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Tierra de amor y ruinas
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Tierra de amor y ruinas
Libro electrónico236 páginas3 horas

Tierra de amor y ruinas

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Información de este libro electrónico

Una joven escritora en la treintena que acaba de separarse y que apenas está comenzando a tantear el terreno de una nueva relación, poco tiempo después de la grave crisis financiera que asoló a Islandia a finales de la pasada década, se encuentra de pronto en territorio desconocido, interrogándose por los verdaderos cimientos sobre los que debería construirse el amor y la vida familiar, los vínculos con su país y con la tierra misma. Emprende entonces un viaje que la llevará a conocer las ruinas de las casas de sus antepasados, quienes trataron de vivir en armonía entre sí y con la naturaleza, una búsqueda que la conducirá por todo lo largo y ancho de Islandia, pero también de Francia e Inglaterra, tratando de entender qué constituye, en definitiva, un hogar.
IdiomaEspañol
EditorialSexto Piso
Fecha de lanzamiento21 mar 2020
ISBN9788417517908
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    Tierra de amor y ruinas - Odnny Eir

    Tierra de amor y ruinas

    Tierra de amor y ruinas

    ODNNÝ EIR

    TRADUCCIÓN DE FABIO TEIXIDÓ

    Todos los derechos reservados.

    Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,

    transmitida o almacenada de manera alguna sin el permiso previo del editor.

    Título original

    Jarðnæði

    Copyright © Oddný Eir Ævarsdottir, 2011

    All rights reserved

    Published by arrangement with HarperCollins Publishers, Inc.

    Primera edición: 2019

    Traducción

    © Fabio Teixidó

    Imagen de portada

    Vista del Lago Gentofte, Vilhelm Hammershoi (1864-1916), 1903, óleo sobre lienzo (83 x 78 cm). Colección particular

    Copyright © Editorial Sexto Piso, S. A. de C. V., 2017

    París 35–A

    Colonia del Carmen, Coyoacán

    04100, Ciudad de México, México

    Sexto Piso España, S. L.

    C/ Los Madrazo, 24, semisótano izquierda

    28014, Madrid, España

    www.sextopiso.com

    Diseño

    Estudio Joaquín Gallego

    Conversión a libro electrónico

    Newcomlab S.L.L.

    ISBN: 978-84-17517-90-8

    Este libro ha recibido una ayuda a la traducción del:

    El presente proyecto ha sido financiado con el apoyo de la Comisión Europea. Esta publicación (comunicación)es responsabilidad exclusivade suautor. La Comisión no es responsable del uso que pueda hacerse de la información aquí difundida.

