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Sociometabolismo del Capital y la depredación de la vida, el. Actuel Marx N° 20: Sociometabolismo del Capital y la depredación de la vida, el. Actuel Marx N° 20
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Sociometabolismo del Capital y la depredación de la vida, el. Actuel Marx N° 20: Sociometabolismo del Capital y la depredación de la vida, el. Actuel Marx N° 20
Libro electrónico352 páginas5 horas

Sociometabolismo del Capital y la depredación de la vida, el. Actuel Marx N° 20: Sociometabolismo del Capital y la depredación de la vida, el. Actuel Marx N° 20

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Complementando y profundizando los tratamientos abordados en el número anterior (Extractivismo y geopolítica del capital), esta edición se inicia con un primer grupo de trabajos que abordan el tratamiento de casos específicos de enclaves extractivistas contemporáneos, sus efectos, conflictividades y torsiones dialécticas en curso. Luego, se presenta un conjunto de trabajos dedicados a la profundización de discusiones teóricas respecto a la economía (bio) política del extractivismo, sus implicaciones estructurales y los posibles horizontes sobre las alternativas. De esa forma se deja planteada la cuestión abierta de los desafíos de repensar en clave marxiana la dinámica extractivista del sociometabolismo del capital, haciendo visible, desde esta perspectiva, que, en realidad, la contradicción Capital vs. Trabajo no es anterior ni exterior a la contradicción Capital vs. Naturaleza-Vida; pues el trabajo mismo, la materialidad orgánica de los trabajadores-expropiados, es también Naturaleza, manifestación de la Tierra en su devenir dialéctico.
IdiomaEspañol
EditorialLOM Ediciones
Fecha de lanzamiento14 dic 2016
ISBN9789560007674
Sociometabolismo del Capital y la depredación de la vida, el. Actuel Marx N° 20: Sociometabolismo del Capital y la depredación de la vida, el. Actuel Marx N° 20

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    Sociometabolismo del Capital y la depredación de la vida, el. Actuel Marx N° 20 - María Emilia Tijoux

    Actuel Marx Intervenciones

    Nº20 Primer Semestre 2016/ ISSN: 0718-0179

    El sociometabolismo del Capital y la depredación de la Vida.

    Debates sobre el extractivismo

    Segunda parte

    LOM PALABRA DE LA LENGUA YÁMANA QUE SIGNIFICA SOL

    © LOM Ediciones

    Primera edición, 2016

    ISSN: 0718-0179.

    ISBN Digital: 978-956-00-0846-6

    Directora: María Emilia Tijoux

    Traducciones: Gustavo Bustos, Roberto Merino Jorquera, Lorena Osorio Clavijos, María Emilia Tijoux, Ernesto Feuerhake Garbarini y Marek Hoehn.

    Imagen de portada

    ¡Alto Maipo! No queremos medio ambiente, lo queremos entero

    Autora: Romina Carvajal Satt.

    Diseño, Composición y Diagramación

    LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago

    Fono: (56-2) 688 52 73 • Fax: (56-2) 696 63 88

    www.lom.cl

    lom@lom.cl

    Presentación

    Nuestra América y la Naturaleza (colonial) del Capital: la depredación de los territorios/cuerpos como sociometabolismo de la acumulación.

    Las primeras décadas del nuevo milenio hallaron a la región inmersa en un clima de especial efervescencia política, de intensificación de las disputas y agudización de la creatividad en la búsqueda/construcción de alternativas. Pese a encontrarnos en el ojo de la tormenta de las insustentabilidades del capitalismo¹, o quizás, precisamente por eso, las energías rebeldes de la región lograron agrietar el muro asfixiante del pensamiento único neoliberal y proyectar incluso nuevos imaginarios emancipatorios.

