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El regreso de Max: Camino al liderazgo: libro primero
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El regreso de Max: Camino al liderazgo: libro primero
Libro electrónico190 páginas4 horas

El regreso de Max: Camino al liderazgo: libro primero

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Información de este libro electrónico

Max es un ejecutivo con cierto éxito profesional, pero que se ha perdido a sí mismo por el camino. No está a gusto con su trabajo, a pesar de ganar mucho dinero y de tener el cargo que deseaba; tampoco goza de un buen entorno laboral, ni de los principios por los que se rige la dirección del hotel en el que trabaja.
Una noche, después de un enfrentamiento con su jefe, tiene un extraño sueño. Algo le hace cambiar su forma de ver las cosas y, poco a poco, se transforma todo su entorno.
Con la ayuda de su novia, Iris, y de una herramienta muy especial, Max descubre el verdadero camino al liderazgo, tanto a nivel profesional como personal.

Este libro ayudará al lector a observar su propia realidad desde otra perspectiva, permitiéndole encontrar soluciones diferentes a los problemas de siempre, y emprenderá un viaje a lo largo de los miedos y las dudas, tanto dentro del mundo de la empresa como en el ámbito privado.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 may 2012
ISBN9788415098584
El regreso de Max: Camino al liderazgo: libro primero

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    El regreso de Max - Manuel Ramírez

    El regreso de Max

    Camino al liderazgo: libro primero

    MANUEL RAMÍREZ

    alreves.jpg

    Primera edición: mayo de 2012

    Publicado por:

    EDITORIAL ALREVÉS, S.L.

    Passeig de Manuel Girona, 52 5è 5a

    08034 Barcelona

    info@alreveseditorial.com

    www.alreveseditorial.com

    © Manuel Ramírez, 2012

    © de la presente edición, 2012, Editorial Alrevés, S.L.

    Printed in Spain

    ISBN: 978-84-15098-58-4

    Código IBIC: VS

    Depósito legal: B. 13486-2012

    Diseño de portada: Mauro Bianco

    Conversión a ePub: Booqlab.com

    Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización por escrito de los titulares del «Copyright», la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro, comprendiendo la re­prografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamo públicos. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.

    A mi padre, in memoriam, que me mostró el camino al crecimiento personal

    Prólogo

    Este libro te ayudará a alcanzar todo aquello que ahora crees que no puedes. El impacto que te va a producir el leer este manuscrito es tal que, cuando lo termines, no recordarás cuáles eran las barreras que te limitaban.

    Estás a punto de iniciar un viaje apasionante fuera de tu zona de confort que te permitirá descubrir tu verdadera grandeza. ¡Disfrútalo!

    La primera vez que me reuní con Manu para empezar el proceso de coaching, me cautivó, entre otras muchas cua­li­dades, su gran entusiasmo, su compromiso con el crecimiento personal, sus dotes de comunicación y su proactividad por sacar todo su potencial.

    Manu es un líder nato que, a base de emprender nuevos proyectos con mucha iniciativa y perseverar sin darse por vencido, consigue todo lo que se propone. Él es un auténtico ejemplo de superación personal.

    Recuerdo que, en nuestras sesiones de coaching, cuantos más retos le proponía y más grandes eran, más desarrollaba sus habilidades sin ponerse límites de ningún tipo. Rompía los bloqueos que lo limitaban y alcanzaba resultados extraordinarios.

    El libro que tienes entre tus manos es el resultado de uno de esos retos.

    Durante unos meses del año pasado, tuve el honor de acompañarlo en este mágico viaje de creación. Y digo mágico porque así fue desde el nacimiento de este manuscrito hasta el final. De esta manera, Manu experimentó infinidad de sincronicidades que lo guiaron en el desarrollo de esta maravillosa historia y, al escribirla, se convirtió en un instrumento del universo, compartiendo su sabiduría y aprendi­zajes. Cada semana me enviaba nuevos capítulos y yo no podía esperar a la siguiente para continuar leyendo. Recuerdo que mi gran curiosidad hacía que le preguntara a Manu qué sucedería en los siguientes capítulos y él siempre respondía que no lo sabía. Estaba claro que los protagonistas de esta historia tenían vida propia, y esto es lo que hace este libro tan poderoso.