    Índice

    PORTADA

    REIKIAVIK, DÍA DE SANTA LUCÍA

    REIKIAVIK, SOLSTICIO DE INVIERNO

    REIKIAVIK, EN EL ÁTICO, DÍA DE LA EPIFANÍA

    SELSUND, INMEDIACIONES DEL VOLCÁN HEKLA,

    A LOS PIES DEL HEKLA, DÍA DEL REVENTÓN*

    REIKIAVIK, MIÉRCOLES DE CENIZA

    STYKKISHÓLMUR, PRIMER DÍA DEL VERANO*

    STYKKISHÓLMUR, INVENCIÓN DE LA SANTA CRUZ

    HERGILSEY, DÍA DE LA MADRE

    HERGILSEY, DÍA DE PAGO DEL FORRAJE*

    STYKKISHÓLMUR, COMIENZA

    PARÍS, TÉMPORA, LUNA LLENA

    BASILEA, DÍA DE LA REPÚBLICA DE ISLANDIA

    BASILEA, DÍA DE LA FOCA CAPUCHINA,

    STYKKISHÓLMUR, SOLSTICIO DE VERANO

    STYKKISHÓLMUR, NOCHE DE SAN JUAN,

    STYKKISHÓLMUR, DÍA DE LA VISITACIÓN,

    VEGAMÓT, DÍA DE SANTA SUNNIVA

    REIKIAVIK, DÍA DE MARÍA MAGDALENA

    REIKIAVIK, CALLE NÝLENDUGATA,

    REIKIAVIK, CALLE NÝLENDUGATA,

    REIKIAVIK, CALLE NÝLENDUGATA, DÍA DE SAN GIL

    REIKIAVIK, EQUINOCCIO DE OTOÑO

    REIKIAVIK, LUNA DE INVIERNO*

    REIKIAVIK, DÍA DE SAN GALO

    REIKIAVIK, DÍA DE LOS MUERTOS,

    REIKIAVIK, CALLE NÝLENDUGATA,

    REIKIAVIK, TÉMPORA

    REIKIAVIK, SOLSTICIO DE INVIERNO

    REIKIAVIK, CALLE NÝLENDUGATA,

    REIKIAVIK, DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES

    HVERAGERÐI, PLENO INVIERNO, COMIENZA EL

    HVERAGERÐI, DÍA DE LAS CONTRADICCIONES,

    HVERAGERÐI, DÍA DE LAS PLEGARIAS

    HVERAGERÐI, DÍA DE SANTA BRÍGIDA

    REIKIAVIK, SOL DE MEDIADOS DE INVIERNO

    HVERAGERÐI, FIESTA DE LA CANDELARIA,

    HVERAGERÐI, COMIENZO DE LA TEMPORADA

    HVERAGERÐI, DÍA DE SAN VALENTÍN,

    HVERAGERÐI, DÍA DE LA MUJER DE LA CASA,*

    HVERAGERÐI, EQUINOCCIO DE PRIMAVERA,

    SKÓGAR, INVENCIÓN DE LA SANTA CRUZ

    GRÖF, EN ÖRÆFI,

    SKÓGAR, A LOS PIES DE EYJAFJÖLL,

    SKÓGAR, DÍA DE SAN COLUMBA

    SKÓGAR, DÍA DE SAN JUAN Y DÍA DE MARTINA,

    CUMBRIA, DÍA DE SAN SUITUNO, LUNA LLENA

    GRASMERE, DÍA DE SANTA FELPA

    GRASMERE, DÍA DE LAS CUEVAS,

    CUMBRIA, CELEBRACIÓN ESTIVAL DE SAN TORLACO,

    MÁNCHESTER, DÍA DE MARÍA MAGDALENA

    WORSLEY, MITAD DE VERANO,

    WORSLEY, CIZALLADURA DEL VIENTO,

    WORSLEY, DÍA DE LOS SINTECHO

    LONDRES, DÍA DE SANTIAGO ¿QUÉ SANTIAGO?

    LONDRES, DÍA DEL PSICOANÁLISIS,

    LONDRES, SAN PUCK, LUNA LLENA

    LONDRES, FIN DE LA CANÍCULA,

    REIKIAVIK, DÍA DEL MARTIRIO

    ÞINGEYRAR, DÍA DE LAS YEGUAS,

    BÓLA, DÍA DEL LIQUEN, LUNA LLENA

    HÓLSFJÖLL, DÍA DEL BREZO DE FINALES

    HÓLSFJÖLL, DÍA DEL MUSGO DE PANTANO,

    ÁS, KELDA, DÍA DE LOS ESTANQUES

    SNARTARSTAÐIR, NÚPASVEIT,

    ÞÓRSHÖFN, ÞISTILFJÖRÐUR, MISMO DÍA

    VOPNAFJÖRÐUR, DÍAS DE LA JUNGLA,

    VOPNAFJÖRÐUR, DÍA DE LA CABALLA

    VOPNAFJÖRÐUR, DÍA DEL ADN

    SKRIÐUKLAUSTUR, DÍA DE LOS STURLUNGAR

    SLÉTTALEITI, NOCHES DE JÚPITER

    SLÉTTALEITI, SUÐURSVEIT,

    KIRKJUBÆJARKLAUSTUR,

    SKÓGAR, A LOS PIES DE EYJAFJÖLL,

    ÞINGVELLIR, CONGREGACIÓN DE CUERVOS,

    ÞINGVELLIR, EQUINOCCIO DE OTOÑO

    TÚMULO, DÍA DE LAS CAMPANAS

    TÚMULO, DÍA DE LAS AVES MIGRATORIAS,

    NOTAS

    A ornitólogos y arqueólogos

    Croquis de las ruinas arqueológicas Hólsfjöll

    Llegó a la conclusión de que sería tan dulce yacer así en la tumba, escuchar los murmullos pacíficos de la tierra, con la seguridad de que a nuestro lado sólo reposan o vienen a visitarnos amigos muy queridos.

