permita saber con exactitud el camino que llevó hasta el nacimiento del yorkshire terrier.

    PRIMEROS YORKSHIRES TERRIER

    Las hipótesis más verosímiles sugieren que, entre los antepasados del yorkshire, estuvo el clydesdale o payslei terrier, una raza que ya no existe y que estuvo participando en las exposiciones inglesas hasta 1902. Es casi seguro que fue cruzado con el broken-haired terrier, un tipo de perro que estaba muy difundido desde hacía tiempo en la región de Yorkshire (Gran Bretaña). Estos cruces fueron posibles gracias a la llegada a dicha zona de muchos obreros procedentes de Escocia que iban a buscar trabajo en las industrias laneras, acompañados de toda la familia y con sus perros.

    Además de las dos razas ya citadas, probablemente se usaron en varios cruces el skye, el maltés y el dandie dinmont. En cualquier caso, los habitantes de Yorkshire se dieron cuenta rápidamente del valor que tenía el espléndido terrier que acababan de crear y, a partir del momento en que empezó a gustar y a aumentar su demanda, su valor comercial aumentó proporcionalmente. Sus criadores intentaron fijar al máximo las características de este tipo y empezaron a exponer también los primeros ejemplares.

    En la exposición canina de Birmingham (1860) se instauraron unas clases especiales para estos perros, que fueron clasificados simplemente como terrier escoceses o broken-haired terrier.

    RECONOCIMIENTO DE LA RAZA

    En 1866, el Club Kennel inglés, que había sido creado recientemente, reconoció esta raza y le dio el nombre de yorkshire terrier. Angus Sutherland fue quien sugirió que se adoptara esta denominación. De hecho, a los perros de aquella época se les llamaba a menudo así y muchos de los mejores ejemplares procedían de la región de Yorkshire.

    Rawsob B. Lee, en su libro acerca de los terriers publicado en 1894, nos habla de los primeros york interesantes: «El difunto Peter Eden, de Manchester, famoso en sus tiempos por los carlinos y los bulldog, era propietario de un york especialmente bueno: Albert. Este tenía unas orejas caídas naturales, hecho que, en un cierto sentido, dio origen al corte de estos miembros, que todavía no se había considerado en el york. A partir de entonces, el yorkshire tuvo, por norma, las orejas cortadas, y no pasaron muchos años antes de que se pudiera ver un animal con estas extremidades puntiagudas naturales, sin amputar. En las exposiciones más antiguas se presentaron excelentes ejemplares con orejas enteras, y se creó una clase especial para ellos. La longitud del pelo en el cuerpo y la cabeza de algunos de los perros es realmente increíble, y la textura y el color son efectivamente extraordinarios.

    Unos de los primeros criadores de yorky fueron los obreros de las industrias textiles y laneras de Yorkshire; se dice que estos a veces tenían las manos sucias y que, al acariciar a sus pequeños yorkies, los ensuciaban con grasa sin querer. Pero así descubrieron que esta beneficiaba al pelo, lo hacía más brillante y sedoso, y menos frágil. En las exposiciones caninas de la época, sus perros eran los que lograban mejores resultados.

    Dos ejemplares Delle Antiche Mura. Los yorkshires terrier inicialmente eran cazadores de ratones (© A. Bacchella)

    Una bellísima pareja de ejemplares Delle Antiche Mura (© A. Bacchella)

    »Se dice que, cuando su forma alcanza el máximo, el pequeño Conqueror, de la señora Troughear de Leeds, tiene un manto uniforme de 24 pulgadas (61 cm) de longitud, y pesa unas 5 libras (2,5 kg). Uno de los más elegantes pequeños representantes de esta raza, un auténtico campeón en miniatura, fue Smart, propiedad del señor Kirby, que ganó un gran número de premios hace veinte años.»

    En cuanto a Peter Eden, queremos destacar que también fue un juez muy apreciado y que tuvo el mérito de «producir» el primer stock de yorkshire terrier, inicialmente inscritos con los nombres de broken-haired, scotch y york terrier. Fue también él quien registró el primer perro en el libro de orígenes del Club Kennel. Era precisamente Albert, un magnífico semental que figura más de una vez en el pedigrí del progenitor por excelencia de los yorkshires: el gran Huddersfield Ben.

    Huddersfield Ben fue un excelente reproductor que influyó de un modo determinante en esta raza, a la que transmitió el temperamento, el color, la textura, los reflejos y la longitud del pelo. Pertenecía a la señora M. A. Foster, titular del afijo Bradford, y había sido criado por el señor Eastwood de Huddersfield, un gran aficionado a un deporte muy de moda en aquella época: las apuestas de perros que cazaban ratones, un divertimento conocido con el nombre de ratting.

    El pequeño Huddersfield Ben dedicó los primeros años de su vida al exterminio de ratones, actividad en la que tuvo un éxito notable. A los cuatro años fue adquirido por el matrimonio Foster. Con cuidados constantes, convirtieron a Huddersfield Ben en vencedor de muchos premios en todo el territorio británico. Fue premiado 74 veces; los reconocimientos más importantes que logró en las exposiciones fueron: Manchester, 2.º premio en 1869 y 3.er premio en 1870; Palacio de Cristal de Londres, 1.er premio en 1870 y 2.º premio en 1871.

    Entre sus hijos más famosos tenemos que citar a la pequeña Little Kate, Benson, Emperor, Mozart, Cobden y Dandy (todos ellos campeones).

    Las ilustraciones de la época que reproducen los ejemplares citados muestran que los yorkshires terrier no eran tan compactos como marcaba el estándar. Así, por ejemplo, las relaciones de los jueces de las exposiciones de la época sobre Mozart dicen que tenía el dorso demasiado largo. Además, en muchas ocasiones puede verse a Huddersfield Ben y a la pequeña Kate retratados juntos, lo cual permite observar, aparte de la longitud del dorso, una importante diferencia en la talla.

    La señora Foster hizo mucho por la raza gracias a su entusiasmo y sus capacidades. Ella y su marido empezaron a presentarse en las exposiciones en 1864, y cuarenta y siete años después todavía las frecuentaban, para presenciar en toda Gran Bretaña legiones de campeones producto de su trabajo.

    M. A. Foster, que también criaba otras razas, solicitó juzgar en las exposiciones, y así se convirtió en la primera jueza de la historia. Otro de sus ejemplares más célebres fue Ch. Ted, descendiente directo de Huddersfield Ben. Tenía el pelo del manto tan largo que superaba la altura en la cruz. Ch. Ted logró 265 premios, entre primeros y especiales.

    Ch. Ted en Les races de chiens, de H. de Bylandt, 1904

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