    Las rebeliones populares que pusieron en crisis la gobernanza neoliberal y dieron comienzo a lo que luego se denominó el ciclo progresista, plantearon en su momento la necesidad de superar no apenas el neoliberalismo sino ya el propio modelo civilizatorio del capital. Nociones como Buen Vivir, Derechos de la Madre Tierra, Plurinacionalidad, Bienes Comunes, soberanía alimentaria, soberanía hídrico-energética, muchas de ellas plasmadas incluso en los noveles textos constitucionales de Venezuela, Ecuador y Bolivia, marcaban la pauta no sólo de un renovado espíritu revolucionario, sino ya de nuevos sentidos respecto de lo que se entendía ahora como revolución y de lo que se aspiraba como nuevo horizonte de cambios.

    En el núcleo de esas nuevas concepciones/expectativas revolucionarias es posible identificar una nueva comprensión del metabolismo del capital, donde las formas de apropiación y explotación de la fuerza de trabajo no se piensan como contradicción única ni contradicción principal, anterior, y/o exterior a la dinámica de expropiación de los territorios y expoliación de la Naturaleza. Aquellas energías rebeldes no cuestionaban apenas las políticas de ajuste, el desempleo y la precariedad laboral crónicos, la funcionalidad capitalista de los aparatos del Estado y la vacuidad, en ese marco, de las formas representativas de la participación democrática; se cuestionaba, en sus raíces, el modelo civilizatorio ofrecido por el capital, necesariamente basado en la absoluta mercantilización de la Tierra y de la Vida, es decir, en el imperativo categórico de la plena convertibilidad mercantil de los cuerpos, los territorios, las entidades biológicas y las construcciones culturales.

    Como sabemos, con la ventaja que da la mirada retrospectiva de los procesos, aquellas expresiones y fuerzas quedaron finalmente empantanadas en un nuevo resurgimiento de la fantasía colonial desarrollista. El denominado ciclo progresista fue, ni más ni menos, eso: el pasaje del Consenso de Washington al Consenso de Beijing signó de modo concluyente la naturaleza, los alcances y las limitaciones del tan mentado ciclo. El auge espasmódico de las cotizaciones de las commodities reactivó, una vez más, el espejismo del desarrollo con inclusión social; sustentó la falacia de crecer para salir del neoliberalismo. La creencia en las propiedades emancipatorias del crecimiento duró lo que duraron los altos precios internacionales de las materias primas.

    Por supuesto, es innegable que la captación –aún parcial– de las rentas extractivistas por parte del Estado y su canalización para inversiones públicas y políticas sociales ha significado una ostensible mejoría en las condiciones materiales de vida de amplias mayorías populares, sobre todo, si se contrasta con el panorama social de las décadas precedentes. Pero no es esa la discusión; más bien, ese encuadre soslaya, por un lado, la viabilidad, los costos y los alcances de ese tipo de estrategias, y, por el otro, la dirección política de los procesos de cambio. Como agudamente planteó Pablo Solón respecto del caso boliviano, los logros de estos 10 años son innegables en muchos aspectos y tienen su origen en el incremento de los ingresos del Estado por la renegociación de los contratos con las transnacionales petroleras (…) Es innegable que comparado con las décadas pasadas hubo una mejora en la situación de la población y esto explica el respaldo que aún tiene el gobierno. Sin embargo, la pregunta es ¿a dónde nos está llevando este modelo?, ¿al Vivir Bien?, ¿al socialismo comunitario? O por el contrario ¿hemos caído en la adicción al extractivismo y el rentismo de una economía capitalista básicamente [primario-]exportadora?. La pregunta crucial –a nuestro entender- sigue siendo ¿por qué nos hemos quedado a medio camino y nos hemos vuelto casi adictos al extractivismo y a las exportaciones [de naturaleza]? ².

    Ciertamente, el fin de ciclo de la experiencia progresista nos devuelve a un escenario más sombrío aún. La sensación de derrota y/o de agotamiento, en un contexto de recrudecimiento de las políticas de ajuste, hace parecer más remota la posibilidad de recuperar aquella agenda del cambio civilizatorio y el Buen Vivir. No obstante, no es función de las ciencias sociales ni señalar los rumbos ni predecir el curso de los acontecimientos; es apenas procurar hacer más inteligibles los dilemas y desafíos que son posibles de identificar de las experiencias histórico-políticas y geográficas de los pueblos en movimiento.

