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Le salvé el culo a mi chico
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Le salvé el culo a mi chico
Libro electrónico222 páginas3 horas

Le salvé el culo a mi chico

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Información de este libro electrónico

Héroe o Bestia es un juego virtual de inmensión cognitiva donde la mente del jugador es transferida a un personaje de un mundo brutal donde hombres y bestias luchan a muerte por la supremacía. Es el videojuego de moda en el mundo entero, todos quieren jugar su propia partida de este salvaje juego de guerra. Sus seguidores lo llaman HOB.
En este episodio Andrea postea en Internet su experiencia con HOB para demostrar la veracidad de su teoría: el lazo de una mujer enamorada transciende planos para proteger la vida de su amado.
En el post nos narra la asombrosa y emocionante partida virtual de su novio, Yisra, politja de Yerosh, el cual se ve involucrado en el abyecto plan de unos contrabandistas de armas que están dispuestos a vender su ciudad a una Bestia terrible, el ogro Skullies, a cambio de unas armas sónicas de poder devastador que podrían causar la ruina de la Segunda Humanidad.
Gracias al sabotaje de los contrabandistas, el ogro introduce sus hordas en la ciudad para secuestrar al mayor número de habitantes y convertirlos en Mascottes. En medio del caos y la destrucción, los héroes se aprestan a rechazar la invasión con todas sus fuerzas mientras el politja les sigue la pista a los contrabandistas sin saber lo que se cuece a su alrededor.
Aunque Yisra lo desconoce, es ayudado telepáticamente por su novia desde el otro mundo para que desbarate los maléficos planes del ogro Skullies y detenga a los peligrosos contrabandistas antes de que saquen las armas sónicas de la ciudad; efectivamente, Andrea le ha salvado el culo a su novio.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 nov 2017
ISBN9781370514021
Le salvé el culo a mi chico
Autor

Javier Sermanz

Nacido en Ibiza en 1973. Amante de la Literatura y el Rock and Roll de los años 50. Escritor independiente que cultiva el género Pulp: Weird Fantasy, Espada y Brujería, Terror, Ciencia Ficción, Humor y Spicy.

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    Le salvé el culo a mi chico - Javier Sermanz

    LE SALVÉ EL

    CULO A MI CHICO

    Javier Sermanz

    Le salvé el culo a mi chico

    Una novela de Héroe o Bestia

    © Javier Sermanz. 2017.

     ISBN: 978-1370514021

    Ilustración de portada: Piotr Foksowicz (Piofoks)

    Todos los derechos reservados. No está permitida la reimpresión de parte alguna de este libro, ni tampoco su reproducción, ni utilización, en cualquier forma o por cualquier medio, bien sea electrónico, mecánico o de otro tipo, incluyendo el fotocopiado o grabación, ni se permite su almacenamiento en un sistema de información y recuperación, sin el permiso anticipado y por escrito del editor o el autor.

    Contacto: javiersermanz@gmail.com

    Twitter: @javiersermanz

    Introducción

    Nos hallamos en un futuro inmediato, digitalizado. Internet es nuestro segundo medio. La tecnología en el terreno de los videojuegos ha desarrollado algo rayano a la hechicería, una avanzada consola de realidad virtual llamada Virtual Kit. Los programadores de la multinacional Media Games han recreado con un software prodigioso, el mundo de guerra de su popular juego de rol Héroe o Bestia, y lo han subido a un plano de realidad virtual en Internet, donde los hombres y bestias de Nueva Pangea juegan su propia partida por la supremacía.

    A dicho plano lo han llamado HOB y han tendido un puente entre los dos mundos por el que se accede mediante una maquina llamada Virtual Kit. Se trata de un Hardware especifico de dos componentes; una consola terminal de simulación de realidad virtual, dotada de Módem interno, para innumerables jugadores On-Line, que los conecta, desde cualquier sitio, al plano de juego a través del ojo, mediante un destello lanzado desde el reproductor virtual, el cual es albergado en el seno de la carcasa y se coloca ante la vista al modo de unas gafas. La interacción neuronal colectiva se consigue mediante una conexión aérea del dispositivo con el servidor de Media Games, que los provee de realidad virtual.

    El entorno y la interfaz del personaje deseado, Hombre o Bestia, se configuran desde cualquier dispositivo exterior y después se cargan por aire en la consola. Una vez presionado el botón de salto, la mente es transportada al cuerpo del personaje deseado en el plano virtual, simulado por el ordenador central del servidor, mientras su cuerpo se queda en un estado parecido al sueño.

    El jugador deja de tener consciencia de que está en La Tierra y siente y actúa en todo como el personaje programado para HOB, sin recuerdos del otro yo, hasta que vuelve de nuevo al plano terrenal; es como cambiar de cuerpo de un parpadeo. La experiencia adquirida de las sucesivas reanimaciones en HOB queda impresa en nuestro recuerdo del mismo modo que lo haría en la realidad.

