Para ser feliz: Primero hay que ser valiente

Por Marcela Heredia

Cuando el alma de una persona se confronta con sus miedos, carencias y dudas, es momento de encontrar respuestas. Aprender a escuchar la voz del corazón, es algo que todos debiéramos atrevernos a intentar.

En “Para ser feliz, primero hay que ser valiente”, Marcela Heredia nos comparte su más íntima manera de rescatarse a sí misma, cuestionando to

• Idioma: Español
• Editorial: Innovación Editorial Lagares de México, S.A. de C.V.
• Fecha de lanzamiento: 1 abr 2019

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Para ser feliz primero hay que ser valiente

Marcela Heredia

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Para ser feliz primero hay que ser valiente

© 2017, Marcela Heredia

D.R. © 2017 por Innovación Editorial Lagares de México, S.A. de C.V.

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Diseño de Portada: Mariana Yarto Heredia

Cuidado Editorial: Rosaura Rodríguez Aguilera

ISBN Electróniuco: 978-607-410-506-3

ISBN Físico: 978-607-410-503-2

Primera edición: agosto, 2017

A mis hijos,

Mariana e Iñaki

Gracias por ensanchar mi corazón

Prefacio

Este libro está escrito con el alma, más que con el pensamiento. Con el único propósito de compartir mi experiencia. A lo largo del camino, he aprendido que el tesoro más grande con el que contamos, es el aprendizaje que acumulamos. Agradezco enormemente, a los que, con su experiencia, me han ayudado a mí a identificarme, a sanarme y a aprender algunas cosas en este recorrido.

Soy muy afortunada por haberme topado en esta aventura de vida, a tantas personas hermosas, a tantos seres humanos de luz dispuestos a brindar su ayuda, su conocimiento y su experiencia para apoyar a otros, que, como yo, perdieron la vertical en algún momento de su existencia.

Todos estamos aquí, para experimentar lo que nos corresponde, con el fin de encontrar nuestra propia ruta. La vida es una gran escuela, que nos enseña a caernos, levantarnos, sanarnos, y aprender a sentir, para poder escuchar a nuestro corazón, encontrar nuestra verdadera estrella y conocer el amor. Absolutamente todos tenemos la capacidad de amar, aunque sin duda, en ocasiones se convierte en un camino pedregoso y con obstáculos. Aprende a agradecerlos. Esas piedras en el trayecto, no son sino lecciones para subir más alto.

A un poco más de dos años de haber empezado a escribir las primeras letras de este libro, de haber tenido serias dudas de si lo lograría, aquí estoy dejando en estas páginas un pedacito de lo que soy.

Todo mi agradecimiento a los que me impulsan, me leen y me regalan su amor para poder lograr plasmar estas letras. Gracias en principio a mis hijos, que con su luz iluminan mi camino. Gracias por ser mis mejores maestros, y por enseñarme lo que significa amor incondicional. Por ser hoy, mis amigos, consejeros y escuchas.

Gracias a mis padres, que forjaron a una mujer ávida de vivir, conocer, aprender y desarrollarse. Gracias por su amor, por sus lecciones y dulzura. A mi madre, por su dedicación y cuidados. De ella aprendí el significado de lucha y fortaleza. A mi papá, que está ya gozando de mejores cielos, por toda su sensibilidad, y por enseñarme lo que es la honestidad, dignidad, y rectitud. Agradezco el regalo de vida. Los honro, amo y respeto.

A mis hermanas, que nunca me sueltan. Mis cómplices, amigas y compañeras de tantas travesías, vivencias y solidaridad. Sin ustedes, sería imposible haberlo logrado.

A todos los que me han impulsado y empujado a escribir, a Tony por su compañía, lecciones y apoyo incondicional, a mis amigas del alma, esas que elegí en el camino para que se convirtieran en familia.

A los compañeros que, durante el recorrido, me han amado, y enseñado el significado de esas palabras intangibles que se llevan en el alma. Gracias por creer en mí. Al trayecto, a las piedras en el camino, a las situaciones de crisis que me pusieron creativa, a mis maestros. A mi amado grupo, que me impulsa a ser un mejor ser humano con amor y contención.

A mis lectores y seguidores, que llevan más de cuatro años acompañando esta ruta y animándome para escribir y compartir.