    Con esa intención, el Consejo Editorial de esta Revista ha considerado la conveniencia y necesidad de dedicar una edición más al abordaje de los debates sobre el llamado extractivismo, conscientes de la riqueza y complejidad de los aprendizajes que es preciso construir a partir de tales experiencias y de la naturaleza de los desafíos políticos que se suscitan de cara al presente y al futuro, no sólo de Nuestra América, sino ya de la humanidad toda.

    Así, complementando y profundizando los tratamientos abordados en el número anterior, esta edición se inicia con un primer grupo de trabajos que abordan el tratamiento de casos específicos de enclaves extractivistas contemporáneos, sus efectos, conflictividades y torsiones dialécticas en curso. El primero de ellos, titulado Extractivismo y luchas sociales en torno al enclave minero del norte de Chile: el caso de Calama, de Camilo Cepeda Francese, nos parece de suma relevancia, pues viene a llenar cierto vacío y a romper naturalizaciones fuertemente sedimentadas, como es el caso de la minería transnacional en el norte de Chile. Es que, extrañamente, habiendo estado el cobre chileno en el centro de las disputas geopolíticas que abren el ciclo neoliberal³, como se dijo, las discusiones sobre los regímenes extractivistas en este país no han tenido la repercusión y el interés que se puede ver comparativamente en otros países. En este artículo, Camilo Cepeda Francese presenta una discusión ya más específica sobre el sector minero en Calama, abordando lo que podría llamarse una microeconomía política de las expropiaciones, que al poner en evidencia las múltiples desigualdades y contradicciones que genera la dinámica del enclave, no sólo muestra sus efectos subalternizadores, sino también la dinámica de las resistencias sociales emergentes, aún en un territorio históricamente marcado por la lógica monocultural extractivista.

    Siguiendo con la temática de la conflictividad social provocada por megaproyectos mineros, el artículo de Hernán Schiaffini Bulzomi presenta un estudio comparativo sobre los procesos de resistencia social en relación a dos casos con alta resonancia teórica y política en toda la región: el de la población de Esquel, en la Patagonia argentina, y el de San Luis Potosí, en el centro del territorio mexicano. Mientras Esquel es uno de los pocos casos en los que la resistencia local pudo (hasta ahora) frenar un proyecto, el de San Luis Potosí es otro de los tantos en que la explotación se impuso. En ese contraste, el autor refleja no sólo las violencias múltiples inherentes a este tipo de proyectos y sus realizadores, sino que procura especialmente estudiar las articulaciones sociales y políticas locales como un elemento clave para la democratización (o no) de los territorios.

    A continuación, le sigue un trabajo que aborda uno de los casos emblemáticos de la depredación de frontera: la explotación de yacimientos no convencionales de hidrocarburos en la Patagonia argentina. El artículo de Lorena Riffo, Hidrocarburos, fracking y resistencias sociales…, permite captar las continuidades, atravesamientos y solapamientos de las políticas extractivistas a lo largo de diferentes etapas o ciclos del capital y en los diferentes contextos ideológico-políticos de los gobiernos vigentes en las tres últimas décadas en la Argentina. La continuidad del vaciamiento de las reservas energéticas no renovables en el país tuvo lugar bajo regímenes de privatización y también de nacionalización; bajo lógicas librecambistas y mercadocéntricas, pero también bajo retóricas estatistas y nacional-populistas. Ese contexto se hace particularmente propicio para analizar y problematizar las complejas imbricaciones existentes (y cambiantes) entre Estado y capital en la gestión (aparentemente) incuestionable de la acumulación como plataforma, no ya sólo de la gobernabilidad, sino aún de la ‘sustentabilidad’ de las sociedades contemporáneas. La explotación de yacimientos no convencionales de hidrocarburos muestra también una característica clave del Capitaloceno: la fase del agotamiento de las reservas energéticas (territoriales y sociales) convencionales, y la necesidad de ultrapasar los límites, en búsqueda de nuevas fronteras de explotación, las que insoslayablemente involucran la intensificación de los dispositivos y tecnologías de violentamiento de los territorios y poblaciones.