    El Juego de Guerra Virtual de Héroe o Bestia se ha convertido en un fenómeno de masas por todo el mundo. Han surgido adeptos fervientes, que se refieren a la consola, con abnegación reverencial, como El Medallón Sagrado de Theos. Le atribuyen poderes divinos, dicen que contiene, encerrado en el Cristal Opaco de su corazón, una chispa de energía del dios y que su destello te confiere la vida en el mundo virtualizado de HOB.

    En su contra se han alzado feroces detractores que lo consideran maldito. Creen que los saltos generan graves perturbaciones mentales y defienden que en cada viaje se arrastra algo de allí que altera el alma y el pensamiento irremisiblemente. Algunos incluso aseguran que los de Media Games son una secta tecnológica cuyo fin es el de esclavizar a toda la humanidad mediante ese juego.

    La venta y el alquiler del Virtual Kit lo han centralizado en atrayentes salones franquiciados, llenos de luz y de color, que reclaman al viandante a modo de puerta dimensional entre los dos mundos. Su dominio en Internet ofrece la carga y el salto, trasfondos y personajes para recrear, y un foro, con absolutamente todo lo que acontece alrededor del juego, tanto aquí, como en HOB, además de toda la información necesaria para desenvolverse allí.

    Su Blog con las experiencias de los jugadores está arrasando en la Red, obteniendo records de visitantes sin precedentes. Lo han llamado El Libro de Hob. Estos son los asombrosos relatos que han colgado algunos de aquellos primeros guerreros virtuales que tuvieron el arrojo de internarse en ese mundo y volvieron para contarlo…

    Libro de Hob

    Entrada del 08.01.1378, Era de la Bestia:

    Le salvé el culo a mi chico desde el otro mundo.

    1

    Hola a todos, me llamo Andrea, soy de Monzón, una pequeña ciudad de España cerca de Huesca. No soy jugadora de Héroe o Bestia, pero una extraña coincidencia me ha llevado a postear aquí mi experiencia. Desde pequeña he tenido siempre una teoría que nunca me he atrevido a contar a los demás por miedo al ridículo o a que pensaran que estaba pirada, pero después de lo que me ocurrió en vuestros salones virtuales, por fin me atrevo a compartirla en público: creo firmemente que el lazo de una mujer enamorada de su pareja trasciende los planos físicos. Y para demostrarlo os contaré mi historia.

    Era un sábado por la tarde y yo había quedado en ir a recoger a mi chico de su partida semanal a la puerta de esos salones virtuales tan de moda. Siempre le esperaba fuera, no me gustaban nada todas esas pantallas llenas de monstruos terroríficos, tan reales que parecía que estaban allí de verdad. La verdad, no sé qué le encuentran a ese juego tan violento, debe ser cosa de la testosterona, como dice mi tía Sarah.

    Marcos, mi novio, me habla continuamente de él, que si mira esto, que si mira aquello, pero yo no le hago excesivo caso, sino, estaría dándome la tabarra todo el día con el dichoso jueguecito y el tiempo que paso con él, lo quiero entero para mí, bastante me cuesta que no se fije en otras, como para aguantar encima eso. Me dice que tendría que probarlo, ver qué se siente estando en la piel de otro ser; él está encantado, sin embargo a mí eso de meterse en el cuerpo de otro, aunque sea un programa, me da un poco de repelús. Yo preferiría que no jugara, que me dedicara más tiempo, pero lo respeto.

    Esa tarde había decidido ir un poco más pronto para darle una sorpresa; me gusta su sonrisa cuando me ve. Justamente estaba dándole vueltas a todo esto del Virtual WarGame; no podía dejar de pensar en las conversaciones que había escuchado en el mercado, donde la Rosi. La señora Gutiérrez comentaba que habían hablado de él en el Cuarto Milenio y que aseguraban que esa máquina era peligrosísima porque provocaba desdoblamientos de personalidad y alteraba la mente. Incluso había uno de los tertulianos que decía que los de Media Games eran una secta tecnológica y que había que andarse con buen ojo con ellos porque perseguían esclavizar a la humanidad mediante este juego al que todos están enganchados, mi novio incluido.

    Se había creado una cierta alarma social desde la aparición de Héroe o Bestia. Muchos se quejaban de que los jugadores pasaban más tiempo en HOB que en la Tierra; aseguraban que eso no podía ser bueno para la sociedad, un retraso, la destrucción de sus cimientos, ya que nadie estaba en su puesto de trabajo, sino en HOB jugando. Aunque yo creo que todo es una estrategia de marketing por parte de la empresa, por algo se han hecho tan ricos. La gente es muy exagerada y se asusta con nada. Parece que cuando sale algún invento nuevo, enseguida aparecen detractores de esos que dicen ¿adónde iremos a parar con tanto juguetito?.

