Una abogada mexicana en la Gran Manzana
Vivimos en un momento sin precedentes en el que la desesperanza y la frustración se han vuelto una constante entre el caos y el aburrimiento. Pero es precisamente en estos momentos en los que hago una pausa para apreciar lo afortunada que soy y el increíble viaje que hasta ahora he vivido, tanto personal como profesionalmente.
Mi buena suerte empieza con mi familia. Mi felicidad y éxito no serían posibles sin mis padres, mi hermana y mi abuela materna. Son ellos las primeras y más fuertes influencias que han marcado mi vida.
Mi padre no lo sabe, y tal vez al día de hoy no lo reconozca, pero él se convirtió en un feminista cuando nacimos mi hermana y yo. Ante sus ojos, sus pequeñas niñas pueden lograrlo todo. Ser mujeres nunca fue ni será una limitante en mi familia. Él nos inculco desde el principio que, a través del trabajo arduo, la honestidad y el respeto, podemos alcanzar cualquier meta. Por su parte, mi madre siempre me brindó su apoyo en todas y cada una de mis locuras. Su amor incondicional, combinado con su perspectiva directa y objetiva de ver las cosas, no me han permitido perder el tiempo en la autocompasión. Ella siempre ha tenido la respuesta correcta ante los problemas, haciéndome sentir segura en todo momento. A su vez, mi hermana Diana ha tenido un don único y maravilloso: hacerme reír aun en el peor de los momentos y, al mismo tiempo, asegurarse de que yo mantenga los pies en la tierra. Finalmente,
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