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Propedéutica de la filosofía
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Libro electrónico111 páginas2 horas

Propedéutica de la filosofía

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Esta pequeña obra de F.W.J. Schelling (1775-1854) ofrece tres aportes notables. Por un lado, expone la comprensión que el propio Schelling tiene de la filosofía como una evolución de la razón humana, capaz de abordar no sólo los aspectos científicos delimitados por el racionalismo crítico, sino también aquello que excede los límites de la ciencia moderna. En segundo lugar, permite comprender los aportes y límites de las dos escuelas filosóficas más significativas de la modernidad, empirismo e idealismo, y sus raíces históricas. Finalmente, a partir del propio movimiento romántico del que Schelling es parte, esta obra indica las posibilidades de aquello que no puede ser reducido por la razón, y que sin embargo permanece allí, moviendo al ser humano y a la historia. Es así una puerta para entender un aspecto fundamental en una serie de pensadores que fueron coetáneos en discusión con él (Fichte, Hegel), discípulos directos (Kierkegaard, Bakunin, Engels), y para otros que evidencian su influencia hasta nuestra contemporaneidad (Heidegger, Žižek).
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 dic 2018
ISBN9789876995047
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    Propedéutica de la filosofía - Friedrich Schelling

    Propedéutica de la filosofía

    Schelling, Friedrich

    Doble Filo

    Schelling, Friedrich

    Propedéutica de la filosofía / Friedrich Schelling. - 1a ed . - Villa María : Eduvim, 2018.

    Libro digital, EPUB

    Archivo Digital: descarga y online

    Traducción de: Diego Fonti.

    ISBN 978-987-699-504-7

    1. Filosofía. I. Fonti, Diego, trad. II. Título.

    CDD 190

    Índice

    Schelling, la filosofía y las condiciones para pensarla, por Diego Fonti

    Lugar y rol de la Propedéutica

    La  Propedéutica en la filosofía de Schelling

    Un diálogo con el presente

    Propedéutica de la filosofía

    Propedéutica de la filosofía

    Bibliografía

    Schelling, la filosofía y las condiciones para pensarla, por Diego Fonti

    1

    El 6 de enero de 1795, Schelling escribe a Hegel: La filosofía no ha llegado a su fin. Kant ha dado los resultados, pero faltan las premisas. Y ¿quién puede entender los resultados sin las premisas?2. Estas palabras pueden verse como un hilo conductor de todo el pensamiento de Schelling, más allá de las diferencias y continuidades en temas, métodos y períodos de su filosofía. Sucede que una tarea básica de la filosofía es explicar de un modo justificado y racional cómo es que el conocimiento pudo llegar a establecer sus afirmaciones, cuáles son sus condiciones de posibilidad y en qué se fundamenta. Al mismo tiempo, el estudio de esos fundamentos o premisas puede revelarlos como limitados, y por ende al revisarlos se pueden también alcanzar nuevos resultados. Esto lleva una y otra vez a las preguntas de la filosofía que, como Schelling afirma al inicio de su Propedéutica, sorprenden a quien no está habituado a ellas, ya que pueden poner en cuestión las creencias o suposiciones más cercanas y cotidianas, pero también las más consolidadas o científicas. Es por eso que hay que elevarse –o descender– hasta las premisas que fundan nuestras afirmaciones, las condiciones que posibilitan que lo que sostenemos sea lógico, plausible y argumentable. En esta tarea el impulso más directo le llega a Schelling de Kant y la filosofía trascendental, o sea el trabajo filosófico de analizar los límites racionales de nuestras afirmaciones y las condiciones de posibilidad de nuestros conocimientos, contra los dogmatismos previos (entiéndase por dogmáticas las afirmaciones que no fueron sometidas a la crítica racional y exceden lo que la razón misma puede validar dentro de sus límites); pero también la tarea de entender cómo funciona nuestra razón de modo autónomo y libre en su relación consigo y con lo demás.

    No es este el lugar para detallar sino sólo mencionar algunas características importantes del autor. Joven estudiante y académico brillante, cursa desde 1790 estudios teológicos y filosóficos en Tübingen con personalidades como Hegel y Hölderlin, se ve influido por la doctrina de Fichte primero y de Spinoza después, siente el anhelo de libertad republicana, la admiración de la ciencia moderna y al mismo tiempo el impulso del romanticismo y la mística para rescatar lo que el racionalismo había excluido del ámbito de la razón a pesar de ser parte integral de la experiencia y el conocimiento humanos. Desde los primeros años del s. XIX su rol es protagónico en la filosofía alemana. Asume cátedras de filosofía y puestos públicos en diversas ciudades alemanas. Junto a la evolución de su pensamiento, que marca las etapas señaladas por los expertos, se da una notable tarea docente y de gran producción filosófica, hasta que desde 1811 deja repentinamente de publicar. Continúa su docencia, redacta y corrige manuscritos, disputa con colegas (sobre todo Hegel, quien fuera su amigo y a quien criticaba no sólo filosóficamente sino también por plagio de sus ideas), y finalmente postula lo que llama filosofía positiva. En 1933 propone la publicación en tres tomos de este pensamiento, que le ocupa sin ver su conclusión hasta el final de sus días en 1854.

