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Huellas De Una Reina Sin Corona
Huellas De Una Reina Sin Corona
Huellas De Una Reina Sin Corona
Libro electrónico133 páginas1 hora

Huellas De Una Reina Sin Corona

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Huellas de una Reina sin Corona, representa en s, la labor potica ms importante en la incipiente carrera literaria del autor. Escrito entre algunos inigualables rincones de Canad y sus alrededores: British Columbia, Qubec y Ontario, ste libro ha sido la mayor muestra de inspiracin, admiracin y amor desenfrenados por la vida y la mujer, que el poeta ha desarrollado a travs de las letras plasmadas, y donde las metforas se disgregan con el ms solemne canto perdido entre palabras. Surgida de un romance repentino entre largas horas de nevadas soledades, sta poesa lograr entre sus sonidos y cadencias, desdoblar al lector hacia una sbita revolucin emocional, donde no habr cabida a la lgica, y la muerte pretende no importar ya ms, sino inspirar y enaltecer hasta el fifi nal, porque es a travs del lenguaje del alma que realmente entendemos nuestra existencia

El amor es parecido al cigarro del poeta, suele ser inspirador y casi siempre mata, su ausencia desespera, puede tirarlo y pisarlo, o disfrutarlo hasta que apagado desvanezca
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento12 ene 2012
ISBN9781463316372
Huellas De Una Reina Sin Corona
Autor

Ricardo Galvan Barquin

Ricardo Galván Barquín (Guanajuato, México. 1978- ). Desde su infancia, acostumbrado a la solitaria creatividad liderada por sus ideas, Ricardo fue siempre un gran observador y minucioso perseguidor de la naturaleza. Apasionadamente entregado en el amor, es en su juventud donde, enmudecido por algún amor platónico, descubre detrás de innumerables cartas, y bajo la embriagadora inflfl uencia del poeta Chileno, Pablo Neruda, su vocación literaria. En el año 2002, cambió temporalmente de residencia al majestuoso país de Canadá; una primavera y un verano bastaron para que el destino cambiara su vida a través de castos y matizados paisajes, y el amor de una dama. Con casi dieciséis años en la creación poética, Ricardo ha escrito alrededor de 440 poemas. Dícese a sí mismo, inflfl uido desde el vientre materno por las mágicas Rimas del poeta Español Gustavo Adolfo Bécquer.

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    Huellas De Una Reina Sin Corona - Ricardo Galvan Barquin

    Índice

    PRÓLOGO

    Capítulo

    Uno 1

    Lunada Dominical

    Poem for a lovely girl

    Poema para una dulce mujer

    Me gustas

    Entre el río y la primavera

    Amor

    Me afliges

    El efluvio de tu existir

    Contigo

    Gesto sublime

    A una musa inmediata

    CAPÍTULO DOS 2

    Sintiendo su falta

    Por quien eres

    Donde tu luz se acuesta

    Ayer mientras llovía

    Un momento inolvidable

    Despertares

    Cuando amanece

    El vuelo de tus alas

    Trece de Mayo

    El milagro de sus ojos

    Estoy enfermo

    Deja que te confiese

    Nocturno

    Si algún día quisiera describirte…

    Tu mal humor

    El día más feliz de mi vida

    Al extrañarte así…

    La voz de tu esperanza

    Mi primera impresión

    Bendito Recuerdo

    Mi amor por ti

    Un llanto desconocido

    Impaciencia Sublime

    Ensueño del Alma

    Capítulo

    Tres 3

    Palabras en el Viento

    La cercanía de un Beso

    Humilde Canción

    Un canto en primavera

    Recordando la tarde

    Amaneciendo

    La libertad de mis Palabras

    El más bello de mis Relatos

    Es muy poco

    Suponiendo

    Donde tus huellas se van

    Para una inolvidable andariega

    Ésta Mañana

    La Dama Sitiera

    Vanidad Dormida

    Instantes

    El hálito de tu voz

    Canción Inesperada

    Mientras nevaba de noche

    Un verso libre

    Relato de un recuerdo

    Capítulo Cuatro 4

    Melodía Inmortal

    Mis motivos de amarte…

    En un crepúsculo

    Mujer en calma

    Al canto de tus ojos

    Confesión

    Recordándote en silencio

    Un amargo Adiós

    Hoy

    Para hablarte sólo a ti

    Melodía de Verano

    Soledad del Mar

    Saudade…

    Huellas de una reina sin corona…

    Un himno al recuerdo

    ¿Será que el destino nos une?