    Por todo ello quería formarme una opinión personal, basada en mi experiencia, no en lo que cotilleaban unos y otros. Sobre todo teniendo en cuenta que los de Cuarto Milenio siempre juegan con ambigüedades, te dejan caer algo de tremendismo y algo de misterio para que cada cual piense lo que quiera y ahí te dejan. Así que me decidí a entrar en el salón virtual de Héroe o Bestia para comprobar por mí misma qué había de cierto en todo aquello.

    No podía llegar a imaginar que allí dentro tendría ocasión de poner en práctica mi teoría a cerca de la conexión mental que existe entre dos personas que se aman.

    Debo confesar que entré un poco cohibida, un poco influenciada por los comentarios negativos de la gente. ¿A qué lugar extraño y peligroso iba a entrar? ¿Cómo me sentiría allí adentro? ¿Tratarían de captarme?

    Todos mis miedos se desvanecieron en cuanto pasé al otro lado del enorme portalón de hierro oxidado con remaches triangulares. Una inexplicable sensación de abrigo y bienestar me envolvió por completo al ver a los dos guardias vestidos de soldados, con extraños hábitos negros por encima de las armaduras. Estaban tan rígidos que parecían estatuas; ahora, eso sí, imponían respeto con sus manos apoyadas en la espada como si fueran a desenvainar en cualquier momento.

    No tenía una idea exacta de lo que me esperaba pese a que había pasado mil veces por delante de sus llamativos escaparates holográficos y nunca se me había ocurrido entrar. Lo que encontré superaba lo que había imaginado. Era un nuevo concepto de ocio, no tenía nada que ver con los pubs que conocía, ni con los salones recreativos; era más parecido a una sala de cine, con una enorme pantalla en la que se visionaban las partidas de Héroe o Bestia.

    El salón estaba casi a oscuras de entrada. Tardé unos segundos en habituarme a la escasa iluminación. Como en un cine, sentí cierto desconcierto por los sonidos que llegaban. Pero poco a poco los detalles se fueron haciendo visibles hasta que pude distinguir con mayor claridad mi entorno.

    El salón virtual de mi ciudad no es muy grande, con un vistazo lo abarcabas todo: nada más entrar, en la pared a mis espaldas hay un puesto de información y alquiler de las famosas consolas virtuales, atendido por un trabajador con una especie de alfombra de color dorado y negro, con agujero para la cabeza. Al lado hay una pequeña tienda que vende todos los productos de merchandising de Héroe o Bestia. La pared izquierda estaba ocupada enteramente por la gran multipantalla Holotech, enfrente de la cual están las mesas; y aquí es donde se encuentra la verdadera novedad, no sucedía como en un bar cualquiera, con las mesas redondas metálicas y cuatro sillas alrededor para sentarse, allí tenían cómodos sillones acolchados, con respaldo, dispuestos en forma de U, con la mesa dentro, pegados unos con otros a lo largo de la pared, como los restaurantes americanos. Detrás había una pequeña barra de bar, servida por varias camareras, que entraban y salían para atender a los clientes de las mesas. Al fondo se veía un cartel con letras góticas que ponía: Salta a HOB. Se distinguían dos puertas debajo, iguales que las de la entrada, con letreros luminosos que parpadeaban a los lados. En uno ponía «Activo» y en el otro «Pasivo». Ambas puertas se hallaban custodiadas por una pareja de guardias con sombreros y pistolas antiguas de las de pirata.

    Allí es donde estará ahora mi chico tendido, supuse, mientras su mente está en otro cuerpo, en otro lugar. Se me ponen los pelos de punta sólo de pensar en ello.

    Lo que más me llamó la atención fueron los uniformes de los trabajadores del local, estaban todos bien recreados para que el ambiente tuviera un genuino sabor medieval. No sé por qué estaba tan nerviosa, ¿qué pensaba que me podían hacer?, al final estar allí dentro era como estar en uno de esos restaurantes «Peggy Sue’s», en el que todos los empleados y el decorado correspondían a la moda de mediados del siglo pasado. Lo único que sin música; se oían de vez en cuando alaridos salvajes, fragores de batallas y sonidos estremecedores. Supongo que para darle realismo a la cosa.

    —Servus, visitante, ¿qué va a ser?— me dijo amablemente una camarera vestida con un ancho vestido blanco escotado, de esos que estuvieron de moda hace tres siglos. Hablaba con un deje extraño, como si fuera extranjera.

    En los salones virtuales era obligatorio consumir para poder disfrutar de sus pantallas holográficas.

    —Una cola.