    Luego de estos tres artículos sobre ilustrativos estudios de casos, el dossier de la presente edición se completa con trabajos dedicados a la profundización de discusiones teóricas respecto a la economía (bio)política del extractivismo, sus implicaciones estructurales y los posibles horizontes sobre las alternativas. La sección se abre con el artículo de Eduardo Gudynas, que presenta una discusión sobre diferencias y relaciones entre los conceptos de modos de apropiación y modos de producción. Acá el autor, partiendo de una recuperación y revisión del concepto clave de la tradición marxista de modo de producción, propone una diferenciación y explicitación de las diferentes estrategias o modalidades de apropiación como otra categoría complementaria, cuyo valor heurístico y metodológico es expuesto en el texto a través de la identificación y caracterización de diferentes tipos de extractivismos, con lógicas y efectos diferenciales.

    Por su parte, el artículo de Alberto Acosta que le sigue, trae al debate actual los aportes, diríamos imprescindibles, de los desarrollos del estructuralismo cepalino y la teoría de la dependencia con los diferentes matices que ésta presenta en varios de sus referentes. Este planteo nos parece sumamente pertinente para enriquecer las discusiones hoy encasilladas en las falsas aporías entre ajuste o crecimiento con redistribución, Mercado vs. Estado, etc. En efecto, los análisis de Raúl Prebisch, Paul Baran, André Gunder Frank, Samir Amin, Theotonio Dos Santos, y por cierto el de Ruy Mauro Marini, que el economista ecuatoriano y presidente de la Asamblea Constituyente que elaborara la Constitución de Montecristi analiza, sirven para traer a debate cuestiones medulares que han sido ocultadas, tales como las relaciones entre extractivismo y dependencia estructural; división internacional del trabajo y articulación subordinada de las economías periféricas a los centros de la acumulación mundial.

    A continuación, se encuentra el trabajo de Mirta Antonelli, que presenta una aguda definición y caracterización del neoextractivismo como proceso de colonización discursiva que opera en diversos niveles fenomenológicos y socio-semióticos, instalando la voluntad del capital como facticidad (aparentemente) inexorable y como monolingüismo. La autora analiza los mecanismos de borramiento de la violencia instituyente del capital, en tanto complemento indispensable de las dinámicas contemporáneas de acumulación por desposesión y de la configuración de las nuevas formaciones predatorias. En la misma dirección, señala la ventriloquia del Estado como matriz de enunciación que –vía construcción de legalidades y legitimidades– materializa el poder semiótico del capital en la colonización de territorios e imaginarios.

    En el siguiente artículo, Maristella Svampa presenta una visión crítico-hermenéutica del actual escenario latinoamericano, estructurado a partir de las disputas teórico-políticas y civilizatorias configuradas en torno a tres ejes clave: el Desarrollo, las críticas al Extractivismo y el Buen Vivir. La filósofa y socióloga patagónica ofrece una esclarecedora revisión y caracterización de estos tres grandes nodos teórico-políticos, abordándolos no apenas como categorías teóricas, sino también como concepciones sociopolíticas antagónicas, encarnadas en los diferentes sujetos históricos y actores institucionales en pugna. El análisis muestra un escenario dominado por el imaginario hegemónico del desarrollismo extractivista en sus dos variantes (extractivismo neoliberal, como serían los casos de México, Colombia y Perú; y extractivismo progresista, ilustrado en los casos de Bolivia, Brasil, Ecuador y Argentina). Frente a estos, las críticas al extractivismo y el giro ecoterritorial expresarían una nueva articulación del pensamiento crítico y la acción colectiva en la región. En ese marco, en el trabajo hallamos una valiosa como necesaria reconstrucción del concepto de Buen Vivir, presentándolo como nueva gramática de vertientes históricas, sociológicas y políticas diversas, pero convergentes en la crítica a la noción occidental del desarrollo/crecimiento, y en la creación de nuevos lenguajes de valoración respecto de los territorios, los bienes comunes y los derechos (humanos y de la naturaleza), productores de una subjetividad colectiva alternativa.