    La influencia inicial de la filosofía trascendental de Kant por vía de Fichte es un punto de partida fundamental para entender la filosofía de Schelling. Pero hay otro elemento no menos influyente, esto es, la idea que también hay un dogmatismo en la limitación arbitraria de nuestras propias afirmaciones sobre el mundo. Dicho en términos filosóficos: la intuición intelectual o el acceso a la cosa en sí misma, que Kant ponía fuera de juego para la razón humana junto con toda tarea especulativa de la razón, son para Schelling una parte efectiva e insoslayable del conocimiento humano. Y no solo estamos en condiciones de hacer afirmaciones acerca de lo que no vemos, sino también sobre los supuestos condicionantes para que podamos ver, comprender y afirmar del modo que lo hacemos. Esta tensión e inquietud sobre los límites de la razón signa la vida entera de Schelling y sus etapas filosóficas, pero también es la clave de acceso para su propia interpretación de la filosofía. Esta filosofía debe entenderse en el marco del idealismo alemán y sus vínculos con el romanticismo, particularmente en su intento de superar la separación de fenómeno y cosa en sí, con la que Kant volvía al "chorismos" o separación platónica entre lo inteligible y el mundo sensiblemente perceptible.3 En un lugar-período filosófico como lo es la modernidad europea ilustrada, donde la discusión no es acerca de lo definitorio del conocimiento –ya que hay coincidencia que se trata de la conciencia– sino sobre su validación, sea empírica o ideal, el idealismo de Schelling busca salir del paradigma de la conciencia y alcanzar un punto ab-soluto, una identificación original que supera, antecede y fundamenta las parciales filosofías realistas o idealistas. En este momento Schelling encuentra que entre materia y espíritu hay una identidad debido a su origen común. Desde aquí puede accederse a la Propedéutica de la filosofía, para comprender su rol, su lugar y sentido en la evolución del pensamiento de Schelling, como así también el tipo de preparación introductoria a la filosofía que propone.

    Schelling inicia con una experiencia muy simple: la filosofía no implica vivir en otro mundo que las demás personas, sino abordar las cuestiones del mismo mundo pero en una clave explicativa diversa. Por ejemplo, una de las cuestiones filosóficas más importantes y que ha sido capaz de resignificarse en los diversos contextos históricos es la pregunta por el comienzo de las cosas y la comprensión de la totalidad de lo que es. Las ciencias modernas fueron un gran aporte para el conocimiento del mundo, pero sus respuestas siempre han sido parciales, fragmentarias. Esto no significa que la filosofía sea la que puede dar una respuesta total, pero sí significa que ella es el lugar donde esa pregunta se puede formular y se pueden pensar las condiciones de una respuesta legítima. Una y otra vez la filosofía ha preguntado por el origen y la comprensión del todo, buscó responder a partir de diversos recursos, y nunca faltaron nuevas interpretaciones que mostraron los límites de las anteriores. Por cierto, ha habido quienes banalizaron esta cuestión o la consideraron una falsa pregunta, pero la interrogación persiste. Lo que sucede es que por detrás de estas preguntas hay problemas tan profundos como los límites de nuestra ciencia, de nuestras creencias, de nuestras opciones libres, e incluso del lugar mismo del ser humano en el cosmos. Al formular estas preguntas nos ubicamos siempre ya en medio de lo dado del mundo, que estuvo allí antes de nosotros y lo seguirá estando después. También nos descubrimos pensando ya e intentando dar cuenta de esas preguntas con un raciocinio siempre limitado por su contexto. A diferencia de lo que pasa en el sentido común o las creencias sin mayores justificaciones, la filosofía no acepta sin más las versiones estandarizadas o consolidadas por diferentes mecanismos culturales. Sin renegar de esas creencias heredadas –de hecho, sobre todo en el último período de su filosofía Schelling vuelve fecundamente sobre ellas–, la filosofía es el ejercicio de revisar cuáles son las fundamentaciones de esas afirmaciones, su aceptabilidad o inaceptabilidad según diferentes modos de comprender la racionalidad, en medio de una práctica vital en la que ya estamos inmersos antes de comenzar la reflexión.

    De este modo, en medio de lo cotidiano comenzamos a hacer preguntas que, como dice Schelling al inicio de su Propedéutica, ponen en cuestión los presupuestos más habituales. Así descubrimos que estas preguntas –así como otras tantas de la filosofía– están enterradas en el pensamiento prefilosófico y parafilosófico, aunque en filosofía asumen una particular forma de elaboración y exposición. Una palabra posible para esa forma de pensar se denomina crítica. Desde la Modernidad, la idea de crítica ha sido sinónimo, entre otras cosas, de indagar las condiciones de posibilidad del conocimiento. Asume la comprensión que en el conocimiento no hay una simple apertura sin mediaciones al mundo, sino que en el conocimiento influye nuestro aparato de percepción y razón, y por lo tanto se impone saber cuánto de lo que llamamos conocimiento viene de nosotros y cuánto viene de fuera. Al mismo tiempo, ya desde antes de la modernidad la filosofía buscaba también entre las condiciones algo que condicionase sin ser condicionado, una especie de piso o base absoluta y no relativa ni subjetiva, que pudiera dar cuenta de determinados fenómenos, un fundamento. Estos dos elementos, la indagación de las condiciones de posibilidad y la búsqueda de un condicionante no condicionado, serán fundamentales para pensar la propuesta de Schelling.

    La filosofía –quizás el término debería usarse en plural– buscó ese inicio en diversos ámbitos y

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