    Dorothy Wordsworth,

    Diario de Grasmere

    Lo pasábamos en grande en el altillo. Recuerdo que siempre desplumábamos unas veinte perdices. Cantábamos, contábamos historias y reíamos a carcajadas. Pero lo más divertido era cuando habíamos terminado y lo habíamos dejado todo limpio. Entonces salíamos, cubiertas de plumas, y nos revolcábamos en la nieve.

    Oddný Olafsdóttir,

    Recuerdos estacionales

    REIKIAVIK, DÍA DE SANTA LUCÍA

    (A LUCÍA LE ARRANCARON LOS OJOS Y LOS DEJARON A LA VISTA DE TODOS. ES LA PATRONA DE LOS CIEGOS)

    Es extraño estar de nuevo en casa. Siento alivio y nostalgia al mismo tiempo. Debo encontrar un hogar que se ajuste a lo que busco. Probablemente sola. Quizá podría tener un perro. Qué lástima que sea tan complicado sobrevolar el océano con perros. ¿Los meten en la bodega del avión?

    El amor no es lo único que es ciego. Me siento como si me hubieran vendado los ojos. Pero voy a retirarme la venda y escribir en ella bajo el tenue resplandor del alba. El sol está renaciendo.

    REIKIAVIK, SOLSTICIO DE INVIERNO

    Esta tarde, mamá y yo hemos dado una vuelta en coche para curiosear casas. Hemos pasado por delante de una que, según mamá, parecía un buen lugar para cultivar el alma. Me han venido a la cabeza las infinitas vueltas que dimos por el centro y la periferia en busca de una casa cuando se nos quedó pequeña la nuestra, esa que, en los momentos más difíciles, mamá llamaba «choza de barro». Al regresar, papá y mi hermano estaban colgando las perdices. Puede que no sea el mejor momento, pero este año vamos a pasar juntos las Navidades, la familia de siempre, mi hermano y yo, dos treintañeros recién divorciados que buscan refugio en el nido de la infancia. Reunirnos los cuatro se ha convertido ahora en un evento casi festivo. A pesar de las fisuras, o puede que precisamente por ellas, siento la conexión con mis raíces, la fuerza.

    El tejo al que le cayó el rayo todavía conserva sus agujas. Las bayas rojas venenosas se vuelven medicinales si se saben tratar y destilar adecuadamente.

    REIKIAVIK, EN EL ÁTICO, DÍA DE LA EPIFANÍA

    Anoche subió a verme al ático vestido con un traje negro de lana tupida y perfumado con agua de colonia verde. En cuanto distinguí el olor dulzón de su sudor, percibí que su escroto estaba abierto como una flor. El ornitólogo que conocí el año pasado durante mi estancia en la clínica ha venido a la ciudad, aún más guapo que cuando estaba enfermo. Ahora, simplemente brilla.

    «¿Vives aquí?». Sus rutilantes ojos azules aguardaban mi respuesta. «No, es mi lugar de trabajo», le respondí. Me hizo gracia que pensara que pudiera vivir en semejante cuchitril. Me daba la impresión de que escudriñaba a su alrededor para evaluar si podíamos hacer el amor en aquella guarida. Le aclaré que ahí se oía todo y que estábamos rodeados de estudiosos y estudiosas tratando de concentrarse. Le ofrecí asiento en un catre. Le pregunté dónde vivía y me describió un pequeño apartamento en un semisótano. «Está aquí al lado, tiene el cemento decorado con unos dibujos muy bonitos», me explicó, «pero está lleno de fantasmas, e incluso de ratas». Quiere encontrar otra cosa cuanto antes, es sólo provisional.

    Le he prestado un walkie-talkie. El canal está abierto, así que tendremos que inventarnos un código cifrado. Antes de irse, sacó una hoja de hiedra de un libro que llevaba en el bolsillo y me la dio, con saludos desde Pentagonia, el reino de los pentágonos verde oscuro. «¿Y si buscamos allí un lugar para los dos?». Respondí que sí.