    El regreso de Max sale de la inquietud de Manu por ayudar a los demás desde el corazón. En él continúa la historia de Iris y Max, protagonistas de mi libro El mejor año de tu vida, presentándonos una nueva perspectiva en un contexto empresarial.

    Tanto quienes hayan leído El mejor año de tu vida como quienes aún no, van a encontrar nuevas herramientas y recursos que los harán crecer hasta una nueva cima.

    Manu nos lleva, paso a paso, por un camino, al verdadero liderazgo en el que aprendemos a tomar las riendas de nuestra vida de una forma muy efectiva.

    Este es un libro muy singular que cuando empieces a leerlo no lo podrás dejar hasta acabarlo. Te sentirás identificado con alguno de los personajes que salen a lo largo del libro y vivirás los diferentes capítulos como si fueran reales.

    No es casualidad que tengas este libro entre tus manos. En la vida todo tiene un significado, y, si estás leyendo este prólogo, es porque El regreso de Max esconde un mensaje para ti. Aprovecha esta oportunidad que te da la vida y encuéntralo.

    Muchas gracias, Manu, por compartir este regalo con el mundo. Gracias por darme el placer de acompañarte en su proceso de creación y por ofrecerme la oportunidad de escribir estas palabras. Iris y Max también te están muy agradecidos. Y sé que todos los lectores lo van a estar.

    Me despido con mis mejores deseos para este «nuevo hijo» que has creado con tanta pasión.

    Mònica Fusté

    Autora de El mejor año de tu vida

    Introducción

    Hacía un año que se había matriculado en estudios superiores de Administración de Empresas en la Universidad de Berkeley, California, en la especialidad de Gestión Hotelera. Estaba siendo toda una experiencia, pues no era más que un chico catalán de clase media que nunca antes había cruzado el Atlántico.

    Trabajaba en el bar de un pequeño hotel situado cerca del campus universitario para pagarse los estudios. Salía a correr cada día con sus compañeros de residencia, amantes de los deportes, y aún le quedaba algo de tiempo libre para salir de fiesta. No mucho, pero sí lo suficiente para haber conocido más chicas, en el tiempo que llevaba allí, de las que hubiera imaginado cuando vivía con sus padres en Barcelona.

    No era extraño. Moreno, algo más de metro ochenta de estatura, de cuerpo atlético y con una gran energía vi­tal. Siempre tenía una sonrisa en los labios, una buena pala­bra para su gente y esa ilusión por vivir la vida, por aprovechar cada minuto. Era una persona principalmente activa, entusiasta y líder allá donde fuera. Tenía una facilidad innata para captar la atención de los demás y para ganarse su respeto.

    Podría decirse que era un romántico pero consciente de que para conseguir algo en la vida, además de desearlo, hay que ir por ello. Precisamente por eso era tremenda­men­te perseverante. Necesitaba poco descanso, pues hacía en todo momento aquello que le apasionaba, y eso le mantenía con fuerzas desde bien temprano, por la mañana, hasta pasada la medianoche, para trabajar en la consecución de sus metas.

    Trataba de superarse a sí mismo constantemente, de mejorar día a día. Y en aquel momento más que nunca. Ha­bía llegado la hora de tomar una decisión importante: entrar en el equipo de atletismo de la facultad, el Golden Bears Athletics, de reconocido prestigio estatal, o seguir corriendo con sus amigos de forma amateur.

    Una baja de última hora en el equipo, justo quince días antes de comenzar el curso y, por tanto, la temporada de entrenamientos, había propiciado que su amigo Nick lo recomendase ante el entrenador. Este, después de hacerle una prueba y conocerlo en persona, quedó cautivado con su energía y entusiasmo vitales. Le propuso unirse a ellos.

    Siempre había querido ir al siguiente nivel en el atle­tismo, que tanto le gustaba. Pero no era una decisión sencilla pues las consecuencias eran muy importantes. El equipo exigía una gran dedicación e implicación. Si asumía ese reto tendría que esforzarse más aún, comprometiéndose al máximo con sus compañeros y, principalmente, consigo mismo.

