La Mansión De Los Sueños
Por César Pellicer
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César Pellicer
Nací de dos ilustres tabasqueños, el Lic. César Pellicer Sánchez Mármol y la doña, Pilar López de Llergo Caballero, en el periodo formativo de la segunda mitad de los treintas, 30 de octubre de 1935, arrullado por la sombra del general Lázaro Cárdenas. Me inicié en las escuelas católicas y termine en las públicas, de donde heredé el pensamiento de los luchadores del México revolucionario naciente. Tuve la suerte de formarme en el ¨Instituto Luis Vives¨, donde abrevé del más refinado pensamiento republicano, accedí a mi profesión en la cuna de la arquitectura en México, Puebla de los ángeles y el insigne poeta Carlos Pellicer Cámara, me enseñó a mirar detrás de la palabras y en medio de los pensamientos, de el aprendí a hablar con colores y con fe. Ya César Pellicer milité en las filas de la inconformidad, viajé por México para aprender el sonido de sus esperanzas y en la vieja lima, asistí al teatro de la democracia latinoamericana para aprender de sus carencias y sus necesidades, entre argentinos, colombianos, venezolanos, brasileños y peruanos... después miré ese viejo mundo parisino, español, holandés, belga, ingles y en general del viejo manantial occidental. Con este menaje, arribé a la prosa y a la poesía para cantar mi protesta y mi inconformidad, mi duda y mi deseo de alcanzar lo inalcanzado, la manera igualitaria de existir que el hombre ha perseguido desde siempre... César Pellicer y López de Llergo
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La Mansión De Los Sueños - César Pellicer
Copyright © 2011 por César Pellicer.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso: 2011930349
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-0213-9
ISBN: Tapa Blanda 978-1-4633-0212-2
ISBN: Libro Electrónico 978-1-4633-0211-5
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.
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ÍNDICE
Agradecimientos
Resumen
Esencia
Presencia
Existencia
I Remembranzas
II Los Ranchos
III Las Confidencias
IV Las Vacaciones
V La Universidad
VI La Búsqueda
AGRADECIMIENTOS
Tengo tantos compromisos que cubrir en esta ocasión, que me sería imposible abarcar adecuadamente a cada uno de ellos, por eso menciono a todos los que me dieron motivo de inspiración, como los verdaderos autores de la obra y en especial a los que me guiaron en su ejecución. María Luisa Puga por sus enseñanzas y correcciones, Fernanda Navarro por su comprensión y apoyo, mis antepasados por la palabra concedida y mi actual pareja, Angélica Sánchez por su apoyo y auxilio para lograr el termino de esta obra, mi primera en el campo de la novela.
César Pellicer y López de Llergo
RESUMEN
La mansión de los sueños pretende recrear la construcción de la realidad en que se engendra, se construye y se manifiesta el ser humano para cumplir su misión. Para lograrlo está dividido en tres grandes apartados: Esencia, representa esa realidad inconsciente que trae el ser desde su ingreso al mundo, memoria celular que llega a su interior sin ningún acto de voluntad posible; Presencia, incontrolable toma de conciencia de los límites entre la realidad y la ficción que adquiere al enfrentar su mundo; Existencia, tiempo y distancia en que fructifica la acción del sujeto sobre él y sobre el otro, al choque con su entorno, para integrarse a su ser y a su realidad hasta encontrar su totalidad, después de realizarse y existir . . .
E S E N C I A
El ser humano pertenece a una realidad que oscila entre lo verdadero, lo falso; lo substancial y lo formal, es una ambigüedad entre sujeto y objeto, que cambia de continente a contenido, de ser a no ser, para sentirse integrado a la realidad del universo en que vive . . . Pero perdón . . . aún no me presento con ustedes, soy la voz de la memoria; narro esta secuencia de vivencias desde este mundo abstracto en que habito, en donde los recuerdos se hacen nuevos y van hasta la memoria de mi memoria para darme voz; yo no soy lo que digo, pero interpreto mis recuerdos, percibo los recuerdos que la memoria de mi memoria me manda, así es como sé todo, como lo hago palabras e imágenes, al través de las sensaciones y los sentimientos, en el tiempo, en el espacio de la estancia de los sueños, porque ella está impedida de hacerlo, carece de palabras, ella como les decía, solamente contiene ideas, conceptos.
Para evitar que el mundo de la fantasía, de la ficción que mora en la noche y se concreta en los sueños de los seres humanos se pueda confundir con el mundo del sol, de la luz y de la forma, la mansión de los sueños tiene un vigilante que vive con la noche en medio del miedo y la angustia, lugar común que lo une con los seres de la luz y el sol, a los que auxilia en su proceso de olvidar; le dicen el cuidador de la noche; a él le obedecen todos, incluso los temores, las angustias, los pensamientos, las ideas y las palabras, él es el ir y venir de las horas, tiempo sin distancia, sin forma, que comanda a los hijos del sueño, toma prestados a los hombres mientras duermen para liberar sus mentes . . . Para platicar nuestra historia y disfrutarla, tenemos que hacer un acercamiento a la estancia de los sueños, aislarla, tomar su espacio, traerla a esta dimensión nuestra que tiene como escala al hombre, por lo que usa su lenguaje, sus costumbres y sus ideas . . .