    Se marchó justo antes de medianoche. Yo quería trabajar un poco más y desafiar mi miedo a la oscuridad. Pero luego, en cuanto llegó a casa, me llamó por el walkie-talkie y fui corriendo a su apartamento y me he quedado hasta esta mañana. No he notado ningún olor a rata, pero he tenido un mal sueño. No se puede entrar demasiado rápido en el mundo de los demás, hay que filtrar, a menudo nos vamos de forma incauta diciendo sólo «cambio y cierro».

    Cuando lo conocí, pensé que ya habría tirado la basura y los trastos viejos, me dio la impresión de estar ante una persona adulta y madura. Qué decepción al descubrir que todavía le quedaba pelusilla de bebé en el ombligo. Pero es verdad que uno tarda en limpiarse la vergüenza y la suciedad primitivas. En cuanto se abre tu corazón, los residuos fluyen de él al mismo tiempo que el amor. Por eso es mejor no dejar de bombear, renovar tus fosas sépticas y tu conexión con el mar de forma que puedas disfrutar de la tranquilidad de tu hogar, de tu retrete.

    Curiosa la palabra «retrete». ¿Dónde parará mi diccionario etimológico? ¿Se produjo algún malentendido? ¿Cómo es que lo que antiguamente era una mera habitación retirada, casi como si fuera una capilla, acabó convirtiéndose en un cuarto de baño? ¿Se parecen en algo las capillas y los baños? ¿Acaso se establece en el retrete una conexión entre nuestro chakra inferior, el ano, y el superior, la divinidad que habita en nuestras cabezas? ¿O es un lugar para que el ojo vigilante de los cielos tenga un momento de paz mientras enterramos nuestros residuos y los entregamos al continuo proceso de transformación? En los hogares de la aristocracia europea, las conversaciones más productivas del día tenían lugar en el retrete, cuando los señores de la casa daban cuenta de los excesos de la víspera y se preparaban para el día siguiente. Allí se acicalaban y se rociaban los más flamantes perfumes de la región mientras exponían sus últimas teorías.

    Estoy terminando de transcribir las memorias de mi abuela, mi tocaya, y también las estrofas y los poemas que me recitaba de pequeña. Tengo la intención de llevárselas luego impresas, hoy es su cumpleaños y habrá tortitas con nata, quizá saque la vajilla rosa. Sus escritos comienzan el día de la Epifanía, cuando era tradición hacer tortitas, que también solían prepararse al nacer un niño, por eso la sirvienta debió de llevarse una alegría al llegar mi abuela al mundo y poder librarse de la cocina por un día.

    Luego están esos versos que recita con una cadencia tan original que cuesta saber cómo ponerlos en papel, si es que se puede.

    Hombre y dama, dice el cuento,

    llegaron al Parlamento,

    allí un pájaro encontraron

    y en un guante lo guardaron.

    Cuando a su casa volvieron

    un hueso les dieron,

    quebrado lo vieron.

    El hombre dijo enseguida

    ¡que traigan ya la comida!

    y le llevaron mojado

    un gran plato de pescado,

    buena trucha de primero

    y cuatro pies de cordero.

    Un pie escogió al azar

    sin hacerse esperar,

    de él hizo a un hombre,

    Grettir de nombre.

    Mucho hacía Grettir bien,

    iba a las islas, dormía a doncellas,

    vacas, becerros y al emperador.

    SELSUND, INMEDIACIONES DEL VOLCÁN HEKLA, DÍA DE LOS BOLLOS RELLENOS DE NATA*

    Esta mañana he paseado por el campo de lava y me he apropiado de un fragmento de gayuba y piedra pómez. Mientras estaba acuclillada, una perdiz ha pasado volando por encima de mi cabeza y me he sentido indefensa. Daba vueltas graznando muy cerca de mí. Me siento tensa, acabo de abandonar el alboroto de la ciudad y apenas sé lo que significan las cosas. ¿Por qué tienen que volar en círculos?

    Cuando he regresado a la tienda, él seguía durmiendo y le he dado golpes con una ramita al grito de «¡un bollo, un bollo!». Después me he desnudado, me he metido en su saco de plumas, he rodeado sus piernas con las mías, he olido su cuello y he deslizado la mano disimuladamente hasta el cálido escroto.