    En cuanto bebí el primer trago, todavía me sentí más relajada, ya casi me había habituado a la brutal banda sonora a base de gritos y chocar de espadas. Empecé a inspeccionar el local con detenimiento. Las paredes de piedra, los tapices en las paredes, las armas decorativas y los posters de sus héroes y bestias colgados por diferentes sitios. Todo estaba ideado para que te sintieras en ese otro mundo virtual al que llaman HOB. Yo no entiendo mucho del juego, ni sé de qué va exactamente, pero me daba la sensación de que lo que veían mis ojos aquí era lo mismo que verían los ojos de los jugadores allí. Me estremecí al pensar en cuántos no repararían en la diferencia y pensarían que aún estaban en ese mundo. Sin embargo, el ambiente era agradable, yo no percibí nada maligno ni signos de que te trataran de meter en una secta como aseguraban algunos.

    Pensaba encontrar el sitio lleno de gente; me decepcionó después del revuelo que estaban armando, ya me pensaba que estaría abarrotado. No había muchas personas a esa hora, no sé si es que siempre tienen tan poca clientela o es que suelen ir más tarde; de todas formas, el salón está abierto las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Al lado mío se sentaban tres chicos que hablaban entre ellos a la vez que miraban la partida en la holopantalla y consultaban cosas en sus tablets. Más a la izquierda varios apartados más eran ocupados por personas similares, todas con la vista fija en la pantalla, comentando la jugada. Era casi como estar en una especie de cine, pero con muchas pantallas en lugar de una.

    La tecnología Holotech es una pasada. Ya la hay por todos sitios, aunque los de HOB fueron los primeros en patentarla para los escaparates y pantallas de sus salones virtuales. Me quedé alucinada cuando la vi; la vista se te iba a la multipantalla, atraída por las escenas en movimiento y el sonido envolvente. Tendría unos doce metros de largo por cuatro de altura. Flotaba en el aire y estaba dividida en tres partes iguales: dos pantallas laterales y una central en cuadrícula, con decenas de pantallas de tamaño menor, en cada una de las cuales se desarrollaba una acción diferente. Se veían figuras pequeñas en unas, luchando entre ellas; en otras, se veían rostros bestiales en primer plano, paisajes devastados, fortalezas asediadas, cuevas plagadas de ratas con forma de hombre y un montón más de escenas bélicas de HOB. Cada media hora las escenas saltaban de la cuadrícula a las pantallas laterales en Random, agrandando las imágenes hasta ajustarse a su tamaño para que pudieran ser contempladas con todo detalle.

    La calidad del holograma era tan real que costaba darse cuenta de que no eran personajes de verdad sino hechos por un ordenador. El haz de luz no dejaba residuos luminosos alrededor de la holopantalla. Tanto las bestias como los hombres parecían de carne y hueso; y los paisajes estaban tan bien conseguidos que parecía que en lugar de mirar una pantalla, estabas mirando por una ventana. También se apreciaba una cierta profundidad en las imágenes, como si fuera en 3D. Daba la sensación de que si alargabas más el cuello podrías ver el grueso de la pantalla aunque en un primer momento era plana. Aquello era mucho mejor que ir a ver una película al cine. Ahora comprendía porque estaban tan de moda estos salones.

    Casi sin darme cuenta me quedé fija en la pantalla de la izquierda. Desde mi posición la veía un poco en diagonal porque se encontraba al otro extremo del salón. Aún así pude ver que mostraba un paisaje nevado, dominado por un volcán que exhalaba densas nubes de humo por su cráter. A los pies del volcán se alzaba una basta construcción de roca, una rara mezcla de castillo y santuario, pero de dimensiones colosales, desde cuyos muros descendía una inacabable escalinata hasta un valle plagado de personas empequeñecidas como si fueran una multitud de insectos.

    El zoom acercó un poco más la escena y se vio a una figura envuelta en un abrigo de cuero negro hasta los pies, con los brazos extendidos como si estuviera hablando a la multitud de abajo. De repente cambió el plano y la figura que yo creía un hombre resultó ser una especie de insecto gigantesco con forma de hombre. Solo los brazos eran humanos. Tenía la cabeza triangular de una mantis, con dos antenas y unos ojos protuberantes a los lados. Sentí un escalofrío cuando me di cuenta de que el abrigo de cuero eran sus alas plegadas sobre el cuerpo para ocultarlo. Debajo de los brazos humanos pude observar dos patas acabadas en afilados espolones. Un primer plano de sus ojos sin pupila reveló la mirada inteligente de un ser perverso en un rostro que tenía algo inexplicablemente humano.

    Quité la vista al instante, horrorizada ante aquel bicho tan espantoso. "¡Madre mía, contra esto tienen que luchar, no sé como no se mueren

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