    Si aceptaba incorporarse al equipo, recibiría una beca de la propia universidad, mediante la cual sus estudios y su estancia en el centro quedaban pagados. Podría dejar el trabajo de camarero y dedicarse en exclusiva a estudiar y a correr. La beca se mantendría siempre y cuando mantuviera un expediente limpio —como había hecho a lo largo del primer curso—. Eso le emocionaba, pero al mismo tiempo lo asustaba. A fin de cuentas, estaba a gusto en su trabajo, reconocido por su jefe y relativamente bien remunerado. ¿Qué pasaría si se decidía a entrar en el equipo de atletismo y, finalmente, las cosas no salían como esperaba?, ¿si entraba y fracasaba como atleta o como estudiante? Perdería la beca y ya no tendría el trabajo de antes.

    Era un riesgo que estaba dispuesto a asumir. En el fondo sabía que podía lograrlo. El éxito le estaba esperando. Se esforzaría al máximo en sus dos objetivos y conseguiría lo que se propusiera.

    Y lo hizo. Meses después, Max ganó la competición estatal en la modalidad de 3.000 metros, representando al Golden Bears Athletics, con un expediente académico excepcional. Había sido un año vivido intensamente, trabajando al máximo, concentrado en sus objetivos y con unos resultados inmejorables.

    Había pasado momentos duros. Sobre todo al principio del curso cuando había tenido que habituarse al nuevo ritmo de entrenamientos diarios. Después de dos horas de ejercicios diversos, corrían una hora adicional. Terminaba realmente exhausto, sin fuerzas para moverse a la mañana siguiente, y sentía que no podía seguir el ritmo de sus compañeros. Además, ese curso las asignaturas estaban resultando más complicadas que el año anterior, y la sensación de no llegar a todo había sido muy dura.

    Gracias a sus compañeros de equipo y a su amigo Nick había superado los momentos en los que le invadía el miedo y dejaba de ser él. El auténtico Max despertaba de nuevo horas después y salía a comerse el mundo. Con el tiempo, no solo fue superando en velocidad a sus compañeros, sino también a sí mismo, sus miedos y sus limitaciones. Eso le había llevado a ganar.

    Pero lo más importante era que había disfrutado de la vida. Sabía que así era como se conseguían las cosas: con pasión, esfuerzo y confianza en su capacidad para lograr lo que se propusiera. Con veinte años de edad y después de tan solo nueve meses, se había convertido en el líder de su equipo y de la práctica totalidad de la facultad.

    En dos años acabaría la carrera y regresaría a su tierra. Se instalaría en el Empordà y allí montaría un pequeño hotel que dirigiría él mismo. Contrataría a personas comprometidas con la sociedad y lo convertirían en un referente como lugar de relax y de recarga de energía, así como un sitio para emprendedores al que la gente pudiera acudir en busca de apoyo.

    Sobreviviendo

    Como cada mañana a lo largo de los últimos diez años, Max estaba revisando su correo electrónico y planificando las actividades que quería desarrollar a lo largo del día. Su principal tarea sería redactar el informe de resultados del evento que se había celebrado el pasado fin de semana en el hotel Reyes, una reunión de agentes de la propiedad inmobiliaria. Para ello, el primer paso era comprobar las horas de ocupación de la sala, así como el estado en que había quedado la misma. Hablaría con el departamento de Logística y Mantenimiento.

    En segundo lugar, debía tabular las encuestas de satisfacción de los clientes sobre el servicio recibido por el hotel. Era una actividad totalmente absurda, puesto que sabía perfectamente que no servían para nada. Nunca se habían tomado decisiones en base a estos resultados. En realidad, a la dirección del hotel le importaba un pimiento lo que pensaran los clientes, mientras pagasen la factura antes de irse.

    Más tarde, hablaría con Restauración para comprobar que el menú que se había servido fuera el pactado. De no ser así, y en el caso en que el grupo hubiese hecho alguna modificación o hubiese pedido algo adicional a lo que se había presupuestado, se cercioraría de que Recepción lo hubiese sabido a tiempo y hubiese modificado la factura.

    Aún recordaba una ocasión en la que un grupo, en el últi­mo momento, decidió pedir unas botellas de cava que no se habían pactado. El servicio de comedor, obviamente, las sirvió de inmediato, pero el camarero, distraído por algún motivo inexplicable —e imperdonable en aquella empresa—, había olvidado anotarlo en la cuenta de los clien­tes. Al día siguiente, cuando el grupo se fue, pagó su factura sin ningún complemento extra. Dos días después, cuando la dirección del hotel recibió el informe

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