    Nos hemos despertado a la vez y hemos comparado los sueños tan desagradables que hemos tenido, malos recuerdos de relaciones pasadas. Casi no hemos podido ni mirarnos. Espero que mi cabeza tarde menos en despejarse estando cerca de un volcán. El Hekla podría entrar en erupción en cualquier momento, pero ahora mismo le tengo más miedo a otras cosas que al fuego de su cráter.

    Los bollos que he traído están chafados bajo el tarro de mermelada.

    Hemos dado un largo paseo por el campo de lava y al principio no decíamos nada. Me gusta el silencio, pero se me hace raro pasear con alguien a quien apenas conozco sin decir una palabra. He tardado en confiar en el silencio que había entre nosotros y convencerme de que no era el resultado de una falta de conexión. He procurado ser independiente y no pensar en cómo se sentía, adivinar de qué color era nuestra relación o preguntarme por qué podrían haberse formado ya algunos nudos. Cuando he dejado de pensar en nosotros y me he distraído contemplando las flores de invierno entre los restos de nieve, unos zorritos incorregibles se han puesto a aullar desde una grieta y me han asustado de tal manera que he perdido el equilibro y me he caído aparatosamente encima del musgo. Me he quedado muerta de miedo porque me ha venido a la cabeza la historia que me contó el otro día mi hermano Búho sobre un zorro que había atacado a una arqueóloga hincándole sus afilados dientes salvajes en la pantorrilla.

    Me ha ayudado a levantarme mientras se reía a carcajadas y, con expresión misteriosa, me ha llevado de la mano hasta una pequeña cueva de lava que ha resultado ser bastante profunda y estar cubierta de musgo húmedo. Al entender las intenciones que rondaban aquella mente endiablada, he buscado un rincón blandito donde tumbarme, lo he rodeado con mis brazos y se ha abierto paso entre la ropa de lana. Nos movíamos al compás de los gorgoritos del escribano nival, que surcaba el cielo sin ningún temor a las erupciones volcánicas.

    En el camino de vuelta me ha contado que su bisabuelo había comprado ese terreno y que podría construirse una casita si quisiera, cuando se lo pudiera permitir. «¿Te verías viviendo aquí conmigo unos meses al año?», me ha preguntado. «Pues creo que sí. Siempre he soñado con vivir un tiempo cerca de un páramo, en total tranquilidad». «¿No necesitas estar sola, entonces?», me ha preguntado. «No, creo que no», le he respondido.

    El chochín común está tan animado que parece que va a estallar. He rellenado los bollos con nata de espray y hemos rendido buena cuenta de ellos.

    Poco a poco se libera el estrés. El hollín de la ciudad.

    He elaborado una lista de palabras que terminan en s: «mes», «pis», «detrás», «pus», «después», «dos», «tres», «mies», «ciempiés»… Me han salido cuarenta.

    No tengo ni idea de cómo se confecciona un crucigrama, pero hemos decidido intentarlo juntos. Si no me equivoco, la respuesta tiene que ser sólo una palabra, ¿no? ¿O una frase? Me han venido a la cabeza dos palabras: «tranquilidad» y «tierra». Me ha dicho si no sería mejor «retiro» o «retrete», incluso «entierro», porque seguro que encontraba la tranquilidad absoluta rodeada de tierra. Hemos charlado un poco y todavía siento que necesito explicarle mi sueño de hallar la tranquilidad. Se ha acercado un momento al brezal para observar los nidos e intentar localizar un sendero que ha visto en un mapa viejo.

    Luego ha estallado una especie de tormenta y nos hemos refugiado aquí, en la casita de su bisabuelo, que antes había sido una caseta de trabajo en Reikiavik. Su bisabuelo, que, al ser extranjero, había sido un hombre previsor y había sabido ver el valor del terreno, había dispuesto en su testamento que sus tierras no debían venderse a personas ajenas a la familia. Hemos encontrado una bombona de gas llena y una sidra excelente. Al dar el primer trago, le ha venido un poema a la cabeza:

    Un secreto entre la lava

    guardamos con regocijo,

    Dios escuche mis plegarias

    y te otorgue, vida mía,

    una tierra esplendorosa,

    un buen lecho soleado,

    horas de dicha y grandeza

    en una cálida choza

    al dulce abrigo del Hekla.

    Sentados en una mesa de roble cubierta por un mantel, él lee y yo escribo. Debo entregar un texto dentro de poco, pero aún

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