    Por último en este segmento, el artículo de Horacio Machado Aráoz presenta una discusión ontológico-política sobre la(s) naturaleza(s) (humana y extra-humana) realmente existente(s). Recuperando la ontología materialista histórico-dialéctica de Marx, propone un análisis de la producción capitalista de la Naturaleza, en base al cual plantea que la entidad América constituye, para tal efecto, el principio histórico-epistémico y político constituyente de la Era del Capitaloceno.

    Finalmente, en la sección Debates, incorporamos un artículo que viene a constituir un aporte sobre esta misma problemática (la de la depredación de las energías vitales), pero que en lugar de enfocarla desde la mirada de los territorios, la presenta desde la perspectiva de los cuerpos; los cuerpos que –en todo caso, para el capital– son unilinealmente reducidos a su condición de fuerza de trabajo, esto es materia prima generadora de plusvalía. En este sentido, el trabajo de Sebastián Pérez Sepúlveda analiza los actuales regímenes de súper explotación laboral vigentes en el país emblema del neoliberalismo, mediante un estudio en profundidad de los efectos e implicaciones de los estatutos de subcontratación, como tecnología de híper precarización y flexiblización extrema de los cuerpos-de-trabajadoras/es. En el marco de esta edición, este texto puede interpretarse como el reverso del sociometabolismo depredador del capital, hoy en su fase de explotación no convencional. De manera simétrica a la necesidad de recurrir a fuentes energéticas primarias no convencionales, en su fase senil, el capital hace lo propio recurriendo a la imposición de nuevas políticas laborales para la extracción no convencional de las energías corporales.

    Dejamos así planteada la cuestión abierta de los desafíos de re-pensar en clave marxiana la dinámica extractivista del sociometabolismo del capital, haciendo visible, desde esta perspectiva, que, en realidad, la contradicción Capital vs. Trabajo no es anterior ni exterior a la contradicción Capital vs. Naturaleza-Vida; pues el trabajo mismo, la materialidad orgánica de los trabajadores-expropiados, es también Naturaleza, manifestación de la Tierra en su devenir dialéctico.

    Horacio Machado Aráoz y Roberto Merino Jorquera.

    Catamarca y Santiago de Chile, Mayo de 2016.

    1 Actuel Marx Intervenciones N° 7, Primer Semestre de 2009.

    2 Solón, Pablo Algunas reflexiones, autocriticas y propuestas sobre el proceso de cambio en Bolivia. En América Latina en Movimiento, 25/02/2016. .

    3 Efectivamente, nos parece central resaltar el rol histórico que la nacionalización del cobre chileno, impulsada por Salvador Allende (16 de julio de 1971), tuvo como acontecimiento desencadenante de la ofensiva neoliberal –no sólo en la región, sino en el mundo–. Uno de los objetivos fundamentales de la dictadura encabezada por el régimen terrorista de Pinochet, pero impulsada por el Estado imperial norteamericano, fue precisamente el de asegurar el control de las reservas cupríferas más importantes del planeta por parte de las grandes corporaciones mineras transnacionales, como base de aprovisionamiento subordinado de los países industrializados.

    Extractivismo y luchas sociales en torno al enclave minero del norte

    de Chile: el caso de Calama

    Camilo Cepeda Francese¹

    Resumen

    En el último tiempo, Latinoamérica ha experimentado un boom de materias primas que ha hecho resurgir viejos debates en torno al extractivismo. Se ha producido además una proliferación de nuevos movimientos en resistencia a este modo de desarrollo, a través de contraproyectos críticos, lo que Svampa ha llamado giro ecoterritorial. Si bien se han estudiado muchos de estos movimientos, se evidencia un déficit de investigación en el norte de Chile. El objetivo de este artículo es aportar a llenar este vacío en la literatura, centrándonos en el caso de Calama. Para esto se describen las problemáticas territoriales fruto del extractivismo, cómo se posiciona el movimiento frente a éstas y las críticas que despliega en su discurso. Se encuentra que, a diferencia de los movimientos ecoterritoriales, la demanda principal es por una mejor distribución de la renta minera y que las desigualdades sociales locales juegan un rol fundamental en ella.

