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El Yorkshire Terrier
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Libro electrónico271 páginas2 horas

El Yorkshire Terrier

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Se trata del perro de talla pequeña más divertido y bonito; es ágil y enérgico, gracioso y elegante; el yorkshire terrier es un perro de compañía muy afectuoso, aunque con el carácter y la osadía propias de todos los terrier.
Esta guía ilustrada se anticipa a todas las preguntas y ofrece las mejores respuestas que se formula quien posee un yorkshire terrier o desea tenerlo.
Aquí hallará la educación de base y los ejercicios básicos que todos los perros deberían dominar para poder convivir correctamente con el hombre.
El test de Campbell que se presenta le servirá para valorar el carácter y le será de gran ayuda para elegir el cachorro más adecuado.
Conocerá cuál es la alimentación adecuada para que su yorkshire esté siempre en perfecta forma.
Aprenderá a distinguir qué problemas de salud pueden solucionarse en casa y en qué casos convendrá que visite al veterinario: pequeños contratiempos, vacunaciones, desparasitaciones.
Encontrará toda la información relativa a la camada: el celo, la gestación, el parto, el cuidado de los cachorros, etc.
Y también el aseo del manto, la preparación para iniciarse en el mundo de las exposiciones y muchas cosas más.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 oct 2018
ISBN9781644615621
El Yorkshire Terrier

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    El Yorkshire Terrier - Valeria Rossi

    Terrier

    Dos ejemplares del criadero Delle Antiche Mura: Una perla y Yorako

    INTRODUCCIÓN

    «¡Qué maravilla!»

    Paseando con un yorkshire con su espléndido manto muy cuidado, oiremos esta exclamación, por lo menos tres veces al día, en boca de quien lo vea pasar o se detenga fascinado para acariciar a nuestro pequeño amigo.

    No cabe ninguna duda: el york, como también lo llaman los aficionados, es uno de los perros más bonitos que existen y seguramente el que tiene el manto más vistoso.

    Pero el yorkshire terrier no es un ovillo de pelo que suscita la admiración de los transeúntes (o de los jueces en las exposiciones): es ante todo un perro, un pequeño gran perro, con un corazón de león.

    Nacido como cazador de alimañas (es decir como «valeroso guerrero»), en pocas décadas se ha convertido en animal de compañía, mimado por señoras emperejiladas o utilizado como peluche viviente por niños que no siempre saben lo que hacen.

    Salta a la vista que este papel le queda pequeño.

    El yorkshire no es un juguete y nunca se sentirá como tal; no es esta la vida que le corresponde, y le ofende ese papel cuando le toca. El yorkshire tiene que gustar en tanto que perro, no como peluche o como vistoso adorno.

    Cuando se le trata como a un perro, en el sentido más positivo de la palabra, el yorkshire muestra un carácter excepcional: es dulce y valiente, noble y elegante, simpático y juguetón, pero también un eficaz guardián (naturalmente dentro de los límites que le permite la talla) y defensor de todo lo que él quiere.

    Si no es tratado como un perro se puede convertir en un pequeño déspota neurótico, gruñón, a veces mordedor y dispuesto a todo tipo de afrentas.

    Otra advertencia: el manto del york nunca será la «maravilla» deseada si no recibe los cuidados correspondientes. Un manto dejado a su suerte se convierte en un manojo de nudos que nada tiene de maravilloso y que acarrea notables molestias.

    Si soñamos con los fluidos pelajes que se ven en las revistas especializadas, debemos tener claro que no son así espontáneamente, sino que son el resultado de un paciente acicalado.

    Todos estos aspectos se tratan con mayor profundidad en los capítulos respectivos.

    Así pues, ¿estamos seguros de que queremos un perro, y no un muñeco de peluche, un sucedáneo de hijo, un símbolo de posición social o un adorno de lujo?

    ¿Somos conscientes de que mantener arreglado el manto del yorkshire comporta un notable esfuerzo?

    Si hemos respondido afirmativamente a ambas preguntas, tenemos en nuestras manos el libro adecuado. En caso contrario, quizá deberíamos pensar en otra raza.