A mi tío Miguel, a quien le prometí un libro. Va por ti, te lo mando al cielo.

Y, por último, y más importante, a Dios. Ese poder superior que he llegado a conocer en el trayecto de mi trabajo interior. Hoy, sé que mi espiritualidad es distinta. Gracias por amarme incondicionalmente y guiarme en este fabuloso, intrincado, y apasionante camino de vivir.

En este escrito hablo de mí. De mi propia versión de los hechos, de mi aprendizaje y mi experiencia personal. Si alguna de las personas lo vivió de otra manera, es igual de válida. Podrás coincidir o no con mis ideas, mis creencias o mis conceptos. Eres totalmente libre de hacerlo. Hoy sé que la vida y nuestra verdad, se basa en nuestra percepción de la realidad. Cómo dijo el maestro Jiddu Krishnamurti, Las cosas no son como son, son como somos. Es por esto, que escribo en libertad, con mi propia esencia. Si en algo te sientes identificado, es mera coincidencia.

Si por alguna razón mi gente cercana se siente expuesta, pido adelantadas disculpas. No hay otra forma de narrar mi vida y experiencia, que hablando de lo que viví en ella.

Hablo en particular, de los principios espirituales que me ayudaron a salir adelante, y que han hecho transformar mi peculiar perspectiva sobre la felicidad y la vida. Mi objetivo es compartir. Si alguna situación de mis procesos personales te ayuda a identificarte, o aporta al menos un granito de arena a tu conocimiento personal, habré cumplido de sobra el propósito de escribir.

Comprendo bien, que nunca se igualará la teoría aprendida, a la práctica de vivir cada uno sus propias experiencias. Cada una es particular y valiosa. Aún ahora, después de comprender cada uno de los puntos que aquí detallo, hay ocasiones en que no me siento preparada para llevarlo a cabo al pie de la letra. Me salgo de los comportamientos ideales con gran facilidad, cometo errores, y olvido mis propios lineamientos. Es parte de la vida. No soy Buda ni Gandhi, ni pretendo serlo.

Este libro es para todos. Es un compartir mi camino, exponiendo los conceptos que he ido aprendiendo durante el recorrido. Espero que lo disfrutes.

A esto le llamo cumplir sueños, gracias por estar aquí.

Un poco de mí

La vida, no cabe duda, es toda una aventura. Y hay que forjar la conciencia, tener fe y confianza para encontrar lo que realmente estamos buscando. No caer en las trampas del no puedo o el pobre de mí. Yo, definitivamente me considero una mujer con suerte. Si la suerte la vemos como eso que el destino nos tiene preparado, sí y solo sí, trabajamos duro, no nos rendimos, no tiramos la toalla, tenemos disciplina, y aprendemos de cada experiencia y cada error para en lugar de lamentarnos, usarlos como trampolín para aprender de nosotros mismos, encontrar quiénes somos y buscar quiénes queremos ser.

Me parece justo platicarles un poco de mí. Ya que están aquí leyéndome, lo menos que puedo darles es un poco de quién soy, quién he sido, y por qué estoy aquí.

Nací en una familia bastante conservadora, tradicional y religiosa. En una familia buena, y con grandes deseos de amar. Mi madre, una mujer educada por padres del siglo pasado hizo todo lo que pudo para que tres hijas mujeres, entendiéramos que debíamos ser independientes, valernos económicamente por nosotras mismas y luchar por romper paradigmas, con la finalidad de buscar ser felices.

Recuerdo bien, que nos decía que lucháramos por lo que queríamos lograr, que estudiáramos para que no tuviéramos la necesidad de que ningún hombre nos mantuviera. Que fuéramos mujeres fuertes y defensoras de nuestras ideas. En esta época, estaba en auge el fortalecimiento del feminismo, y es evidente, que su finalidad era convencernos de que teníamos la vida en nuestras manos, que podíamos lograr lo que fuera que nos propusiéramos, y que no había nada que pudiera interponerse en esos maravillosos planes de vida.

Todo eso sonaba francamente mágico. La intención era grandiosa. La utopía siempre supera a la realidad. Pero cuando llegó la hora de enfrentarnos a la vida, hubo ciertas complicaciones.

Cabe decir, que mi