Églogas
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Garcilaso de la Vega, máximo exponente del Siglo de Oro español, recupera el género clásico de las églogas. El poeta adopta el género eglógico porque le permite expresar los sentimientos más íntimos y dar voz a la introspección, mediante su lenguaje poético.
En sus composiciones, especialmente en las tres Églogas, Garcilaso da prueba de su gran talento y sus conocimientos literarios, que abarcan desde los clásicos hasta los renacentistas italianos neoplatónicos.
Garcilaso recupera este género en el que la evocación de la naturaleza juega un papel crucial. Sus composiciones tratan temas amorosos en un ambiente bucólico y pastoril. La naturaleza idealizada sirve para mostrar los sentimientos. El amor y el descubrimiento de la naturaleza, aparecen en las tres Églogas de Garcilaso de la Vega.
- Égloga I: La más valorada de sus tres composiciones. Los pastores Salicio y Nemoroso lamentan el desdén de sus amadas y de la muerte. Ambos personajes corresponden a dos períodos biográficos de Garcilaso, el de su amor no correspondido por Isabel Freyre y el de la tristeza causada por la muerte de ésta.
- Égloga II: La segunda égloga es la más extensa y compleja de las tres. Se cuentan los amores de Camila y Albanio.
- Égloga III: La tercera y última égloga recurre al locus amoenus, y en ella se idealiza la belleza de un paisaje del Tajo. Cuatro ninfas bordan tapices que contienen diferentes historias de amor. Aparecen referencias mitológicas (Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne, por ejemplo) y la historia de la ninfa Elisa y el pastor Nemoroso.
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Églogas - Garcilaso de la Vega
Garcilaso de la Vega
Églogas
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Créditos
Título original: Églogas.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: info@linkgua.com
Diseño de la colección: Michel Mallard.
ISBN rústica ilustrada: 978-84-9897-4126
ISBN tapa dura: 978-84-1126-105-0.
ISBN ebook: 978-84-9897-187-3.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Églogas 9
Égloga I 11
Égloga II 25
Égloga III 87
Libros a la carta 101
Brevísima presentación
La vida
Garcilaso de la Vega (Toledo, 1501-Niza, 1536). España.
Miembro de la nobleza, intervino desde joven en la política de Castilla y en 1519 entró en el ejército de Carlos V. Combatió contra los comuneros en la batalla de Olías (1521) y participó, junto con su amigo Juan Boscán, en una fracasada expedición contra los turcos (1522) a Rodas. Tras enfrentarse en Navarra a los franceses, fue nombrado caballero de Santiago y se casó con Elena de Zúñiga. Poco después conoció a la portuguesa Isabel Freyre, su gran amor imposible, quien inspiró la mayor parte de sus poemas, y cuyo matrimonio con otro hombre lo deprimió. Viajó a Italia por primera vez en 1529, recorrió varios países europeos y fue desterrado a una isla del Danubio por asistir a la boda secreta de su sobrino, no autorizada por el rey. Fue perdonado gracias al duque de Alba, entonces vivió en Nápoles y participó en la expedición imperial contra los turcos de Túnez.
El amor y el descubrimiento de la naturaleza, aparecen en las tres églogas. En la primera, el autor habla por boca de dos pastores: Salicio, que se lamenta de haber sido rechazado por Galatea, y Nemoroso, que llora la muerte de Elisa. Ambos personajes corresponden a dos períodos biográficos de Garcilaso, el de su amor no correspondido por Isabel Freyre y el de la tristeza causada por la muerte de ésta.
Églogas
Égloga I
A don Pedro de Toledo,
marqués de Villafranca, virrey de Nápoles
Salicio y Nemoroso
El dulce lamentar de dos pastores
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de cantar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,
de pacer olvidadas, escuchando
Tú, que ganaste obrando
un nombre en todo el mundo,
y un grado sin segundo,
agora estés atento, solo y dado
al ínclito gobierno del estado
albano; agora vuelto a la otra parte,
resplandeciente, armado,
representando en tierra al fiero Marte;
agora de cuidados enojosos
y de negocios libre, por ventura
andes a caza, el monte fatigando
el ardiente jinete, que apresura
el curso, tras los ciervos temerosos,
que en vano su morir van dilatando:
espera, que en tornando
a ser restituido
al ocio ya perdido,
luego verás ejercitar mi pluma
por la infinita innumerable suma
de tus virtudes y famosas obras:
antes que me consuma,
faltando a ti, que a todo el mundo sobras
En tanto que este tiempo que adivino
viene a sacarme de la deuda un día,
que se debe a tu fama y a tu gloria;
que es deuda general, no solo mía,
mas de cualquier ingenio peregrino
que celebra lo digno de memoria:
el árbol de victoria
que ciñe estrechamente
tu gloriosa frente
dé lugar a la hiedra que se planta
debajo de tu sombra, y se levanta
poco a poco, arrimada a tus loores:
y en cuanto esto se canta,
escucha tú el cantar de mis pastores
Saliendo de las ondas encendido,
rayaba de los montes el altura
el Sol, cuando Salicio, recostado
al pie de una alta haya, en la verdura,
por donde una agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado;
él, con canto acordado
al rumor que sonaba
del agua que pasaba,
se quejaba tan dulce y blandamente
como si no estuviera de allí ausente
la que de su dolor culpa tenía;
y así, como presente,
razonando con ella, le decía:
Salicio ¡Oh, más dura que mármol a mis quejas
y al encendido fuego en que me quemo,
más helada que nieve, Galatea!
Estoy muriendo, y aun la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas;
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro agora
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
della salir un hora?
Salid, sin duelo, lágrimas, corriendo
El Sol tiende los rayos de su lumbre
por montes y por valles, despertando
las aves y animales y la gente;
cuál por el aire claro va volando,
cuál por el verde valle o alta cumbre
paciendo va segura y libremente,
cuál con el Sol presente,
va de nuevo al oficio,
y al usado ejercicio
do su natura o menester le inclina
Siempre está en llanto esta ánima mezquina
cuando la sombra el mundo va cubriendo
o la luz se avecina
Salid sin duelo, lágrimas,