La estancia de los sueños, el lugar en que los pensamientos las ideas y las imágenes que los constituyen se realizan, está entre el cerebro y el cerebelo de los seres humanos, les pertenece, pero se encuentra dentro de un mundo ajeno a su voluntad, es la primera negación del espacio y el tiempo que los amenaza con dejarlos fuera de su realidad. Asomándonos a ella, podemos ver cómo es el lugar; cálido, sencillo, los pocos muebles que la pueblan son cómodos, forrados con lanas crudas, con cojines coloridos que indican el sitio de cada uno de acuerdo con su forma de ser; en la pared del fondo está un reloj de péndulo que sólo puede hablar en los cuartos, las medias horas y las horas, el resto cuchichea mientras la nada de su rostro va regalando horas, minutos, segundos, a los seres que lo miran; Hay también una celosía que cierra a medias el paso de los ojos, que deja mirar solamente una penumbra con objetos, con ruidos, con palabras que se hacen en la nada de la otra pieza, el tiempo roto de sus huecos es una farsa que intimida a quien intente transgredir sus límites, en cambio su madera viva, recia, es una presencia que rompe la sencillez de los otros tres muros; la música que sale de las bocinas es clara, suave, parece ser de un clásico o de un ser viejo que pensase, sus notas que se suceden escapándose en el tiempo a todas partes, para todo el mundo, no las escucha nadie, sólo la alfombra y las cortinas que apagan todo el ruido, matan todo el eco; en este espacio no hay tiempo ni distancia, el reloj es para los humanos, los seres de la noche solo lo escuchan cuando mide las distancias de la obscuridad . . .
El tiempo transcurre, la distancia entre el día y la noche cambia, la tarde llegó pronto . . . ha venido dejando de existir con tanta prisa que el cuidador de la noche, aunque se siente cansado, presiente que la obscuridad está cercana, que deberá iniciar su trabajo; cuidar la noche es algo complicado, en ella suceden todas las cosas que huyen del día, la noche está plena de sucesos obscuros, perdidos en el silencio de los sueños, en el bullicio de las pasiones sueltas . . . en ella los hacedores de sueños le obedecen, porque como ellos mismos dicen son particularmente especiales . . . Somos abstractos sí, Pero . . . también estamos.
Tenemos obscuridad y luz
tiempo y distancia
que une deseos y ganas
frustraciones y miedos,
tenemos imágenes, sonidos
esperanzas y ausencias
estamos en los sentimientos
somos las manos del viento
de la luz . . . de la nada
somos todo antes y después,
el complemento de ellos,
esos humanos que se pierden
por no tener olvido
por no saber cómo ser nuevos
por ser sólo memoria
sordos siempre a su presente.
El tiempo llama, son las siete y media, la noche se asoma a la estancia para llenar todas sus partes, viene de otros rincones y trae los recuerdos de la pasada; como cualquiera de las noches que siguen al día, se da en el azul de la tarde y se extingue en el azul de la mañana, la humedad de la penumbra que se acompaña de los primeros lilas y de los últimos morados, sueña a no ser nada entre el naranja y el rojo del atardecer y la mañana; escondidos en el rumor de los grises que se untan en los ojos hasta dejarlos ciegos en la mitad de la noche, viven ellos, los creadores de los sueños . . . inventan palabras, ideas e historias que se hilan, se complementan unas a otras, pero que no emparentan, que no son iguales ni semejantes, simplemente están, permanecen en la obscuridad y el cuidador de la noche no debe dejar que escapen, se acabarían los sueños, el silencio, el ruido que hacen el miedo y la imaginación cuando se mezclan. Afuera, detrás de la ventana que une a los dos mundos, el viento sopla un poco más fuerte que antes, la lluvia azota los cristales, crea destellos nuevos con la vieja luz de los faroles, ahora ya es difícil mirar dentro de la estancia, la luz que se descompone en las gotas de la lluvia, semeja un encaje que deja adivinar, pero prohíbe ver con precisión del otro lado, ya adentro, podemos percibir que los sueños están por surgir, el tiempo ha de romperse en otro espacio nuevo, que brota de esa inmensa soledad interior que guarda la memoria y se libera cuando la energía se queda sin sentido, sin conciencia . . .
El agua rosada, los cerros llenos de pinos azules y rocas carmesí, van y vienen tras el sístole y el diástole de la humanidad que duerme, acechan el paso de los viajeros siderales, son los paisajes que contienen al universo del sueño, los horizontes que limitan a nuestros deseos, la medida de las pasiones, los testigos de una realidad superior que llena la verdad del sueño; son las acciones que testifican la existencia, los que sujetan a la mente unida con el universo de su forma . . .