    Los orígenes

    Los terrier son perros pequeños, robustos y valientes. Nacieron para ayudar al hombre a defenderse de los animales nocivos y en siglos pasados fueron utilizados por las clases menos favorecidas para cazar el tejón y el zorro, que a menudo eran más grandes que los propios perros.

    De ahí viene el carácter indómito y altivo que todavía impregna la familia de los terrier, incluido el yorkshire, que es un representante de gran relieve, aunque en la actualidad sólo esté considerado un perro de compañía.

    El reconocimiento oficial por parte del Kennel Club inglés data de 1866.

    En la creación de la raza que nos ocupa contribuyó casi con toda certeza una raza actualmente extinguida: el clydesdale terrier, también llamada paisley terrier, un perro parecido al skye terrier actual, aunque con una longitud dorsal menor. Tenía una altura de 34-35 cm, pesaba en torno a los 5 kg y era de color azul; su pelo era de textura sedosa, medía unos 13 cm, y tenía las orejas erguidas. Otra raza que intervino en el nacimiento del yorkshire fue el scotch terrier, un perro de hocico corto, extremidades cortas y fuertes, y con un manto áspero de color rubio y rojo, blanco y beige, o bien con pelo negro, liso y blando.

    Un criador del siglo XIX, John Richardson, afirmó que el yorkshire descendía del waterside terrier, un perro de pequeñas dimensiones pero de gran carácter, bastante difundido en la época de Guillermo IV (1830-1837). Era una raza con el pelo espeso y canoso, de unos 12 cm de longitud, plateado en la zona de la cabeza.

    En 1872 el escritor Stonehenge explicaba a propósito del york: «A veces su manto tiene una consistencia sedosa, y los colores son azul y leonado o azul y fuego».

    En el último tercio del siglo XIX, es de destacar la importante contribución a la raza de Huddersfield Ben, un perro propiedad de la señora Foster, de Bradford.

    Hacia 1880, la raza llegó a Estados Unidos, donde inicialmente no convenció demasiado, quizás en parte porque las características estaban aún poco fijadas. Al no poder modificar el estándar de una raza inglesa, en Estados Unidos se cuidó particularmente el movimiento, y el resultado es que hoy día los ejemplares americanos destacan precisamente por esta característica.

    Desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, se produjo una importante evolución en la estructura del animal: la talla aumentó y el manto ganó longitud hasta lograr los resultados espectaculares que se pueden ver hoy en día.

    En 1946, en el transcurso del Annual General Meeting of the Yorkshire Terrier, fue aprobada una escala de puntos y de valores porcentuales que todavía son válidos. En 1990 fue aprobado el último estándar en vigor.

    En la actualidad, además de la cría inglesa y americana, destacan otros países, especialmente Italia, donde, por ejemplo, el criadero Delle Antiche Mura ha producido un ejemplar como Agapi, que en mi opinión ha dado un empuje fundamental a la raza.

    DESCUBRIR Y CONOCER AL PERRO

    EL CACHORRO

    El yorkshire es un perro de moda y, como ha ocurrido con otras razas, el aumento de la demanda de cachorros ha propiciado la aparición de muchos autodenominados criadores que han introducido en el mercado ejemplares fuera de tipo. Afortunadamente, sigue habiendo criadores profesionales y competentes que continúan produciendo ejemplares de calidad.

    Antes de formalizar la adquisición de un perro de la raza yorkshire terrier, es recomendable mantener una charla con el criador, para que nos describa las características de estos animales. No todas las personas están capacitadas para convivir con un perro de carácter tan fuerte y tan testarudo. La incompatibilidad puede tener efectos muy negativos, especialmente para el perro, que puede ser abandonado o regalado. Por lo tanto, es preferible documentarse perfectamente antes de efectuar la compra.

    Si en lugar de comprar el cachorro en un criadero lo compramos en una tienda de animales, deberemos examinarlo atentamente. Puede ser útil recibir algún consejo. Si esto no es posible, tendremos que valorar el estado de salud del cachorro por nosotros mismos.

