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El Libro de vida: un lugar para la memoria
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El Libro de vida: un lugar para la memoria
Libro electrónico151 páginas2 horas

El Libro de vida: un lugar para la memoria

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Cuando un niño vive en una institución o en un hogar, la posibilidad de encontrar registros propios (fotos y relatos) y tener una escritura sobre su historia se ve francamente amenazada. Por cierto que esos niños tienen historia y vínculos significativos, esas experiencias hacen parte de los adultos que lo tienen a su cargo. Si no tienen un lugar de registro y testimonio, si los adultos se separan de los niños, ellos se la llevan consigo, imposibilitando su memoria y su transmisión. El olvido imposibilita la pregunta por el origen, lo que anula o aniquila la propia infancia.
Hacer memoria no es un solo un asunto político es también un compromiso ético con otro.
Este libro nos habla de Libros de Vida y de cómo en su construcción se realiza una experiencia que le devuelve el sentido de identidad y pertenencia a niñas y niños que han debido ser separado de quienes lo tenían a su cargo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 nov 2019
ISBN9789563570304
El Libro de vida: un lugar para la memoria

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    El Libro de vida - Matías Marchant

    mismos.

    CAPÍTULO I

    Infancia, cuerpo e historia

    I. Infancia, cuerpo e historia

    En este primer apartado que comprende los dos capítulos siguientes, proponemos dos ideas que van a enriquecer el trabajo para la elaboración del Libro de Vida. En primer lugar, quisiéramos realzar la labor de historia y memoria con el niño que ha sido separado de sus padres, junto con establecer algunas hipótesis explicativas que permitan entender la razón por la cual ha sido un terreno particularmente no explorado o bien arbitrariamente dejado de lado.

    En un segundo momento mostramos que el trabajo con la historia de los niños, además de estar relacionado con una responsabilidad ética o bien con una definición política, tiene lugar también en el cuerpo del niño y del adulto. Que la historia se hace presente no solo como una elaboración simbólica o una reinterpretación del niño respecto de su historia, sino como una marca en su cuerpo, como una imagen del cuerpo que se constituye, en palabras de Françoise Dolto, como una memoria de lo relacional vivido, como un lugar de intercambio con el otro. De ahí se desprenden consecuencias clínicas o en servicio de un abordaje propio del trabajo durante el tiempo que permanecen separados de sus familias. En nuestra reflexión se encuentra la temática de la reparación psicológica, terreno aún muy incierto en el que se carece de definiciones que permitan una precisión sobre la labor y los objetivos que se pueden rastrear cuando alguien, de algún modo, ha sido dañado.

    Proponemos que la historia de la infancia, que aunque no esté impresa en libros, cuadernos o bitácoras, no cesará de inscribirse por una cualidad propia de la biografía, y quizás —por decirlo de otro modo—de la naturaleza humana, como una escritura a fuego en el cuerpo. La mirada, la postura, los movimientos, las cicatrices son inscripciones en el organismo y pasan a ser una memoria encarnada que da cuenta de cómo el individuo se ha relacionado con otros, de cómo ha sido tratado, querido y herido. La piel es una hoja y el cuerpo un libro. Las huellas y las inscripciones en el cuerpo son pruebas suficientes que nos permite afirmar que estamos constituidos por la experiencia y los fragmentos de memoria⁴. Sin embargo, el cuerpo no es el único guardián del pasado; también concurre el testigo. Somos todos testigos de la historia de otros, pero no siempre estamos dispuestos a hacernos responsables de una tarea que comprende la acción de defensa de la dignidad del

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