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La ilusión, el motor de la vida
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Libro electrónico91 páginas1 hora

La ilusión, el motor de la vida

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La ilusión es como una burbuja en el agua de seltz. Da un cosquilleo en la mente que meramente parece nacer de ella la misma vida. Si no hay ilusión, la vida es como el agua estancada: está pero es como si no estuviera; se mueve si la mueve el viento o cualquier otro fenómeno que no dependa de ella. La vida sin el cosquilleo que da la ilusión se convierte en un ser inerte que aun estando vivo se muere cada día un poquito. Y como es sabido, todo cuerpo que no se mueve ni ejerce su voluntad, es un cuerpo sin vida. Una persona sin ilusión es como un animal que no tiene más aspiraciones que las que le pide su cuerpo por vía fisiológica: comer, beber, orinar, defecar y dormir. Algunos lo llaman un muerto en vida, otros dicen que está vegetando. En un caso o en otro, vivir sin ilusión no es vivir.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 dic 2017
ISBN9788417029678
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    La ilusión, el motor de la vida - Juan Rafael Lorca Gutiérrez

    EUROPEA

    DEDICATORIA

    LA ILUSIÓN es como una burbuja en el agua de seltz. Da un cosquilleo en la mente que meramente parece nacer de ella la misma vida. Si no hay ilusión, la vida es como el agua estancada: está, pero es como si no estuviera; se mueve si la mueve el viento o cualquier otro fenómeno que no dependa de ella. Y como es sabido, todo cuerpo inerte que no se mueve ni ejerce su voluntad, es un ser muerto.

    La vida sin el cosquilleo que da la ilusión se convierte en un ser inerte que, estando vivo, se muere cada día otro poquito. Una persona sin ilusión es como un animal que no tiene más aspiraciones que las que le pide el cuerpo por vía fisiológica: comer, beber, orinar, defecar y dormir. Hay quien lo llama un muerto en vida, otros dicen que está vegetando.

    En un caso u otro, vivir sin ilusión no es vivir.

    ÍNDICE

    DEDICATORIA

    1. LA ILUSIÓN

    2. LA ILUSIÓN, COMO LA FLOR EN EL ÁRBOL

    3. LA ILUSIÓN, EL MEJOR ANTÍDOTO CONTRA LA VEJEZ Y LAS PREOCUPACIONES

    4. LA NECESIDAD, MADRE DE LA ILUSIÓN

    5. LA LOCURA Y LA SENSATEZ

    6. ¿HACIA DÓNDE APUNTA LA ILUSIÓN?

    7. EL CAMPO IMAGINATIVO Y EL TERRENO DE LA ILUSIÓN

    8. LA ILUSIÓN EN LOS DOS SENTIDOS

    9. LOS PARADIGMAS PARA MEDIR

    10. LAS UTOPÍAS, SOPORTES DE LA ILUSIÓN

    11. LA ILUSIÓN APUNTA EN MIL DIRECCIONES

    12. CADA META UNA ILUSIÓN Y CADA ILUSIÓN UNA META

    13. LA FE Y LA ILUSIÓN, DOS HERMANAS A CIEGAS

    14. LA ILUSIÓN, EL MOTOR QUE MUEVE LA VIDA

    15. LA ILUSIÓN TIENE DOS OJOS

    16. EL ENAMORAMIENTO, OTRA CONSECUENCIA DE LA ILUSIÓN

    17. EL AMOR

    18. SI YO HUBIERA O HUBIESE…

    1. LA ILUSIÓN

    Todo se puede perder en la vida y el homo seguirá viviendo mientras le quede ilusión. Mientras tenga capacidad imaginativa para generar una esperanza que le impulse los deseos de vivir, el humano seguirá luchando con el mundo y consigo mismo para proseguir camino adelante; pero en el momento en que la ilusión se le apague, la esperanza se torna de negro y el futuro ya no le ofrece atractivo. Todo es indiferente: insípido, incoloro, amargo y sin luz.

    Tal vez sea por eso por lo que las personas sin ilusión carezcan tan frecuentemente de voluntad y por ello sean presas tan fáciles para el juego, el alcohol, la droga e incluso el suicidio.