    LA CABEZA DEL CACHORRO

    1. El interior de las orejas ha de estar limpio y no debe emanar ningún tipo de olor. El mal olor puede deberse a la presencia de ácaros (otitis parasitaria)

    2. Los ojos del cachorro han de ser alegres y vivaces, y sobre todo deberán estar limpios. La secreción lagrimal abundante es siempre un mal signo: si la secreción es líquida puede ser síntoma de una irritación (conjuntivitis), y si está seca (legaña) es más alarmante porque puede ser un síntoma de moquillo. Atención: aunque sólo uno de los cachorros presente síntomas de enfermedad infecciosa grave, no basta con descartar aquel ejemplar. Probablemente la infección se habrá contagiado al resto de la camada y aquel perro en concreto (quizá por ser el más débil) sea simplemente el primero en manifestar los síntomas

    3. Las mucosas han de estar bien pigmentadas (negras); hasta los dos meses la pigmentación puede ser incompleta. No es preocupante la presencia de alguna manchita rosada en el cachorro de muy corta edad; sin embargo, si persiste pasados los dos meses, se convierte en un defecto.

    El cachorro no tiene la dentadura definitiva, sino la de leche, y por lo tanto no se puede adivinar si será completa. En cambio, sí se puede apreciar si el cierre es correcto (en tijera)

    ■ TIPOS DE MORDIDA

    1. cierre en tijera; 2. cierre en tenaza; 3. prognatismo; 4. bragnatismo

    EL CUERPO DEL CACHORRO

    1. El abdomen tenso o hinchado puede ser síntoma de parásitos intestinales. Tengamos en cuenta, no obstante, que después de comer todos los cachorros tienen el vientre tenso e hinchado. Si es este el caso, habrá que observarlo nuevamente al cabo de unas horas. La piel del vientre debe ser lisa y rosada, sin pústulas ni enrojecimientos

    2. Al cumplir los dos meses el cachorro macho ha de tener los testículos completamente descendidos en el escroto. No siempre son bien visibles, pero se pueden notar con la palpación. La falta de un testículo (monorquidia) o de ambos (criptorquidia) es un problema hereditario que excluye el perro de las exposiciones y de la reproducción; por consiguiente, ante esta circunstancia pospondremos la compra. Quizá la situación se normalice en cuestión de días, pero si no es así se aconseja desestimar la compra del animal. Además de ser una tara hereditaria, es decir, que se transmite a la descendencia, puede causar problemas al propio perro. En efecto, el testículo retenido dentro del abdomen recibe un calor excesivo, y puede degenerar en tumor, por lo cual debe ser extirpado quirúrgicamente

    ■ ¿MACHO O HEMBRA?

    En esta raza la diferencia es lo de menos: la hembra tiene uno o dos periodos de celo al año y las pérdidas son proporcionales al tamaño del ejemplar, o sea, muy reducidas. En cualquier caso este inconveniente puede paliarse con unas braguitas higiénicas, de venta en los comercios especializados.

    El macho es un poco más «simpático» y a menudo marca el territorio con orina: el dueño deberá imponerle firmemente la prohibición de que lo haga dentro del piso.

    ■ EL CERTIFICADO SANITARIO

    La persona que nos venda el cachorro deberá entregarnos el certificado sanitario y de vacunación con las correspondientes etiquetas de vacunaciones, las fechas de las revacunaciones y de las desparasitaciones.

    La primera desparasitación contra los ascárides (lombrices redondas muy frecuentes en los cachorros) normalmente se realiza a los 20 días, seguida de dos o tres repeticiones quincenales.

    La primera vacuna se pone entre los 45-50 días (antes no serviría de nada, porque el cachorro tiene ya la protección de los anticuerpos maternos) y vuelve a reperitrse al cabo de dos semanas, en tanto que las revacunaciones son anuales.

    Actualmente en los criaderos se utilizan vacunas polivalentes, aunque algún veterinario todavía usa vacunas diferentes para cada enfermedad.

    Importante: hasta que el ciclo de vacunas no se haya completado, el cachorro no debe salir de casa y no debería tener contactos con perros extraños (a no ser que sean animales que conozcamos bien, y que sepamos con certeza que están sanos y vacunados).

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