De la noche surgen los seres que vienen al mundo de los sueños a construir sus ilusiones, caminan tomados de la mano y según se internan en la estancia, su ropa va cayendo, sus máscaras se destruyen, sólo permanecen las ganas, los deseos, los todos, las nadas del diario construirse; se pierde el tamaño, se desvirtúa la fuerza, queda el cuerpo, la ansiedad, en la total transparencia necesaria, entre ellos viene una pareja, sus pasos al principio inciertos . . . cautelosos, se van quedando ausentes de miedo y según llegan hasta el medio de la estancia, giran para enfrentarse . . . quedarse quietos, mirándose el uno al otro; las ganas crecen, se hacen únicas sobre la alfombra marcando la huella de los cuerpos; de sus manos nacen las ansias, se crea el deseo que apresura las caricias de uno a otro, surge la inteligencia para hacer una presión ligera, una caricia larga . . . suave, que va, viene . . . sin abandonar la misma piel, el mismo vello . . . una caricia que penetra al compañero y traspasa el alma de la mente, va, viene, lleva y trae la sensación hasta llenar ambos cuerpos de un placer quieto, lánguido, anterior al gran juego del placer que los espera atrás, luego de recorrer el camino de la necesidad y el deseo . . . Al fin han terminado por bajarse de sus piernas, de meterse en los sofás, uno a uno y los dos en el mismo sitio, están muy cerca, con la respiración a flor de boca, la confusión en las ideas, casi para dejar escapar el orden supremo de tomarse el uno al otro . . . los dos se confunden, se van haciendo uno . . . una mano que cubre todo el horizonte se asoma para tomar los muslos, un hombro que pierde la forma de tan cercano, monta sobre el otro y la nuca se dilata, vibra suavemente mientras una boca con lengua lame y una nariz huele . . . la luz se muere, la forma se destruye y el torrente sanguíneo se agolpa en las terminales . . . sus corazones laten, su musculatura se tensa hasta el dolor . . . se afloja hasta la flacidez . . . se tensa, se afloja . . . el corazón descansa una milésima de segundo . . . se derrama la energía; la vida que muere da la vida que nace, hay una concepción de dos que ya son tres, la respiración descansa, la luz amanece y de la noche regresan dos seres sin cansancio, con un sueño mas y el mismo tiempo. Así es un sueño, sucede en un instante, labra la memoria, recorre el tiempo, la distancia del ser que lo contiene y alivia sus males, lo ubica en la época según la circunstancia, para que se pueda reintegrar al universo de su vida.
De nuevo en el silencio, la respiración se empeña en un ir y venir de viento que se aferra a la vida, los pulmones repiten acompasadamente . . . ten vida . . . ten muerte . . . vida . . . muerte. El ser que duerme ya no sabe nada, sólo sus vísceras lo dejan continuar en el mañana que ha de venir cuando la noche escape, cuando termine el sueño que se da en el otro espacio, el interior, que se anima a diario en la humedad nocturna de los grises; entre tanto, uno se pregunta qué pasa con el tiempo medido que se esconde en el reloj de péndulo, seguramente que no sabe nada de este tiempo diferente que tienen los sueños, él es un producto de la medición del ser despierto, el resultado de un proceso racional, en cambio el tiempo de ellos es el tiempo natural que se hace entre los quehaceres de los astros, es un reloj que mide al tiempo según las circunstancias, un reloj con memoria ancestral, que lleva la cuenta de su universo desde siempre, por eso sabe lo que va a acontecer en su micro-universo, un reloj que no tiene cuerda, que se hace continuamente con la energía que emana de los sucesos.
Él, que tiene que cuidar a la noche de los peligros del día, no sabe qué sucede después del amanecer, entonces duerme, deshilvana sus sueños como cualquiera de los demás, queda a merced del tiempo de los hombres, encarcelado por esa limitación de la materia organizada, ni él se escapa del dueño del tiempo, puede también morir, como la misma muerte, por eso está fuera del mundo de los sueños a pesar de tener que vigilar para que no se salgan más allá de su estancia, ahora por ejemplo, él solo puede asomarse al través de la celosía para ver como se construyen los espejismos de la realidad nocturna, él ve llegar a los seres hasta la estancia, también como se van quedando desnudos, cubiertos solamente por sus deseos y pasiones, como los pensamientos, las ideas y las sensaciones crean imágenes que satisfacen la necesidad de cada ser, ya sea creándole una angustia o una calma que no por ser un sueño deja de penetrar el día para ayudar al ser que la requiere; los habitantes de su estancia están recibiendo constantemente la visita de hombres, mujeres que desean, necesitan soñar; ahora mismo vienen más . . . El alto y joven, parece estar lleno de angustias, de desesperanza, como si le preocupara algo que tal vez no alcanza a comprender; a eso es a lo que viene, a buscar una solución que no encontró en su mundo, ellos le van a ayudar trasmitiendo mensajes simbólicos que le harán entender esa parte de su realidad que no puede manejar aún, o que no sabe adecuar a su necesidad . . . le crearán toda la ambientación necesaria; la imaginación y la fantasía trabajan arduamente para lograrlo . . . ya está, se va formando . . . hay un camino, un horizonte, el sol es fuerte, la luz intensa y él debe atravesar el páramo . . . las ideas empiezan a circular en él, las sensaciones se van dando y las imágenes, dan rienda suelta a sus