    No es cosa fácil seguir viviendo cuando a uno ya no le interesa la vida, el mundo ni las cosas que le rodean. Cuando cada paso que da lo hace a la fuerza, convencido de que más allá no habrá nada que sea de su agrado, porque uno mismo y su ánimo rechazan el olor y el color más bonito, no por mera predisposición caprichosa, sino porque para el carente de ilusión el olor no le aporta placer ni el color es agradable y brillante. El sabor tampoco es ya dulce ni amargo ni el sonido le resulta agradable.

    Existe el color y el sabor y la música, sí, pero para quien no tiene ilusión, ninguno le conduce ya a nada. Todo lo más, a una indiferencia o hastío que no lo mueve del sitio. Y aun en el caso de que el deprimido o deprimida tome conciencia y a toda costa se proponga seguir adelante, no dará paso que no retroceda otro paso, porque sin ilusión y sin esperanza no se puede caminar hacia ninguna parte.

    Por eso tal vez, cuando el ser humano tiene ilusión, escala montañas y araña la tierra hasta alcanzar cotas inaccesibles. No duerme. No come. No descansa ni ceja en su empeño hasta llegar a la meta. Lo malo es eso: la meta. Cuando el humano o humana se proponen un objetivo y lo alcanzan, la ilusión que tenían se les acaba, y ya estamos en el vacío que nos dio pie para escribir este ensayo. La falta de ilusión. Así, no es raro ver que aquellos o aquellas que antes no comían ni dormían por conseguir su propósito, ahora todo lo que hacen es eso: comer y dormir, refugiándose en la comida y el sueño, del hastío que les resulta vivir. Pues mientras comen o duermen, al menos se liberan del pensamiento para reposar como bultos, porque con el pensamiento inactivo no merece la pena vivir.

    Por eso tienen también más ilusión. Yo me atrevo a decir aquí que la ilusión siendo que es el motor que sostiene la vida del homo. Uno puede ser creyente o ateo, agnóstico o libre pensador, pero si no tiene ilusión por lo que se quiere ser, puede decirse que no es nada ni nadie, porque sin ilusión no es posible ser algo. Y todos estaremos de acuerdo en que la ilusión mantiene los deseos de vivir. Luego, «mientras quiera vivir, estaré viviendo».

    Naturalmente, la ilusión se alimenta de algo: de la necesidad. La necesidad agudiza el ingenio y provoca el deseo y el empeño preciso para encaminarnos hacia el objetivo propuesto, sin reparar en el esfuerzo que nos pueda costar, ya que tenemos el convencimiento de que una vez alcanzado lo pasaremos mejor.

    Eso es ilusión. Eso es luchar.

    Eso es vivir. Por eso creemos que los que más necesidades tienen, gozan también de más ilusiones y más deseos de vivir. En cambio, los que no necesitan nada ¿en qué pueden empeñar su ilusión?

    Esto visto desde una óptica materialista, que es el campo donde las necesidades empujan, pero existen otras necesidades en el terreno espiritual o afectivo que también cuentan mucho a la hora de fomentar la ilusión.

    Pero la ilusión, siendo como es el alma que mueve al humano, es por lo tanto el motor que empuja a la vida. Algo irreal y palpable a la vez, como la imagen de una palabra que hubiéramos inventado los parlantes para representar una idea y que ahora debemos cuidar escrupulosamente para que no se deforme. Es decir, no crear cada uno a su antojo su particular imagen de la palabra ilusión para servirse a su gusto, porque así podemos caer en la trampa de confundir ilusión con ilusionismo o con egoísmo, que sería mucho peor y, en consecuencia, en la desilusión cuando, al confrontarla con las demás ilusiones, veamos que ninguna de ellas coincide.

    La ilusión es una mezcla de deseo y esperanza de alcanzar algo bueno, con el convencimiento de que merece la pena. Sin importarnos el esfuerzo que nos pueda suponer ni el tiempo que se habrá de invertir. Un sentimiento de múltiples dimensiones, pero que nos hace felices mientras permanece en nosotros. Por eso somos tan desgraciados cuando no lo tenemos, hasta el punto de arrastrarnos hasta el desinterés y el hastío, haciéndonos sentir como muñecos de trapo que donde los ponen se quedan.

    Así llegamos a la encrucijada de la

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