    El Cuento de una Reunión por la Paz.

    PRÓLOGO

    Dicen del tiempo, que su magia forma en inquebrantables muros los buenos recuerdos, y es verdad, no sólo son insustituibles baldosas, sino también, la mayor prueba de que el mejor estado del hombre se experimenta en sus momentos de madurez.

    Ésta creación nueva, y de cuyos inseparables rumores no logré escapar por mañanas, tardes y noches enteras, llega finalmente a mi vida haciéndole frente al mundo para luchar, navegar, reír, conmover, llorar, volar y crecer…y que como un nuevo ser, verá en los lectores, amigos míos, a sus verdaderos padres…

    …porque como alguna vez le confesé a una mujer, yo no soy dueño de mis versos, sino quien los ha inspirado, no soy tampoco quien los juzga, porque el mejor crítico y poseedor definitivo, es precisamente quien los lee, circunstancia que en nuestros tiempos ya es virtud…

    …el poeta no es traductor de metáforas, es un instrumento de fuerzas divinas, cuya tarea encomendada, es lanzar al mundo ideas para que los ojos las desmenucen, la mente las digiera y el corazón las transporte al recuerdo para que entonces, el cuerpo las deseche en sonrisas…eso es poesía…

    Son ya diez años los que suceden a las primeras frases escritas Desde el fondo de mi corazón en una Lunada Dominical de Canadá, país que por mera naturaleza espesó mis sentires y los colmó en un manantial imaginario que cambió mi vida para siempre; y al retomar éste proyecto, siento venir aquéllas antiguas ilusiones para visitarme un tanto agradecidas…

    Y como un pintor que contempla sus trazos una y otra vez, en repetidas ocasiones, desde diferentes ángulos y anlizando cada matiz, yo admiro todas estas ramificaciones que germinan entre letras, porque más que un conjunto de redacciones tituladas, es una antología de los momentos más bellos de mi vida hasta ese entonces, en aquéllas tierras del maple, los osos y el jockey de los Canucks.

    Me gusta afirmar, amigo lector, y con toda certeza, que esta prolongada senda de palabras, no es sino la biografía de mi estancia en aquél lugar, y conforme pasaban los instantes, a veces cortos, y algunas otras veces extensos, plasmaba mis sentimientos en hojas, blondas, servilletas e incluso, periódicos, con tal de desatar ese fuego trepidante que me cautivó y me condenó a una inspiración irrefrenable, surgida de un sentimiento de amor vivido por primera vez…asunto por demás obvio…

    Hubieron momentos tan dichosos, que ni la mejor sonrisa expresaba mis emociones; prolongados instantes de melancolía que nublaron mis ojos incontables veces; inextinguibles llamas, por supuesto, que estremecieron a mi cuerpo en el calor de una inagotable sed carnal y donde por primera vez, fue testigo el corazón; hubieron momentos de fe y amistad conmigo mismo…con Dios…y con tantas manos extranjeras que estrecharon la mía en inolvidables gestos de cariño, ya tatuados en mi memoria…

    Como testigos principales de estos versos, y merecidamente dicho, culpables de toda esta odisea, he de mencionar las amaderadas dimensiones de una casa en Sherlock Street, en Burnaby, airoso corazón de un bosque, que vio arder la luna en las humeantes manos del sereno y el rocío acariciando estrellas…

    …fueron también cómplices implicados los bares, calles, librerías, escuelas e instituciones, cafés, jardines, iglesias, buses y el mismísimo Sky-Train de la ciudad de Vancouver, en el bello Estado de British Columbia; de igual manera, las aceras de Ontario y Québec, sin omitir por supuesto, mi hogar Chileno en Brossard, muy cerca de Montréal, rincón en cuyas tardes se intensifica el fuego en cielos de indescriptible belleza…

    …Y de la musa…qué puedo yo decir…fue simplemente una reina de distintos andares…sin esa corona hurtada

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