    Palabras clave: extractivismo, movimientos sociales, relaciones centro/periferia, conflictos socioambientales y región de Antofagasta.

    Abstract

    In the last years Latin America has experienced an investment boom in commodities that has relived old debates surrounding extractivism. There has also been an emergence of new social-movements in resistance to this mode of development that have contributed some critical counterprojects, a phenomenon that Svampa has called ecoterritorial turn. While many of those movements have been extensively studied, there’s a lack of research on the movements of Northern Chile. The aim of this article is to contribute to address this shortfall, specifically in regard to the case of Calama. To this end we’ll describe the main territorial issues of extractivism, how the movement of Calama positions itself with regard to them and what critiques it expresses in its discourse. We found that, unlike ecoterritorial movements, the main demand is for a better distribution of the mining rent, and that local social inequalities play a fundamental role in producing it.

    Keywords: extractivism, social movement ,core/periphery relations, socio-environmental conflicts, antofagasta region.

    Durante la última década, Latinoamérica ha experimentado un boom inusitado en los precios de muchas materias primas. El cobre, la soya y el petróleo, tres productos de exportación emblemáticos para distintos países de la región, alcanzaron precios históricos. En comparación al año 2000, los precios de 2010 eran un 230% (cobre), 69% (soya) y 123% (petróleo) superiores², situación que generó un periodo de bonanza económica, con altos niveles de crecimiento del PIB y una mejoría notable de los términos del intercambio. Esta situación estimuló, a su vez, un aumento significativo en la inversión en estos productos. Así, durante este periodo, el área dedicada al cultivo de la soya más que se duplicó entre los años 2000 y 2013 en Argentina, Brasil y Uruguay³. Asimismo, en Chile y Perú, los principales productores de cobre en Sudamérica, las inversiones en minería crecieron sustantivamente, siendo el sector que concentró el grueso de la IED en ambos países.

    A este ciclo histórico, al que Svampa (2013) ha llamado un nuevo consenso de los commodities, se han sumado la mayoría de los países de la región. Incluso, muchos países con gobiernos progresistas, herederos de tradiciones críticas al desarrollo fundado en recursos naturales y que han tenido discursos basados en la defensa de la industria nacional y en un desarrollo armonioso con el medio ambiente, han promovido de igual manera la inversión en recursos naturales, con el fin de usufructuar de la bonanza del boom (Svampa, 2011; Gudynas, 2009). Este neoextractivismo desarrollista, como lo califica Gudynas (2009), se caracterizaría, a diferencia de su variante neoliberal, por una mayor apropiación de la renta por parte del Estado, que sería luego utilizada para financiar distintas políticas públicas y sociales, convirtiéndolo en actor clave del desarrollo nacional. El modelo neoliberal, en contraposición, limitaba la captación de la renta por parte del Estado y se confiaba en el chorreo como medio de redistribución de las riquezas extractivas hacia la sociedad.

    No obstante los beneficios que puedan traer estas coyunturas de precios, este proceso no ha estado exento de contradicciones. La primera contradicción que podríamos mencionar es la reprimarización de las economías de la región. Si bien los altos precios de los commodities han sido una locomotora importante para el crecimiento económico, este se ha realizado a expensas de la diversificación productiva, especialmente en bienes de mayor complejidad. Según Herreros y Durán (2011, pág. 4), para el año 2010 las exportaciones de materias primas y manufacturas básicas de recursos naturales representaban en Latinoamérica un 60,1% del valor total exportado, lo que contrasta fuertemente con el 44,2% observado en los años 2001-2010. Esto ha significado un revés en una tendencia a la complejización de las exportaciones, lo que llevó a la región a una composición similar a la observada a comienzos de los años 90.

    La segunda problemática son los conflictos socio-ambientales que han generado estas inversiones. La gran mayoría de ellas se han instalado en territorios alejados de los grandes centros económicos, políticos y culturales de sus respectivos países, territorios donde el Estado ha permanecido históricamente ausente y con una población marginalizada y excluida. Estas sub-periferias nacionales han sido muchas veces transformadas en verdaderas zonas de sacrificio, sometidas a la destrucción de su medio natural, a la emisión de contaminantes dañinos y a una competencia por el uso de los recursos del territorio, lo que ha llevado a la desarticulación de los modos tradicionales de vida y/o al desplazamiento de la población local. Si bien, como se mencionó anteriormente, estas explotaciones han generado también importantes recursos, que han beneficiado de manera variable a las poblaciones locales y nacionales, no todas estas explotaciones han mantenido estándares sociales y ambientales necesarios para un desarrollo sostenible.

    Aunque las comunidades que han resistido estas inversiones lo han hecho con medios y demandas diversas, se dejan ver algunas comunalidades, especialmente entre aquellas que han sido más radicales en su crítica al extractivismo y han planteado contraproyectos que cuestionan las bases de legitimación social de esta forma de desarrollo. Svampa (2011) ha definido este fenómeno como un giro ecoterritorial, caracterizado por los siguientes tópicos: (a) la resignificación de los recursos naturales y ambientales como bienes comunes, que constituyen un patrimonio inherente e inalienable del territorio que debe ser mantenido fuera de lógicas de mercado; (b) la justicia ambiental, fundada en el derecho a un medio ambiente íntegro, además de la lucha contra la desigual distribución de los costos ecológicos y el racismo ambiental contra pobres e indígenas; (c) el cuestionamiento de la sociedad de consumo, para contraponerle el buen vivir, fundado en la comunidad, la armonía con el medio ambiente y el desarrollo humano; y (d) los derechos de la naturaleza, una visión que hace a la naturaleza sujeto de derechos.

    Actualmente hay en la región una inmensa cantidad de conflictos de esta naturaleza, situación que se ha intensificado por la expansión de estas actividades durante el boom. Muchos de estos movimientos han sido extensivamente estudiados, no obstante, existe una zona que, pese a ser uno de los distritos mineros más importantes del continente, ha sido poco estudiada: la región minera del Norte Grande chileno. Es posible que esta falta de interés en la zona se explique por la (relativamente) menor conflictividad social y la (aparente) ausencia de movimientos sociales en oposición a la minería. No obstante, si bien pueden ser menores en intensidad, existen contradicciones y tensiones similares a las observadas en otros enclaves extractivistas que pueden aportar a una mejor compresión de estos fenómenos.

    El objetivo de este artículo es dar a conocer estos conflictos y los actores que juegan en él, dando un especial énfasis al caso de Calama. Por eso realizaremos una sistematización de la bibliografía disponible en torno a las principales problemáticas presentes en la zona minera (problemas ambientales, políticos, sociales etc.), la que luego complementaremos con datos de producción propia, especialmente relativos a las demandas del movimiento y su construcción discursiva. Para esto se realizaron una serie de entrevistas en profundidad a diversos dirigentes del movimiento, además de observación participante en diversas instancias del movimiento. Este estudio se propone además complementar otros estudios hechos sobre la región, como los del clúster (Buitelaar, 2003; Culverwell, 2000; Cademartori, 2010) y sobre las condiciones de vida (Cademartori, 2010; Atienza, Romani & Aroca, 2006), entre otros.

    En el plano conceptual, le daremos a la investigación un enfoque teórico que sintetiza algunos aportes del estructuralismo latinoamericano y el posmarxismo. Para esto se propondrá el concepto de bloque territorial, definido como una articulación local de actores que, por medio de una construcción hegemónica, asumen o pretenden disputar la conducción ético-política del territorio en un proyecto común de desarrollo. Siguiendo a Laclau (2009), entenderemos esta construcción como una articulación contingente de demandas territoriales, aunadas en función de una demanda-nodal y una definición de antagonismo. Estos actores, a su vez, estarán vinculados a un determinado modo de producción y distribución de recursos, que define en un plano económico, el tipo de desarrollo y uso económico que se hace al territorio. Este modo de producción será, en la región, el enclave minero.

    Calama y la región de Antofagasta

    La región de Antofagasta se encuentra ubicada en el extremo norte de Chile, y forma parte de los territorios ganados a Bolivia durante la Guerra

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